sábado, 20 de enero de 2018

El génesis según san Cosmólogo

"Y dijo Dios: Haya luz, y hubo luz." 
(Génesis, capítulo 1) 

Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?
(Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125)


Si hay un hecho curioso hoy día, después de la tan anunciada "muerte" de Dios entre los "intelectuales", es la innegable semejanza que existe entre lo que se puede considerar el génesis propuesto por la moderna cosmología y la explicación del origen del mundo que tradicionalmente han propuesto diversas religiones a lo largo de la historia y prehistoria de la humanidad.

No cabe duda de que los cimientos físicos y matemáticos sobre los que descansa la propuesta científica ante el origen del Universo es enormemente más fuerte que la tradicional propuesta mística que se basa casi por completo en la imaginación y el instinto. Sin embargo, una vez bien entendida la propuesta cosmológica, todo se resumen realmente (una vez traducida las matemáticas a palabras) en un: "Y ¿? dijo: Haya luz, y hubo luz".

Según (san) Cosmólogo el inicio de la realidad fue un proceso mecánico natural espontáneo donde en el transcurso de 0.000000....0000001 segundos el mundo creció no menos de 60 órdenes de magnitud. Es decir, que un potencial de vacío (cuántico) creció espacialmente de manera exponencial de modo que, casi (casi) instantáneamente, la nada creció (se desplegó o extendió -unfold, como dirían los anglosajones) y abarcó un tamaño muy similar (aunque menor) al que vemos actualmente al mirar al cielo.

Más tarde, trascurridos estos 0.000000....0000001 segundos de astronómico crecimiento potencial en el espacio, el proceso inflacionario acabó con un igualmente súbito proceso de conversión de energía potencial en materia y radiación. Es decir, que lo que inicialmente fue una especie de "frío" y vacío "globo" inflado casi instantáneamente, repentinamente transformó toda su energía potencial almacenada en partículas y energía cinética (calor) llenando así todo ese "inerte" vacío de ser.

Ningún físico sabe no obstante por qué existía ni de donde procedía todo ese potencial energético almacenado en el campo escalar primigenio (que llaman inflatón). Simplemente afirman que existía tal campo cuántico, que poseía ya desde el principio una energía potencial inmensa y (casi) constante, y que dicho potencial favoreció la expansión (la inflación) espacial de dicho campo escalar para finalmente (debido a causas desconocidas) proceder a una conversión del potencial del inflatón en partículas y energía cinética "convencionales".

Probablemente sea una sorpresa para muchos conocer que, lo que tradicionalmente entendemos como Big Bang, no es realmente el inicio de todo, sino el concreto punto donde la energía potencial dentro del ya preexistente frío, gigantesco y vació "globo" (como decimos vacío de todo excepto de potencial, signifique eso lo que signifique), se convierte espontánea y ferozmente en partículas y movimiento caótico ("luz" y calor). Como veis, la "explosión" a la que normalmente se hace referencia con el Bang no es tanto un proceso de creación de la nada, digamos hacia "afuera"; sino más bien un proceso de creación ex nihilo interno a un preexistente y gigantesco mundo ("globo") vacío.

Uno no puede en este punto más que recordar aquello de que: "En [el] principio (origen) era la palabra (Verbo), y la palabra (Verbo) estaba con Dios y Dios era la palabra (Verbo)".

Es fácil entender metafóricamente una clara analogía en cuanto a los conceptos de palabra, verbo y lo potencial. Cuando existe potencial es cuando existe algo que aún no es, pero que tiene el "poder" de permitir un futuro ser. Así pues, la moderna cosmología resume la existencia al verbo (poder): a un inexplicable y preexistente potencial. Esto es, a un potencial primigenio de Ser que no se sabe por qué, ni quizás se sepa nunca, acabó en cierto momento convirtiéndose en un ser de facto. Metafóricamente, y haciendo referencia a otra frase bíblica, el verbo se hizo "carne": es decir; el potencial se hizo movimiento y realidad.

Y ahí queda el asunto. Enormes evidencias empíricas y matemáticas soportan esta génesis cosmológica, pero no hay explicación (científica ni de ningún otro tipo) capaz de ir más allá del propio proceso inflacionario. ¿Por qué existía ese potencial primigenio? ¿De dónde procedía toda dicha energía? ¿Qué es en sí el inflatón (ese hipotético campo escalar anterior al Big Bang)? ¿Por qué el inflatón poseía ya desde el principio una energía potencial tan descomunalmente alta que fue capaz de lograr en un instante que la nada tomara un tamaño astronómico?  ¿Y por qué y cómo el potencial finalmente decae y se transforma en toda esa infinidad de partículas y en el movimiento que llevó más tarde, tras una larga historia cósmica, hasta nuestro mundo actual?

Afinando en el asunto.

Cuando uno intenta estudiar formalmente un poco más todo lo tratado, enseguida notamos que matemáticamente las cosas son un poco más enrevesadas de lo ya comentado; pero quizás esta sencilla gráfica pueda ayudar a entender lo que se propone desde la física:


Según este boceto matemático en el principio era el potencial, todo era potencial y en el potencial se encontraba todo. Y dicho potencial era realmente enorme (lo que viene esquematizado con la altura que alcanza la curva de la gráfica de arriba). En cierto momento ese potencial (lo que podía ser), realmente comenzó a ser (cambió). Eso se identifica arriba con un desplazamiento gradual muyyyy lento hacia la derecha de la bolita dibujada. Durante este desplazamiento la nada crece (se infla como un globo), pero permanece aún "fría" y carente de cualquier otra sustancia. Transcurridos unas pocas millonésimas de segundo, el globo ha crecido exponencialmente (se ha extendido como dicen en la jerga científica) no menos de 60 órdenes de magnitud.

Luego vemos como la bolita llega al borde del precipicio en la gráfica...¡y cae! ¡Y precisamente esta caída (que fue también casi instantánea) supuso lo que todos conocemos como Big Bang!: todo lo que podía ser finalmente fue. En ese concreto momento el potencial se descompuso y desfiguró en una infinidad de partículas que inundaron de materia, radiación y calor (movimiento) todo el "interior" de ese enorme globo inflado en la etapa anterior. Finalmente el verbo (el potencial) se hizo luz.

Hay que recalcar antes de finalizar, que el mundo actual (el que puedes ver a tu alrededor), supone la evolución mecánica acontecida a partir de todo ese nuevo ser aparecido. Es decir, que todo lo que observas es fruto de la historia cósmica que ha sobrevenido al acto de creación arriba descrito.

Precisamente hace pocos días se publicó un interesante paper que incluía una ilustración muy detallada de esta sucesiva evolución del ser:




Los detalles de esta ilustración son demasiado complejos como para explicarlos en pocas palabras, pero valga mencionar que se puede entender grosso modo que, poniendo el punto de referencia en nuestro planeta (el centro de la imagen), mirar radialmente hacia el borde del círculo supone mirar atrás en el tiempo (en el pasado del Universo).

Así  pues se observa conforme nos alejamos la formación de los planetas, de las estrellas y las galaxias, los sorprendentes filamentos que conforman los supercúmulos de galaxias, y posteriormente cerca del borde observamos ese momento que en cosmología se denomina decoupling time (momento en que la temperatura cae lo suficiente como para permitir la formación espontánea de átomos). Finalmente llegamos justo al borde del dibujo donde vemos los primeros instantes del Universo tras el Big Bang (es decir, el punto justo donde la bolita de la gráfica de arriba toca el fondo y crea toda la radiación, materia y energía cinética).

Sin embargo, es indudable que este cuadro está incompleto. Algo hay que poner más allá del borde del círculo puesto que se sabe que previamente al Big Bang ya existía un campo escalar con una enorme energía potencial primigenia. Ese hecho no está arriba pintado y en realidad no se tiene ni idea de cómo hacer frente a ese misterioso potencial que hoy sabemos es anterior a todo lo conocido.

Terminando el cuadro.

Pocos científicos terminan el cuadro apelando a Dios, o siquiera confesando que ese enorme potencial preexistente posee características muy similares a aquellas que tradicionalmente le asignamos a ese supuesto ente trascendente. Tampoco saben cómo acabar la historia, así que se limitan por lo normal a negar la hipótesis deísta (y por supuesto teísta) sin aportar mucho más. Es lo que hay, nos dicen: ignorancia eterna.

Los creyentes de las diversas religiones (habidas y por haber) ven sin embargo la excusa ideal para recurrir a algún tipo de Dios (deísta o teísta). Si antes del mundo ya existía un potencial tan grande y con esa capacidad de creación tan "elevada": ¿por qué no resignarnos ante la idea de que tal potencia sencillamente es representación o reflejo del poder de una deidad?

Más aún, puesto que antes del ser sólo había potencial para ser, realmente no habría en ese momento una realidad material sino sólo algo inmaterial que aún no era (pero que podía ser). Una "sustancia" inmaterial que debería ser además atemporal  e incausada, ya que sin materia ni espacio no es lógicamente concebible el proceso de causa-efecto, ni tampoco el concepto de cambio ni tiempo (entendiendo al tiempo como la medida en la cantidad de movimiento: s = v·t => t = s/v, pero si el espacio es nulo entonces s siempre será igual acero y por lo tanto t también lo será).

Conclusión.

Quizás la principal conclusión de todo lo visto sea que ante la evidente imposibilidad de continuar el estudio empírico del cuadro existencial de manera científica, posiblemente haya llegado de nuevo el momento de afrontar la cosmología haciendo énfasis en la única opción espitemológica que parece quedarnos: la lógica y la razón pura.

Puede que la filosofía de la ciencia deba tomar el relevo que la física nos deja e intentar estudiar el mundo desde esta perspectiva. Filosofía y ciencia no tienen necesariamente que ser incompatibles en la búsqueda del conocimiento. Es más, creo que a partir de propuestas puramente humanistas (como la de los maravillosos presocráticos) y gracias al respaldado de la física podemos alcanzar hipótesis muy interesantes que muy posiblemente no serían posibles únicamente a partir de la razón lógica, ni tampoco únicamente desde la ciencia empírica.

La conjunción de estas dos ramas del saber es, en mi opinión, el futuro que nos espera una vez la ciencia empírica ya agotó casi todo su potencial. Sinceramente, creo que el día que la deseada teoría del todo llegue (si es que llega), será el momento en que habrá que apoyarse más que nunca en la filosofía para seguir avanzando en el conocimiento sobre el porqué de las cosas.

En este sentido igual os interese esta propuesta que hice hace tiempo en este mismo blog: "Parménides de Elea y la física moderna".

5 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente artículo. No sé porqué escribes que la conjunción de ciencia-filosofía es el futuro, si en realidad nunca se han separado, si hemos asistido a un largo periodo en donde hay muchos filósofos inertes, y de muchos científicos sin ningún barniz de filosofía, pero en cada rama de la ciencia que hoy vemos se ve más y más el retorno de la filosofía, para ello solo veamos la Física teórica, Las ciencias de la computación etc.

Samu dijo...

Estoy de acuerdo, Robert. Gracias por comentar :).

Un saludo!!

Unknown dijo...

Excelente publicación, palabras para meditar y contemplar las posibilidades hiperreales del mundo que desconocemos. Un saludo!

Samu dijo...

Gracias por comentar, Jorge.

Un saludo!!

Manuel Herrera dijo...

Habrá que esperar que la física y la ciencia en general encuentre las respuestas apropiadas a los interrogantes que son muchos. Todo tiene explicación no hay nada inexplicable. Y si mientras tanto apremiados por la prisa, necesitamos solventar nuestras incertidumbre mediante el vuelo de nuestra imaginación, la ciencia ficción, la filosofía de la ciencia, la metafísica u otra fuente de consuelo intelectual, hagámoslo, pero no nos entreguemos tan deprisa a los territorios de especulación que no sean otros que los que nos proporcionan las hipótesis científicas

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