miércoles, 12 de noviembre de 2014

No hay que temer a la muerte


"Cuando yo ya no esté, no habrá más rosas, cipreses,labios rojos ni vino perfumado. No habrá más albas ni crepúsculos,alegrías ni penas.El universo no existirá,pues su realidad depende de nuestro pensamiento."

"No siento ningún temor por la muerte: prefiero este trance doloroso al sino ineluctable que me fue impuesto el día de mi nacimiento. ¿Qué es la vida?. Un bien que me confiaron sin pedirlo, y que habré de devolver con indiferencia. "
Omar Khayyám (1048-1131 

La muerte es parte de la vida. Todo lo vivo termina por morir; es algo de lo que la segunda ley de la termodinámica se encarga: el orden es costoso de mantener, y más tarde que pronto, las estructuras complejas pierden la batalla frente al constante aumento de entropía que el universo determina.

Para el hombre, como para el resto de seres vivientes; la muerte es simplemente eso: ese momento en que se pierden las cualidades conseguidas momentáneamente por una alta complejidad estructural en la materia. Pero el hombre no es un animal más. Nuestra capacidad de raciocinio nos permite comprender y prever nuestra muerte segura. Y esa certeza, causa normalmente temor: temor a perder la vida, o; más concretamente, temor a dejar de ser y de sentir, terror a cesar de existir como un ser consciente.

Sin embargo no deberíamos sentir ese temor, porque, de hecho, "morimoscada noche. Cada noche vamos a la cama, y literalmente, dejamos de ser o existir. Cuando dormimos, pasamos por diversas fases del sueño. En la etapa 4ª (Sueño Delta), el cerebro casi se desconecta por completo: las ondas cerebrales son amplias y lentas, y no se sueña. Durante los 20 minutos aproximadamente que dura esta fase del sueño, nuestro mundo realmente deja de existir, y nosotros con él. Durante 20 minutos, experimentamos cada noche algo muy similar a lo que será nuestra muerte.

Y no es tan malo, ¿verdad? ¿Acaso alguien tiene alguna pega para esos 20 minutos donde no se experimenta sufrimiento, ni necesidad, ni deseo, ni nada? ¿No es incluso apetecible esa falta de ser, a la continua lucha consciente por satisfacer extrañas necesidades sinsentido (porque, no me negaréis que no es extraño que nos pasemos media vida buscando y luchando por conseguir otra persona(o personas) con un hueco -o protuberancia-, donde meter -o que nos metan- un trozo de carne, para luego escupir -o que nos escupan- dentro un jugo viscoso. Es estúpido y absurdo que tengamos que sufrir por conseguir semejante mamarrachada xDD)?

Y no debemos dejarnos engañar por el vehemente deseo de vivir que todos llevamos programado evolutivamente en nuestro cerebro. La muerte no es tan mala.

De todas formas, no nos llevemos las manos a la cabeza: no estoy defendiendo para nada el suicidio. Al contrario, estoy intentando hacer ver que la futura muerte que nos espera no es algo a lo que temer, sino algo que nos liberará del sufrimiento terrenal. Comprender que la muerte es cierta, pero que no es necesariamente mala o negativa, sino algo parecido a un justo descanso, que nos espera tras nuestro paso por este mundo, el cual que es realmente terrorífico.

De hecho, si hay que elegir entre el ser consciente, donde una parte muy considerable del tiempo estamos sufriendo por muy diversas causas (aunque casi siempre relacionadas con la propia supervivencia y la reproducción), y la no existencia, donde ni siquiera existe el mundo, porque como dice Omar Khayyám en la cita que colocado al principio de este artículo: "Cuando yo ya no esté, el universo no existirá,pues su realidad depende de nuestro pensamiento".

De hecho:
Durante 13500 millones de años el universo no existió, hasta que hace 35 años vine al mundo. Durante todo ese tiempo no hubo sufrimientos ni padecimientos; hasta que aparecí en la existencia. Y cuando yo me vaya, estoy seguro de que todo el dolor se irá conmigo. Y si alguien me dice que antes de mi existencia ya había dolor; yo le replico que quizás lo hubiese, pero que yo no lo percibía, por lo que a mí respecta, es como si no existiera: y lo mismo ocurrirá cuando muera. 

No hay que temer a la muerte, no; sino abrazarla como la liberadora que es. Tampoco hay que buscarla, porque ella llegará por sus propios medios y, además; qué importancia tiene aguantar 60 ó 70 años de este extraño devenir que es la vida. Como defendía Albert Camus: El conocimiento de este esperado destino final nos debe ayudar a disfrutar del sinsentido, aún mientras sufrimos. También viene a la palestra, como tantas veces, las acertadas citas del maestro de Danzig. Como Schopenhauer dijo: "Bien puede decirse que la vida es un episodio que viene a perturbar inútilmente la sagrada paz de la nada.(Schopenhauer; Parerga y paralipomena, 1851)".

Y es que, sin seres conscientes, quizás podría existir el dolor, pero no podría existir la conciencia del dolor. Y ese es, en mi opinión, el gran mal del universo: la posibilidad de la conciencia. De hecho, hemos visto que sin un pensamiento consciente, el universo ni siquiera podría existir tal y como un ser consciente lo percibe: y eso sería maravilloso

A modo de resumen:

No temáis el retorno a la nada que es el morir. Al contrario, hay que esperar a la muerte con ansias y; a poder ser, intentar que la transición sea rápida e indolora. 

Nada nos perdemos con nuestra muerte, puesto que con nosotros muere la existencia; pero sí que ganamos mucho, puesto que la no existencia (la verdadera nada existencial) impide cualquier tipo de sufrimiento, tedio o dolor. 

Porque de hecho, todas las noches "morimos" durante 20 minutos, y no creo que exista mejor momento en nuestros días que esos minutos de paz absoluta y descanso completo; ni necesidades ni padecimientos; ni deseos ni frustraciones: nada.

Algún día de nuestra vida, esos 20 minutos serán perfectos y durarán por toda la eternidad: ese es el verdadero paraíso que a todos nos espera.

Un abrazo.

4 comentarios:

  1. Hace más de cuarenta años, Raymond Moody, en la introducción a su ya clásico "Vida después de la vida", explicó por qué el socorido paralelismo de la muerte con el sueño no consuela a nadie :-) A menos que te autoengañes, claro. Y si te autoengañas, tampoco estás haciendo nada diferente a lo que hacen los creyentes en algún tipo de supervivencia ultraterrena de la consciencia. Puestos a elegir un autoengaño sobre otro, prefiero el segundo. Dormir es muy aburrido.

    El artículo es muy bueno, aunque no comparta el espíritu de la letra :-) Saludos.

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