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sábado, 23 de mayo de 2020

Una reflexión tras más de 60 días de confinamiento

"Uno puede decir con toda tranquilidad que el universo no tiene ningún sentido. Nadie se enfadará. Pero si se afirma lo mismo de un sujeto cualquiera, éste protestará e incluso hará todo lo posible para que quien hizo esa afirmación no quede impune. Así somos todos: nos exoneramos de toda culpa cuando se trata de un principio general y no nos avergonzamos de quedarnos reducidos a una excepción. Si el universo no tiene ningún sentido, ¿habremos librado a alguien de la maldición de ese castigo? Todo el secreto de la vida se reduce a esto: no tiene sentido; pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno." 
(Emil Cioran)


Vivimos en el peor mundo imaginable: uno que permite la existencia de seres conscientes del sinsentido objetivo de su ser, y que además se ven forzados a luchar con vehemencia (cuales somas desechables o marionetas de pacotilla) por esos "fines" (termodinámicos) inútiles en lo relativo al sujeto.

Pero no te preocupes si estas palabras racionalmente te incomodaron por un instante, puesto que tenemos un sesgo evolutivo que se encargará pronto de darte consuelo: portamos, inscrito a fuego en los "circuitos" neuronales de nuestro cerebro, un instintivo pensamiento mágico-optimista que hacen olvidar pronto este tipo de revelaciones, y que se encarga de facilitar la vuelta a la  "normalidad" emocional. Este sesgo se bastará para permitirte continuar con tu día normalmente; movido por esos invisibles hilos físicos que te guían desde el mismo momento de tu nacimiento. La posible disonancia cognitiva que haya podido aparecer a tu conciencia se esfumará de tu mente casi de inmediato, y de este modo podrás volver a tus (necios) quehaceres diarios en un abrir y cerrar de ojos.

Por lo tanto nos dejamos llevar con la idea de que todo está bien. Y ciertamente todo está bien...hasta que tarde o temprano el velo del engaño instintivo cruelmente se deja caer. Quizás no hoy, ni mañana; pero es cuestión de tiempo: en algún momento, quizás unos instantes antes de morir en un accidente de tráfico, o cuando un médico nos diagnostique una pronta muerte, lo mismo da; será precisamente cuando caiga el telón y te veas como un bobo: como esa estúpida marioneta con aires de grandeza que siempre has sido. La Naturaleza (sea eso lo que sea) se aprovechó de ti, pero no te dejará entenderlo justo hasta ese momento, cuando hayas pasado de soma desechable, a ya un soma desechado. Al perder la utilidad práctica, el mundo te permitirá echar un rápido vistazo a la verdadera realidad encubierta...y entonces de una patada te enviará a la nada de la que fuiste engendrado.

Más pronto que tarde todos, sin excepción; veremos por fin que fuimos manejados, usados...consumidos. El mundo natural nos utilizó, quién sabe esencialmente para qué, obligándonos en todo momento a movernos del modo adecuado, cual roca que debe caer cuando se la deja rodar desde lo alto de la colina. Pero durante nuestro trayecto vital este hecho sádicamente se nos ocultó (naturalmente) para que no fuese un impedimento ante nuestra ingrata, espontánea y subjetivamente inútil tarea termodinámica de degradar gradientes (producir, consumir, producir, consumir,...). Sin embargo, insistamos de nuevo, de manera más o menos inefable todos lo acabaremos por comprender algún día: no somos más, como individuos y como sociedad, que el equivalente dinámico de cualquier otro movimiento físico, con la excepción de la complejidad y de los grados en la libertad de acción: una piedra que tras caer, se las ingenia para subir de nuevo al monte y repetir espontáneamente este ciclo una infinidad de veces, o al menos, mientras el mundo aguante en pie.

Sísifo estaría feliz de descubrir que su castigo es el castigo del hombre. Una felicidad desquiciada por el conocimiento del absurdo, claro está.



viernes, 19 de abril de 2019

Reflexiones de un realista

I.

Algunos hablan sobre valor de nuestras vidas. ¿Acaso lo efímero puede tener algún valor? ¿Lo que existe brevemente y luego no deja ni rastro qué razón de ser puede tener? Y si además en esa precaria existencia nos vemos obligados evolutivamente a luchar supliendo incontables necesidades objetivamente inútiles pues todavía peor. ¿Cómo podemos estimar los breves destellos fenoménicos que somos cuando estamos equipados con una consciencia que racionalmente nos enseña cada segundo que toda la realidad es un disparate y que estamos además condenados a sufrir, luchar, padecer y finalmente enfermar y morir? Nuestra especie es una amalgama de generaciones de máquinas de consumir gradientes energéticos con fecha de caducidad. Un soma desechable que es usado por la naturaleza ciegamente con este fin termodinámico: sobrevivir y replicar largas moléculas de ADN capaces de construir nuevas máquinas entrópicas.


Realmente no puedo estimar algo así como valioso. Quizás un mundo sin consciencia sería tolerable, o al menos, no sería tan cruel. Pero la autoreflexión natural que se da en nosotros sobre la realidad es simplemente un "error" evolutivo. Algo que nunca debió ocurrir pero ha ocurrido porque las leyes físicas fundamentales así lo permiten. De hecho las ideas neoplatonistas del multiverso tan de moda hoy día entre los científicos garantizan que en el basto (algunos hablan de infinito y eterno) potencial de posibles universos es inevitable que se dé el proceso de la consciencia. Esos universos son sin duda los peores mundos imaginables y nos ha tocado estar en uno de ellos.

Peor aún es la idea del eterno retorno que revolotea sobre la teoría del multiverso sin que ningún físico parezca inquietarse cuando es quizás el corolario más importante y aterrador que se puede sacar de esta propuesta científica.

Pero bueno, sé que este debate es inútil porque es también algo sabido desde la psicología evolucionista que estamos sesgados hacia el optimismo cognitivamente para ver el mundo tras un velo color de rosa, aunque realmente el mundo sea una negra y fría inmensidad de nada.



II.

El otro día me afeaban el tono pesimista del libro "La conspiración contra la especie humana", de Thomas Ligotti. En realidad no niego que es un texto "pesimista" (o quizás habría que decir realista), pero está muy bien escrito literariamente y además argumenta toda su tesis con muy buena mano desde un punto de vista humanista (filosósifo, ético, moral) pero también científico (neurológico, visto desde la psicología evolucionista, la evolución, la física, etc).

Es un libro que no tiene desperdicio y como indica la reseña: "no dejará indiferente a ningún lector".


Además, ¿acaso no es cierto que todos nosotros, todas las personas estamos en nuestro día a día bajo «el chantaje intelectual por el que quieren obligarnos a estar eternamente agradecidos por un “don” que nunca solicitamos: la vida»? En cuanto habla el "pesimista" todos lo miran de reojo como si estuviese desvelando un secreto que todos conocen pero nadie quiere oír de viva voz. ¡Pues lo que hay es lo que hay!


La consciencia no es un don, es una abominación. Un fortuito "error" evolutivo de la naturaleza la cual se vio obligada a acompañar dicha capacidad racional "superior" de distintos métodos cognitivos que sesgan y limitan nuestra visión del mundo de manera que no veamos claramente la realidad. La propia naturaleza se encargó de esclavizarnos de este modo con un instintivo sesgo optimista que hace que todos vivamos nuestras vidas como si no fuera cierto que sólo somos indiferentes «biorobots copiadores de genes que viven a la intemperie en un planeta solitario en un universo físico frío y vacío». Puros somas desechables que viven sus vidas revolcados en la mierda cuales cerdos con el único propósito de sobrevivir y reproducirnos. Nos creemos libres y felices a pesar de nuestro destino, pero en el fondo somos marionetas movidas por hilos evolutivos. El propio mundo, a la vista del incontrolable horror que supuso la consciencia, ató cruelmente a su creación bajo un halo de "esperanza" y deseos absurdos.


Y no será hasta poco antes de morir cuando a la mayoría de nosotros se le caiga el velo de la falsa ilusión y el sesgo cognitivo del instinto. En ese momento, cuando ya no sea necesario mantener la farsa optimista será justo cuando la naturaleza nos permitirá echar un demencial y leve vistazo a la horrenda realidad. Como nos cuenta Thomas Ligotti:


"El secreto que nunca quisiste saber se revela ahora en tu cabeza: que te hicieron como te hicieron y te manipularon para que te comportaras como te comportabas. Y a medida que el secreto se abre paso en tu cabeza, la sonrisa de esa cara del espejo se estira por las comisuras. Lo mismo hace la tuya, haciendo lo que le ordenan. Las dos caras sonríen a la vez con la misma sonrisa. Se ensancha hasta alcanzar proporciones demenciales. Al fin una voz largamente contenida grita: ¡Qué es esta vida! Pero sólo responde el silencio, burlándose de todas las esperanzas absurdas que alguna vez tuviste.


¿Y ahora qué? Ahora sólo queda esa sonrisa que se ensancha de modo antinatural: un gran abismo donde la negrura se funde con la negrura, nada. Luego la sensación de ser tragado. La historia ha terminado, el argumento está completo."



III.

Estos días no pude evitar repasar una de las propuestas más interesantes que he estudiado: el hecho de que muy probablemente poseemos un instintivo sesgo cognitivo hacia el optimismo. Y que ese sesgo nos impide ver el mundo de manera realista tal y como es. Os dejo en este sentido enlace a esta interesante charla TED donde la neurocientífica Tali Sharot nos habla precisamente de cómo estamos evolutivamente sesgados bajo este velo de optimismo. También podéis seguir sus ideas en su libro "The Optimism Bias: A Tour of the Irrationally Positive Brain"Un fragmento de su libro dice así:

"While the capacity for both awareness and prospection has clear survival advantages, conscious foresight also came at an enormous price—an understanding that somewhere in the future, death awaits us. This knowledge—that old age, sickness, decline of mental power, and oblivion are around the corner—is less than optimistic. It causes a great amount of anguish and fear. Ajit Varkil, a biologist at the University of California at San Diego, argues that the awareness of mortality on its own would have led evolution to a dead end. The despair would have interfered with daily function, bringing the activities and cognitive functions needed for survival to a stop. Humans possess this awareness, and yet we survive. How? The only way conscious mental time travel could have been selected for over the course of evolution is if it had emerged at the same time as false beliefs. In other words, an ability to imagine the future had to develop side by side with positive biases. The knowledge of death had to emerge at the same time as its irrational denial. A brain that could consciously voyage through time would be an evolutionary barrier unless it had an optimism bias. It is this coupling—conscious prospection and optimism—that underlies the extraordinary achievements of the human species, from culture and art to medicine and technology. One could not have persisted without the other. Optimism does not exist without at least an elementary ability to consider the future, as optimism is by definition a positive belief about what is yet to come, and without optimism, prospection would be devastating".¡Qué bien cuadra esta teoría con las palabras del ensayo de Thomas Ligotti!


IV.
Algunos tienen una idea equivocada de lo que representa un nihilista moderno. Creen erróneamente que este tipo de personas la conforman miserables y temerosos personajes que lloriquean por las esquinas buscando el momento de morir. Pero nada más lejos de la realidad.

El verdadero ideal neo-nihilista (neo-pesimista, realista, o como se quiera llamar) no es el de vivir con absurdas esperanzas de "salvación" pero tampoco el de vivir de manera depresiva y aislada. La verdadera meta de las personas que filosofan de la manera descrita por ejemplo en el ensayo: "La conspiración contra la especie humana" de Thomas Ligotti, o en el libro de David Benatar: "Better Never to Have Been", por poner dos ejemplos; es la de evitar la natalidad. El antinatalismo como único método viable para acabar de una vez por todas con el abominable dolor intrínseco a toda vida consciente que debe hace frente a la insoportable levedad de su ser y a su fatal destino sin sentido.

Una vez que la biología, la neurología, la física y la ciencia en general nos han abierto los ojos sobre lo que realmente somos: marionetas desechables y bioinspiradas encargadas de replicar largas moléculas de ADN; y que nos ha hablado sobre el destino del Universo: la comunidad científica se debate ya exclusivamente entre dos posibles escenarios, su "muerte" térmica (Big Freeze) o su desgarramiento (Big Rip), descubrimos que en realidad no somos nada a parte de un medio más mediante el cual nuestro universo moribundo se encarga de devorar gradientes energéticos (en este caso el que produce el Sol). Seamos realistas por una vez, ni el destino de este mundo que "vuela" hacia su autodestrucción térmica ni la esencia humana como máquina dispuesta a las órdenes de mandamientos naturales termodinámicos merecen la pena ser continuadas con nuevas generaciones de "personitas" que abran los ojos horrorizadas ante este panorama.

En este sentido, el ideal del hombre realista es sencillamente el de acabar con la natalidad. Convencer al pueblo llano de que sabemos que no hay Dios (o que si lo hay trasciende nuestra realidad y es indiferente hacia ella) y que ya comprendemos racionalmente por fin lo que realmente somos (marionetas a las órdenes termodinámicas que se esconden tras la evolución que nos dio forma y que nos ladra en cada instante qué debemos hacer). Explicarles que también podemos predecir el futuro físico de nuestro universo, y que se asemeja al de una goma de borrar térmica que acabará erosionando y eliminando cualquier logro que el esfuerzo de todo fenómeno que haya existido o esté por existir (consciente o no) vaya a conseguir realizar jamás. 

No es una tarea fácil, quizás sea imposible de base, o imposible al corto-medio plazo; pero la moderna filosofía nihilista es quizás ese pequeño paso que le faltó dar al budismo más milenario. La verdadera "iluminación" la alcanzará no el que descubre que la vida es sufrimiento y medita toda su vida sobre ello temeroso de nuevas reencarnaciones, sino aquel que descubre que no merece traer nuevos individuos a sufrir y padecer estas absurdas necesidades naturales...¡y que consigue vencer al instinto reproductor que llevamos instalado de serie en el cerebro (junto con otros sesgos cognitivos como el del optimismo)!

Pero insisto para que conste que a un verdadero nihilista no lo verás lloriqueando ni abandonado en un cuartucho aislado. Estos realistas renovados de los que cada vez hay más, simplemente viven sus vidas de la manera más natural posible dada cada circunstancia particular, pero con la excepción de que en lo posible se abstendrán de tener progenie, e intentarán fomentar que los demás hagan como él.

Y para aquel que tenga reparos (normalmente instintivos e inefables) ante esta idea antinatalista os dejo una cita de Zapffe que viene al caso:

"¿Así que me pregunta si elegiría no haber nacido? Uno debe haber nacido para poder elegir, y la elección implica destrucción. Pero pregunte a mi hermano en esa silla de ahí. En realidad está vacía; mi hermano no llegó tan lejos. Aun así pregúntele, mientras viaja como el viento bajo el cielo, estrellándose contra la playa, olfateando la hierba, disfrutando de su fuerza mientras persigue su alimento vivo. [...] ¿Alguna vez le ha echado usted en falta? Mire a su alrededor una tarde en un tranvía atestado y pregúntese si permitiría que una lotería seleccionara a uno de los pasajeros agotados como el que usted traería a este mundo. Ellos no prestan atención cuando una persona se apea y dos suben. El tranvía sigue rodando"


Nadie va a echar jamás en falta a un nonato, y tampoco jamás un nonato (en ese "limbo" sin cerebro) va a poder echar en falta en modo alguno la existencia. Sin embargo, el que nace si que viene con boletos (genéticos y circunstanciales) que determinan ya a priori la cantidad de sufrimiento que va a padecer antes de desaparecer desechado por la propia naturaleza, la cual continuará siempre indiferente ante esos pobres desgraciados que van apareciendo y desapareciendo como destellos en la oscuridad.


v.
Grandes palabras de Thomas Ligotti"Rebatir la filosofía de Zapffe, o cualquier filosofía semejante [pesimista o realista], es tan fácil como rebatir la de cualquier otro filósofo cuyos razonamientos no se ajusten a TUS predilecciones. Aunque su análisis de la existencia humana parezca sólido bajo determinada luz, podrá demolerlo sin gran esfuerzo quienquiera que tenga esa motivación.[...]

Ser alguien es muy duro, pero ser nadie está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...]

Respaldados por nuestros progenitores y el mundo, nunca juzgaremos que esta vida es MALIGNAMENTE INÚTIL. Casi nadie declara que una maldición ancestral nos contamina en el útero y envenena nuestra existencia. Los médicos no lloran en las salas de partos, o no suelen. No agachan la cabeza y dicen: «El cronómetro se ha puesto en marcha». El recién nacido puede llorar, si las cosas van bien. Pero el tiempo secará sus ojos; el tiempo se ocupará de ello. El tiempo se ocupará de todos hasta que no quede ninguno de nosotros del que ocuparse. Entonces todo volverá a ser como era antes de que echáramos raíces en un lugar que no es el nuestro.  

Llegará un día para cada uno de nosotros —y luego para todos nosotros— en que el futuro habrá terminado. Hasta entonces, la humanidad se aclimatará a cada nuevo horror que venga a llamar a la puerta, como ha hecho desde el principio. Seguirá adelante y adelante hasta detenerse. Y el horror seguirá adelante, con las generaciones cayendo en el fututo como muertos en tumbas abiertas. El horror que nos transmitieron se transmitirá a otros como un legado escandaloso. 

Estar vivo: décadas de levantarse a la hora, luego recorrer penosamente otra ronda de emociones, sensaciones, pensamientos, deseos —la gama completa de agitaciones—, para desplomarse finalmente en la cama a sudar en el pozo negro del sueño profundo o hervir a fuego lento en las fantasmagorías que importunan nuestras mentes cuando sueñan. ¿Por qué aceptan tantos de nosotros una cadena perpetua en vez del extremo de una soga o la boca de una pistola? ¿Acaso no merecemos morir? Pero no estamos obsesionados por este tipo de preguntas. No nos interesa hacerlas, ni responder a ellas con la mano en el corazón. ¿No podríamos acabar así con la conspiración contra la especie humana? Parece que esta sería la decisión adecuada: la muerte de la tragedia en brazos de la no existencia. Mundos sobrepoblados de nonatos no tendrían que sufrir si deshiciéramos lo que hemos hecho para poder seguir adelante durante todos estos años. Dicho esto, nada que sepamos nos hará dar ese paso. ¿Qué podría ser más impensable? Sólo somos seres humanos. Preguntad a cualquiera."

VI.
Pedir a la gente que no tenga hijos es ingenuo precisamente porque somos marionetas sin libertad para actuar fuera (o en contra) del instinto evolutivo. Son reflexiones que se lanzan al aire con la certidumbre de que no es posible que tengan éxito. Pero esa es la tarea del filósofo. Describir las cosas como son o como deberían ser, aún a pesar de que sepa de antemano que no hay manera de lograr dicho ideal. 

Por desgracia deberemos esperar a que la propia madre naturaleza se deshaga de nosotros accidente mediante (meteorito) o por falta de capacidad adaptativa a futuros cambios ambientales (como le ha ocurrido ya a tantos millones de especies). La pena es la cantidad de generaciones de personas (marionetas) que van a venir a trabajar a este mundo para nada en esta (malignamente) inútil existencia condenada a la nada desde el mismo principio.

De hecho, este es precisamente el corolario (el Argumento) del final del libro "La conspiración contra la especie humana", de Thomas Ligotti. Una de las obras más actuales e inspiradas del neo-pesimismo que va tomando forma en los últimos años.


VII.

Muchos defienden que el ser humano es algo más que "nada" y que ese simple hecho ya es maravilloso.

Y somos un poquito más que "nada", eso es cierto. Pero, ¿exáctamente por qué es eso maravilloso? ¿No sería más maravilloso ser una nada completa? ¿O ser mucho más que "nada"? 

El género homo apareció hace millones de años en medio de un mundo hostil del que no sabe nada y, peor aún, no tiene ni tendrá jamás la capacidad cognitiva necesaria para conocer casi nada de la Verdadera realidad (por mucho que la física moderna aparente que avanzamos a buen ritmo).

Como bien nos enseñó David Hume nos tendremos que contentar con la contemplación inmanente y con nuestras ideas y creencias subjetivas. Con esos instintos evolutivos que nos guían hacia un "fin" termodinámico que bien poco parece que tiene que ver con los somas desechables que cada uno de nosotros conformamos.

Nacemos, sufrimos, luchamos, padecemos, comemos, nos replicamos, criamos, envejecemos y morimos. Nuestro destino es el mismo que el de un gusano, y nuestra capacidad cognitiva no es tan distinta como nuestra arrogancia quiere hacernos pensar.

Sabemos desde Kant que la metafísica, si es que hay algo de eso, escapa y escapará por siempre de nuestro poder de conocimiento: todo empieza y acaba en la pura especulación en este campo. Así que debemos contentarnos con acatar las órdenes evolutivas cuales marionetas tiradas por hilos sin esperar comprender mucho de esta tarea nuestra (todos debemos entonar el "sí, bwana" del esclavo como mandamiento natural). Nuestro cerebro está todo lleno de sesgos e ilusiones cognitivas programadas por eones de evolución que nos obligan a criar y a continuar con el "eterno" ciclo de traer nuevas generaciones de "personitas" a este irracional universo...nadie sabe para qué narices.




viernes, 28 de julio de 2017

Reflexiones (II)

«La vida es como un juego de cartas. La mano con la que juegas es el determinismo, la forma de jugar es el libre albedrío»
Jawaharlal Nehru (1889-1964), político hindú.



I.

No creer en el determinismo biológico me parece tanto como no creer en la reducción de la biología a la física. Ya muchos físicos de profesión lo reconocen: nuestro origen evolutivo es fruto de un proceso termodinámico natural determinista. ¿Y cómo podría de un proceso mecánico (macroscópico) natural emerger algún tipo de verdadera libertad? Negar que nuestro destino está marcado por nuestra biología es como negar que el proceso evolutivo sea algo natural capaz de reducirse a la mera mecánica. Y es cierto que los procesos caóticos hacen complicado prever los detalles de la conducta individual y social, pero indudablemente de fondo siempre está y estará (estadísticamente) el mandamiento natural de producir y consumir energía al máximo ritmo posible. Es la esencia del mundo y no creo que el hombre esté por encima del propio orden natural. Pero bueno, nuestro optimismo instintivo y nuestro egocentrismo siempre nos dará esa vana esperanza de "salvación" que tanto nos ciega (y que tanto necesitamos)...


II.

Hay una famosa cita célebre del Hindú Jawaharlal Nehru que expresa muy bien mediante un símil las propuestas de la psicología evolucionista sobre el tema del determinismo: «La vida es como un juego de cartas. La mano con la que juegas es el determinismo, la forma de jugar es el libre albedrío». Porque el ser humano hará con su mano lo que pueda, pero las cartas ya están echadas (biológicamente) desde que hace unos pocos millones de años surgiera evolutivamente el género Homo en la Tierra. Y es que nuestra fisiología ha cambiado muy poco (casi nada) desde que hace 250.000 años surgiera el Homos sapiens, y hace 35.000 literalmente nos comiéramos al Homo neanderthalensis llevándolo a la extinción. Negar que el hombre posee una inevitable esencia depredadora  es ignorar nuestro origen evolutivo, nuestra prehistoria, y nuestra historia.


III.

Ayer en A3 noticias llegaron a mencionar que el automatismo iba a destruir muchos millones de trabajos al corto plazo(nombrando correctamente a traductores, transportistas en general, reponedores y dependientes), pero luego afirmaron alegremente que no pasa nada porque otros muchos millones se crearían. Esperé con interés por si comentaban que tipo de trabajos serían esos nuevos: evidentemente no explicaron nada a parte de mencionar de manera inefable que nos dedicaríamos a la ciencia y el arte. Por favor, como si el 50% de la población se fuese a poner a investigar y sacarse el doctorado cuando no son capaces de levantar la cabeza de Sálvame Deluxe.

El optimismo humano no tiene límites, y en lugar de hablarse claramente ya de la RBU (Renta básica universal), aún nos enfrascamos en la ilusión de que una vez que la inteligencia "artificial" supere en eficiencia a la humana, estos miles de millones de personas desplazadas de sus trabajos todavía tendrán algún nicho al que emigrar.


IV.

Dijo el afamado físico Viki Weisskopf que: "No hay en la Naturaleza verdaderos sistemas de una sola partícula, ni siquiera sistemas con unas pocas partículas. [Que]La existencia de infinitos pares de partículas virtuales y las continuas fluctuaciones de creación y aniquilación en el vacío demuestran que los días donde se podía creer en la existencia de un supuesto número finito de partículas reales han terminado". Leyendo estas cosas no me extraña que los físicos repudien a los filósofos; si no fuese por el embrollo matemático éstos les acabarían quitando el trabajo. 


V.

Cuando un concepto es ambiguo o complicado de definir en un alto nivel de abstracción, a veces es útil reducir el mismo a un nivel más bajo. Esto es precisamente lo que ocurre con el concepto de inteligencia y su relación con la idea de máquinas inteligentes. Para llegar a entendernos se debe reducir este concepto tradicionalmente tratado a nivel psicológico a un nivel biológico, entendiendo por inteligencia entonces al conjunto de conductas (complejas) que favorecen evolutivamente la supervivencia y supremacía de la especie que la posee sobre las que no. Pero si bajamos además del nivel biológico al físico, se puede entender como inteligencia al conjunto de movimientos mecánicos que maximizan en cada momento y circunstancia el consumo de energía libre sobre aquella dinámica que no presenta dicha propiedad.

En el caso biológico aún no queda claro (y en el psicológico menos) como un artefacto no orgánico puede encajar en cualquier concepto imaginable de inteligencia; pero en la reducción física ya sí que es posible. Una estructura material es más "inteligente" cuanto más eficiente es en igualdad de condiciones ambientales a la hora de consumir energía libre por unidad de masa.

Y el hecho precisamente de que las máquinas vayan a quitarnos en un futuro próximo todo el "trabajo" (precisamente un concepto con unidad de energía en ciencias físicas), es porque serán en general más "inteligentes" que nosotros: lo cual significa simplemente que serán más eficientes que nosotros a la hora de consumir energía para producir cualquier bien o servicio. Una sola máquina "inteligente" producirá complejos recursos que requerirían en igualdad de condiciones de cientos de personas trabajando en ello; lo que supone que consumirá (para producir) energía por unidad de masa a un ritmo cientos de veces mayor que el humano medio...y para eso hace falta ser muy (muy) inteligente ;).

domingo, 2 de julio de 2017

Reflexiones

"La cuna se balancea sobre un abismo, y el sentido común nos dice que nuestra existencia no es más que una breve rendija de luz entre dos eternidades de tinieblas. Aunque ambas son gemelas idénticas, el hombre, por lo general, contempla el abismo prenatal con más calma que aquél otro hacia el que se dirige (a unas cuatro mil quinientas pulsaciones por hora)"  (Vladimir Nabokov)




I.

Objetivamente la vida humana (individual y como especie) no persigue ningún fin u objetivo racional concreto. Se vive por vivir y punto. Así que no es sólo que a nivel cósmico seamos una desechable mota de polvo, es que además nuestro objetivo existencial es nulo: ¿para qué hace el hombre lo que hace a parte de para asegurarse la persistencia (lo mismo que una simple bacteria)? Miguel de Unamuno lo expreso con mucho arte literario así:

"Quitad la propia persistencia, y meditad lo que os dicen. ¡Sacrifícate por tus hijos! Y te sacrificarás por ellos, porque son tuyos, parte prolongación de ti, y ellos a su vez se sacrificarán por los suyos, y estos por los de ellos, y así irá, sin término, un sacrificio estéril del que nadie se aprovecha. Vine al mundo a hacer mi yo, y ¿qué será de nuestros yos todos? ¡Vive para la Verdad, el Bien, la Belleza! Ya veremos la suprema vanidad, y la suprema insinceridad de esta posición hipócrita."


Cuando el último hombre de su aliento, ¿qué será de nuestros "yos" todos? ¿De qué y para qué habrá servido toda nuestra vehemente lucha como humanos? Para nada. El mundo seguirá su mecánico curso inmortal y de nosotros finalmente no quedará ni rastro. En algún momento futuro nadie recordará ya nuestra especie y mucho menos nuestras vidas particulares. Así pues: ¿qué valor objetivo puede tener esta situación existencial nuestra? Evidentemente ninguno. Y cualquiera que valore esta situación de otra manera siento decir que no es más que un necio o un instintivo optimista desesperado ante la disonancia cognitiva.



II.

¿Qué significado o importancia concreta puede tener una ridícula especie animal perdida en una esquina del Universo condenada posiblemente a desaparecer (como tantas otras millones de especies ya lo hicieron) y que además desde su origen no hace otra cosa más que luchar por consumir recursos naturales a toda costa al más puro estilo de una cepa de bacterias en una placa de Petri?


III.

El sistema monetario para nuestra sociedad es clara representación de nuestra energía potencial del mismo modo y al mismo nivel en que lo es, por ejemplo la cantidad de moléculas de ATP para un organismo individual. Ambos conceptos simbolizan la cantidad de trabajo que cierta estructura a cierto nivel de abstracción es capaz de realizar.


IV.

El cáncer no es más que el reflejo de lo que somos en realidad: un conjunto de células individuales cooperando temporalmente por un bien común. El problema es cuando esa cooperación se rompe y la multiplicidad (la ilusión de unidad) de eso que llamamos cuerpo se hace evidente: literalmente el cáncer supone la aparición de dos o más organismos independientes luchando por su cuenta donde antes sólo había uno.


V.

Qué gran "misterio" ese del funcionamiento de la moderna inteligencia artificial...salvo que todo el mundo (del gremio) sabe explicar por qué cualquier IA hace lo que hace: simplemente se trata de combinaciones lineales actuando sobre datos numéricos de entrada (normalmente valores reales) que producen como resultado unos datos de salida ya tratados por estos "operadores" lineales. Pero de caja negra todo esto tiene en realidad tiene bien poco: sólo se trata de tensores (matrices multidimensionales) de números reales realizando modificaciones numéricas sucesivas (multi-capa y a veces de manera recurrente) al actuar linealmente sobre los datos originales (sensibles) de entrada. Es evidente que este proceso no tiene misterio alguno, mucho menos cuando hace mucho que se sabe que nuestro cerebro funciona de una manera muy "similar" a nivel teórico (neuronal). Para el actual desarrollo de Google: AlphaGo, por ejemplo; se conocen incluso exactamente los números (uno a uno) que hay que introducir en los tensores para lograr la enorme capacidad intuitiva e imaginativa mostrada: es decir; que se conocen los millones de números reales que cuando se meten en su lugar concreto dentro de los tensores del modelo ideado ("la caja negra") van a producir siempre a partir de unos datos de entrada (el estado del tablero) un muy optimizado resultado de salida indicando qué posición jugar.

NO hay magia, NO hay misterio, no hay "extrañas cajas": todo son simples (y sencillas) operaciones algebraicas (como ocurre de hecho en nuestro cerebro con los potenciales químicos en las sinapsis de nuestras neuronas).

VI.

Someterse al trabajo, al acto y al movimiento. Ese es nuestro mayor mandamiento natural, la esencia de nuestro ser y de nuestro persistir. Como el gran Emil Cioran ya dijo:

"La teología, la moral, la historia y la experiencia de cada día nos enseñan que para alcanzar el equilibrio no hay una infinidad de secretos; no hay más que uno: someterse. «Aceptad un yugo, nos repiten, y seréis felices; sed algo y os libraréis de vuestras penas.» En efecto, en este mundo todo es oficio: profesionales del tiempo, funcionarios de la respiración, dignatarios de la esperanza, un puesto nos espera desde antes de nacer: nuestras carreras se fraguan en las entrañas de nuestras madres. Miembros de un universo oficial, debemos ocupar una plaza en él por el mecanismo de un destino rígido, que no se relaja más que a favor de los locos; éstos, al menos, no se ven constreñidos a tener una creencia, a afiliarse a una institución, a sostener una idea, a pretender una empresa. Desde que la sociedad se constituyó, los que pretendieron sustraerse a ella fueron perseguidos o escarnecidos. Se os perdona todo, con tal de que tengáis un oficio, un subtítulo bajo vuestro nombre, un sello sobre vuestra nada. Nadie tiene la audacia de gritar: «¡No quiero hacer nada!»; se es más indulgente con un asesino que con un espíritu liberado de los actos. Multiplicando las posibilidades de someterse, abdicando de su libertad, matando en sí mismo el vagabundo, así es como el hombre ha refinado su esclavitud y se ha enfeudado a los fantasmas. Incluso sus desprecios y rebeliones, no los ha cultivado más que para ser dominado por ellos, siervo que es de sus actitudes, de sus gestos y de sus humores. Salido de las cavernas, guarda de ellas la superstición; era su prisionero, se ha convertido en su arquitecto. Perpetúa su condición primitiva con mayor invención y sutileza; pero en el fondo, aumentando o disminuyendo su caricatura, se plagia desvergonzadamente. Charlatán movido por hilos, sus contorsiones, sus muecas, aún engañan..." 



VII.

No sólo no podemos elegir lo que queremos, sino que tampoco sabemos por qué queremos lo que queremos ni para qué hacemos lo que queremos. Si miramos a nuestro alrededor vemos un bullicio de gente haciendo cosas, deseando cosas, obcecadas y luchando con vehemencia a diario como si el mundo les fuese en ello...y ni una sola de esas personas se replantean para qué narices hacen todo lo que hacen. Al final de cada vida resulta que después de todo no se ha hecho algo muy distinto de lo que hace un simple gusano: nacer, crecer, reproducirse y morir...y si acaso ayudar a que este ciclo continúe de manera más eficiente en sucesivas generaciones. Todo acaba como comienza, siempre en el mismo ciclo existencial al que nadie sabe darle sentido objetivo.


VIII.

¿Es plausible una propuesta de base que hable sobre la posibilidad de que una superinteligencia artificial desbanque al homo sapiens como fenómeno dominante en el planeta? Bueno. Sabemos que el hombre de por si es en realidad una especie de maximizador evolutivamente moldeado: un eficaz consumidor energético. Nuestro dominio sobre el resto del reino animal y vegetal es precisamente esta enorme eficiencia nuestra para devorar energía con la que realizar trabajo. Una gran "suerte" evolutiva la de nuestro cerebro que no significa no obstante que seamos un óptimo global en este sentido. Muy probablemente de hecho la naturaleza se ayude de nosotros para conformar (catalizar) algo nuevo que la propia evolución no ha podido lograr por mera selección natural orgánica (sobre una base de carbono): podría ser ésta una estructura aún más eficiente que la propia humanidad a la hora de maximizar el aumento de entropía global en el Universo, y en este sentido; y dada la tendencia natural del Universo a "favorecer" la persistencia de aquellas estructuras materiales que más y mejor optimizan el aumento de entropía (tendencia que denominamos como proceso evolutivo), la hipótesis de una superinteligencia artificial ("catalizada" en algún laboratorio público o privado) que desbanque a nuestra especie tiene mucho más sentido del que se puede presuponer.



domingo, 26 de junio de 2016

Mis aforismos de andar por casa (IV)

Os dejo a continuación algunos aforismos (y reflexiones) que he escrito personalmente. Se agradecen comentarios y/o críticas:
I
No es que no podamos escapar de la voluntad, sino que no somos otra cosa más que voluntad: todos viven (vivimos) con vehemencia en pos de unos fines evolutivos totalmente ajenos a nuestro destino como sujetos y ¿para qué? Nadie lo sabe y la mayoría ni se lo plantea...simplemente siguen luchando hasta que les llega la muerte.

II
Antes de nuestro nacimiento, quince mil millones de años pasaron...y no lo "notamos". Cuando muramos, pasaran igualmente otros tantos billones de años en el mismo instante en que nuestro cerebro cese su procesar eléctrico. Muy bien se puede decir que es una muy delgada línea sensitiva la que separa nuestra existencia del inicio del Universo...y también de su final "térmico".

III

Ya lo dijo medio en broma Woody Allen: “Si Dios existe, espero que tenga una buena excusa”. Y sin embargo, no es para tomárselo en broma: Si realmente Algo o Alguien creo a conciencia nuestra realidad pudiendo no haberlo hecho o haberlo hecho de un modo diferente, me parece realmente reprochable, detestable e indignante el propio acto de la creación. Y es que si el génesis es fruto de algún tipo de Necesidad trascendental (inteligible o no), no puedo más que reprobar que se haga uso de nosotros (meros títeres obligados por esencia a vivir y morir luchando) para suplir dicha Necesidad. La vida en general es muy dura, cruel y la justicia brilla por su ausencia; por lo tanto, cualquier utilidad que ese supuesto ente Divino pueda estar saciando con ese acto Voluntario de creación es profundamente abominable, el mayor crimen de la historia contra la humanidad: sin duda, el verdadero pecado original. 


IV
¿Por qué es tan poco frecuente el suicidio? Pues aunque parezca una broma, la verdadera causa última de este hecho es física (y no meramente biológica). Si uno quiere comprender realmente por qué no ve a diario saltar gente por la ventana, debe comprender primero qué ha ido moldeando con el tiempo en nuestro cerebro el heurísito del miedo a la muerte que impide (a individuos mentalmente sanos) cometer tal acto de suicidio o auto-lesión. Y si indagamos y empezamos este camino reduciendo y descendiendo del complejo plano psicológico al plano neurológico, y luego del plano neurológico al biológico evolutivo, para finalmente acabar en el estudio físico básico; resulta que toda nuestra mecánica (todo nuestro movimiento y conducta) está enfocado (dictado y determinado estadísticamente de base) por estas leyes termodinámicas que aplican en el fenómeno a cualquier nivel de abstracción y complejidad organizativa. 

En concreto, se trata de una tendencia física natural a organizarse siempre de modo tal que se puedan consumir todos los recursos disponibles tan rápido como sea posible en aquellos sistemas expuestos a una diferencia de potencial energético. Esto, por una parte, es físicamente equivalente a decir que el Universo "busca" maximizar en todo momento el crecimiento entrópico, el consumo de energía libre, y abolir los gradientes energéticos al máximo ritmo posible; y por otra parte, pone de manifiesto que la mecánica (y la dinámica) animada e inanimada no es tan distinta como puede parecer a primera vista. 


En resumen, y para responder a la pregunta inicial: el que se mata no se replica, y además deja de consumir energía tanto él como la posible progenie o familiares a los que podría haber ayudado a consumir recursos durante más tiempo; por lo tanto, la tendencia al suicidio (o la auto-lesión) está físicamente penalizada (no es un acto o fenómeno que se vaya a dar con frecuencia), lo cual se traduce a más alto nivel explicativo (desde la biología) como que el suicidio es "una conducta evolutivamente poco estable". En el fondo es lo mismo.

V
¿Por qué el capitalismo es la estructura económica dominante desde la revolución industrial? Cada estructura o modelo socio-económico tiene una eficiencia máxima (innata y esencial) a la hora de explotar los recursos disponibles según las circunstancias. Por tanto, la máxima producción alcanzable por un país o conjunto de países estará estrechamente relacionada con la estructura social, política y económica de dicho país (o países). Por otra parte, la historia ha demostrado repetidamente que el sistema que más y mejor aprovecha los recursos naturales para producir bienes y servicios (a repartir luego entre "su" población) es el capitalismo. Lo que nos lleva, sumando a la ecuación el hecho de que todos quieren (queremos) acaparar el máximo posible de productos y bienes para nosotros y los nuestros, a descubrir por qué el capitalismo se ha ido gradualmente estableciendo como el sistema dominante en el planeta: sencillamente otras estructuras sociales no son tan eficientes (ni estables) como la capitalista a la hora de acercar a la mayor cantidad de población el suficiente número de bienes como para que ésta misma población no acabe sublevándose y echando abajo su propia estructura social. Cada momento histórico circunstancial ha seleccionado "evolutivamente" el tipo de estado que más bienes pudo producir a partir del potencial energético disponible en cada caso; y resulta que, a partir de los avances técnicos que permitieron la explotación de los recursos fósiles, el modelo económico más eficiente a la hora de maximizar la explotación de dichos recursos ha resultado (por el momento) ser el capitalismo. 

Esto por otra parte significa que, en el momento en que los recursos fósiles se agoten, y las circunstancias globales en cuanto a recursos energéticos cambien de nuevo radicalmente, es posible que el modelo económico dominante pueda verse de nuevo alterado. No es para nada descartable una vuelta en el futuro a alguna especie de neo-feudalismo.


martes, 28 de julio de 2015

Mis aforismos de andar por casa (III)


Os dejo a continuación algunos aforismos (y relatos) que he escrito personalmente. Se agradecen comentarios y/o críticas:

I
Cada mañana abro los ojos y pienso: ¿todavía no? ¿aún es necesario que siga actuando durante más tiempo en este extraño escenario? Que así sea, continuemos con el teatrillo, que no se diga que no es por voluntad...


II
Qué gran poder tiene el proceso evolutivo: es capaz de generar seres racionales, que se afanan en luchar, sin una razón determinada, con tanta o más vehemencia que un simple gusano.


III
Un viandante se encuentra ante un hombre a punto de lanzarse desde un puente. Inmediatamente se dirige hacia él y le dice:
- ¡No lo haga, amigo! ¡No se tire!
- ¿Por qué no? -replica el suicida con tono tranquilo mientras gira la cabeza.
- Sea cual sea su problema, seguro que se puede solucionar. ¡No se tire, por el amor de Dios!
- Se equivoca. Yo no tengo ningún problema fuera de lo normal. Resulta que simplemente no quiero vivir más. -dice el suicida con una expresión tranquila y calmada.
- Pero...¿cómo puede usted decir eso? ¿cómo intenta usted matarse si no tiene siquiera un problema agobiante que lo empuje a ello? 
- No lo sé -dice el suicida-, pero dígame usted: ¿por qué pone tanto empeño en salvarme? ¿qué importancia tiene para usted mi vida, cuando ni siquiera conocía de su existencia hace un momento?
- Pues, no sé. Me veo en la obligación moral de intentar ayudar al prójimo...Pero, por favor, ¡no se tire! Podemos hablar todo esto con tranquilidad. Venga, baje de ahí (el viandante da un paso en la dirección del suicida).
- Eso que usted llama moral, no es más que un resultado determinado por algoritmos almacenados evolutivamente en la red neuronal de su cerebro. No es usted el que quiere salvarme; es más, usted no es libre para pasar de largo y dejarme morir en paz. Me quiere salvar, porque me debe salvar: es su obligación.
- ...eh, no entiendo...yo (el viandante balbucea sin entender)...mire, no entiendo eso que me está contando, pero si usted baja de ahí le prometo que podremos hablarlo con tranquidad...
(el viandante da otro paso)
- Adiós, amigo (dice el suicida, mientras salta al vacío con una sonrisa en los labios)

IV
El psicólogo arreglaba su mesa mientras esperaba la llegada del siguiente paciente a su consulta. Llevaba 25 años trabajando en aquella misma sala, y, felizmente, muy pronto llegaría la hora de su jubilación. El próximo cliente de aquella larga tarde de verano sería un chaval de 16 años de edad. Según la nota que había tomado su secretaria, se trataba de un chico que padecía depresión, y ya tenía en mente la estrategia que seguiría para intentar ayudarlo: tantos años de experiencia le permitían clasificar fácilmente los pacientes según edad y problema, y tenía memorizada la técnica general que utilizaría para cada caso.

Mientras pensaba despreocupado en todo esto al mismo tiempo que arreglaba la mesa de papeles, el paciente pasó a la sala acompañado por su secretaria. Era un adolescente de apariencia muy normal: alto y no mal parecido; aunque con el ceño un tanto fruncido. Todo apuntaba a que todo sería un caso sencillo: algún problema de amorío seguramente:

- Buenas tardes -dijo el terapeuta mientras mostraba una gran sonrisa al paciente-, soy el doctor Rodríguez. Dígame en qué puedo ayudarlo.
- Buenas -dijo el chico mientras se sentaba en la silla sin modificar lo más mínimo su expresión-. Necesito que me explique por qué tengo que vivir...
- ...
Evidentemente, el doctor no se esperaba semejante pregunta, la cual recibió como un mazazo. "¿Pero qué narices?" -pensó acalorado.
- Eh, ah...A ver, chico. Pero, ¿qué problema tienes? -terminó por espetar el doctor.
- Pues tengo varios problemas. Pero no me preocupan, porque que ya estoy acostumbrado a solucionarlos. Lo que realmente necesito saber es por qué tengo que afrontar y superar constantemente problemas: ¿para qué tengo que vivir?
- ...
El doctor aleteaba con las manos, acalorado. ¿Cómo podía este muchachillo ponerlo en semejante aprieto con todos sus años de experiencia? Intentó relajar su mente, y afrontar con profesionalidad la situación.
- ...
El chaval lo miraba con interés directamente a los ojos.
- Eh, pues...pues porque hay que vivir -dijo Rodríguez tratabillandose al hablar-...todos tenemos que vivir -terminó afirmando nervioso.

El adolescente agachó la mirada profundamente decepcionado. Realmente había depositado esperanzas en aquella persona en apariencia tan formada. Se levantó de la mesa con calma, y salió de la consulta sin ni siquiera despedirse.

El doctor, licenciado en medicina, especializado en psiquiatría, y con estudios de psicología; se sentía estúpido. Estúpido y abochornado. ¿Qué había pasado ahí? No entendía nada. Sin embargo, no consiguió sacar fuerzas (¿o era más bien valor?), para seguir al chico. Aquel caso lo acompañaría y lo atormentaría el resto de su vida: "¿para qué tenemos que vivir?" fue desde ese día su única obsesión.   

Lo dejo aquí por hoy. Sólo comentar, que el relato corto número IV está basado en hechos reales. No recuerdo si fue con 15 ó 16 años cuando me planté en la consulta de un psicólogo, ni tampoco recuerdo si el psicólogo (que también era psiquiatra), se apellidaba Rodríguez (aunque me parece que sí); pero el resto del relato es verídico, y la conversación es idéntica a la que tuvo lugar (idéntica hasta donde puedo recordar, que hace ya muchos años de eso :P).

Un saludo a todos.

viernes, 12 de junio de 2015

Mis aforismos de andar por casa (II)


Os dejo a continuación algunos aforismos que he escrito personalmente. Se agradecen comentarios y/o críticas:

I
Piensa por un segundo en la inmensa eternidad anterior a tu nacimiento. Imagina ahora el tiempo infinito que excederá tu cercana muerte…¡son la misma cosa! La existencia es una estancia tan breve e intrascendente que apenas merece ser tenida en cuenta.

II
Energía: qué bonito eufemismo científico. ¿Qué es la energía a parte de una palabra? La energía debe conservarse dicen, pero no saben qué es eso que se conserva, y mucho menos por qué lo hace. Y se convierte en materia, por supuesto, pero; ¿qué es la materia sino otra palabreja disfrazada de objeto? 

III
Ya lo adelantó Jorge Manrique hace cinco siglos: "Nuestras vidas son los ríos \ que van a dar en la mar,\ que es el morir:\ allí van los señoríos,\ derechos a se acabar\ y consumir;\ allí los ríos caudales,\ allí los otros medianos\ y más chicos;\ y llegados, son iguales\ los que viven por sus manos\ y los ricos.". El destino de todo hombre ya nace escrito; vamos todos juntos a la deriva en un mar de lágrimas. Al final del camino nos espera la desembocadura que constituye la nada.

IV
Mira detenidamente tu cuerpo. Mira tus brazos y tus piernas; tu nariz y tus ojos, siente el latido de tu corazón y observa como bombea la sangre por tus venas: ¿sabes qué es todo eso que estás viendo? Una insignificante máquina.
 
V
¿Cómo es posible que no nos afecte la idea de ir a dormir, y sin embargo nos aterre el hecho de morir? Ambos actos son la misma cosa: el cese de la consciencia. La única diferencia es el tiempo que dura el reposo.
 
VI
Doctrina cristiana: "Dios lanza a sus hijos a un mundo inhóspito para poder observar y juzgar cómo se desenvuelven ante la desesperanza y el dolor. Al mismo tiempo, somete dicha creación a una veneración diaria, y los obliga a suplicar por una milagrosa actuación que les libere en parte del sufrimiento que Él mismo les provoca.". La biblia es el relato sádico más famoso de la historia.
 
VII
Imagina que de algún modo llegas a saber con seguridad que hoy será el día de tu muerte: aterrador, ¿verdad? La ansiedad y la angustia te paralizarían, y la pesadumbre sería demoledora. Imagina ahora que tu defunción será por contra el mes que viene: te sentirías un poco mejor, sin duda. Es un hecho que el hombre puede sobrellevar el fatal destino de la muerte debido a un inconsciente proceso que hace tender al infinito la supuesta hora de nuestra expiración: es el heurístico del optimismo evolutivo en su máxima expresión.


viernes, 14 de noviembre de 2014

Mis aforismos de andar por casa


Inspirado por la entrada que escribí ayer sobre Emil Cioran, os voy a dejar hoy algunos aforismos que he escrito personalmente. Es muy probable que sean malos, aunque sinceramente, espero que alguno merezca algo la pena. Se agradecen comentarios y/o críticas ;).

Somos presos de nuestra mente. Pero unos presos agradecidos; de esos que son capaces de vender a cualquiera por unos minutos de satisfacción. 
La vida es extraña. Cada domingo, hablo con una anciana que siempre me responde al saludo con una sonrisa y diciendo: "aquí estoy, Samuel; sigo viva", como si su única meta hubiese sido sobrevivir una semana más. Y realmente creo que es así: vive por vivir.
¿Te crees libre? Intenta no pensar en nada durante el día de hoy.
Qué simpático me parece el credo cristiano: ¡ruegan por vivir una eternidad! Pobres idiotas, no saben que lo que en realidad están anhelando es el infierno.
 Quiero, quiero, quiero, quiero...pero, Dios mío, ¡¿para qué quiero?!
Capitalismo, comunismo, socialismo, izquierdas y derechas...¡palabras! Lo único que existe en realidad, es el interés personal maquillado por un poco de marketing.
La Nada. Bendita palabra. La sentí durante millones de años, y la deseo para toda la eternidad.
 A veces pienso que el hombre no ha hecho jamás nada que merezca la pena de admiración: y entonces recuerdo la música. El único legado de valor que dejaremos al Universo.
 BEETHOVEN, Concierto para Piano nº5 "Emperor"
No hay nada más descorazonador, que observar, tras el orgasmo; cómo hemos sido vilmente manipulados por la naturaleza. Ésta nos embauca y nos engatusa regalándonos un poquito de placer; y nosotros, como buenas ovejas, aceptamos con gusto las órdenes de nuestro pastor. Apenas podemos pararnos a pensar en la mamarrachada que nuestro amo nos hace hacer: meter una protuberancia en un orificio para escupir luego un viscoso líquido.
- ¡Come niño! estudia, aprende, y crece sano. Consigue un buen trabajo, forma una familia y ¡dame nietos! 
- Pero, ¿para qué quieres que haga todo eso mamá? 

- .....

Bueno. Lo dejo aquí porque no sé si estoy haciendo el mamarracho xDD, o si he escrito algo que merezca la pena al menos de leer. Ya me iréis contando si os parece interesante.

¡Un saludo!