sábado, 7 de octubre de 2017

Nuestro legado entrópico

"This is how humankind contributes to the rise of en-
tropy in the Universe: We consume organized energy in the form of
structured foodstuffs, and we radiate away as body heat an equivalent
energy in the form of highly disorganized infrared photons. We, too,
are dissipative structures-highly evolved dissipators."
Eric Chaisson (Cosmic Evolution)

El mundo es diferente hoy día gracias a todos y cada uno de los seres vivos que han poblado nuestro planeta desde hace 4.000 millones de años. Y cada existencia, por leve y breve que haya podido ser, ha supuesto un antes y un después Universal. Una afirmación atrevida, ¿verdad? ¡Pues es cierta!

Dada la manera en que funciona la física en la naturaleza, el simple hecho de ser y de conformar un cuerpo complejo presupone el "pago" a cambio de un enorme coste energético de magnitud similar a la complejidad alcanzada por dicho cuerpo. Un coste y un consumo que siempre deja huella y que supone un legado irreversible. En pocas palabras: el futuro del mundo sin nuestro ser particular habría sido muy distinto. Pero, ¿en qué consiste ese legado que la humanidad en general y cada persona en particular dejará impreso en el fenómeno? ¡Un extraordinario aumento entrópico!

Cuanto más compleja es una estructura natural, mayor flujo de energía libre requiere para mantenerse y persistir reiteradamente en el tiempo, y el consumo de dicha energía libre supone una degradación en la calidad de la energía total (y constante del Universo). Una degradación y un aumento de entropía que desde el mismo momento que llega a acontecer no tiene ya vuelta atrás. Por su manera de actuar, el cosmos pierde (incluso "busca") siempre atenuar la calidad y la capacidad de la energía que contiene; y en el caso particular de la Tierra y de toda la complejidad que contiene, esto se traduce en la aparición y sustentación de procesos que toman la energética luz del Sol y la acaba convirtiendo en un desecho de desorganizada luz infrarroja que es "escupida" al espacio exterior.


Y ese será nuestro gran legado, el legado de todo ser que haya poblado nuestro planeta. Cada pequeña aportación vital ha supuesto y supondrá de manera más o menos directa un exponencial aumento entrópico. Cientos de miles de trillones de fotones solares degradados pueblan ahora el Universo; unos fotones que habrían escapado sin más rebotando en la superficie terráquea si no hubiesen sido atrapados primero por el proceso fotosintético del alguna bacteria o planta. Un proceso fotosintético que permite el florecimiento de un ciclo metabólico más complejo por el que unos seres devoran a otros mientras por el camino esa energía originaria acaba cada vez más y más descompuesta en un (activo) intento natural por maximizar el propio acto degenerativo.

Podemos entender de este modo como la Tierra es de manera global una enorme plataforma degenerativa, y como cada parte constituyente atrapada bajo su potencial gravitatorio es algo así como un resorte dentro de esta enorme maquinaria térmica. Y aunque esta visión todavía no es ortodoxia, no cabe duda de que es cuestión de tiempo de que esta esencia mecanicista llegue y sea reconocida por el mundo académico.

De manera que ya es hora de afrontar los hechos, reconocer que todo nuestro trabajo diario, y todo el esfuerzo existencial va unido irremediablemente a este destino natural que nos dio forma y nos mantiene como fenómenos persistentes. "Sólo" somos máquinas térmicas. Más concretamente, somos máquinas que comen máquinas para construir más máquinas constituyendo un ciclo de máximo flujo energético. Y además somos máquinas constituidas por millones de máquinas más pequeñas (células), y agrupadas en cooperación con otras máquinas (sociedad). Pero de todas formas, y a pesar de esta complicación presentada, todo es finalmente reducible a la misma guía y coordinación que determina cualquier otro movimiento natural: acelerar el consumo de la energía libre de calidad y disminuir tan pronto como sea posible el potencial generativo en el Universo.

En este sentido es interesante notar como Alan Watts, una famoso teólogo de los años sesenta, no sólo intuyó este estatuto termodinámico de la vida, sino que lo afrontó directamente, y encontró en él una fuente de revelación natural:
"Los estándares religiosos, sean judíos, cristianos, mahometanos, hinduistas o budistas, son -tal como se practican ahora- como minas agotadas: muy duras de excavar. Con algunas excepciones no fáciles de encontrar, sus ideas sobre el hombre y el mundo, su imaginería, sus ritos y sus nociones de la buena vida no parecen ajustarse al universo tal como lo conocemos, ni a un mundo humano que está cambiando tan deprisa que mucho de lo que uno aprende en la escuela ya ha quedado obsoleto el día de la graduación [...]. Porque hay un recelo creciente de que la existencia es una carrera de ratas en una trampa: los organismos vivos, personas incluidas, no son más que tubos que tragan cosas por delante y las echan por detrás, las cuales los mantienen haciendo lo mismo y a largo plazo los desgastan. Así que, para seguir con esta farsa, los tubos encuentran maneras de producir nuevos tubos, que también tragan cosas por delante y las echan por detrás. En el extremo de entrada incluso desarrollan ganglios nerviosos denominados cerebros, con ojos y oídos, que les facilitan la búsqueda de cosas que tragar. Siempre y cuando obtengan alimento suficiente, gastan su excedente energético en menearse de maneras complicadas, producir toda clase de sonidos inhalando y exhalando aire por el agujero de entrada y congregarse en grupos para luchar contra otros grupos. Con el tiempo, los tubos adquieren tal abundancia de aparatos adosados que apenas son reconocibles como simples tubos, y se las arreglan para hacerlo en una asombrosa variedad de formas. Existe una norma vaga de no comer tubos de la misma forma que la propia, pero en general hay una intensa competencia por ver quién se convierte en el tipo superior de tubo. Todo esto parece maravillosamente fútil, y sin embargo, si uno se pone a pensar en ello, comienza a parecer más maravilloso que fútil. De hecho, parece sumamente extraño."
Si nuestro destino como meros resortes entrópicos dentro de una maquinaria planetaria mayor (que algunos llaman Gaia) es o no fútil dependerá ya del juicio subjetivo del lector, pero no cabe duda de que nuestra mera existencia le supone objetivamente al Universo un antes y un después. El simple hecho de que usted, lector, y yo, estemos "disfrutando" de unas décadas de vida, supone que el mundo será irreversiblemente diferente a como habría sido sin nuestro paso por el ser. Nuestro paso existencial será "recordado" durante toda la eternidad; y nuestro rastro irá unido al de todos esos fotones viajando por el cosmos y a los que ayudamos a degradar para siempre de una manera u otra.

Probablemente más pronto que tarde nadie nos recordará una vez fallezcamos y nuestro ordenado cuerpo se diluya en átomos y moléculas independientes; pero el fruto de nuestro esfuerzo vital existirá por siempre, o al menos mientras el Universo aguante. Cada segundo de nuestras vidas supone de hecho un cambio definitivo en la historia Universal, y eso es algo que como poco debería de hacer reflexionar al nihilista más acérrimo (como lo fui yo mismo no hace tanto).

Es indudable que el mundo tiene una "preferencia" para el modo en que debe acontecer el fenómeno (su dinámica); y esta tendencia natural es clara e irreversible, tiene dirección y sentido, y conlleva a priori la propia posibilidad de nuestro origen como especie. Así pues somos consecuencia de una predilección natural, y a ella le rendimos (queramos o no, y lo sepamos o no) tributo con cada uno de nuestros suspiros.

Por lo tanto nuestro legado final, como personas pero también como miembros sociales de nuestra especie, será el de haber servido del mejor modo posible al Universo y a su "necesidad" térmica. Y todo ese esfuerzo y dolor vertido por el hombre tendrá finalmente una "recompensa" en modo de recuerdo histórico. El mundo nos recordará por siempre y llevará en él la impronta de todos y cada uno de nuestros actos vitales.

Así pues, amigo; vive, construye y consume de la manera más óptima dada tus circunstancias, el cosmos te lo "agradecerá".

9 comentarios:

jose dijo...

Buenas tardes,Samu:Genial como siempre y te pregunto,a la vista de estas nuevas aportaciones¿Habrias de reescribir tu entrada de 26/2/2014"Sobre el absurdo"?

Samu dijo...

Buenas, jose.

Pues sí; realmente debería de reescribir esa entrada del blog que comentas, y muchas otras más de hecho. Pero prefiero dejarlo todo tal y como está para poder plasmar una especie de diario sobre el modo en que ha evolucionado mi forma de pensar y mis opiniones conforme va pasando el tiempo.

Es lo bueno de no tener un (subjetivo) dogma prefijado que me aferre a una serie de ideas inmutables. De hecho me encanta leer, aprender y formarme; y una de las cosas que más disfruto es cuando nuevas ideas y aportaciones me hacen replantearme mis juicios anteriores. En cada una de las entradas de este blog que empecé a escribir hace ya casi 7 años siempre he expresado lo que he creído honestamente que más se acerca a la realidad de un modo objetivo intentando evitar en todo lo posible que ningún sesgo psicológico me empuje en alguna dirección concreta.

Y como fruto de ese íntegro intento por mantenerme siempre dentro de la objetividad es normal que conforme adquiero nueva información algunos de mis argumentos previos se vean perjudicados. No pasa nada, esa es la manera en que debe ser.

Un saludo y gracias por comentar :).

Anónimo dijo...

Sí, señor, asi se habla: "vive, construye y consume de la manera más óptima dada tus circunstancias, el cosmos te lo "agradecerá". Efectivamente el Cosmos, la Naturaleza o como quieras llamarlo, te lo agradecerá como se lo agradece a un cultivo de bacterias en una placa de Petri.
Hablas de que intentas en la medida de lo posible que ningún sesgo psicológico te empuje en una dirección concreta, pero es evidente que en tu caso existe un sesgo psicológico bastante pronunciado: No aceptas que tu vida y la de los tuyos carezcan de valor alguno, por eso te esfuerzas infructuosamente en encontrarle un sentido al absurdo.
Lo que más me sorprende de tí, no es la puerilidad de tus conclusiones: "El mundo nos recordará por siempre y llevará en él la impronta de todos y cada uno de nuestros actos vitales", como chiste no esta mal.
Lo que realmente más me llama la atención de tus escritos es la necesidad imperiosa que muestras de justificar, de alguna forma,la vida, la existencia, que, por otra parte, no es más que tu incapacidad de aceptar que tu vida carece del menor sentido. Me recuerdas a un personaje de Beckett, plantado debajo de una farola desnuda, bajo un cielo cubierto de estrellas y suspirando en medio de la soledad y el silencio en tributo a la predilección que siente el Universo por la existencia del hombre en general y tu existencia en particular,según tus propias palabras.

Samu dijo...

Amigo, Anónimo. Si lees algunas de mis entradas más antiguas verás que no soy un optimista existencial precisamente. Soy muy crítico y es cierto que últimamente he cambiado (un poco) de opinión (hasta hace bien poco era realmente un nihilista acérrimo), pero simplemente porque así me lo han hecho ver los hechos.

Es evidente que en lo relativo al hombre (desde un punto de vista subjetivo y antropocéntrico) la vida parece injustificadamente absurda. Y ciertamente en lo que respecta a la vida de cada hombre en sí (o a la de una bacteria en sí, ya que la mencionas) no hay un valor claro de apoyo. Pero es que eso no es importante, eso es un hecho particular relativo a nuestra (ilusoria) "esencia" individual. Pero cuando uno busca en la objetividad debe olvidar precisamente esta perspectiva corta de miras y admitir que la existencia de cada bacteria y de cada persona sí que tiene un fin o sentido objetivo natural conformando un extraordinario mecanismo o recurso dentro del mundo fenoménico global: en concreto aportamos con nuestra singularmente eficiente dinámica diaria en favor de la degradación de la energía libre del Universo. Objetivamente por tanto el acto vital en sí no es algo absurdo -un hecho irracional, sin sentido e ilógico-, sino un acto fruto de una tendencia teleológica natural muy marcada -y racionalmente lógica y consistente-.

Y aunque evidentemente este sentido objetivo termodinámico (psicológicamente) como persona te puede interesar bien poco, e incluso parecerte pueril, inmoral o lo que tú quieras; eso son simplemente ya (pre)juicios subjetivos tuyos. El hecho empírico es que "el mundo nos recordará por siempre y llevará en él la impronta de todos y cada uno de nuestros actos vitales", y a ti ya veo que no, pero a muchas otras personas el hecho de saber que su vida ha supuesto un antes y después irreversible en la historia Universal puede parecerle en vez de un mal chiste una agradable revelación. Porque además es que es un hecho incuestionable nos guste más o menos. Cada uno de nuestros suspiros (de placer o de dolor) suponen un cambio definitivo en la narración cósmica por venir. ¿No te parece suficiente comprender que tu mera existencia ha sido capaz de cambiar el mundo entero para siempre?

Anónimo dijo...

Soy el anónimo de antes. Gracias por responder.
La cuestión es la siguiente.¿No te das cuenta que la perspectiva que propones y las consecuencias que se derivan de la misma son muchísimo más terroríficas que la simple aceptación del absurdo existencial?.
Te pongo un ejemplo, imagina una nave industrial de dimensiones casi infinitas, en esa nave repartidas a lo largo y a lo ancho se distribuyen unas pequeñas jaulas, en el interior de cada una de esas pequeñas jaulas, un hamster que mueve una rueda que a su vez mediante un mecanismo de dinamo genera luz, la nave permanece iluminada gracias a las luces de cada una de las pequeñas jaulas, no podemos imaginar cual es el sentido o el objetivo de dicha nave industrial. Cuando uno de los hamster perece por cansancio o enfermedad, inmediantamente es sustituido por otro para mantener la rueda en movimiento y la luz encendida. Cada uno de los hamsters no puede hacer otra cosa que moverse hacia adelante y mantener el sistema en funcionamiento; no es que quiera, no es que conozca racionalmente su destino y lo acepte aunque no sepa cual es el objetivo último de todo esto, es que no puede hacer otra cosa, es un simple hamster y su instinto le obliga a moverse y no permanecer en reposo, su naturaleza es mantenerse en permanente movimiento. Y ahora imagina que uno de esos hamsters muta y fruto de esa mutación adquiere autoconsciencia.Mira a su alrededor y observa a todos sus compañeros en una carrera de ratas hacia la nada, dando vueltas y vueltas sin llegar a ninguna parte, consumiendo energia y generándola a su vez para que la nave permanezca iluminada, el sentido de todo esto se le escapa, es un simple ratón autoconsciente pero su inteligencia no es tá lo suficientemente desarrollada para entender el porque de toda esta parafernalia, si es que hay algo que entender.
El hamster desvía su mirada a si mismo, se ve dentro de la jaula, y entiende que a pesar de su inteligencia, sus patitas nunca dejarán de moverse y que jamás podrá escapar de esta condena, la única liberacion que le espera es la muerte, cuando su cadáver sea retirado de la jaula y metan en su lugar a otro roedor tan prescindible como él, autoconsciente o no, eso no importa realmente para mantener la nave iluminada.
El hamster antes de exhalar su último suspiro, no piensa en que su existencia haya sido capaz de cambiar NADA, tan sólo tiene un pensamiento acerca de lo afortunado que son el resto de los roedores que carecen de autoconsciencia, y que su mutación más que un don ha sido una maldición.
Este es el escenario que propones, una pesadilla.

Samu dijo...

Hola de nuevo, Anónimo. Ese escenario de pesadilla que pintas lleva implícito muchos prejuicios tuyos. Das por supuesto dos cosas: que la vida individual es negativa por completo y que la esencia de la tendencia teleológica (termodinámica) del Universo es absurda y no persigue ningún fin "noble" o que merezca la pena.

El primer punto es fácilmente refutable puesto que la vida tiene cosas negativas pero también positivas: el hamster pedalea pero también come, bebe, ama, experimenta y disfruta con muchos otros variados chutes de endorfina. Y el segundo punto se trata de una metafísica personal tuya que no tiene que ser representativa en absoluto con la posible Verdadera esencialidad tras el fenómeno.

El pedaleo del hamster quizás sirva para un fin mucho más interesante y profundo que mantener meramente encendida una luz trascendente. Quizás nuestro trabajo térmico natural tiene unas implicaciones transcendentales que no somos siquiera capaces de imaginar. ¿Por qué no? Todo es posible en metafísica. ¿Quién te dice que el destino final al que se dirige esa nave metafórica con la que especulas no lleve a lograr alguna meta extraordinariamente estimable y honrosa?

Por lo tanto, y puesto que tan válida es cualquier tesis como su antítesis, personalmente pienso que más vale reconfortarse en lo posible con lo bueno de la vida, evitar y aguantar en lo posible lo malo; y dado que es posible (y que nada lo prohíbe), confiar en que toda nuestra lucha y dolor individual aportarán en favor de algún "Bien" trascendental aunque no sepamos siquiera cual podría ser. Como poco ya sabemos que cada existencia individual quedará plasmada en el curso futuro del Universo, lo que ya es algo. Sólo con nuestro simple ser ya hemos cambiado de manera irreversible la realidad.

Anónimo dijo...

Por partes:
El pedaleo al que me refiero incluye comer, beber, amar y experimentar, de hecho, ese pedalear continuo es básicamente eso. No empleo connotaciones negativas como sufrimiento, trabajo, esfuerzo, dolor, cuando hablo del "pedaleo", al contrario, es "lo positivo" o la esperanza de alcanzarlo, que nos hace mantenernos en perpetuo movimiento. Es la zanahoria delante del burro.
La existencia de cada ser individual no cambia en modo alguna la Realidad. La Realidad es la que es, sea la que sea, y esta no se verá influida por tu existencia individual. A la Realidad, sea lo que sea, le resulta indiferente que hayas nacido o no. Lo triste y paradójico del asunto es que no existe otra Realidad para cada ser que su propia existencia particular.
El Universo básicamente es un sistema termodinámico , según tus palabras, un sistema que funciona perfectamente aunque ignoremos su objetivo último, si es que lo tiene . Quizás el fallo del sistema sea la presencia de seres conscientes dentro del mismo o, dicho de otra forma, la consciencia como un arma evolutiva de doble filo:el arma más efectiva que ha propiciado la evolución para lograr los fines termodinámicos del Universo pero también la más dañina y peligrosa para aquellos seres que la posean.En este caso, la presencia del hombre o de otros seres con la suficiente inteligencia y desarollo autonsciente se puede entender como una simple aberración de la Naturaleza, un error del sistema que, paradójicamente, es ,al mismo tiempo, un éxito en la consecución de sus fines termodinamicos.

Samu dijo...

Te respondo, amigo:

"Es la zanahoria delante del burro."

De nuevo una connotación negativa. El burro adora comer zanahorias. ¿Qué más da ser un burro y perseguir y comer zanahorias disfrutando de ello en lo posible por el camino?

"La existencia de cada ser individual no cambia en modo alguna la Realidad. La Realidad es la que es, sea la que sea, y esta no se verá influida por tu existencia individual."

Te equivocas. La existencia individual supone como explico en este artículo y en anteriores siempre un antes y un después para el Universo. El mundo va a ser muy diferente gracias a nuestra existencia y al extraordinario modo en que hemos quemado energía libre mientras perseguimos la zanahoria durante nuestras vidas. Cada uno de nosotros va a degradar de media miles de trillones de fotones que saldrán al espacio y jamás volverán a ser tan energéticos como eran antes gracias a nuestro sudor. Esa imprenta de nuestras vidas estará ahí por siempre a lo largo del cosmos.

"El Universo básicamente es un sistema termodinámico , según tus palabras, un sistema que funciona perfectamente aunque ignoremos su objetivo último, si es que lo tiene"

El Universo sí tiene un objetivo último y lo conocemos: devorar toda la energía libre tan pronto como sea posible. Y en ese sentido podemos sentirnos orgullosos de ser uno de los fenómenos conocidos que mejor realizan esta tarea (por unidad de masa).

"Quizás el fallo del sistema sea la presencia de seres conscientes dentro del mismo o, dicho de otra forma, la consciencia como un arma evolutiva de doble filo"

La consciencia no es un fallo ni una aberración (de nuevo una connotación negativa tuya) sino una consecuencia de la evolución cósmica (termodinámica). En cierto sentido el mundo "busca" la conciencia, puesto que ésta garantiza continuar con el aumento exponencial en el consumo energético. De hecho, algún descendiente nuestro (biológico o mecánico) podría ser el responsable de llevar este ritmo de consumo exponencial a un orden mayor colonizando otros planetas y galaxias.

Nuestro origen confirma en resumen el éxito del mundo y su ansia por terminar cuanto antes con los gradientes energéticos existentes en el Universo. Somos un método potente y poderoso mediante el cual el mundo avanza de manera irreversible en el tiempo hacia su "muerte" térmica. Pero al mismo tiempo nosotros no somos más que una configuración atómica más dentro del propio Universo (somos parte de Él). En cierto sentido somos parte y medio del propio mundo y su esencial evolución termodinámica en pos de un único fin objetivo inherente.

En este sentido no veo que tenga que ser negativo descubrir que somos medios (burros temporales) que ayudan (o se auto-ayudan en realidad) en favor de esta tendencia teleológica tan marcada y natural.

jose dijo...

.Somos marionetas de un gran titiritero.La cuestion es identificarlo .No hay mucha diferencia entre que la exitencia este totalmene exenta de sentido o que esta solo tenga el sentido "light" de consumidora de energia.
Si lo averiguamos,igual podriamos hacer algo al respecto.¡¡Y Samu esta en ello,con su lupa!!

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