viernes, 12 de abril de 2013

Realismo depresivo

A continuación transcribo un comentario mío realizado en la web Evolución y Neurociencias, al respecto del heurístico del optimismo que la ciencia propone poseemos programado en nuestro cerebro: http://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es/2013/03/el-realismo-depresivo.html


No hace mucho tuve una experiencia personal al respecto. Puse en mi tablón de Facebook algún comentario sobre alguna noticia desagradable (no recuerdo cuál), y los posteriores comentarios en mi muro fueron degenerando en un debate optimismo-pesimismo. Pues bien; los comentarios optimistas de mis amigos (la mayoría de ellos con estudios superiores) eran exasperantes: una amiga mía, por ejemplo; doctora ella, llegó a justificar el enorme dolor en el mundo con las "cosas buenas de la vida", poniendo el estúpido ejemplo de que ella pasa, de vez en cuando; unos buenos momentos leyendo un libro al sol de la tarde.

Ese comentario fue el rematé: ¡¡justificar una actitud optimista frente al mundo, con unos nimios momentos de bienestar que la sociedad occidental se procura a costa del sufrimiento del 3er mundo y del mundo en vías de desarrollo me parece no sólo una estupidez sino incluso una actitud deleznable (si no fuese por el hecho de que dichos comentarios son actos del subconsciente heurístico del optimismo, claro)!!

Y es que no hay ilusión más poderosa en nuestra mente que la producida por el heurístico del optimismo. El mundo es terrorífico, de eso no hay dudas; basta con visitar los hospitales, los manicomios, las cárceles, observar las guerras, los asesinatos, el hambre en el mundo, la enfermedad infantil, el tráfico de esclavos, las salas de tortura, los cadalsos y todos los rincones donde habita la más negra miseria, los barrios ínfimos de nuestras grandes ciudades, las minas, las fábricas, donde se obtiene el derecho a respirar a cambio de catorce horas diarias de trabajo embrutecedor, incluidos niños de ocho años. Sin olvidarnos, por supuesto, del sufrimiento constante del hombre: la necesidad constante de obtener recursos y de luchar por ellos: luchar a diario ante la presión ambiental (la misma presión ambiental que permite el proceso evolutivo). Destacando también el dolor por el tedio y el aburrimiento de quienes tienen todas sus necesidades cubiertas (a costa del sufrimiento de sus congéneres), y el sufrimiento que el conocimiento de la levedad del ser y la inevitabilidad de nuestra muerte produce.

Ante esta perspectiva, es evidente que hombre, durante su evolución; debió forzosamente desarrollar mecanismos de defensa, entre los cuales yo creo que destacan dos: el heurístico del optimismo del que se habla en esta entrada del blog, y el heurístico que nos guarda de la autolesión.

El primero permite una actitud positiva hacia la vida, sin importar la realidad a la que nos enfrentemos. Lo cual nos empuja a seguir luchando por la vida frente a toda adversidad y, si es necesario, emborronando nuestro raciocinio y falsando los hechos objetivos. El heurístico que nos guarda de la autolesión, es un complemento indispensable del anterior. A veces (o muchas veces) el sufrimiento en la vida es tal, que el heurístico del optimismo es incapaz de consolar al individuo. En esos casos, y mientras mejora la situación lo suficiente, es indispensable que el cerebro posea un mecanismo inconsciente que evite que el individuo se autolesione (similar, por ejemplo; al que evita el incesto) y cometa un suicidio (a veces este mecanismo falla y el resultado es la muerte).

A mí personalmente, el conocimiento de la existencia de estos heurísticos me produce un enorme sentimiento de disgusto. Y me produce este sentir porque me hacen inferir la poca libertad de acción que poseemos. Me hace comprender con claridad que sólo somos maniquís en manos del proceso evolutivo: como diría Richard Dawkins, me confirma que sólo somos máquinas de reproducir genes: a toda costa y a cualquier precio.

El hecho de que nuestro cerebro venga programado con heurísticos, dan clara muestra de que ese supuesto libre albedrío es sólo una ilusión. Y es que no sólo somos máquinas programadas para luchar vehementemente por la reproducción y la supervivencia, es que incluso somos máquinas programadas para falsear la realidad: máquinas para las que todo vale con tal de conseguir los objetivos evolutivos.

Y el disgusto que siento es todavía mayor cuando tomo conciencia del nihilismo de la vida. Me explico:
Hoy es un hecho que, la evolución, causa de nuestra aparición en el mundo, es una simple ley física reducible a leyes mecánicas y térmicas más fundamentales. El proceso evolutivo es simple consecuencia de las leyes físicas del mundo, y es indudable  que estas leyes no persiguen en esencia ningún fin racional, que simplemente son así. Y al ser la evolución un proceso físico natural más también carece de un fin esencial: Simplemente es un proceso que surge espontáneamente a consecuencia de que las leyes físicas más fundamentales. Así pues, la evolución es un proceso ciego e irracional, un proceso espontáneo que ha creado estructuras materiales complejas (seres vivos). Y obviamente, el producto de un proceso espontáneo natural, que no persigue en esencia una finalidad racional (que sólo es como es, y actúa como actúa) no puede poseer un objetivo en esencia diferente al de su causa. Así pues, por duro que nos parezca, compartimos el nihilismo del resto de estructuras materiales del mundo. ¡Luchamos y sufrimos en nuestras vidas esencialmente por y para nada (luchamos por luchar)!
¡Sobrevivimos contra viento y marea, nos reproducimos, nos esforzamos por acaparar recursos, peleamos a diario contra el resto del mundo por nosotros y nuestros hijos, pero todo eso lo hacemos esencialmente por y para nada; lo hacemos porque estamos programados para hacerlo! ¡Incluso una gran parte de nuestra conducta es dictada por un subconsciente que escapa de nuestro control racional!
El mundo natural me parece cruel, y el heurístico del optimismo me parece el culmen de la crueldad, la máxima injusticia. El mundo nos obliga primero a ser conscientes (porque es evolutivamente favorable) de todo el dolor, y posteriormente nos lanza a falsear la realidad con el único fin de empujarnos a seguir luchando por y para nada esencialmente relevante. (Juzgar a la naturaleza de ser cruel no tiene mucho sentido por supuesto; el mundo simplemente es así, pero yo subjetivamente percibo esta realidad del mundo como un acto cruel).
Por último, es importante comprender que, si cuando lees comentarios como este que estoy haciendo (y que el autor hace en la entrada del blog), percibes una sensación desagradable y de rechazo,  que esa sensación es producto precisamente del heurístico de optimismo de tu cerebro. Evita eso prejuicios e intenta vislumbrar el mundo objetivamente.

Bueno, lo dejo aquí :).

Un saludo a todos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Llego a este blog porque ne gustó su título y porque el tema me interesa mucho (soy biólogo y sufro de depresión). Realmente, me saco el sombrero ante tu capacidad de síntesis de todos los aspectos que hacen al tema. No creo que en ningún libro puedan expresarse las cosas del modo tan abarcativo y coherente como lo has hecho. De todos modos, coincidirás conmigo en que existe un miedo paralizante, incluso en los ultradarwinistas (Dawkins, Dennet, Pinker) en llegar hahasta el punto al que has llegado, y prefieren ser "compatibilistas" o hacr silencio. Me extraña que no haya comentarios para este excepional artículo tuyo. Un abrazo. Esteban, desde Argentina

Samu dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Esteban.

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