"Everything that moves can be viewed as an engine that is connected to a device that dissipates power, and which functions as a brake. The engine produces the power, and the brake dissipates (destroys) the power and transmits it as heat to the ambient. The earth itself is an engine + brake system. The fuel is solar, and the heat rejection is the thermal radiation released to the cold sky. The heat inflow equals the heat outflow. Between the inflow and the outflow hovers the globe, which we can imagine as a ball of yarn with innumerable moving threads, all rubbing in ways that resist movement: atmospheric and oceanic currents, river basins, forests, heat leaks from burning fires and animal and human movement."
("The Physics of Life: The Evolution of Everything", Adrian Bejan)
De vez en cuando llega a nuestras manos un libro de esos que nos hacen ver con claridad lo que siempre hemos tenido ante nuestras narices pero que no llegábamos a enfocar. En este caso hablo del libro: "The Physics of Life: The Evolution of Everything", por Adrian Bejan.
Siendo sinceros la calidad literaria de la obra no es demasiado grande, y existen en la literatura obras que tratan este mismo asunto con mucha más calidad (como es el caso del trabajo "Evolución Cósmica: El aumento de la complejidad en la naturaleza", de Eric Chaisson). Sin embargo, el libro de Adrian Bejan me ha servido para aclararme conceptual y esquemáticamente. Y es que el hecho de atender a conceptos termodinámicos como el de entropía, el consumo de energía libre (exergía), o la tendencia natural a abolir gradientes energéticos al tratar estos asuntos formalmente es la manera correcta de proceder; pero tienden no obstante por lo general a confundir a todo aquel con pocos conocimientos de física (e incluso a los que tienen conocimientos). No obstante resulta que, como Adrian Bejan ha logrado demostrar con este libro, se puede resumir toda la temática a un concepto mucho más básico y sencillo de entender: el movimiento. Una única palabra que, lo creamos o no, resulta que lo abarca todo.
Producir movimiento, repitámoslo una vez más: ese es el principio básico a lo que se reduce todo...y absolutamente todo. Generar y crear flujos de movimiento. Mírate por ejemplo a ti mismo, mira a tu alrededor. No hay nada que no esté orientado a propagar la circulación y el desplazamiento de materia y radiación. Todo fenómeno en nuestro planeta no es otra cosa más que un conjunto de ingenios organizados para facilitar este único fin.
Para clarificar me pongo a continuación de ejemplo práctico:
Hoy me he levantado, me he duchado, he desayunado y he puesto las noticias en el televisor. Pues bien, lo que realmente hice una vez uno mira el asunto en su mínima expresión fue generar puro movimiento (de manera directa e indirecta) en cada uno de los segundos que invertí en realizar estas tareas.
Mi cuerpo está compuesto por trillones de células con sus orgánulos y sus macromoléculas todas consumiendo energía para impulsar sin cesar actividad y cambio. Mis músculos quemaron azúcar para mover mi cuerpo que desplazó luego una palanca del cuarto de baño: en ese instante un flujo de agua caliente salió del grifo y recorrió mi cuerpo durante un buen rato. Ese flujo de agua pudo aparecer gracias al trabajo de operarios que mantienen en funcionamiento complejas maquinarias de bombeo (generadores de movimiento), y dicha agua estaba caliente gracias a la extracción y transporte de un gas llegado posiblemente desde Argelia mediante el cual aumenté la velocidad media de las moléculas de dicha agua. Luego generé más movimiento para secarme el agua residual y vestirme luego. Mi ropa por cierto posiblemente fue transportada en algún momento desde China en avión, donde alguna fábrica la confeccionó cortado y pegando diversos materiales que anteriormente otros habrían obtenido y procesado.
Tras vestirme como digo fui a desayunar, zampándome un buen bocadillo de jamón. El trigo de este pan fue hace meses sembrado y recolectado; y posteriormente horneado y transportado a una tienda en la esquina de mi barrio. El jamón provino de un ser vivo (el pobre cerdo) que fue a su vez alimentado en una granja atestada hasta que engordó lo suficiente para su matanza y posterior despiece y transporte. Tras unos meses de curación el jamón llegó al supermercado y yo lo compré y lo traje a mi casa. Creo que resulta evidente que el simple hecho de que yo me haya comido hoy un mísero bocadillo ha supuesto una creación enorme de movimiento neto, y no sólo a nivel personal (dentro de mi cuerpo conforme mi estómago y otros órganos sintetizaba esta energía potencial) sino a nivel global. He generado sin yo saberlo movimiento en cientos de lugares distantes y de manera continuada en el tiempo: y todo para un pequeño acto (una necesidad) que me ha llevado no más de 10 minutos satisfacer.
Al mismo tiempo que desayunaba he puesto las noticias. Un gesto que parece inocente pero que supone que una gigantesca planta de producción eléctrica produzca y me transporte una cantidad ingente de electrones que puedan encender mi televisor. Un televisor Samsung ideado y producido en masa en cierta fábrica de Corea del Sur que algún avión (o barco) trajo más tarde al Carrefour. Luego tenemos a los presentadores y las noticias en sí, las cuales suponen el transporte de corresponsales a diversos países, así como el movimiento de personas en la redacción, la postproducción, la generación de la señal electromagnética con toda la información y finalmente los repetidores colocados a lo largo de toda España que hicieron llegar la vibración de las ondas adecuadas a la antena de mi casa.
Es decir, que el mero hecho de que yo esté aquí hoy vivo ha supuesto en media hora la generación de una cantidad neta de movimiento a nivel mundial tan grande (tan gigantesca) que no podemos ni siquiera comprender bien el hecho en sí.
Y eso que no he tenido en cuenta hasta ahora el coste que me supone a mí personalmente el poder permitirme generar tal cantidad de movimiento. Este potencial viene por supuesto de las rentas que supone mi trabajo mensual en una empresa. Huelga decir que el hecho de tener que trabajar implica también el acto de producir de una manera u otra movimiento. Y da igual cual sea tu profesión, el hecho de trabajar supone que finalmente más movimiento será generado (y con mayor eficiencia). E insistamos en que no importa realmente cuál sea nuestra profesión; sea la que sea es seguro que de una manera más o menos directa consistirá en esencia en facilitar el flujo y la corriente de bienes y servicios (y conocimientos) de manera que será con el tiempo cada vez más sencillo y eficiente continuar con el propio crecimiento en la generación de nuevo movimiento. Se trata en el fondo de un proceso de retroalimentación.
Todo lo que el hombre hace (junto con el resto de seres animados o no) es actuar como mediador para facilitar la cantidad de movimiento total generada en el planeta por unidad de tiempo (es decir, la eficiencia). Consumimos para generar movimiento, y producimos (trabajamos) para que cada vez se logre consumir más cantidad y en mayor proporción. La biosfera por completo es un catalizador de movimiento en el sentido propuesto...y nada más.
Y lo dicho vale a cualquier nivel de abstracción. Los países, por poner un ejemplo, son más ricos cuanto más consumo producen, es decir, cuanto más mueven de una manera u otra anualmente (lo cual se refleja bajo eso que se llama abstractamente como producto interior bruto). Más riqueza implica más consumo y más servicios para cada vez más gente: más coches, más móviles, más viajes, más casas, etc. Mover en suma cuanto más mejor. Y lo mismo ocurre con nuestra subjetiva felicidad personal: el consumo es nuestra delicia. Nos encanta comprar, nos encanta comer, nos encanta viajar, nos encanta el dinero (ente abstracto que representa el potencial físico que poseemos en cierto momento para obligar a los demás a moverse por y para nosotros), etc. Se puede decir sin caer en la exageración que una persona, lo sepa o no, es feliz (y está tan satisfecha con su vida) en relación muy directa con la capacidad total (potencial) que posea para aumentar la cantidad de movimiento neto en el mundo.
¿Cuál es, de hecho, según la sabiduría popular el ideal de ese concepto tan abstracto y complicado como es la felicidad? Salud, dinero y amor. Salud para seguir existiendo y por lo tanto consumiendo (generando movimiento) todo el tiempo posible, dinero para poseer el poder de empujar a los demás a moverse por y para nosotros (ofreciéndonos servicios y productos que consumir), y amor para lograr una pareja con la que procrear con éxito y repetir así este mismo ciclo de continuo desplazamiento material sin fin del que formamos parte.
Conclusión.
Repitamos por último una vez más a modo de corolario todo lo dicho. Producir movimiento es la razón última de todo, absolutamente todo el fenómeno que vemos a nuestro alrededor (no sólo el biológico). Generar los mejores flujos y liberar la circulación de manera que la cantidad neta de desplazamiento de materia y radiación en el planeta sea la máxima posible. Un simple (y fácil de entender hecho) al que se puede reducir finalmente la explicación de cualquier cosa que puedas observar: desde el "sencillo" movimiento de un río, pasando por ese ocasional tornado o huracán, la multiplicación de una cepa de bacterias, la crianza de un ave marina, y por supuesto también la "compleja" sociedad humana y su explosiva capacidad para devorar energía.
Vemos como sin la necesidad de la jerga termodinámica hemos llegado igualmente a explicar la esencia de nuestra realidad local: todo gira en torno a un impulso natural que se "afana" por generar (organizar) flujos de movimiento cada vez más eficientes y capaces en la tarea de facilitar a su vez la creación de nuevos flujos; y así una y otra vez en un eterno y grácil bucle (evolutivo) ad infinitum (o más bien, hasta que la fuente de energía externa -que en nuestro caso es el Sol- se agote).
Terminemos el artículo con las siguientes citas reveladoras:
"Este mundo, el mismo para todos los seres, no lo ha creado ninguno de los dioses ni de los hombres, sino que siempre fue, es y será fuego eternamente vivo, que se enciende con medida y se apaga con medida.[La vida de la naturaleza es un proceso incesante de movimiento]" Fr. 30
(Heráclito de Éfeso, filósofo presocrático)
"Heraclitus of old Greece (a philosopher of twenty-five centuries ago) had it correct: Everything flows; nothing is permanent except change. It’s perhaps the best observation anyone ever
made.[...] Such is the nature of change. The emergence of order and the growth of complexity, everywhere and in all scales, do exact a toll-and that toll means a Universe sinking further into an ever-disordered realm of chaos."
("Cosmic Evolution: The Rise of Complexity in Nature", Eric Chaisson)
«"Heráclito tenía razón", afirma Popper, "no somos [el individuo] cosas, sino llamas. O, más prosaicamente, somos, como todas las células, procesos metabólicos, redes de vías químicas.[...] Los árboles despliegan activamente sus raíces y hojas para absorber el agua y la energía, dos ingredientes necesarios para incrementar la disipación. [...] Cada nueva hoja, cada nueva predisposición fototrófica, es una nueva oportunidad para la degradación de energía. En resumen, el dicho cartesiano "pienso, luego existo" se convierte en "existo porque disipo".»
("La Termodinámica de la vida: física, cosmología, ecología y evolución", Dorion Sagan y Eric D. Schneider)