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jueves, 17 de septiembre de 2020

La ilusión de la realidad

Vida
"Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada."
(José Hierro)

Introducción.


Sin entrar en grandes debates explico mi postura inicial con un ejemplo: cuando varios objetos interactúan entre sí, la cantidad de movimiento se debe conservar: es decir, el cambio total o absoluto acontecido por unidad de tiempo debe ser nulo (cero). No es posible que al final de un estado físico se acabe con más cantidad de movimiento (energía, carga eléctrica o de color, etc.) que al inicio. De este modo el asunto se reduce pues al hecho innegable de que en el devenir natural fenomenológico todo SIEMPRE se anula al tenerse en cuenta el conjunto de las partes implicadas. En este sentido global y relativo nada se mueve realmente, todo es apariencia de multiplicidad y de cambio. Y las leyes de conservación se encargan de que el estado físico inicial y el final posean siempre las mismas propiedades esenciales: y eso, pese a las apariencias en contra, es representación de unidad, de continuidad y de inmutabilidad. En realidad por tanto, a nivel fundamental, nada cambia; simplemente se trata de apariencias ilusorias del sujeto (que piensa), es decir; ilusiones mentales llevadas a su máxima expresión.

La relatividad especial y la mecánica cuántica, por ejemplo; hablan de que dos observadores distintos pueden observar distancias, tiempos y números de partículas distintos para un mismo evento; sólo con tal de que toda propiedad esencial del mundo permanezca constante (el hamiltoniano -cantidad de energía-, el concepto de acción, los invariantes relativistas, la carga, el momento, etc.). He ahí otra muestra de que toda dinámica es ilusoria y relativa al sujeto que interpreta. Y lo mismo se puede aplicar al Universo completo una vez se tiene en cuenta la conservación e invarianza que sabemos DEBEN ocurrir en toda su fenomenología. Y es esta necesidad por conservar a toda costa los estados fundamentales del conjunto de todos los procesos fenoménicos, como digo, una clara representación (una pista) de la imposibilidad de un cambio o movimiento efectivo: lo que nuestra mente entiende por multiplicidad y movimiento no sería en este sentido más que una "alucinación colectiva" fruto de malinterpretar una parte aislada de todo el conjunto del ser.

Nuestro cerebro, órgano que produce el pensamiento en general, lo conforman moléculas y electrones que, en sí mismos, son una pequeña parcela aislada del conjunto de la realidad. Así pues la mente "ve" lo que el cerebro dicta, pero este órgano está limitado y condenado a interpretar los fenómenos sensibles más "cercanos" capaces de interactuar con su red neuronal. En este sentido nuestro cerebro  no sería más que un proyector  de ilusiones locales. Justo el tipo de proyector necesario para "cortar" (filtrar o acotar) ficticiamente la globalidad del mundo para "generar" así una ilusión de multiplicidad local donde en realidad no hay más que unidad, infinidad y continuidad.

Pero, ¿qué sería esa continua e infinita unidad inmutable?

Una infinita unidad inmutable es equivalente a decir que en esencia no hay nada. Si no disponemos de la existencia de un algo diferente contra lo que comparar, perdemos la perspectiva esencial de ser. Si todo lo que hay es inmutable e indiferenciable, si es eterno e infinito; podemos decir que ese ente trascendente lo es todo y que no es nada al mismo tiempo. De este modo salvamos sin proponernoslo una de las cuestiones más fundamentales e intricadas de la filosofía: ¿por qué hay algo en lugar de más bien nada?  La respuesta es que verdaderamente no hay nada a parte de ilusiones fenomenológicas que emergen de una infinita y eterna inexistencia esencial.

La ilusión de nuestro mundo.

En su libro "La estructura matemática",  Max Tegmark trata con mucho detalle el hecho de que toda nuestra realidad aparece como una estructura matemática en esencia. Eso implica que el mundo sería como un fenómeno emergente de esa matemática eterna, algo que ya ha sido y que simplemente es proyectado localmente por mentes como la nuestra de modo similar a cómo un DVD es proyectado en la televisión por un reproductor. Pero en sí, todo ya ha sido grabado por completo en cuanto a su dinámica. En ese sentido, todo el fenómeno al que tenemos acceso ya fue escrito en su conjunto; y el transcurrir del tiempo, del movimiento y la multiplicidad de objetos son meras ilusiones cognitivas.

Conclusión.

En esencia no hay Nada. La trascendencia es inexistente en cuanto a objeto diferenciado. Porque toda la esencia es una, inmóvil e indiferenciable. Una unidad matemática que no es...salvo cuando localmente un fenómeno congruente con este no ser; en el sentido de que el conjunto fenoménico se conserva como si no hubiese nada -la diferencia entre antes y depués resta siempre cero; esto es, se obedece la conservación e invarianza junto con el principio de indeterminación-, generan una ilusoria multiplicidad móvil. Lo múltiple y el movimiento serían alucinaciones fenoménicas permitidas por la unidad matemática simplemente por la posibilidad de la invarianza: porque todo este fenómeno como condición necesaria se reduce siempre y en todo momento a nada (es decir, imita la esencia que representa). Lo uno toma así apariencia de múltiple, la eternidad apariencia de tiempo y movimiento, y lo indeterminado torna en un falso ser objetivo. 

El sustento matemático esencial del mundo, eterno y Universal: sin principio ni fin, sin causa ni efecto, sin movimiento ni apariencia, sin Ser realmente nada distinguible...a pesar de constituir un algo totalmente inefable, contiene no obstante por entre su infinita esencia el poder de generar ilusiones de multiplicidad: de ser y de cambio. Y es fruto de esa capacidad, que la infinita nada existencial pueda producir mundos de ilusorios cambios y objetos. De transformaciones vanas que siempre restan cero (nihil). Y nosotros somos parte de esa farsa. Nos movemos por entre la nada, y siempre todo a nuestro alrededor tiende a conservarse en nada. En realidad nada hubo nunca y nada habrá jamás. 

sábado, 3 de agosto de 2019

"El hacedor de estrellas", por Olaf Stapledon

"En mi agonía grité contra el implacable hacedor. Grité que al fin y al cabo la criatura es más noble que el creador, pues la criatura ama y desea el amor, aun el amor de esa estrella llamada el Hacedor de Estrellas; pero el creador, el Hacedor de Estrellas, ni amaba ni necesitaba amar. Pero tan pronto como di ese gritomiseramente ciego, me sentí consumido por la vergüenza, pues se me hizo evidente de pronto que la virtud del creador no es lo mismo que la virtud en la criatura. Pues el creador, si ama a su criatura, no ama en realidad más que una parte de sí mismo; pero la criatura, al alabar a su creador, alaba a una infinitud que está más allá de sí misma. Advertí que la virtud de la criatura era amar y adorar, y que la virtud del creador era crear y ser la meta incomprensible, inalcanzable e infinita de las criaturas." ("El hacedor de estrellas", Olaf Stapledon)


Me gustaría recomendaros a todos un libro simplemente maravilloso que da mucho que pensar: "El hacedor de estrellas" de Olaf Stapledon (http://www.lecturalia.com/libro/23266/el-hacedor-de-estrellas

"Resumen y sinopsis de "El hacedor de estrellas" de Olaf Stapledon

Una noche de amargura y desengaño, un hombre contempla el firmamento desde lo alto de una colina. De pronto se ve inmerso en una suerte de viaje astral que lo traslada por toda la galaxia, de la que explorará el nacimiento y el ocaso, con la meta última de comprender la naturaleza de la fuerza primigenia, el enigmático «hacedor de estrellas». Stapledon abre un gran angular cuyo protagonista es la inmensidad del tiempo y del espacio, invitándonos a una auténtica aventura existencial. Entre la cosmogonía y la fábula científica, ésta es, en palabras de Borges, una «novela prodigiosa» que ha merecido un lugar privilegiado entre los clásicos de la ciencia ficción". 

Buscadla en internet que la podéis encontrar gratis en PDF. El libro data de 1937 pero no os dejéis engañar, es una obra de arte muy actual en cuanto a la física y la astrofísica que describe. Aquí tenéis otra reseña más completa: https://www.fabulantes.com/2016/02/hacedor-de-estrellas-olaf-stapledon/

"[...] Al final, no obstante, la reflexión metafísica de Stapledon da un giro sorprendente desde la visión casi religiosa hacia la reflexión estética. En este sentido no encontramos una presentación complaciente de las virtudes del amor divino que se suponen desde tantas religiones. El Creador es a un tiempo sustancia infinita y desarrollo creativo que se mejora a través de innumerables creaciones. Y en esta consideración, Stapledon nos golpea con el problema del mal. Por muy perfecto que sea el Hacedor de estrellas éste contempla cada creación de la misma manera en que un artista estudia su obra terminada. No hay amor universal, sino análisis para refinar su arte creador. Incluso la presencia de la crueldad y del mal más abyecto es un sacrificio para que el resto de la creación pueda brillar por contraste. La criatura que contempla a su creador sólo puede angustiarse por el dolor al tiempo que se regocija en la gloria. Es el precio de alcanzar aquello que es inefable." 

El libro, que aunque lo venden como una novela de ciencia ficción es más bien un ensayo filosófico, termina así:

«Yo sentía piedad por aquellos seres últimos y torturados, sentía vergüenza y furia, y desprecié mi derecho al éxtasis ante aquella perfección inhumana; y deseé volver a mi cosmos inferior, a mi propio mundo, humano y torpe, y a unirme con mi propia especie semianimal contra los poderes de las tinieblas, sí, y contra ese tirano invencible, despiadado, indiferente, cuyos pensamientos eran mundos sensibles y torturados».



Comentar por último, que las propuestas de Olaf, que como digo más que novela parece que hace un maravilloso ensayo filosófico (muy adelantado para la época), tienen cierto paralelismo con la moderna propuesta de Max Tegmark de multiverso nivel IV (es.wikipedia.org/wiki/Multiverso). De hecho, Olaf menciona en varias ocasiones al "Hacedor de estrellas" como un infinito creador matemático limitado exclusivamente por la lógica. Brian R. Greene, denomina esta misma idea como Multiverso matemático (es.wikipedia.org/wiki/Multiverso_final).

También 
se puede distinguir cierta relación entre la obra de Olaf y el libro del físico Bernard Haisch: "The God Theory: Universes, Zero-point Fields, and What's Behind It All ", que se puede entender incluso como una revisión más actual de las ideas de Olaf: http://quevidaesta2010.blogspot.com/2017/05/the-god-theory-universes-zero-point.html

sábado, 6 de julio de 2019

La incongruencia del cientificismo optimista

La vida no tiene sentido, pero eso no me produce ningún problema.
Esta frase arriba remarcada bien podría ser atribuida a cualquiera de los miembros de esa masa creciente de ateos cientificistas que, habiendo ya hace años matado intelectualmente a "Dios", hacen frente al nihilismo resultante con esta postura mitad estoicidad, mitad ignorancia existencialista. Una desafiante actitud optimista que ni el mismísimo Nietzsche habría esperado realmente ver algún día: "Muertos están todos los dioses, ahora queremos que viva el superhombre" (Así habló Zaratustra). Y no estaría mal que tanta gente se creyera al nivel de ese inefable superhombre capaz de todo aún a pesar de estar inmerso en un enorme sinsentido universal...si no fuese por un detalle: que el mundo permite en sí (tiene el potencial) para posibilitar la evolución y existencia de seres conscientes. Y este hecho marca una gran diferencia ante la optimista pose del cientificista y coloca su actitud en terreno fanganoso e incongruente:

La vida (concepto muy humano), es un horror en tanto en cuanto somos conscientes del propio nihil inmanente. Y es que es complicado entender cómo no entienden todas estas personas, tan intelectuales por otra parte, con repugnancia el hecho empírico que nos demuestra que somos meras marionetas evolutivas dentro de un sinsentido cósmico que no lleva a ninguna parte (fuera del mandamiento físico natural de devorar gradientes a la máxima velocidad posible), y que estamos también condenados a desaparecer (como sujetos y como especie) de nuevo en la nada tras unos pocos eones (o décadas, que para el caso es lo mismo)! 

Sería realmente complicado entender este optimismo reinante si no fuera por el hecho de que todos estamos cegados por el irracional sesgo evolutivo del optimismo del que nos habla entre otros la neurocientífica Tali Sharot. Ese velo cognitivo que nos aparta de nuestra vista la cantidad de realidad necesaria como para poder continuar con nuestro día a día como si tal cosa.

Thomas Ligotti dice con mucho acierto: "Ser alguien es muy duro, pero ser nadie [marionetas] está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...]". 

Y es que realmente somos como marionetas (máquinas replicantes) evolutivamente obligadas a estar alegres y ser positivas trabajando para un sinsentido cósmico termodinámico, dentro de un universo desde el inicio condenado a su futura aniquilación total (con su Big Rip o "muerte" térmica aseguradas). A la vista de esta visión y de que el 99% de las personas son tan ilusamente (incluso irracionalmente) optimistas: ¡qué bien se las tuvo que ingeniar el proceso evolutivo con el desarrollo del género homo durante millones de años para que no se auto-aniquilara horrorizado ante su propio ser! Como dijo Zapffe : "[...] ¿Por qué entonces la humanidad no se extinguió hace mucho tiempo, durante las grandes epidemias de locura? ¿Por qué sucumbe tan sólo un muy reducido número de individuos al no poder resistir la tensión de la vida -[a causa de que] el conocimiento les aporta más de lo que pueden sobrellevar? La historia de la cultura, así como la observación de nosotros mismos y de los otros, permite [dar] la siguiente respuesta: la mayor parte de la gente aprende a salvarse limitando artificialmente el contenido de su conciencia." 

Yo veo en cientificista moderno este tipo de autolimitación artificial (un mirar hacia otra parte mientras sigue saltando como el resto de marionetas de un lado para otro). 

Pero como dijo Shakespeare

"Life's but a walking shadow, a poor player, 
That struts and frets his hour upon the stage, 
And then is heard no more. It is a tale 
Told by an idiot, full of sound and fury, 
Signifying nothing." (Macbeth

Sí, señor. Magistral obra y magistrales palabras de este genio de la literatura: somos unos pobres idiotas que nos llevamos toda nuestra leve e insulsa vida pataleando, peleando, trabajando, y esforzándonos en el fondo simplemente por consumir energía (generar entropía de la manera más eficiente posible: origen éste de toda disputa geopolítica...y también personal); pero que además nos vemos obligados a contarnos a nosotros mismos una historia feliz (incompleta y autolimitada) para no acabar colgados de una cuerda debido a la cruel realidad de toda esta "nadería" universal. 

A unos les da por vivir en la absoluta ignorancia de la realidad cuáles perros lamiéndose las brevas al Sol (analfabetismo existencial), a otros les da por buscar esa socorrida y especulativa salvación trascendental y mística (que si el alma, que si el espíritu, que si Jesucristo, Buda, que si panteísmo, que si el tecno optimismo que dice que con el tiempo seremos semidioses: Punto Omega, que si el Tao, etc), y luego están los que comprenden (cientificista) pero también aceptan la absurda realidad (los que se imaginan por narices a Sísifo feliz a pesar de la incoherencia: "La vida no tiene sentido, pero eso no me produce ningún problema"). 

Pero en el fondo no hay tanta diferencia entre estos tres grupos de personas. Simplemente se trata de diferentes fórmulas (estrategias) con las que escapar del horror consciente que de otro modo nos llevaría a la locura. A la naturaleza cualquier cosa le vale con tal de continuemos con el ciclo termodinámico: "Tú cree lo que te dé la gana -dice "Gaia"- pero ve a trabajar cada día y genera y consume recursos todo lo que puedas antes de caer reventado en esa tumba abierta que al final te espera". 

Y así vamos todos, cada marioneta con sus cuentos e historias, pero siempre disipando energía con cada aliento...y viendo como el cronómetro va llegando a cero. Y debemos creer: "Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas." 

Pero que no se os olvide: 

"Respaldados por nuestros progenitores y el mundo, nunca juzgaremos que esta vida es MALIGNAMENTE INÚTIL. Casi nadie declara que una maldición ancestral nos contamina en el útero y envenena nuestra existencia." 

Casi nadie va a declarar que su existencia es herencia de una maldición ancestral (el verdadero pecado original), pero pensadlo fríamente a la luz de los hechos (aunque sea por un segundo antes de volver al trabajo o de continuar con vuestro consumo diario de gradientes energéticos -ese bocadillo-): ¡es que es cierto! ¡La vida consciente (la aparición del "yo") es una abominación natural malignamente inútil (en lo relativo a ese soma desechable que todos constituimos)! 

Máquinas replicantes (marionetas) eficientes generadoras de entropía que son conscientes de la necedad del "fin" evolutivo (termodinámico) que las ata y mueve cada segundo de sus vidas mientras inventan por el camino historias con la que ser positivas (dentro de esa horrorosa esclavitud existencial) reforzando así incluso con más vehemencia la destrucción de gradientes energéticos. Y si este auto-refuerzo cognitivo impuesto (sesgo evolutivo del optimismo) no es una "maquinación" natural maligna no sé qué puede serlo. 

El mundo es en esencia indiferente al fenómeno (a todo él), pero es que además se vale de cualquier medio  (fenoménico) para sus "fines" naturales: ¡incluso dotar de razón y conciencia a un ser para maximizar el aumento entrópico, pero al cual al mismo tiempo le debe programar evolutivamente en el cerebro unos necesarios sesgos hacia el optimismo para que no se aniquile y para que prospere frente a todo sufrimiento y dolor! Y esto cuadra bastante bien con el concepto de "malignidad". Nuestra existencia es así mucho que nos pese un germen de una esencia maligna de base, herencia de una maldición ancestral (transmitida por nuestros progenitores). 

Pero insisto, son tan fuertes los hilos naturales (instintivos) que nos mueven que, si hoy mismo apareciese un indiscutible mensaje en el cielo que dijese con enormes letras gigantescas y parpadeantes: "Humanos míos, soy Dios y quiero que sepáis que estoy utilizando vuestro esfuerzo simplemente para conseguir calentarme utilizando una Caldera trascendental que escapa a vuestra capacidad experimental y de comprensión"...muy probablemente poco cambiaría en el planeta: todos seguiríamos con nuestras vidas y continuaríamos inevitablemente luchando por "calentar" a ese indeseable y egoísta "Dios". Y es que en el fondo sólo somos seres humanos con muchos aires de grandeza ("superhombres" de pacotilla).


sábado, 29 de junio de 2019

Marionetas alegres

Un ámplio conocimiento de la realidad supone comprender que eso que llamamos felicidad o tristeza, alegría, frustración, excitación, placer, dolor, sufrimiento, etc., son simples modulaciones electroquímicas de nuestro cerebro evolutivo. El sistema neuroendocrino dictamina desde el mismo instante de la fecundación y la recombinación génica qué es lo que nos va a "gustar" y lo que "no nos va a gustar" hacer; lo que hará que nuestro cerebro chorree endorfinas y también las conductas que llevarán a que nuestro sistema nervioso nos hagan padecer las emociones y sensaciones más desagradables del mundo. Un ámplio conocimiento de la realidad supone comprender que el ser humano es nada más (y nada menos) que un subproducto evolutivo como otro cualquiera, y que pese a nuestro (idolatrado) raciocinio somos tan presos y esclavos de los instintivos e inconscientes designios evolutivos como cualquier otra especie que puedas ver correteando por la pradera en busca de un cacho de carne que meterse en el cuerpo. 
La realidad es que nuestro "yo" es un constructo cognitivo del sujeto (del cerebro), un simple soma material a la espera de ser naturalmente desechado mientras obedece con obligada disciplina lo que su cerebro le dice qué debe y qué no debe hacer. Un ser coaccionado continuamente a la esclavitud del sistema neuroendocrino que (literalmente) mueve sus acciones y conductas diarias como hace un titiritero moviendo a una infeliz marioneta que, habiendo alcanzado el "desgraciado don" de la consciencia, se creyese ilusamente "libre" y "feliz" porque piensa ser ella la que mueve sus hilos del modo en que le "gusta y apetece". 
Pero la realidad es que esos "deseos" evolucionistas que determinan todo el movimiento biológico en el mundo (no sólo el gradual cambio fisiológico entre especies, sino también toda la conducta y el desplazamiento de lo vivo), es un complejo proceso mecánico físico emergente: fundamentalmente termodinámico. Los "objetivos" evolutivos se reducen a complejos "objetivos" mecánicos espontáneos: a su física subyacente. Un acontecimiento que ocurre de manera innata y consustancial sin que medie razón objetiva alguna, tan sólo la aplicación de las eternas leyes naturales. 
Es decir, que son las leyes físicas del mundo (su esencia, en realidad) las que hacen emerger la mecánica evolutiva de manera natural tan pronto se dan las circunstancias necesarias (un sistema lejos del equilibrio térmico afectado por un fuerte gradiente energético: léase el trabajo del biofísico Jeremy England, entre otros). Y esta mecánica evolutiva da lugar a su vez a la aparición de complejas estructuras materiales capaces de devorar este gradiente de energía tan pronto como sea posible (esa es, de hecho, la base de la lucha evolutiva biológica en la Tierra: una pelea entre "máquinas" replicantes por ver quién es la que permanece por más tiempo en la existencia gracias al mérito de su eficiencia particular como maximizadores locales en su capacidad para disipar energía: aumentar la entropía global). 
El "objetivo" evolutivo de la supervivencia y la reproducción se reducen así al "objetivo" físico de devorar gradientes energéticos al mayor ritmo posible (aumentando de manera indirecta la complejidad estructural de los objetos materiales existentes), y ese mero "objetivo" termodinámico natural, ciego e irracional, es el que dicta en última instancia cómo deben ser las cosas para que puedan permanecer estructuralmente con buena probabilidad en el tiempo (es la verdadera causa última de todo el fenómeno del universo). 
Pero ese "objetivo" físico y evolutivo, no es una meta o finalidad como nosotros lo entendemos desde el punto de vista racional, sino un mero designio sobrenatural o metafísico que escapa (y escapará) de cualquier indagación empírica. El mundo "persigue" ese aumento entrópico (ese devorar gradientes) simplemente porque su esencia así lo ordena al dar origen a este mundo fenoménico tan concreto al que estamos expuestos (guiado por lo lo que entendemos por leyes naturales)...pero en realidad desconocemos el porqué de estas leyes tan particulares en lugar de cualquier otras, o de ninguna en absoluto. Es decir, desconocemos la propia esencia en sí de nuestro mundo físico (del fenómeno y su mecánica). Pero esto es ya otra historia donde es mejor de momento no entrar (aunque el que lo desee tiene el trabajo de David Hume y Kant para entretenerse en ello). 
De todas formas, si nos aferramos y limitamos -no hay alternativa en realidad- a lo único que podemos conocer: la descripción físico-matemática de la experiencia sensible, el hecho natural es que la esencia del mundo hace que fenomenológicamente la materia se ordene siempre para aumentar la entropía al mayor ritmo posible, y como fruto de esa especificación emerge de manera natural una evolución cósmica universal (léase el libro "Evolución Cósmica: El aumento de la complejidad en la naturaleza", de Eric Chaisson), que luego en determinados planetas da lugar a una evolución biológica (orgánica) la cual a veces termina creando seres "inteligentes" y conscientes...conscientes del horror y de su propia miseria racional una vez logran descubrir que son marionetas al servicio de este "fin" último termodinámico (racionalmente) inútil. 
Y este es el punto al que se pretendía llegar: sabiendo todo lo que sabemos; que somos unos indiferentes títeres movidos en cada segundo por naturales hilos físicos que nos empujan objetivamente hacia un "fin" totalmente irrelevante no sólo en cuanto al ser humano en particular; sino respecto a todo el contenido fenomenológico global del universo...¿cómo se puede ser alegre si no es mediante una ignorancia perseguida (cerrar los ojos ante el horror y dejarse llevar por el hedonismo), la incapacidad para comprender (hay quien puede entender la realidad y quien simplemente no es capaz), o una ilusa deshonestidad intelectual (dejándose vencer y saltando esas páginas del libro de la realidad que no nos conviene reconocer)? 
Porque ciertamente es el hedonismo y ese puntual baño de endorfinas, junto con el sesgo natural que la evolución nos marcó a fuego entre nuestras neuronas (léase a Tali Sharot y su libro: "The Optimism Bias: A Tour of the Irrationally Positive Brain"); lo que nos hace sobrellevar la vida con una naturalidad cómica (tragicómica, mejor dicho). Marionetas idiotamente felices porque creen, embobadas, que son ellas las que verdaderamente mueven sus hilos del modo en que desean...mientras van cayendo una tras otra en esa sepultura sin fondo dispuesta para todas ellas a la espera de que vayan terminado su (racionalmente) inútil tarea existencial como disipadoras de energía. Y es así como la vida humana, y el mundo en general, se muestran como un mecanismo autónomo e irracional, una existencia fenoménica no sólo inútil, sino malignamente inútil (puesto que la inutilidad se torna maligna en cuanto en tanto el horror de la conciencia de este trágico absurdo existencial aparece como fenómeno en el mundo: como ocurrió aquí en la Tierra en su día con la evolución del género homo). 
Además, este universo malignamente inútil sabemos que fenoménicamente tiene fecha de caducidad (con un Big Rip o una "muerte" térmica científicamente aseguradas), por lo que todo lo existido, lo existente o lo que reste por existir terminarán de nuevo en la nada (nihil), en el olvido, en la erosión, y en la ausencia. Todo volverá a ser nada...y todo habrá sido para nada. Como dijo Schopenhauer: «Bien puede decirse que la vida es un episodio que viene a perturbar inútilmente la sagrada paz de la nada». 
Pero desgraciadamente no podemos regodearnos mucho tiempo en estos pensamientos, ¿verdad? No podemos convivir con semejante visión de la realidad. Debemos dejar que el velo optimista que tan finamente la evolución tejió para nosotros haga su función: debemos ser felices y ser buenas marionetas. Debemos saltar de un lado para otro en este maligno e inútil mundo, trabajando (devorando gradientes energéticos) como esclavos mientras mendigamos un poco de dopamina al mismo tiempo que exhibimos una turbada y grotesca sonrisa en nuestras caras de muñeco, lo cual sólo pretende esconder ante los demás ese desconsuelo que todos arrastramos en nuestros más oscuros e íntimos pensamientos (esos que no podemos ni queremos dejar pasar al pensamiento consciente). 
Como dice Thomas Ligotti: "Ser alguien es muy duro, pero ser nadie [marionetas] está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...] 
Respaldados por nuestros progenitores y el mundo, nunca juzgaremos que esta vida es MALIGNAMENTE INÚTIL. Casi nadie declara que una maldición ancestral nos contamina en el útero y envenena nuestra existencia. Los médicos no lloran en las salas de partos, o no suelen. No agachan la cabeza y dicen: «El cronómetro se ha puesto en marcha». El recién nacido puede llorar, si las cosas van bien. Pero el tiempo secará sus ojos; el tiempo se ocupará de ello. El tiempo se ocupará de todos hasta que no quede ninguno de nosotros del que ocuparse. Entonces todo volverá a ser como era antes de que echáramos raíces en un lugar que no es el nuestro.  
Llegará un día para cada uno de nosotros —y luego para todos nosotros— en que el futuro habrá terminado. Hasta entonces, la humanidad se aclimatará a cada nuevo horror que venga a llamar a la puerta, como ha hecho desde el principio. Seguirá adelante y adelante hasta detenerse. Y el horror seguirá adelante, con las generaciones cayendo en el fututo como muertos en tumbas abiertas. El horror que nos transmitieron se transmitirá a otros como un legado escandaloso. 
Estar vivo: décadas de levantarse a la hora, luego recorrer penosamente otra ronda de emociones, sensaciones, pensamientos, deseos —la gama completa de agitaciones—, para desplomarse finalmente en la cama a sudar en el pozo negro del sueño profundo o hervir a fuego lento en las fantasmagorías que importunan nuestras mentes cuando sueñan. ¿Por qué aceptan tantos de nosotros una cadena perpetua en vez del extremo de una soga o la boca de una pistola? ¿Acaso no merecemos morir? Pero no estamos obsesionados por este tipo de preguntas. No nos interesa hacerlas, ni responder a ellas con la mano en el corazón. ¿No podríamos acabar así con la conspiración contra la especie humana? Parece que esta sería la decisión adecuada: la muerte de la tragedia en brazos de la no existencia. Mundos sobrepoblados de nonatos no tendrían que sufrir si deshiciéramos lo que hemos hecho para poder seguir adelante durante todos estos años. Dicho esto, nada que sepamos nos hará dar ese paso. ¿Qué podría ser más impensable? Sólo somos seres humanos. Preguntad a cualquiera." 

domingo, 9 de junio de 2019

Cambio climático y extinción del pensamiento

Por fin algo de realismo en el asunto del cambio climático de la mano de este artículo publicado en El País titulado: "Cambio climático y extinción del pensamiento" 

"Todo el mundo [...] se da cuenta de que, en el mundo que los seres humanos han habitado a lo largo de su historia, está teniendo lugar un cambio sin precedentes. Al mismo tiempo, como escribió Eliot en Cuatro cuartetos, la humanidad no puede soportar mucha realidad, y pensar en el tema resulta cada vez más ilusorio. El cambio, efecto colateral de la industrialización mundial basada en los combustibles fósiles, ha sido desencadenado por los seres humanos. Esto no significa que ellos mismos puedan pararlo. Como han señalado los climatólogos, el calentamiento global se prolongará cientos o miles de años después de que sus causas próximas hayan cesado. El rigor de las exigencias de Extinction Rebellion —unas emisiones netas de CO2 iguales a cero para Reino Unido en 2025, por ejemplo— las convierte en imposibles. Pero incluso si se pudiesen poner en práctica, no tendrían excesiva repercusión sobre las emisiones de gases de efecto invernadero ni evitarían una alteración del clima que ya forma parte inseparable del sistema. Los actuales movimientos ecologistas son expresión de un pensamiento mágico, intentos de ignorar la realidad o evadirse de ella, más que de entenderla y adaptarse. Una de las realidades que el ideario ecologista pasa por alto es la geopolítica. [...]"

 Y como no quiero pegar el artículo completo sólo mencionar que la clave del asunto está en que "Las propuestas ecologistas implican un descenso del nivel material de vida de gran número de personas"...y evidentemente nadie que su país (comunidad, provincia, localidad, barriada, familia, etc.) pertenezca a este subconjunto de personas. El mayor obstáculo ante el cambio climático es nuestra esencia biológica, la cual, por desgracia, no se va poder adaptar al ritmo necesario al que trabaja la evolución.

Es muy probable que estemos condenados desde el mismo origen del periodo industrial...si no directamente desde el momento en que la evolución nos otorgó la capacidad cognitiva suficiente como para llegar con el tiempo a los niveles tecnológicos adecuados.

Artículo muy interesante que merece un par de lecturas. El firmante del artículo es John Gray es catedrático emérito de Pensamiento Europeo en la London School of Economics.



miércoles, 10 de abril de 2019

Sobre el "transhumanismo" (Thomas Ligotti)

"¿Así que me pregunta si elegiría no haber nacido? Uno debe haber nacido para poder elegir, y la elección implica destrucción. Pero pregunte a mi hermano en esa silla de ahí. En realidad está vacía; mi hermano no llegó tan lejos. Aun así pregúntele, mientras viaja como el viento bajo el cielo, estrellándose contra la playa, olfateando la hierba, disfrutando de su fuerza mientras persigue su alimento vivo. [...] ¿Alguna vez le ha echado usted en falta? Mire a su alrededor una tarde en un tranvía atestado y pregúntese si permitiría que una lotería seleccionara a uno de los pasajeros agotados como el que usted traería a este mundo. Ellos no prestan atención cuando una persona se apea y dos suben. El tranvía sigue rodando" (Zapffe: “Fragmentos de una entrevista”, Aftenposten, 1959)


"[...] A esta selecta bibliografía de estudios arcanos deberían añadirse las curiosidades del «transhumanismo», un tipo fervoroso de pensamiento utópico que se apoya en la creencia de que día tras día estamos cada vez más cerca de construir un ser humano mejor. Como los creyentes en el libre albedrío libertario, los transhumanistas creen que podemos hacernos a nosotros mismos. Pero eso es imposible. Debido a la evolución, fuimos hechos. Nosotros no nos extrajimos del lodo primigenio. Y todo lo que hemos hecho desde que llegamos a ser una especie ha sido consecuencia de haber sido hechos. Hagamos lo que hagamos, será aquello para lo que fuimos hechos, y nada más. Podemos intentar hacer algo de nosotros, pero no podemos dirigir nuestra propia evolución. Hacemos antibióticos porque fuimos hechos para ser el tipo de seres que hacen cosas como antibióticos. Eso cambió nuestra condición sin cambiarnos, siendo como somos el tipo de entes que hacen cosas y fabrican cosas, pero no se ocupan de hacerse a sí mismos. La naturaleza tenía planes para nosotros y sigue teniéndolos. Uno de esos planes parece ser el sueño del transhumanismo, que podría ser sólo un plan para deshacernos. Si es así, no vamos a alterar ese plan simplemente porque imaginemos que podemos hacer una nueva persona con nuevos programas evolutivos que escribiremos nosotros. Sabemos cómo sobrevivir y sabemos cómo reproducirnos. Sabemos cómo hacer muchas cosas, pero no sabemos qué hacer de nosotros que esté al margen y por encima de nuestras pautas presentes. Algunos de nosotros sólo creen saberlo. No somos ni siquiera parte del proceso de ser rehechos. Estamos cumpliendo órdenes, como siempre hemos hecho, que la naturaleza está constantemente ladrándonos. 

 Del mismo modo que los humanos concibieron el transhumanismo, los transhumanistas han concebido el poshumanismo, una remota condición en la que nadie vivirá como hemos vivido durante todos estos años, sino que habremos evolucionado hasta convertirnos en algo más allá de nuestro ser presente. ¿Y entonces qué? ¿Se han pensado esto realmente a fondo los transhumanistas? ¿Y cómo podrían? No tenemos ni idea de dónde va a venir nuestro próximo pensamiento, ni siquiera los pensamientos de los transhumanistas. Tenemos pensamientos, pero no sabemos lo que vamos a hacer con ellos. ¿Cómo vamos a saber entonces qué hacer con nosotros? Quizá podríamos superar a la poshumanidad, o al menos hacer algo que no llevara tanto tiempo y que fuera no menos útil. Pero no es que el ser poshumano sea una idea concebida por primera vez a finales del siglo XX. En su búsqueda del «bien», o al menos del mejor que, esta idea recapitula nuestras fantasías más antiguas. Como una canción que nos parece haber oído ya aunque la estemos oyendo por primera vez, las maquinaciones de los transhumanistas nos llaman desde el pasado, o incluso desde un prehistórico edén de existencia perfecta, dependiendo de si a uno le gusta o no su canción o le apetece volver a casa en el edén. Pero estas maquinaciones suenan también a algo que terminó nada más empezar: algo viejo, rancio, nada. Por definición, los transhumanistas están insatisfechos con lo que son como especie. Naturalmente, piensan que estar vivo está bien: tanto es así que no pueden soportar la idea de no estar vivos y han imaginado estrategias para mantenerse vivos para siempre. Su problema es que necesitan que estar vivo esté muchísimo mejor de lo que está. Y el poder del pensamiento positivo no es suficiente para llevarlos adonde quieren ir. Todo eso lo han superado, o les gustaría haberlo superado. También han superado la creencia en Dios o en un más allá de eterna beatitud. Para un creyente, el transhumanismo sería un apéndice inútil de lo que ya cree, además de una ofensa contra Aquel que nos hizo como nos hizo, con la naturaleza como intermediaria, y que hace mucho estableció las vías por las que podemos hacernos cada vez mejores. Esas vías pueden ser difíciles de seguir, pero la alternativa es la desesperación de vivir sin la esperanza de un inimaginable futuro mejor. Los transhumanistas han sustituido esta alternativa del creyente a la desesperación por la suya propia. Pero aunque los transhumanistas se basan en el supuesto de que codos nos beneficiaremos masivamente cuando mutemos por nosotros mismos en poshumanos, el resultado de su programa es aún una incógnita. Podría dar inicio a un nuevo capítulo dinámico en la historia de nuestra especie, o podría anunciar nuestro fin a son de trompeta. En cualquier caso, el salto profetizado arrancará impulsado por todo tipo de aparatos e implicará de algún modo a la inteligencia artificial, la nanotecnología, la ingeniería genética y otros ornamentos de la alta tecnología. Estos serán los instrumentos del Nuevo Génesis, el Logos del mañana. O eso dice un grupo desesperado de pensadores científicos."

 ("La conspiración contra la especie humana", Thomas Ligotti)

jueves, 24 de enero de 2019

La física de partículas podría haber llegado a su final (II)

Os dejo a continuación una nueva traducción de otro artículo escrito por la física Sabine Hossenfelder nada menos que para el diario The New York Times. Espero os resulte de interés.
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Diez años después, el Gran Colisionador de Hadrones no logró los descubrimientos apasionantes que los científicos prometieron para conseguir financiar su construcción.
Leslye Davis / The New York Times
El Gran Colisionador de Hadrones es el acelerador de partículas más grande del mundo. Es un anillo subterráneo de 16 millas de largo, ubicado en el CERN en Ginebra, en el que los protones chocan a casi la velocidad de la luz. Con un presupuesto inicial de $ 5 mil millones y un costo de operación anual de $ 1 mil millones, el LHC es el instrumento más caro jamás construido, y eso es a pesar de que reutiliza el túnel de un colisionador anterior.
El LHC ha recopilado datos desde septiembre de 2008. El mes pasado, se completó la segunda ejecución experimental (Run 2) y el colisionador se cerrará durante los próximos dos años para nuevas actualizaciones programadas. Ya con el LHC en pausa, los físicos de partículas están haciendo planes para construir un colisionador aún más grande. La semana pasada, el CERN reveló planes para construir un acelerador que sería mucho mayor y más poderoso que el LHC, el cual costaría más de $ 10 mil millones.
Yo solía ​​ser física de partículas. En mi tesis del doctorado hice predicciones para el LHC, y aunque con el tiempo dejé de trabajar en este campo de la física, sigo creyendo que golpear partículas entre sí es la ruta más prometedora para comprender de qué se compone la materia y cómo se mantiene unida. Pero $ 10 mil millones es un presupuesto que me parece demasiado fuerte. Y no estoy segura de que valga la pena.
En 2012, los experimentos en el LHC confirmaron el descubrimiento del bosón de Higgs , una predicción que se remonta a la década de 1960, y que sigue siendo el único descubrimiento realizado en el LHC. Los físicos de partículas se apresuran a enfatizar que han aprendido otras cosas: por ejemplo, ahora tienen un mejor conocimiento sobre la estructura del protón y han visto nuevas partículas compuestas (aunque inestables). Pero seamos honestos: el resultado general de la mil millonaria inversión en el LHC fue decepcionante.
Antes de que LHC comenzara a funcionar, los físicos de partículas tenían predicciones más emocionantes que meramente descubrir el famoso bosón. Pensaron que otras partículas nuevas también aparecerían cerca de la escala de energía a la cual se podría producir el Higgs. También pensaron que el LHC vería evidencia de nuevas dimensiones del espacio. Además, esperaban que este gigantesco colisionador diera pistas sobre la naturaleza de la materia oscura (que los astrofísicos creen que constituye el 85 por ciento de la materia en el universo) o sobre una fuerza unificada.
Las historias sobre nuevas partículas, materia oscura y dimensiones adicionales se repitieron en innumerables medios de comunicación desde antes del lanzamiento del LHC hasta hace unos años . ¿Qué pasó con todas esas predicciones? La respuesta es simple: Todas esas predicciones resultaron erróneas, eso está claro ahora.
El problema es que una "predicción" en la física de partículas es hoy por hoy poco más que conjeturar (especular). En los últimos 30 años, los físicos de partículas han producido miles de teorías cuyas matemáticas pueden utilizarse para "predecir" prácticamente casi cualquier cosa. Por ejemplo, en 2015, cuando una fluctuación estadística en los datos de LHC parecía ser una nueva partícula, los físicos produjeron más de 500 artículos en ocho meses para explicar lo que luego resultó ser simplemente ruido. Lo mismo ha ocurrido muchas otras veces para fluctuaciones similares, demostrando cuán inútiles son esas ilusorias "predicciones" disfrazadas de ecuaciones.
Hasta la fecha, los físicos de partículas no tienen realmente una predicción matemática sólida y confiable que apoye la idea de que debe haber algo nuevo que encontrar hasta nada menos que unos 15 órdenes de magnitud por encima de las energías actualmente accesibles (es decir, que las matemáticas sólo garantizan que hay algo nuevo al alcanzar estos nuevos 15 órdenes de magnitud en la energía de colisión, algo que escapa y escapará de nuestro alcance tecnológico durante siglos o milenios). Desafortunadamente, los físicos de partículas no han sido muy receptivos con esta información. El año pasado, Nigel Lockyer, el director interino de Fermilab, dijo a la BBC : "A partir de un simple cálculo de la masa de Higgs, tiene que haber nueva ciencia". Este "cálculo simple" predice precisamente que el LHC ya debería haber visto nueva ciencia. Pero no ha sido así.
Hace poco encontré un video promocional para el Future Circular Collider que los físicos se han propuesto construir en el CERN. Este video, que se encuentra en el sitio web del CERN, anuncia la máquina planificada como una prueba para la materia oscura y como una sonda para determinar el origen del universo. Es extremadamente engañoso: sí, es posible que un nuevo colisionador encuentre una partícula que forme la materia oscura, pero no hay ninguna razón particular para pensar que lo hará. Y tal máquina no nos dirá nada sobre el origen del universo. Paola Catapano, jefa de producciones audiovisuales del CERN, me informó que este video "obviamente está dirigido a políticos y no a otros físicos, y utiliza los mismos argumentos que los utilizados para promover el LHC en los años 90".
Pero los grandes experimentos científicos de este tipo son inversiones que hipotecan nuestro futuro. Las decisiones sobre qué financiar deberían basarse en hechos, no en publicidades brillantes. Pero para esto, necesitamos saber cuándo una predicción es una predicción y no solo una conjetura. Y si los físicos de partículas solo tienen actualmente suposiciones (especulaciones), tal vez deberíamos esperar hasta que tengan mejores razones con las que justificar que un colisionador más grande pueda encontrar algo nuevo.
Ciertamente algunos desarrollos tecnológicos, como los imanes potentes, se benefician de estos colisionadores de partículas, y también la física de partículas contribuye positivamente a la educación científica en general. Y sin duda estas son inversiones valiosas, pero si es esto en lo que nos queremos gastar dinero, no es necesario cavar un gigantesco túnel para conseguirlo.
Además hay otras vías a seguir. Por ejemplo, las observaciones astrofísicas que apuntan hacia la materia oscura deberían explorarse más a fondo. Comprender mejor esas observaciones nos ayudaría a hacer predicciones más confiables sobre si un colisionador más grande puede producir la partícula de materia oscura, incluso si es una partícula. Habría que estudiar mejor en qué invertir el dinero aquí y ahora antes de lanzarnos como locos a cavar a ciegas.
También hay interesantes experimentos de escala más modesta (presupuestos más pequeños) que se dejan de construir porque los proyectos gigantescos consumen todo el dinero. Un proyecto importante de modesto presupuesto sería, por ejemplo, el que intentar dilucidar la interfaz entre el reino cuántico y la gravedad, algo que ahora es accesible a pruebas experimentales. Otro lugar donde los descubrimientos podrían estar esperando es en los fundamentos de la mecánica cuántica. Estos experimentos más modestos podrían tener además importantes impactos tecnológicos (cosa dudosa en el caso de invertir en un nuevo acelerador).
Ahora que se está actualizando el LHC, y que los experimentos de física de partículas en el detector se están tomando un descanso, es hora quizás de que los físicos de partículas retrocedan y reflexionen sobre el estado actual de este campo de la física. Es hora de que se pregunten por qué ninguna de las emocionantes predicciones que prometieron han acabado finalmente en descubrimientos. Posiblemente el dinero no resolverá este problema de "predicciones" erróneas. Y tampoco lo hará un colisionador de partículas más grande.
Sabine Hossenfelder es investigadora en el "Instituto de Estudios Avanzados de Frankfurt" y autora del libro "Lost in Math: How Beauty Leads Physics Astray".

jueves, 27 de diciembre de 2018

Hipótesis de la simulación (realidad simulada computacionalmente)


"The belief that there is a significant chance that we will one day become posthumans who run ancestor-simulations is false, unless we are currently living in a simulation." (Nick Bostrom)

El argumento de que nuestra realidad podría ser una simulación trascendental de la cual los entes simulados (entre ellos nosotros) no podemos ser conscientes viene de lejos (nada menos que del filósofo René Descartes), pero fue realmente en el año 2003, tras este magnífico paper (debes leerlo) de Nick Bostrom, cuando la hipótesis llamó realmente la atención de la comunidad especializada (muchos físicos de renombre, por ejemplo; aceptan hoy día su posibilidad sin ambages). De hecho, el razonamiento de Nick se está viendo reforzado en los últimos años gracias al enorme avance vivido en el campo de la computación cuántica.
Vamos a ver de qué trata el asunto:
Grosso modo, la propuesta es la siguiente (más detalles en el paper). Se parte de la premisa de que una de las tres proposiciones siguientes es cierta:
  1. La fracción de civilizaciones inteligentes que alcanzan un estado posthumano es muy cercana a cero (~0%); ó
  2. La fracción de civilizaciones posthumanas interesadas en ejecutar simulaciones de su propio mundo es muy cercana a cero (~0%); ó
  3. La fracción de todos los seres inteligentes (en estado posthumano o no) que viven y experimentan, lo hacen dentro de una simulación con una probabilidad muy cercana a uno (~99.9999...%).
Nota: Se entiende como estado posthumano, a aquel en el cual una entidad inteligente (humana o no, eso no importa) es capaz de construir un computador capaz de ejecutar simulaciones de su propia realidad con una alta fidelidad.
Si (1.) es verdadera, entonces es casi seguro que nos extinguiremos como entes (junto con el resto de posibles civilizaciones, presentes y futuras, esparcidas por el Universo) antes de alcanzar el estado posthumano. Si (2.) es cierta, entonces debe existir una fuerte convergencia en el comportamiento entre civilizaciones (una especie de esencia común que determine por completo el comportamiento de todos los miembros de cientos de civilizaciones -en gran parte incomunicadas dadas las distancias que las separan-). De este modo, en ninguna de estas civilizaciones avanzadas llegarían a aparecer nunca individuos con la libertad y/o la capacidad para ejecutar simulaciones de su mundo (a pesar de poseer la tecnología necesaria para ello). Por último, si (3.) es verdadera, entonces es casi seguro que vivimos en una simulación: es decir, que tiende a cero la probabilidad de que estemos por casualidad en el "primer mundo" donde (1.) y (2.) son falsas (es decir, que el estado posthumano sea posible y abundante, y donde todos estén además deseando recrear computacionalmente su propio mundo, pero que sin embargo no formemos parte de una simulación previa a pesar de la recursividad del proceso).
Finalmente, y a modo de corolario de lo anteriormente expuesto, Nick Bostrom propone que: "a menos de que ahora mismo estemos viviendo en una simulación, es casi una certeza que nuestros descendientes nunca llegarán a ejecutar una simulación de nuestro mundo". Es decir, que o bien el estado posthumano es inviable, o bien hay "algo" en nuestra esencia natural (compartida con el resto de posibles entes inteligentes que pueblan o poblarán el Universo) que impide que nunca jamás un individuo con los recursos suficientes llegue a simular computacionalmente la realidad -de manera que (1.) ó (2.) serían ciertas-.

La computación cuántica.

Cuando en el 2003 se propuso esta hipótesis, el campo de la computación cuántica estaba en pañales. Pero eso ha cambiado recientemente. Cada año se bate un nuevo récord en el número de qubits que los científicos son capaces de manejar de manera eficiente (con cada vez más bajos niveles de error), y muy pronto se espera que empezarán a aparecer las primeras computadoras cuánticas capaces de superar en poder de cálculo a los supercomputadores clásicos. De hecho, si el número de qubits continúa creciendo al mismo ritmo de los últimos años, ¡llegará en cuestión de décadas el momento en que será posible simular computacionalmente el estado de los miles de billones de partículas que pueblan nuestro Universo (dentro del horizonte cosmológico)!
Y esto es así precisamente gracias al fundamento cuántico de nuestra realidad. El estado de superposición de los qubits (los cuales no "almacenan" como valor un 0 ó 1, sino o y 1 al mismo tiempo; ponderados y normalizados por dos parámetros alpha y beta) hacen que la capacidad de cómputo aumente siguiendo una progresión exponencial con cada qubit que se añade al proceso, lo cual implica que únicamente con unos pocos cientos de qubits trabajando juntos -500, por ejemplo- , es posible procesar en paralelo nada menos que 2500 estados...¡un número mucho mayor que el de partículas que pueblan nuestro Universo (visible)!
Valga notar que actualmente Google va en busca de la supremacía en la computación cuántica con un futurible procesador de 49 qubits, lo cual da una idea de lo "poco" que falta para que ese estado posthumano del que hablamos antes sea viable.

En resumen.

Que si las promesas teóricas del computador cuántico se hacen realidad (y todo apunta en ese sentido), y si en el Universo existen (o existirán) suficientes civilizaciones inteligentes capaces de alcanzar dicha tecnología (la cual al ser humano parece que le llevará algo así como 10.000 años -momento en que se asentaron nuestros inicios culturales como civilización-), entonces la premisa (1.) de Bostrom casi la podemos descartar. Dado lo vasto del Universo es complicado que seamos la única civilización existente, y dada la "facilidad" con la que hemos dominado la tecnología cuántica es difícil creer que otros entes inteligentes no harán lo propio en un periodo de tiempo similar al nuestro. El estado posthumano parece en este sentido que es bastante viable y abundante (es decir, que lo es ya en el presente por entre las galaxias, o que lo será en el futuro, dependiendo de cómo de "rápido" haya actuado -cognitivamente- la evolución en la Tierra en relación a la "evolución" en otros planetas habitables).
Por otra parte, la premisa (2.) es, siguiendo un razonamiento antrópico, bastante poco plausible. De hecho, una de las primeras cosas que hizo el ser humano en cuanto adquirimos el poder de procesar la información (clásicamente) tras la segunda guerra mundial fue crear pequeñas "simulaciones" de nuestro mundo (valga de ejemplo el mítico juego del Pong). Más aún, cada nueva generación de videoconsolas (y procesadores gráficos GPU) no tienen más aliciente que el de permitir mejorar la fidelidad con la que podemos recrear simulaciones del mundo. Así pues parece que nuestra esencia natural tiende más bien en sentido contrario de lo que dice (2.): instintivamente parece que estamos ávidos de mejorar nuestra capacidad de procesar información para generar cada vez realidades más complejas y fieles a la nuestra. Por tanto, es bastante plausible rechazar también esta segunda premisa. De esta manera, una vez rechazados los puntos (1.) y (2.) gracias al aceptable soporte empírico del que disponemos (nuestro cercano dominio de la computación cuántica generalizada y nuestro instintivo comportamiento en favor de simular la realidad), nos queda elegir entre aceptar (3.): vivimos en una realidad simulada computacionalmente dentro de un proceso recursivo, o aceptar que da la astronómica casualidad de que vivimos en el "origen" o "primer mundo"; aquel en donde (1.) y (2.) son falsos, pero donde (3.) tampoco se cumple.
En concreto, de ser cierto el último caso, nuestro mundo sería entonces algo así como la "raíz" de un proceso computacional iterativo que algún ente (humano o no) de nuestro Universo echará a andar tarde o temprano: una primera generación de computadores cuánticos simularán con una fidelidad asombrosa una copia idéntica de nuestra realidad, y los seres simulados dentro de esa primera generación harán lo propio, puesto que su "mundo", aunque simulado, también poseerá el fundamento cuántico capaz de permitir una segunda generación simulada. Y de este modo el proceso continuará siguiendo un curso recursivo en principio sin fin.
Sin embargo, cuesta creer que por pura casualidad vayamos a estar en la cúspide o en el "origen" de la gigantesca pirámide que conforma posiblemente esta anidación de simulaciones cuánticas, por lo que sí; posiblemente (3.) sea cierto y nos encontremos casi con toda certeza (~99.9999...%) formando parte de una realidad simulada externamente (esto es, de manera trascendente).
Y es cierto que todo esto suena a ciencia ficción, pero es que la cercana realidad de la computación cuántica, junto con nuestro comportamiento instintivo natural parecen que no dejan mucho espacio para no aceptar esta posibilidad como cierta (o probablemente cierta). De hecho, pensad en lo siguiente: el día en que alcancemos la capacidad de cómputo necesaria, ¿cuál será la mejor manera que tendremos a mano para justificar la viabilidad de la realidad simulada? ¡Exacto! ¡Generando experimentalmente una!