«Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?»
(Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125)
«El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre — una cuerda sobre un abismo.»
«La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.»
(Nietzsche, Así habló Zaratustra)
«La humanidad no representa una evolución hacia algo mejor, o más fuerte, o más alto, al modo como hoy se cree eso. El progreso es meramente una idea moderna, es decir, una idea falsa.»
(Nietzsche, La genealogía de la moral)
«La existencia del superhombre comienza y concluye en el amor a nuestro destino, aceptación de uno mismo, convertido este destino en libertad por aceptación del propio destino.»
(Nietzsche, Ecce homo)
Intelectualmente Dios lleva mucho tiempo ya "muerto". Lo matamos nosotros. Y lo hicimos por una buena causa: era un acto necesario para poder llegar a un mayor entendimiento del mundo. Su mera posibilidad era un lastre, y simplemente nos deshicimos de Él.
Pero con su "muerte" intelectual, Dios se llevó por delante cualquier atisbo de moralidad y significado absoluto para la vida humana. Sin una guía divina, la existencia humana como tal carece de sentido objetivo: no deja otra opción mas que la de abrazar al nihilismo. Como diría Carlos Castrodeza: "Biológicamente, es decir, desde la perspectiva de la historia natural, la razón de ser de todo ser vivo es permanecer, pero esa permanencia no tiene objeto. Se trata de permanecer por permanecer porque, valga la vacuidad epistémica, en su dimensión tanto gnoseológica como ética, permanece lo que permanece y punto". La razón de ser todo ser vivo, hombre incluido, parece pues que es la de permanecer por permanecer...y poco más.
Por otra parte, si Dios no existe, la moral resulta ilusoria y el juicio moral se convierte en mera interpretación subjetiva: esa que corresponde a nada más que el gusto personal. Como Richard Dawkins bien aventura, "si sólo hay un Creador que hizo al tigre y al cordero, al guepardo y a la gacela, ¿a qué está jugando? ¿Es un sádico que disfruta siendo espectador de deportes sangrientos?". Una reducción al absurdo que Nietzsche ilustra de manera similar al invitarnos a considerar las aves rapaces y las ovejas de las que se alimentan. Cuando las aves se alimentan de las ovejas, esto no es ni moralmente malo ni bueno. Las aves simplemente actúan según su naturaleza; la moral es irrelevante (relativa al sujeto).
Así que moralmente somos libres. Ningún juez celestial ni ningún orden etéreo parece esperar nuestra muerte para juzgar nuestros actos. Pero es interesante notar que, a pesar de nuestro asesinato divino, el orden social se mantiene en pie. La humanidad no involucinó hacia el caos, sino que se mantuvo dentro del orden moral que viene arrastrando desde que bajó de los árboles hace cientos de miles de años.
Sin embargo, el hombre se liberó del yugo moral cristiano, para descubrir su verdadera esencia como esclavo del instinto animal. Como Emil Cioran dijo: "Ser es estar acorralado". Posiblemente ningún Señor de barba blanca vaya a juzgarnos tras nuestro deceso, pero es indudable que en cada segundo de nuestras vidas somos no obstante juzgados por la propia Naturaleza, la cual nos enjuicia y llegado el caso, (hormonalmente) nos condena y castiga.
El apocalipsis según san Cosmólogo.
En su genealogía de la moral, Nietzsche nos adelanta que «el ateísmo y una especie de segunda inocencia van juntos». Y es así. A mi alrededor no reconozco ya a nadie que realmente crea en una guía trascendental o espiritual, e incluso el que cree la ignora por completo, clara señal de que no siente lo que dice creer. El ateísmo se ha extendido por toda la humanidad, al mismo tiempo que el nihilismo se ha diluido entre la ignorancia y la indiferencia.
De todas maneras la metafórica "muerte" de Dios fue sólo el comienzo. Y es que, para más inri, la moderna ciencia; arma con la que ya asestamos el golpe mortal a la idea divina, añade más leña al fuego. Resulta que, según (san) cosmólogo, el cosmos tiene un claro y fatal destino. No importa como se pretenda, la experimentalmente corroborada expansión acelerada del Universo llevará sin remedio a su propia "muerte" térmica. Y es que, un crecimiento espacial acelerado junto con una máxima velocidad física permitida para cualquier fenómeno (velocidad de la luz), así lo demuestran.
Conforme transcurran los años, las galaxias quedarán poco a poco aisladas empíricamente unas de otras; y ni siquiera la luz podrá viajar entre ellas. Un oscuro horizonte marcará y delimitará cada constelación impidiendo el intercambio de información de ningún tipo. Más tarde, todas esas islas galácticas irán consumiendo su combustible nuclear: es decir, las estrellas se "apagarán". Esos fríos e inertes islotes constituidos en gran medida por materia condensada e inmóvil irá cayendo luego en espiral hacia el agujero negro super-masivo que cada galaxia contiene en su interior. Finalmente incluso estos agujeros negros desaparecerán "evaporados" tras una continua radiación de energía ultra-degradada. Así pues, cada una de las millones de galaxias que quedaron primero aisladas, acabarán al final constituidas por una infinidad de partículas de radiación sin apenas energía. La masa y la materia habrán desaparecido por completo en forma de un caos de ondulada radiación, e incluso así, la aceleración del cosmos continuará hasta aislar y estirar individualmente cada uno de estos fotones de modo que, en el límite temporal, su longitud de onda será plana e indetectable. La energía por unidad de volumen será mínima e igual a la energía (residual) del vacío cuántico. Todo rastro de ser habrá pasado a la historia, y de la historia no quedará ni rastro.
Por lo tanto, vemos que según la moderna cosmología todo el fenómeno surgió de la nada (cuántica) y a la nada volverá. La existencia se podría interpretar así como una fortuita fluctuación nacida casi por error y condenada desde su mismo origen a desaparecer en el olvido junto con la historia y el recuerdo de todo lo acontecido en su ser. Un mandamiento de esencia natural que lleva el nihilismo a cotas inimaginables.
Como dice la famosa cita bíblica: "Del polvo vienes y en polvo te convertirás". Aunque más bien deberíamos decir: "De la nada todo viene y en nada todo se convertirá".
Matando el tiempo.
Emil Cioran, en relación a nuestra existencia personal como individuos, dijo: "Mi misión es matar al tiempo, la suya matarme a mí. Se está perfectamente a gusto entre asesinos". Y ciertamente cuando miro a mi alrededor, todo lo veo lleno de "asesinos".
Es más, la gente se puede clasificar fácilmente en diversos grupos de "magnicidas" según sea su forma de sobrellevar este sinsentido del mundo:
- Primero están los ignorantes de todo lo arriba descrito. Este conjunto lo conforma una gran masa de personas en la actualidad. Ni saben ni quieren saber. Se limitan a dejarse llevar por el instinto y el hedonismo. No saben por qué ni para qué viven, no saben nada del origen y el destino del mundo; apenas conocen su historia evolutiva, y no les interesa nada que no sea comer, consumir y "follar" (panem et circenses). Conocen la finitud y levedad de sus vidas, y padecen sufrimiento y necesidad, pero raramente reflexionan sobre el porqué o el para qué de todo este trance existencial. En pocas palabras: permanecen por permanecer, y punto.
- Luego están las personas estoicas. Saben y conocen, pero afrontan con resignación el sinsentido. Para qué luchar o deprimirse con pensamientos sobre algo que no tienen solución. Estas personas se limitan a actuar finalmente de manera muy similar a las ignorantes, y acaban dejándose llevar por el hedonismo biológico más básico. ¿Qué otra cosa se puede hacer? Son algo similar a lo que Nietzsche denominó como "el último hombre": un hombre cansado de la vida, que no toma riesgos y que solo busca el comfort y la seguridad a la espera de que su tiempo pase.
- Por otra parte están los utópicos. Personas más o menos formadas, conscientes del nihilismo y del fatalismo Universal, pero que se afanan por dotar de esperanza al destino de la humanidad. Ya inventará la tecnología el modo de evitar la "muerte" térmica de la realidad, aseguran. Ni ellos mismos se creen sus palabras. Pretenden otorgar al hombre un poder sobrenatural capaz de doblegar las mimas leyes naturales. Bien puede decirse que son dignos adeptos del ideal de superhombre de Nietzsche. Lástima que todo sea una mera ilusión, y que ese cerebro nuestro de mono venido a más jamás llegará a alcanzar semejante poder. En realidad no son más que ilusos optimistas que adoran la venida de un futuro "mesías" tecnológico capaz de salvar el legado del hombre. Antropocentrismo 2.0.
- Por supuesto también están los que reniegan de la "muerte" de Dios, y siguen afianzados a Él a pesar de todos los varapalos científicos que tal idea ha recibido en los últimos siglos.
- Finalmente tenemos a los deprimidos. Pesimistas incapaces de encontrar consuelo ante el nihilismo, y que reniegan al mismo tiempo de aceptar los mandamientos naturales hincando rodilla ante lo que el instinto les empuja a hacer. Este grupo de personas quizás tengan los ideales más "nobles", pero la selección natural se encarga pronto de remover sus ideas (y su actitud) del acervo génico (y del acervo de memes). Además son personas atormentadas que sufren quizás más de lo necesario sin que tal suplicio vaya a servir para gran cosa.
Atendiendo a la clasificación anterior, y según mi experiencia personal, la mayor parte de personas hoy día caen dentro del primer grupo descrito. Casi todos mis conocidos y familiares son gente que no saben ni quieren saber. Viven por vivir y no les preocupa nada más que persistir. En este sentido tienen la fortuna de poder sobrellevar la vida sin que les atormente demasiado la angustia existencial. Se puede decir, sin ánimo de ofender, que viven de manera muy (muy) similar al resto de animales. Bendita inconsciencia.
Por otra parte todavía una proporción importante, aunque mucho menor (y en continuo decrecimiento), cae dentro del grupo de religiosos y (verdaderos) creyentes practicantes que reniegan del ateísmo y se aferran al ideal de Dios.
Y eso es todo. Estos dos grupos probablemente aglutinan a más del 99% de la población (con sesgos según sea el país donde vivan). En realidad hoy en día la mayoría de personas son ateas sin tener casi ni idea de ciencia, tal como antiguamente eran creyentes sin tener casi ni idea de teología. Pero por el resto, todo sigue más o menos igual.
De hecho, no fue hasta bien poco que, gracias a internet, pude contactar con personas de los otros grupos arriba descritos. Antes me era imposible entablar una conversación existencial sin que me miraran con caras raras, y todavía hoy día sólo puedo encontrar (pocas) personas con las que hablar de estas cosas gracias por ejemplo a facebook o a diversos foros de debate online.
Pues bien: de las personas que conozco (telemáticamente) y que no son ignorantes o creyentes tradicionales, la mayoría optan por el tecno-optimismo. No aceptan realmente el inevitable destino del Universo y el ineludible olvido histórico de TODO lo que el mundo contiene.
Mi opinión personal sobre el asunto.
Por si a alguien le interesa ,comentar que mis ideas encuadran en estos momentos con las del grupo de estoicos. Se puede decir que soy un espécimen de "último hombre". Un (casi) cuarentón algo cansado ya de la vida, que no toma riesgos y que solo busca el comfort y la seguridad a la espera de que mi tiempo llegue. No he perdido aún esa sensación nihilista que me acompaña desde la adolescencia, pero hace tiempo que dejé atrás mi etapa pesimista. El mundo puede que no tenga ningún sentido humanamente relevante pero, ¿para qué o contra qué luchar? Si las cosas son así, que así sean. Que el sistema endocrino nos guíe en este breve y fugaz viaje por el ser.
Por cierto, y tú, ¿de qué grupo eres?