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domingo, 24 de agosto de 2014

La incongruencia de moda


Hoy he leído el siguiente artículo de Pitiklinov (estupendo, como siempre):

El contenido del mismo viene a decir así:

"Diaea ergandros es una especie de araña australiana. A lo largo del verano, las madres se engordan a sí mismas con todo tipo de insectos, de manera que, cuando llega el invierno, sus pequeños pueden chupar la sangre de las articulaciones de las piernas de su madre. A medida que ellos beben, ella se debilita hasta que las crías se abalanzan sobre ella, la inyectan un veneno y la devoran como harían con cualquier otra presa.¿Qué cuerpo se te queda al leer esto? ¿a qué crees que se debe? Este es sólo un ejemplo de los que hay miles en la naturaleza. Sólo uno más. En el caso del tiburón toro (Charcharias taurus) los embriones se canibalizan entre ellos y el mayor se suele comer a todos los demás menos uno.No hay colores ahí fuera. Sólo longitudes de onda. Tampoco hay moral ahí fuera. Solo actos que aumentan o disminuyen el éxito reproductivo. Los actos que aumentan el éxito reproductivo, el número de descendientes, tienen éxito y persisten. "

Parece evidente, tras estudiar cosas como estas, que la moral es una ilusión humana más: que no existe tal cosa en la naturaleza, y mucho menos en nosotros, ya que nosotros somos sólo naturaleza. Cómo dice Pitiklinov, lo único que hay son actos que aumentan o no el éxito reproductivo, y no hay ninguna justicia Universal ni nada que se le parezca.

Pero no todos opinan así; y la causa, en mi opinión, es la incongruencia de moda en los círculos intelectuales actuales. Incongruencia que se puede resumir en lo siguiente: "sí, bueno, el origen del hombre es evolutivo, pero no todo se puede reducir a lo natural. Hay conductas y comportamientos en el hombre que parecen emerger o escapar de la pura reducción física". Y dentro de este saco, meten cualquier cosa compleja, como por ejemplo la ética, la razón, y otras conductas o cualidades que parecen ser tan especiales en el hombre.

Pero a pesar de la evidente incongruencia, es indudable que estas argumentaciones están a la orden del día; expresadas de mil maneras diferentes. No hay duda de que la capacidad del ser humano para divagar es infinita, y además literalmente.

Cuando se intenta comprender un tema complejo (y este lo es muchísimo); siempre hay que intentar reducir o acotar en lo posible las hipótesis en disputa, y no hay duda de que en esta cuestión hay dos posibilidades muy claras, y no muchas más: 

O se acepta la hipótesis naturalista; y como decía Carlos Castrodeza se lleva la idea de la darwinización hasta sus últimas consecuencias, o se reniega de las ideas evolutivas como origen de la vida y del hombre (y de todo lo relacionado con el hombre: incluida la cultura). Y no hay más. El resto son abstracciones, invenciones, imaginaciones, complicaciones innecesarias. 

Por lo tanto, e insisto de nuevo; sólo tenemos dos hipótesis candidatas

1) El hombre es -junto con todo lo humano- consecuencia directa de un proceso natural evolutivo (con lo que aceptamos la darwinización -o naturalización- completa del mundo).

2) El hombre no es consecuencia directa de un proceso natural (o no exclusivamente), por lo que contiene en su esencia, en su origen, o como se lo quiera llamar, un algo que no es natural. 

Quedan así dos posturas congruentes, y cualquier otra intermedia no tiene más remedio que ser incongruente, porque

 - Todo aquel que acepte 1) debe aceptar sus consecuencias hasta el final, o caerá en la pura incongruencia lógica. Porque si somos fruto de un proceso natural, todo lo relacionado con nosotros tiene ese mismo origen natural (¡no puede ser lógicamente de otra forma!); con lo que la ética, la moral, la emoción, la poesía, la ciencia, la razón, y toda nuestra conducta no serán más que fenómenos naturales (como lo es un piedra que cae por la gravedad. Y si no parecen lo mismo es por motivos de complejidad y no de esencia o naturaleza).

 - Todo el que acepte 2) puede meter e inventarse un abanico infinito de entes, espíritus, y demás elementos sobrenaturales para intentar "explicar" parte de la conducta humana (o toda la conducta humana, depende de lo extremista que se sea el que propone su metafísica subjetiva). 

Es lógicamente aceptable creer en la postura 1) y la 2) (porque aunque 2) no se base en la evidencia empírica, sigue siendo congruente), pero intenta mezclar 1) con 2) es sencillamente INCONGRUENTE. Si se acepta la evolución, se acepta la completa explicación de TODO lo humano como originado por un proceso exclusivamente natural. Y si, por el contrario, se echa mano de alguna explicación que requiera de algo sobrenatural, ya sea un espíritu, un alma, o un ente de cualquier tipo que transciende al mundo natural; automáticamente se rechaza el origen natural del hombre. Y está bien, cada cual está en su derecho de elegir entre estas dos posturas; pero lo que es irremediablemente absurdo es querer mezclar churras con merinas. Y es a lo que iba:

Llevo algún tiempo, leyendo por ciertos foros de discusión que frecuento, cosas como la siguiente:

 "sí la evolución es cierta pero el hombre tiene un no se qué que emerge de no se donde y lo hace especial...y bla,bla,bla". Y a este tipo de personas les encanta esa palabra: emerge. Una palabra con la que quieren expresar un sentimiento inefable que tienen en su interior. Realmente luego no saben expresar qué quieren decir con eso de física emergente, porque en realidad es algo que poco tiene que ver con la realidad del mundo.

En realidad todos esos argumentos intermedios son sólo tonterías, paparruchas, y si se me permite: idioteces. Normalmente este tipo de personas hacen un intento desesperado por no verse obligados a rechazar la enorme cantidad de evidencias empíricas favorables a la idea del completo origen natural del hombre, y al mismo tiempo no tener que renunciar por completo al antropocentrismo que todos llevamos dentro. El ego de estas personas les hace meter, de la manera más absurda, ideas "sobrenaturales" maquilladas (eso que emerge y que no saben bien qué es o de dónde emerge ;) ), dentro de la explicación natural. 

Unos hacen este truco salva-egos más conscientemente que otros, pero en el fondo todos son incongruentes porque, o el ser humano ha sido creado por completo naturalmente (1) o simplemente renegamos de las evidencias empíricas y afirmamos que no es un ser natural (2); y las medias tintas sólo hacen liar las cosas para nada (bueno, para nada no, para algo muy importante: alimentar el ego de las personas que defienden esas posturas intermedias, y que les permite sentirse seres especiales en el Universo...pobres ilusos).



sábado, 2 de marzo de 2013

Naturalizar a Schopenhauer (II)


Me gustaría compartir con vosotros una pequeña reflexión: ¿os habéis planteado alguna vez las enormes semejanzas que existen entre la filosofía de Schop. y las conclusiones a las que está llegando la ciencia moderna? Para no extenderme mucho os propongo un ejemplo concreto:

Es aceptado que la ciencia moderna  reduce la existencia humana (y la vida en general) a un puro proceso evolutivo dado en el espacio-tiempo. Dicha evolución la basan únicamente en procesos mecánicos (naturales) sobre moléculas materiales muy particulares (destacando la molécula de ADN). Esto reduce toda la casuística de la aparición, desarrollo, y conservación de la vida a simples procesos físicos.

Todos los procesos físicos implicados en la ley evolutiva, base de la existencia, se basan tan sólo  en procesos mecánicos actuando en el espacio-tiempo y regidos por las leyes naturales. Pero entre esas leyes naturales  (o regularidades empíricas continuamente observadas ;)) destaca la llamada “segunda ley de la termodinámica”, la cual viene a decir que el mundo(el Universo) tiene una tendencia innata hacia el desorden, el cual DEBE ir siempre e irremediablemente en aumento.

De esta forma la vida (simple proceso natural) parece así consistir en una constante e irracional lucha del propio universo contra su propia esencia. El desorden DEBE aumentar en el mundo, pero existen; sin embargo, ciertas estructuras en el mismo que luchan ciega pero vehementemente contra esa norma: la vida es pues una especie de "deseo" agónico y desenfrenado de orden contra natura, un deseo sinsentido e irracional (y a su vez causa de todos nuestros sufrimientos. Somos seres conscientes, fruto de ese deseo irracional de orden (clara equivalencia con la máxima objetivación de la Voluntad propuesta por Schop.); y nuestro sufrimiento es causado por nuestra obligación de satisfacer esa necesidad irracional). Nuestro sufrimiento es causado así por una constante necesidad de satisfacción hacia nuestra esencia. Parece ser que nuestro sufrimiento es causado por alguna especie de lucha interna en la esencia del mundo: por una parte se exige el desorden, pero por otra se busca el orden. Vamos, es que es algo calcado a la propuesta Schopenheriana de una Voluntad en sí que muestra una lucha fenoménica contra sí misma.

Yo realmente veo tras la ciencia moderna una aproximación equivalente a la filosofía de Schop., sólo que nuestro autor partió del estado del arte filosófico-científico de su época, y lo hizo lo mejor que pudo. No comparto, como sabes, el modo en que llegó el autor a sus conclusiones, aunque sí veo muy justificada sus principales conclusiones revisadas bajo la ciencia actual.
La base filosófica de Schop. fue una extraordinaria proeza teniendo en cuenta la época en que vivió el autor (muy especialmente su postura pesimista del mundo). El pesimismo que Schop. inauguro debería estar hoy, gracias a la ciencia; más vivo y vigente que nunca. Sorprende el hecho de que no sea así. Claramente la poca cultura filosófica entre los científicos y la poca cultura científica entre los filósofos tenga gran parte de culpa.

Estoy convencido de que en algún momento, un Schop. moderno, con el carisma suficiente, naturalizará la obra de Schop. y restaurará su filosofía, aunque debidamente actualizada a los tiempos que corren.

Bueno, no me enrollo más :).

Un cordial saludo, amigos.


viernes, 21 de diciembre de 2012

Naturalizar la filosofía de Schopenhauer

Supongo en el lector conocimientos previos de la obra filosófica de Schopenhauer y, a partir de ahí, voy a intentar acercaros a la idea de naturalizar sus ideas para poder así acercarlas a la realidad empírica que la ciencia moderna nos muestra:

Yo llegué a Schop. atraído por su pesimismo, y creo que precisamente es esa la base de la filosofía de Schop. que merece de admiración. Cierto que se perdió un poco en el misticismo metafísico y el idealismo de su época, pero es admirable cómo supo interpretar el mundo con esa visión negativa que apenas antes nadie se atrevió a expresar tan claramente (aunque todos la tenían ante sus ojos).

Pero Schop. desconocía (inevitablemente, debido a causas cronológicas) gran parte de las conclusiones científicas actuales, y su obra debe ser revisada críticamente aunque nos pese: la obra de Schop. debe evolucionar hacia el naturalismo (junto con el correspondiente nihilismo negativo al que la conclusiones científicas modernas nos impulsan). Es la continuación lógica del pesimismo del maestro: la filosofía naturalizada (y su nihilismo negativo) es la aproximación más congruente de su filosofía con el conocimiento científico del que disponemos.

Además no supone tanto esfuerzo como puede parecer en un primer momento naturalizar la filosofía de Schop. Basta con desechar todo el misticismo metafísico (y todo intento de conocer algo metafísico), desechar la propuesta idealista por incongruente e innecesaria (porque ya no buscamos trampear ese conocimiento metafísico), y relacionar todo su concepto de Voluntad con lo único que conocemos: los fenómenos del mundo. Por ejemplo, la supuesta objetivación de la Voluntad en el hombre se puede relacionar directamente con la motivación natural fruto del procesamiento eletro-químico y neuronal del cerebro humano (y desarrollado naturalmente por una ley material y evolutiva).

Y es que toda supuesta objetivación de una Voluntad se puede reducir a las meras leyes naturales actuando en el espacio-tiempo. No es necesario acudir a un ente metafísico para comprender los fenómenos del mundo. Sin embargo, nos encontramos que ya no podemos hacer, como digo; la "trampa" que Schop. propone para justificar un conocimiento metafísico (la Voluntad), puesto que al naturalizarnos completamente, limitamos nuestra capacidad de conocimiento a la sóla reflexión sobre el mundo físico. De manera que ni somos, ni seremos capaces de dar cuenta de la causa u origen de la propia naturaleza (siendo ella misma la causa última de todo fenómeno).

Por lo tanto, y creo que eso es lo que os impide avanzar filosóficamente, naturalizar la obra de Schop. implica rechazar un conocimiento metafísico (admitiendo humildemente dicha incapacidad). Precisamente desestimar cualquier conocimiento metafísico es algo que la ciencia ha hecho desde sus orígenes, y que junto con su capacidad formal para rechazar propuestas que son refutadas, la han hecho contribuir exponencialmente al conocimiento teórico de los fenómenos del mundo (junto con su aplicación práctica), como ninguna otra corriente intelectual lo pudo antes.

Como conclusión; decir que Schop. supo ver clara y audazmente (para su época), el sinsentido, la irracionalidad, y la ausencia de finalidad manifiesta de todos los fenómenos de los que somos testigos. Se dejo llevar, sin embargo, por un proceso laborioso (y en parte místico) en su intento de explicar esa negatividad del mundo. Probablemente su intención (consciente o no) era la de permitir cierta salida (o un respiro) a tanto pesimismo. De manera que mediante el ascetismo, las bellas artes y la negación, pretendió dar algo de “sentido” al sinsentido. Pero la cuestión es que; hoy día, tal propuesta es claramente incongruente con los hechos empíricos; y la única solución lógica parece ser naturalizar su filosofía de manera que podamos mantener su base pesimista: la idea de irracionalidad y sinsentido que vemos cada instante a nuestro alrededor, aunque evitando los conflictos empíricos mediante una reducción completa de su filosofía respecto a simples teorías naturales.

Así todo fenómeno en el mundo es pura consecuencia natural (incluida la evolución que da origen a la vida, y por supuesto, nuestra mente, causa de un cerebro material procesando información mecánicamente). De esta manera vemos que nada tiene fin o sentido, porque la naturaleza es completamente ciega e irracional. El mundo fenoménico aparece así como nuestra única base de conocimiento; conocemos cómo funciona el mundo (sus leyes regulares y sus características), pero lamentablemente nunca conoceremos su causa o explicación. Además, es curioso como algunos científicos obstinados, no se resignan e intentan ir más allá explicando el propio Universo. Evidentemente, cuando hacen ese intento, terminan haciendo filosofía en vez de ciencia, y sus resultados dejan muchísimo que desear. Por poner un ejemplo, hace poco Roger Penrose (famosísimo físico aún vivo) propuso su teoría de los eones: se trata de intentar enlazar el fin de un Universo con el Big bang o inicio de otro Universo (de manera que se van encadenando eones, donde el fin de un eón es el comienzo del siguiente). Pero lo realmente interesante de esta propuesta es si increíble esfuerzo por no salirse de la explicación física. Finalmente lo consigue aunque añade muchas premisas que deben aún ser verificadas. De todas formas, aún de confirmarse su teoría, aún quedaría por explicar por la causa del primer eón, la causa de que existan eones en lugar de nada, etc. Es decir, que debemos aceptar el hecho de que, ni la ciencia ni ninguna otra corriente intelectual podrán nunca justificar la causa o explicación de la propia naturaleza.

Abracemos, pues, ese nihilismo negativo total y absoluto al que nos lleva el naturalismo moderno. Abracemos estoicamente a ese rotundo pesimismo al que la ciencia nos ha llevado: Nos reconocemos como consecuencia de una naturaleza irracional que actúa ciega y ferozmente; y ni siquiera sabremos por qué ni para qué. Nuestra pequeña racionalidad local luchará y desaparecerá sin saber para qué tanto dolor. Nos reproduciremos como autómatas que somos impulsados por una ley evolutiva que programó nuestra mente, y daremos cuerda sin remedio, como dice Schop., a ese inútil reloj que es la vida humana.

Bueno, no me enrollo más, espero de corazón al menos haberos hecho reflexionar sinceramente sobre el asunto. Si alguien quiere aportar algo sobre esto que digo, será oído con mucho interés.

Un cordial saludo, amigos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

La ilusión tras el supuesto libre albedrío en el hombre


Tratemos desde un punto de vista naturalizado la clásica y errónea afirmación sobre la realidad del libre albedrío en el ser humano. 

Expongo mi argumentación a continuación:

(1) La premisa inicial, y totalmente necesaria de mi planteamiento, es que la teoría de la evolución nos muestra la realidad sobre la existencia y origen de todos y cada uno de los seres vivos del planeta.  A partir de aquí, seguimos:

(1.1) En la actualidad, la teoría de la evolución explica el origen  y estado actual de los seres vivos, mediante la continua transformación en el espacio y tiempo del conjunto de genes en el acervo génico de nuestro planeta.

(1.2) Un gen no es más que un conjunto de moléculas -y una molécula, un conjunto de átomos unidos en este caso mediante enlaces covalentes-. Y, es importante señalar, que no es nada más que eso: una secuencia ordenada de moléculas consecuencia de las leyes mecánicas de la naturaleza actuando en el espacio-tiempo.

(1.3) La expresión de la información contenida en un gen -o conjunto de genes- da lugar al fenotipo del individuo. Es decir, que la enorme secuencia de moléculas que conforman el genotipo de un ser vivo cualquiera, es el único responsable de su fenotipo, y de nuevo, dicho proceso de expresión es únicamente consecuencia de las leyes mecánicas de la naturaleza.

(1.4) El fenotipo es cualquier característica detectable de un organismo (estructural, bioquímica, fisiológica o conductual) y viene determinada por la interacción entre su genotipo y el medio ambiente.

(1.5) El medio ambiente es por definición, todo lo que rodea al ser vivo. Y todo lo que rodea al ser vivo es naturaleza: materia, energía, y leyes naturales interactuando en el espacio-tiempo.

(2) Todas las plantas y animales son por definición seres vivos.

(3) Según (2),  (1) , (1.3), y (1.4) toda planta y animal consiste y es, simplemente un conjunto ordenado de moléculas muy específicas, que mediante la mecánica se expresan de una manera muy determinada dando lugar a un organismo o individuo.

(4) El ser humano, por definición, es un ser vivo y forma parte del reino animal.

(5) El ser humano; cada hombre, su organismo todo, es; según (4) y las premisas de (4), simplemente un conjunto de materia unida y ordenada por un proceso evolutivo, siguiendo exclusivamente las leyes naturales. Según (1.4) todo su ser viene determinado por su organismo, el cual viene determinado por la expresión natural de su genotipo junto con el medio ambiente.

(6) Según (5) y (1.5), no es necesario para explicar el origen del ser humano ningún ente o acto sobrenatural.

(7) Puesto que el hombre es sólo, y exclusivamente, consecuencia de procesos naturales (6), su conducta no puede requerir o necesitar de algo sobrenatural. Sería una contradicción, y además, las evidencias empíricas muestras justo lo contrario: la conducta del hombre viene preestablecida evolutivamente en su genotipo. Dicha regulación, se sabe además, se expresa fundamentalmente en el organismo, en el sistema neuroendocrino.

(8) El sistema neuroendocrino, es consecuencia del genotipo del individuo (1.4), y en resumen, utiliza la química para compensar o castigar cualquier acto de un individuo. Por ejemplo, para recompensar el enamoramiento o el orgasmo, libera endorfinas.

(9) Según (7) y (8), el organismo humano al completo, incluyendo toda su conducta, es consecuencia única y exclusivamente de procesos naturales: materia actuando en el espacio-tiempo mediante su subordinación a las leyes mecánicas del mundo.

(10) La motivación, por definición, es el concepto en el que englobamos las causas que empujan a un organismo a actuar o moverse. Pero, según (9) vemos que toda conducta o actuación del hombre tiene su base en procesos naturales, más concretamente, según (7) y (8), la motivación es consecuencia de la expresión genética del individuo.

(11) Llegamos con (10) a que toda motivación en el hombre está al servicio de [b]su [/b] genética, y esta, es sólo consecuencia de un proceso evolutivo natural.

(12) Según (11) y (1.3), vemos que todos nuestros actos, del más simple o automático, al más complejo, vienen determinados evolutivamente, y que esta evolución no es más que un proceso natural espontáneo e irracional. No se persigue ningún fin esencial, más que el propio ser. Esto ya lo vio Schopenhauer, y por eso su Voluntad es un querer sin saber qué, porque la propia naturaleza y sus leyes son un querer y un movimiento sin objetivo, y sabemos que él identificó dichas leyes como una objetivación de la Voluntad.

(13) Por otra parte, el hombre en particular, tiene la facultad de poder recordar el pasado remoto, ver el estado presente, y reflexionar sobre su estado futuro. Pero dicha facultad, recordemos, sólo puede ser consecuencia de un complejo proceso neuronal que ocurra en el cerebro del individuo. Según (4) y (3), no puede ser de otra forma, ya que aceptamos que todo el hombre en sí, no es más que naturaleza.

(14) Gracias a (13), el hombre es capaz de decidir conscientemente qué estima es lo más recomendable hacer en cada instante; puede decidir qué hacer. Y de aquí proviene la clásica ilusión del libre albedrío: se toma esta libertad de decisión por una libertad de acción. Pero nosotros sabemos que eso no es cierto. Schopenhauer también lo vio: el hombre, dijo; puede hacer lo que quiera, pero no decidir qué es lo que quiere. Y es que esa decisión –“qué es lo que quiere”- está predeterminada –programada- en su fenotipo, el cual incluye según aceptamos en (8) el sistema neuroendocrino.

(15) Y según (14) y anteriores, vemos que es el sistema neuroendocrino el que determina qué quiere el hombre –mediante un proceso químico de recompensa/castigo-, y ahí es donde nos encontramos el determinismo natural. Podemos reflexionar y seleccionar la mejor alternativa para conseguir un fin, pero ese fin, siempre va a estar predeterminado evolutivamente.

Conclusión: El ser humano no es libre de ninguna manera. Tiene cierta libertad de decisión, pero con una finalidad en su actuación o motivación bien determinada genéticamente (11). No existe tal libertad; sólo somos lo que somos, y estamos obligados a serlo. Concluimos además, que nuestra existencia y nuestros actos no requieren de ningún ente sobrenatural, y es evidente que la naturaleza actúa de manera espontánea, sin perseguir ningún fin esencial: actúa de manera ciega e irracional, y como simples consecuencia de ella que somos, compartimos ese nihilismo.
La naturaleza es un querer insaciable y sinsentido, y eso explica nuestro ser: individuos atormentados y obligados naturalmente a sufrir por nada. Nos dejamos llevar por el infranqueable hedonismo al que nos lleva nuestra naturaleza; luchamos constantemente por sobrevivir y procrear hasta el día de nuestra muerte, y ni siquiera sabemos por o para qué: es natural, no hay respuesta para esa pregunta.

Un cordial saludo a todos.