domingo, 23 de febrero de 2014

"La peste", de Albert Camus


Hoy he terminado de leer la novela "La peste", de Albert Camus (http://es.wikipedia.org/wiki/La_peste).

Es la segunda vez que una novela consigue sacarme las lágrimas (soy una nenaza, ya lo sé), y la segunda vez que lo consigue el mismo autor. Esta obra es impresionante: no me extraña que le diesen el Nobel de literatura; no creo que nadie lo haya merecido más que él.

En la novela, la peste representa el absurdo mismo de la vida; pero lo hace de un modo tan claro; que es imposible mirar hacia otro lado, como todos hacemos a diario cuando vemos pasar por ejemplo un coche fúnebre por la carretera. La novela nos obliga a mirar cara a cara la irracionalidad misma de la vida, la evidente falta de un sentido superior, y el fatal destino que nos espera a todos a la vuelta de la esquina.

Os dejo un fragmento de la obra que podéis estar seguros se está REPRESENTANDO en numerosos lugares del mundo en este mismo momento; aunque con personas reales y con un sufrimiento igualmente real:

"Todos esperaban. El niño, con los ojos siempre cerrados, pareció calmarse un poco. Las manos que se habían vuelto como garras arañaban suavemente los lados de la cama. Las levantó un poco, arañó la manta junto a las rodillas y de pronto encogió las piernas, pegó los muslos al vientre y se quedó inmóvil. Abrió los ojos por primera vez y miró a Rieux que estaba delante de él. En su cara hundida, convertida ya en una arcilla gris, la boca se abrió de pronto, dejando escapar un solo grito sostenido que la respiración apenas alteraba y que llenó la sala con una protesta monótona, discorde y tan poco humana que parecía venir de todos los hombres a la vez. Rieux apretó los dientes y Tarrou se volvió para otro lado. Rambert se acercó a la cama junto a Castel, que cerró el libro que había quedado abierto sobre sus rodillas. Paneloux miró esa boca infantil ultrajada por la enfermedad y llena de aquel grito de todas las edades. Se dejó caer de rodillas y a todo el mundo le pareció natural oírle decir con voz ahogada pero clara a través del lamento anónimo que no cesaba: "Dios mío, salva a esta criatura."

Pero no es una novela desagradable, aunque lo parezca. En ella también se descubre la incansable lucha humana contra el sinsentido; la colaboración y la hermandad que compartimos en sociedad, y la amistad y el amor que surgen de entre medio de tanto dolor.

En un momento, un personaje de la obra dice:

"Pero la cosa es así. Los otros dicen: "Es la peste, ha habido peste." Por poco piden que les den una condecoración. Pero, ¿qué quiere decir la peste? Es la vida y nada más."

Es la vida; el absurdo no es la peste o un accidente de tráfico, el absurdo es la vida misma...y nada más.

Por cierto que el propio autor, Camus; murió de la forma más absurda imaginable, precisamente en un accidente de tráfico: parece que incluso el destino, de esa manera, le permitió darnos un último ejemplo de este absurdo que a todos nos rodea.


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