viernes, 30 de junio de 2017

¿Qué es realmente el dinero?

Dinero.

1. f. Pieza de oro, plata, cobre u otro metal, regularmente en forma de disco y acuñada con los distintivos elegidos por la autoridad emisora para acreditar su legitimidad y valor, y, por ext., billete o papel de curso legal.
2. f. Instrumento aceptado como unidad de cuenta, medida de valor y medio de pago.

I. Introducción.

Todos nos desvivimos diariamente por ganar de una forma u otra dinero. Un dinero que en fondo es sin duda la fuente de toda la confrontación y los conflictos humanos. Y es que no es otra cosa más que nuestra tendencia natural a querer obtener recursos para nosotros y para los nuestros a lo que se reduce gran parte de los "males" del mundo: las guerras, la corrupción, el robo, gran parte de los asesinatos, los secuestros, la usura, la contaminación, la destrucción de parte de la biosfera, los ataques terroristas, la emigración masiva, la semi-esclavitud en los países del tercer mundo, la guerra económica o de lobbys, etc. Todos nuestros problemas tienen de una manera u otra una clara base monetaria de interés para un cierto grupo de personas.

Y no es que haya dicho nada nuevo o algo que no sea de sobra conocido por todos pero, ¿por qué es esto así? ¿Por qué es el dinero fuente de tanto dolor y disputa? ¿Qué es en realidad el dinero?

Grosso modo el dinero (en cualquiera de sus variantes materiales) es una abstracción que nos indica qué valor o capacidad de pago posee una persona. Es un método que permite contar sin ambigüedad la capacidad de consumo a la que puede hacer frente una persona (o un conjunto de personas).

El dinero se quiere y se desea para poder consumir; para poder comprar y realizar tantas transacciones por recursos como sea posible, o, en el caso de una persona ahorrativa, para estar seguros de que en el futuro no tendremos problemas para poder obtener estos mismos bienes tan necesarios. Y eso es todo. A esto dedicamos más de 8 horas diarias de nuestras vidas trabajando: a aumentar nuestro potencial o valor de pago con el que poder consumir muy diversos recursos y bienes.

A todo esto es importante notar las tres palabras en negrita que han surgido en el pequeño discurso realizado hasta ahora: consumo, potencial y trabajo. ¿Y por qué son tan importante estas palabras? Pues porque sencillamente nos permiten reducir gran parte de nuestra conducta diaria (individual y social) al terreno de la física.

En el campo de la física existe una importante relación entre lo que se conoce como energía potencial, energía cinética, y el concepto de trabajo; siendo estos conceptos además clave en la rama de esta ciencia denominada como termodinámica la cual se encarga de estudiar las leyes de la dinámica (del movimiento natural) desde el punto de vista del consumo energético. Por cierto que es también de sobra conocido que todo fenómeno en el mundo sin excepción obedece las leyes termodinámicas (ya lo dijo Homer Simpson :P).

II. El trabajo.

Es un hecho que nuestro trabajo diario, sea el que sea (carpintero, camarero, profesor o ladrón), necesariamente supone o induce directa o indirectamente hacia algún tipo de desplazamiento físico y mecánico neto: ya se trate de clavar clavos, servir mesas, mover neuronas para enseñar a otras personas diversos oficios, o movilizar a la policía; cualquiera que sea nuestro trabajo (el sudor de nuestra frente), supone de una manera u otra algún tipo de movimiento.

Y justamente en física se define el concepto de trabajo del siguiente modo:

"Se denomina trabajo al producto de una fuerza aplicada sobre un cuerpo, y del desplazamiento del cuerpo en la dirección de esta fuerza. Mientras se realiza trabajo sobre el cuerpo se produce una transferencia de energía al mismo, por lo que puede decirse que el trabajo es energía en movimiento."

Es evidente la equivalencia. Nuestro trabajo del día a día nos supone siempre un esfuerzo que terminará induciendo de una manera u otra nuevo movimiento. Ese nuevo movimiento se identifica en física bajo la denominación de un aumento en la energía cinética, y el hecho de que trabajar nos suponga un esfuerzo viene precisamente de que para generar ese nuevo movimiento neto continuamente durante las 8 o 9 horas de nuestra jornada laboral estamos directamente perdiendo energía potencial y transfiriendo dicha energía (en forma de energía cinética) a otros cuerpos.

Pero no pasa nada. A final de mes nos ingresan la nómina en la cuenta corriente y ¡en ese mismo momento recuperamos la energía potencial perdida durante todo el trabajo anteriormente realizado en el mes! Trabajamos pues para generar movimiento neto (movimiento utilizado para generar bienes de consumo) a la par que perdemos energía potencial en el proceso, pero luego recuperamos dicha energía invertida al cobrar la paga; una energía que volveremos a invertir de nuevo en realizar nuevo trabajo, y así continuamos en un ciclo vital que no termina (ni puede terminar) hasta la muerte o la jubilación (con mucha suerte).

III. El ciclo de la vida es el ciclo del trabajo.

Hay un famoso dicho célebre que dice: "No vivas para trabajar, trabaja para vivir". Evidentemente no se entiende que trabajo y vida son conceptos equivalentes. La vida, el hecho de vivir, supone desde el mismo momento de su aparición aquí en la Tierra (hace alrededor de 4000 millones de años) un proceso mecánico cíclico mediante el cual ciertas complejas estructuras materiales fueron más eficientes a la hora de generar trabajo que otras, lo que las hizo más estables y duraderas.

Y es que la eficiencia es otro punto clave detrás de las leyes termodinámicas, en concreto en la termodinámica lejos del equilibrio térmico (como es el caso del sistema formado por la Tierra y el Sol). El Universo adora la eficiencia. Existe una insoslayable tendencia natural a favorecer aquellas estructuras que son más eficientes a la hora de producir trabajo, siendo esta tendencia, de hecho, el origen de todas las estructuras complejas del mundo en general; y el germen de lo que entendemos como proceso evolutivo en particular, el cual dio primero origen a la vida y luego la desarrolló durante millones de años adaptando siempre sus complejas estructuras para maximizar la eficiencia de las mismas.

Desde los mismos orígenes prebióticos de la vida, aquellas estructuras que más rápido podían acaparar recursos eran las que más tiempo permanecían en el medio en detrimento de las demás, lo cual llevó a una carrera natural en pos de la eficiencia en el consumo de recursos. Una pugna natural que continuó durante millones de años hasta que se fue conformando lo que hoy día entendemos como célula procariota. Esta célula, dada su altísima capacidad para acaparar recursos a la par de poseer una eficiente capacidad para producir copias exactas de sí misma, directamente fulminó a cualquier otro competidor prebiótico e inició el camino de lo que posteriormente sería, tras otros muchos millones de años, el nacimiento de la célula eucariota aparecida tras la simbiosis de varias cepas procariotas en un único organismo celular. Los eucariontes a su vez poseían la eficiencia aumentada que supuso esta simbiosis y también la capacidad para comenzar a trabajar en grupo y poder especializarse en tareas: finalmente esto supuso el origen de los organismos multicelulares y un nuevo salto evolutivo en favor de la estabilidad de aquellas estructuras más eficientes en el consumo energético. Aparecieron por fin los animales y la agrupación de algunas especies de éstos en sociedades, lo cual supone de momento el culmen en la complejidad estructural y también en la eficiencia del consumo energético.

IV. El dinero y la eficiencia de consumo.

El ser humano es sin ninguna duda la estructura material animada en la Tierra con mayor potencial para generar trabajo. Y muestra de esta enorme capacidad es el evidente calentamiento global que actualmente sufrimos. Físicamente ya vimos que cualquier trabajo realizado supone la transferencia de energía potencial en cinética organizada (movimiento coordinado en pos de servir o construir algún bien), pero también supone que parte de esa energía potencial irremediablemente se pierde en forma de calor (movimiento desordenado e inútil para poder realizar nuevo trabajo). Es precisamente este aumento exponencial en la medida del "calor" global (resultado de múltiples procesos acontecidos en nuestra labor como máquinas de consumo) lo que refleja cuantitativamente nuestra increíble eficiencia productora y consumidora.

Y sin duda gran parte de este éxito como eficiente especie acaparadora de recursos lo tiene la aparición hace miles de años del sistema monetario. El dinero ha sido y es la estrategia más inteligente que el hombre pudo adoptar para poder aumentar su complejidad social de manera sostenible. Es de hecho el mejor método imaginable para poder determinar sin ambigüedad el valor y el potencial que cierta persona posee en cada momento para realizar movimiento. Porque cuanto más dinero posee una persona más capacidad tiene la misma para "obligar" (directa o indirectamente) a otras a realizar trabajo para obtener algún bien a cambio. El sistema monetario permitió que grandes grupos de personas se pusieran de acuerdo en lo que respecta a cuánto vale cada una, de modo que se pudo lograr la aglutinación ordenada de miles y cientos de miles de personas trabajando al unísono sin el recelo de que nadie reciba más de lo que "merece".

El dinero para nuestra sociedad es energía potencial del mismo modo y al mismo nivel en que lo es, por ejemplo la cantidad de moléculas de ATP para un organismo individual. Ambos conceptos simbolizan la cantidad de trabajo que cierta estructura a cierto nivel de abstracción es capaz de realizar.

V. Origen del eterno conflicto humano.

Ya vimos en la introducción que de una manera u otra en la historia de la humanidad todos los conflictos o males se pueden siempre reducir a cuestiones monetarias entre grupos de personas. Pero, ¿a qué se debía esto? Ahora ya podemos comprender que esta lucha es una mera manifestación de la "vieja" tendencia natural en favor de aquellas estructuras más eficientes. En un mundo de recursos limitados donde no hay de todo para todos y donde la naturaleza favorece a aquellos que más rápido son capaces de consumir, el conflicto es irremediable. Este inevitable conflicto viene como ya vimos desde el propio origen de la vida, y lo único que ha ocurrido en estos 4000 millones de años ha sido un aumento en la complejidad y en la abstracción de la lucha, pero la esencia es la misma.

El dinero representa el poder potencial que se tiene para obligar a acometer nuevo movimiento neto, y esto es válido no sólo para el individuo sino para la suma de éstos, es decir para una población completa. Luchar por acaparar dinero es así el modo en que se camufla hoy día la misma batalla natural de siempre en pos de la mayor eficiencia de consumo posible. Así pues el conflicto humano en todas sus vertientes se traduce en una disputa entre personas por acaparar recursos monetarios, los cuales representan en el fondo la misma colisión (espontánea) entre estructuras en su afán por acaparar tan rápido como sea posible los recursos. Y todo siempre auspiciado por una simple regla termodinámica natural: favorecer aquellas estructuras materiales que más eficientes son a la hora de consumir energía en un ambiente dado.

No obstante aún queda una pregunta: ¿qué mueve a un nivel más básico a las estructuras físicas a ser estables gracias a la obtención de recursos energéticos? La respuesta es sencilla: hay otra tendencia natural más básica a favorecer ciertos estados físicos llamados estados fundamentales. Es decir; que habiendo ciertas combinaciones espaciales disponibles y posibles, el mundo tiende siempre a moverse hacia (y a competir por) aquellos estados más básicos o fundamentales (de mínima energía potencial).

Un átomo de plata, por poner un ejemplo; irá siempre rellenando sus capas de electrones de modo que se vayan copando en orden siempre aquellos huecos que menor energía potencial supongan (que en este caso son aquellas capas más cercanas al núcleo). Y es también esta misma disposición la que determina qué enlaces entre átomos son los "preferibles" para conformar moléculas estables; y supone el inicio de la "lucha" natural con la que acaparar recursos energéticos para lograr conformar estructuras que encajen con estos estados fundamentales moleculares. Todo espontáneo, todo natural, todo mecánico y todo inevitable: lo mismo que la determinación de nuestra conducta.

Así pues podemos concluir que nuestra esencia natural como seres vivos son garantía de que los conflictos y guerras nunca acabarán, que no detendremos el consumo energético simplemente por y para evitar el cambio climático, ni tampoco acabarán nunca la corrupción ni el robo, ni se podrán evitar nunca los asesinatos, los secuestros, ni la usura; tampoco detendremos la destrucción de parte de la biosfera, ni los ataques terroristas, ni la emigración masiva, ni la semi-esclavitud en los países del tercer mundo. No acabaremos con la desigualdad ni tampoco con el hambre en ciertas partes del globo, como tampoco seremos capaces de evitar que unos miles de millones de personas trabajen y mal vivan para que otros pocos millones tengamos recursos de sobra: todo lo que entendemos como "malo" en el mundo es natural, y además es irremediable que así sea.

Basta ya de engañarnos a nosotros mismos con buenas palabras, pancartas y optimismo barato. Estudiemos nuestra naturaleza del mismo modo en que estudiamos el movimiento de los cuerpos inanimados, y en ese momento nos daremos cuenta de que nuestro destino está tan marcado como lo están las órbitas de la Luna alrededor de la Tierra. Como explicó el gran Carlos Castrodeza en "El flujo de la historia y el sentido de la vida":

"El recurso de supervivencia fundamental es el estético, es decir, decorar la propia vida de modo que su curso se facilite por una especie de autoengaño más o menos consciente. Una vez más, el arte en todas sus expresiones es el adorno de la propia existencia para hacer que ésta sea más llevadera, y de la misma manera podemos adornar el pensamiento de epitomes, ontologías y metafísicas autocomplacientes según los casos. En esencia, pues, todo es estética, pero una estética encaminada a la supervivencia y no a su propio culto. Adornar el mundo en realidad no es ni transformarlo ni comprenderlo, sino sencillamente sobrellevarlo mal que bien."

Un saludo, compañeros.

4 comentarios:

LaHiena.- dijo...

Me gusta tu analogía del dinero con la energía o, más precisamente, con el ATP en los organismos. Pero creo que se puede ir más lejos en la analogía destacando algunas diferencias importantes con nuestro sistema financiero tal y como existe en la actualidad. Inclusive, considero que este ejercicio nos podría ayudar a reformular varias cuestiones (desde nuestro nulo poder de influencia, decir qué está mal y debería cambiar en el sistema financiero tal como es), por lo que tu analogía sería más bien potencialmente normativa que meramente descriptiva. Si vamos de lo más evidente a lo más escondido, podemos empezar por remarcar, y linda fecha elijo para hacerlo, lo asimétrico (en contraste con el mundo simétrico del teorema de Noether y las leyes de conservación de la energía, el momento y otras cantidades) que es para el conjunto de entidades que intercambian dinero a nivel mundial el que la moneda emitida por un Estado sea la preferida como reserva y como medio de pago internacional (basado, si lo pensamos un poco, no más que en su poderío bélico, aunque es discutible). Si seguimos por los aspectos más esenciales al sistema, que de tan habituados que estamos a ellos, poco patente se nos hace el hecho de que son intrínsecamente fraudulentos, podríamos seguir con los conceptos de tasa de interés, reserva fraccional o mercado de derivados, por poner algunos ejemplos. Lejos de la figura marxista en la que el dueño de los medios de producción explota a quien alquila su fuerza de trabajo, el mayor generador de inequidad e injusticia de nuestra economía es el hecho de que la banca y el mundo de las finanzas en general, lejos de ser un intermediario entre el excedente de unos y la necesidad de financiamiento de otros, se ha convertido en el amo y señor de toda la economía. El monto operado en forma virtual e instantánea supera varias veces el de la economía real de los bienes y servicios. Los bancos privados pueden crear dinero de la nada mediante el sistema de la reserva fraccional (serían como ese bubujeo de partículas y antipartículas virtuales, se crea el dinero junto con la deuda, lo perverso es que se cobra interés y la garantía de ese dinero sí son bienes reales). Los estados nacionales están endeudados por varias veces el PIB de las economías de sus países. Hay una casta de señores que inventó un sistema de reglas de juego basados en el interés compuesto y la deuda perpetua que vive del trabajo ajeno. Creo que la analogía energética puede ser un buen punto para formular una crítica y una alternativa a este sistema perverso. Te mando un abrazo. Siempre sigo tu blog.

Samu dijo...

Muchas gracias por tus palabras, amigo. Comentarios como este son los que animan a seguir escribiendo :).

Un abrazo.

LaHiena.- dijo...

http://www.facebook.com/story.php?story_fbid=1951279245116689&id=100007038962333

Caesar dijo...

LaHiena soy yo. Salud.

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