sábado, 13 de julio de 2019

El mundo no va a mejor

Se nota que el mundo está cada vez mejor, ¿verdad? Después de todo, es lo que todos dicen.
Y es que, como comenta Thomas Ligotti con acierto: "Ser alguien es muy duro, pero ser nadie [máquinas autónomas -térmicas- replicantes de genes] está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...]".
Sí, señor. Cada día el mundo va mejor; ya se hunda un submarino nuclear de cierta nación o se renueve la flota completa de submarinos nucleares de otro país. Ya cambie notoriamente el clima o se aproximen insospechadas crisis y guerras (véanse las últimas noticias sobre el tema Iraní: UK empieza a enviar más destructores a la zona). ¡Detalles nimios que no importan demasiado porque el mundo claramente va a mejor!
Hay salvación. Todo tiene solución. El ser humano avanza y mejora día a día...¡Qué estúpido espejismo!:
"Si proseguimos con estas consideraciones hasta su amargo final, no existirá duda de la conclusión. Mientras la humanidad se mantenga de forma aturdida en el fatal espejismo de estar biológicamente predestinada al triunfo, nada en lo fundamental cambiará. A medida que la población se incremente y la atmósfera espiritual se espese, las técnicas de protección deberán asumir un carácter cada vez más brutal. Y los humanos persistirán en su sueño de salvación y en la afirmación de un nuevo Mesías [en este siglo, el tecno-optimismo]." (Peter Wessel Zapffe)
Sabias palabras de Zapffe: "[...] Mientras la humanidad se mantenga de forma aturdida en el fatal espejismo de estar biológicamente predestinada al triunfo, nada en lo fundamental cambiará". Pero todo eso son paparruchas, ¡por supuesto! Es evidente que el mundo va a mejor diga lo que diga ese señor, ¿no es cierto? Preguntad a cualquiera. Todos os dirán que así es: la humanidad avanza. ¡Las cosas mejoran!
Pero aunque todos lo digan, al mismo tiempo todos saben (de manera más o menos inconsciente) que eso no es verdad. Vivimos atados al noticiero a la espera de la próxima noticia que nos ponga los pelos de punta: el próximo Fukushima, la próxima guerra, la próxima epidemia, etc. ¿Qué ocurre entonces? ¿En qué quedamos?

El sesgo del optimismo.

Pues lo que ocurre es que todos venimos al mundo evolutivamente sesgados cuando reflexionamos según qué temas. Uno esperaría que todas nuestras meditaciones racionales fuesen neutras, ¡pero todo apunta a que no es el caso! Y así lo han demostrado numerosos estudios. Al parecer tenemos una tendencia innata natural e irracional (sesgo) hacia el optimismo. Según esta teoría (insisto, bastante contrastada) nuestro cerebro funciona así...y punto.
En este sentido quizás el trabajo más comprensible y claro sea el de la la neurocientífica Tali Sharot. Podéis ver una charla TED que ofreció para desarrollar las ideas que trata en su recomendable libro ("The Optimism Bias: Why we're wired to look on the bright side"):www.ted.com/talks/tali_sharot_the_optimism_bias?language=es
¡Pero no puede ser! Dirán muchos, indignados con estas palabras. La ortodoxia oficial nos dice que: "Jamás, una parte tan importante del planeta había vivido tan bien. Jamás la esperanza de vida fue tan alta, jamás hubo tanta gente bien alimentada, jamás hubo menos hambre en el mundo, jamás hubo unas coberturas médicas tan altas como en la actualidad. Y no solo me refiero a mejoras de la capacidad de supervivencia del ser humano, sino a nivel ético: jamás hubo tantas democracias como ahora, jamás hubieron tantos derechos civiles respaldados por legislaciones, jamás hubo tanta libertad de expresión, pensamiento, culto, etc."
Pero debéis ser cautos, y reconocer con honestidad que quizás esta ortodoxia es simplemente una consecuencia del "fatal espejismo de estar biológicamente predestinados al triunfo". Ilusiones positivas para personas que (evolutivamente) deben ser positivas.
Pero en cuanto uno logra superar la barrera ortodoxa y observa con detenimiento la realidad, lo que se observa es bien distinto:
El mundo tiene LOS MISMOS problemas de siempre (número arriba, número abajo): guerras (más o menos como siempre, donde todos pelean por "robar" recursos al contrario con cualquier excusa y buenas palabras: "democratizar", evitar la posesión de "armas de destrucción masiva", que si no dejas pasar por el estrecho de Ormuz, que si esta isla es mía o tuya. Cualquier cosa vale), enfermedades (casi las mismas de siempre con algunas nuevas: por ejemplo el ébola, que está a una mutación de distancia de dejar en pañales a la peste medieval. Destacando además que el cáncer sigue matando casi a tanta gente como hace 40 años, etc.), desigualdad social (en claro aumento en todos los países), explotación (esclavitud 2.0: donde occidente se aprovecha del tercer mundo para obtener recursos y mano de obra semiesclava -a veces infantil-), corrupción por todas partes, sistemas dictatoriales en casi todo el mundo (con el añadido del auge en occidente de los partidos nacionalistas y extremistas -por la derecha y por la izquierda-), crisis de recursos (los recursos no renovables se agotan y nadie hace mucho a parte de mirar hacia otro lado mientras queman lo poco que va quedando con promesas renovables incumplidas, siempre a 15 años vista -puro marketing-), crisis económicas periódicas (la última del 2008 fue muy mala, pero la siguiente auguran que será mucho peor), crisis de retroceso intelectual (terraplanistas, antivacunas, homeópatas,...), claro retroceso en la libertad de expresión en muchos países occidentales (fundamentalmente donde el nacionalismo o la política extremista y/o religiosa están regresando), etc, etc...a lo que hay que añadir PROBLEMAS NUEVOS derivados de la industrialización del siglo XIX: cambio climático, deterioro de los polos, de la capa de ozono, destrucción de las reservas naturales -reducción de la Amazonia, por poner un ejemplo-, desertización del mundo, etc.; y también OTROS PROBLEMAS debidos al desarrollo tecnológico del siglo XX y XXI: amenazas atómicas por doquier (centrales, residuos, y armas nucleares que en cualquier momento darán el susto: es cuestión de más o menos tiempo), amenazas bioquímicas, amenazas biológicas (armas en desarrollo, cuestiones como la resistencia de las bacterias a los antibióticos por su mal uso médico y ganadero, etc.), amenazas por la edición genética humana (a ver qué sale de ahí, con China a la cabeza), amenazas por el avance de la IA (fake news, armas autónomas militares, paro masivo debido al exponencial automatismo del trabajo, futura lucha por conseguir una renta básica universal, etc.).
En fin. Que realmente es complicado entender como tanta gente, muchas de ellas muy bien formadas, pueden ser tan ingenuamente optimistas. La única explicación posible es el ya comentado sesgo evolutivo del optimismo: hay que ser positivos, DEBEMOS ser positivos. En palabras de Zapffe: "Y los humanos persistirán en su sueño de salvación y en la afirmación de un nuevo Mesías [en este siglo, el tecno-optimismo]."

Incredulidad programada.

Seamos serios, dirán en este momento la mayoría de lectores a pesar de lo ya comentado: todo eso son paparruchas. ¡El mundo va a mejor! ¡No puede ser que el mundo no vaya a mejor!
debe ser así. No podemos ni debemos abandonar el positivismo. Tenemos que buscar y encontrar cualquier idea que nos ayude a lograr comprender a pesar de todo por qué el mundo va a mejor. Y así podemos ignorar lo negativo, centrarnos en los datos positivos, acotar la realidad. El coste intelectual no importa...¡y si es necesario nos inventaremos la historia! Todo sea por mantener el positivismo y romper la disonancia cognitiva que los hechos del mundo producen en nuestro interior.
Así pues, no nos queda para finalizar más que decir una vez más todos a una lo evidente: ¡Que el mundo va a mejor! ¡Que todo tiene solución! ¡Que la salvación está a nuestro alcance puesto que nuestro mesías tecnológico así lo promulga! Todo es cuestión de fe y esperanza...como siempre lo ha sido.