jueves, 24 de enero de 2019

La física de partículas podría haber llegado a su final (II)

Os dejo a continuación una nueva traducción de otro artículo escrito por la física Sabine Hossenfelder nada menos que para el diario The New York Times. Espero os resulte de interés.
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Diez años después, el Gran Colisionador de Hadrones no logró los descubrimientos apasionantes que los científicos prometieron para conseguir financiar su construcción.
Leslye Davis / The New York Times
El Gran Colisionador de Hadrones es el acelerador de partículas más grande del mundo. Es un anillo subterráneo de 16 millas de largo, ubicado en el CERN en Ginebra, en el que los protones chocan a casi la velocidad de la luz. Con un presupuesto inicial de $ 5 mil millones y un costo de operación anual de $ 1 mil millones, el LHC es el instrumento más caro jamás construido, y eso es a pesar de que reutiliza el túnel de un colisionador anterior.
El LHC ha recopilado datos desde septiembre de 2008. El mes pasado, se completó la segunda ejecución experimental (Run 2) y el colisionador se cerrará durante los próximos dos años para nuevas actualizaciones programadas. Ya con el LHC en pausa, los físicos de partículas están haciendo planes para construir un colisionador aún más grande. La semana pasada, el CERN reveló planes para construir un acelerador que sería mucho mayor y más poderoso que el LHC, el cual costaría más de $ 10 mil millones.
Yo solía ​​ser física de partículas. En mi tesis del doctorado hice predicciones para el LHC, y aunque con el tiempo dejé de trabajar en este campo de la física, sigo creyendo que golpear partículas entre sí es la ruta más prometedora para comprender de qué se compone la materia y cómo se mantiene unida. Pero $ 10 mil millones es un presupuesto que me parece demasiado fuerte. Y no estoy segura de que valga la pena.
En 2012, los experimentos en el LHC confirmaron el descubrimiento del bosón de Higgs , una predicción que se remonta a la década de 1960, y que sigue siendo el único descubrimiento realizado en el LHC. Los físicos de partículas se apresuran a enfatizar que han aprendido otras cosas: por ejemplo, ahora tienen un mejor conocimiento sobre la estructura del protón y han visto nuevas partículas compuestas (aunque inestables). Pero seamos honestos: el resultado general de la mil millonaria inversión en el LHC fue decepcionante.
Antes de que LHC comenzara a funcionar, los físicos de partículas tenían predicciones más emocionantes que meramente descubrir el famoso bosón. Pensaron que otras partículas nuevas también aparecerían cerca de la escala de energía a la cual se podría producir el Higgs. También pensaron que el LHC vería evidencia de nuevas dimensiones del espacio. Además, esperaban que este gigantesco colisionador diera pistas sobre la naturaleza de la materia oscura (que los astrofísicos creen que constituye el 85 por ciento de la materia en el universo) o sobre una fuerza unificada.
Las historias sobre nuevas partículas, materia oscura y dimensiones adicionales se repitieron en innumerables medios de comunicación desde antes del lanzamiento del LHC hasta hace unos años . ¿Qué pasó con todas esas predicciones? La respuesta es simple: Todas esas predicciones resultaron erróneas, eso está claro ahora.
El problema es que una "predicción" en la física de partículas es hoy por hoy poco más que conjeturar (especular). En los últimos 30 años, los físicos de partículas han producido miles de teorías cuyas matemáticas pueden utilizarse para "predecir" prácticamente casi cualquier cosa. Por ejemplo, en 2015, cuando una fluctuación estadística en los datos de LHC parecía ser una nueva partícula, los físicos produjeron más de 500 artículos en ocho meses para explicar lo que luego resultó ser simplemente ruido. Lo mismo ha ocurrido muchas otras veces para fluctuaciones similares, demostrando cuán inútiles son esas ilusorias "predicciones" disfrazadas de ecuaciones.
Hasta la fecha, los físicos de partículas no tienen realmente una predicción matemática sólida y confiable que apoye la idea de que debe haber algo nuevo que encontrar hasta nada menos que unos 15 órdenes de magnitud por encima de las energías actualmente accesibles (es decir, que las matemáticas sólo garantizan que hay algo nuevo al alcanzar estos nuevos 15 órdenes de magnitud en la energía de colisión, algo que escapa y escapará de nuestro alcance tecnológico durante siglos o milenios). Desafortunadamente, los físicos de partículas no han sido muy receptivos con esta información. El año pasado, Nigel Lockyer, el director interino de Fermilab, dijo a la BBC : "A partir de un simple cálculo de la masa de Higgs, tiene que haber nueva ciencia". Este "cálculo simple" predice precisamente que el LHC ya debería haber visto nueva ciencia. Pero no ha sido así.
Hace poco encontré un video promocional para el Future Circular Collider que los físicos se han propuesto construir en el CERN. Este video, que se encuentra en el sitio web del CERN, anuncia la máquina planificada como una prueba para la materia oscura y como una sonda para determinar el origen del universo. Es extremadamente engañoso: sí, es posible que un nuevo colisionador encuentre una partícula que forme la materia oscura, pero no hay ninguna razón particular para pensar que lo hará. Y tal máquina no nos dirá nada sobre el origen del universo. Paola Catapano, jefa de producciones audiovisuales del CERN, me informó que este video "obviamente está dirigido a políticos y no a otros físicos, y utiliza los mismos argumentos que los utilizados para promover el LHC en los años 90".
Pero los grandes experimentos científicos de este tipo son inversiones que hipotecan nuestro futuro. Las decisiones sobre qué financiar deberían basarse en hechos, no en publicidades brillantes. Pero para esto, necesitamos saber cuándo una predicción es una predicción y no solo una conjetura. Y si los físicos de partículas solo tienen actualmente suposiciones (especulaciones), tal vez deberíamos esperar hasta que tengan mejores razones con las que justificar que un colisionador más grande pueda encontrar algo nuevo.
Ciertamente algunos desarrollos tecnológicos, como los imanes potentes, se benefician de estos colisionadores de partículas, y también la física de partículas contribuye positivamente a la educación científica en general. Y sin duda estas son inversiones valiosas, pero si es esto en lo que nos queremos gastar dinero, no es necesario cavar un gigantesco túnel para conseguirlo.
Además hay otras vías a seguir. Por ejemplo, las observaciones astrofísicas que apuntan hacia la materia oscura deberían explorarse más a fondo. Comprender mejor esas observaciones nos ayudaría a hacer predicciones más confiables sobre si un colisionador más grande puede producir la partícula de materia oscura, incluso si es una partícula. Habría que estudiar mejor en qué invertir el dinero aquí y ahora antes de lanzarnos como locos a cavar a ciegas.
También hay interesantes experimentos de escala más modesta (presupuestos más pequeños) que se dejan de construir porque los proyectos gigantescos consumen todo el dinero. Un proyecto importante de modesto presupuesto sería, por ejemplo, el que intentar dilucidar la interfaz entre el reino cuántico y la gravedad, algo que ahora es accesible a pruebas experimentales. Otro lugar donde los descubrimientos podrían estar esperando es en los fundamentos de la mecánica cuántica. Estos experimentos más modestos podrían tener además importantes impactos tecnológicos (cosa dudosa en el caso de invertir en un nuevo acelerador).
Ahora que se está actualizando el LHC, y que los experimentos de física de partículas en el detector se están tomando un descanso, es hora quizás de que los físicos de partículas retrocedan y reflexionen sobre el estado actual de este campo de la física. Es hora de que se pregunten por qué ninguna de las emocionantes predicciones que prometieron han acabado finalmente en descubrimientos. Posiblemente el dinero no resolverá este problema de "predicciones" erróneas. Y tampoco lo hará un colisionador de partículas más grande.
Sabine Hossenfelder es investigadora en el "Instituto de Estudios Avanzados de Frankfurt" y autora del libro "Lost in Math: How Beauty Leads Physics Astray".