jueves, 11 de mayo de 2017

El método meta-científico

"El único problema filosófico verdaderamente serio es el Suicidio. Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma de preguntas filosóficas". (Albert Camus)

"Para toda tesis existe una antítesis igualmente válida" (Immanuel Kant)

"Si sólo hay un creador que hizo al tigre y al cordero, al guepardo y a la gacela, ¿a qué está jugando? ¿Es un sádico que disfruta siendo espectador de deportes sangrientos?" (Richard Dawkins)

"Sería muy simpático que existiera Dios, que hubiese creado el mundo y fuese una benevolente providencia; que existieran un orden moral en el universo y una vida futura; pero es un hecho muy sorprendente el que todo esto sea exactamente lo que nosotros nos sentimos obligados a desear que exista." (Sigmund Freud)

Introducción.

Como conclusión a dos de mis últimos artículos: http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2016/12/pero-para-que-quieres-que-haga-todo-eso.html y http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2016/12/es-realmente-mejor-el-ser-al-no-ser.html, se puede sacar quizás una conclusión clara: el valor objetivo de la vida humana depende por completo de la realidad metafísica que dé o no soporte a nuestro Universo físico. 

Copio a modo de introducción el diálogo entre una madre y su hija que ya expuse en mi anterior entrada:
- ¡Come, hija mía! estudia, aprende, y crece sana. Consigue un buen trabajo, forma una familia y ¡dame nietos!
Pero, ¿para qué quieres que haga todo eso mamá? 
- Para que logremos así entre las dos satisfacer una necesidad natural esencial básica: intentar contribuir apasionadamente durante nuestra temporal existencia, y con todas nuestras fuerzas en que el consumo y la destrucción de la energía libre disponible en el mundo se acelere en lo posible. Y lo mejor que puedes hacer por "ayudar" a la naturaleza a saciar su acuciante necesidad de consumo es simplemente continuar el ciclo vital de la manera más "provechosa" posible. Así que come, estudia, crece, trabaja, forma una familia y dame nietos. Y de esa manera ambas nos sentiremos felices, puesto que con esta conducta seremos gratificadas por la propia naturaleza.
Lo entiendo mamá, pero esa gratificación de la que hablas viene acompañada también de mucho castigo y frustración, de una amarga lucha diaria simplemente por saciar esa necesidad natural termodinámica que comentas. ¿Realmente merece la pena padecer para "ayudar" en semejante fin completamente indiferente a nuestro destino como individuos? ¿Te parece lógico obedecer sólo porque somos chantajeados con un poco de emoción positiva cada vez que actuamos en favor de este fin, y para evitar la emoción negativa que inmediatamente sentimos en cuantos nos salimos del redil? ¿Debemos rendirnos ante esta tiranía natural?
- Hija mía, eso no lo sé. No sé si debemos rendirnos o no ante esta esencia natural que nos engatusa y nos empuja en lo que parece ser su "interés personal", porque no sé qué se puede esconder detrás del fenómeno natural. No puedo comprender si este papelucho que llamamos vida y que nos vemos obligados a escenificar sirve o no para algún fin trascendente. No puedo estar segura de que dejarse llevar no sea la opción correcta porque no sé si alguien o algo hallará después de todo fruto de toda nuestra lucha. Y del mismo modo tampoco puedo valorar, llegado el caso, sobre si dicha utilidad trascendente puede merecer o no la pena. Nuestro conocimiento sobre la Verdadera esencia del mundo es muy parcial, sensible, sesgada y se encuentra velada tras el modo en que nuestro cerebro evolutivo funciona. Valorar si la vida merece o no objetivamente la pena es tanto como pretender adivinar si el mundo natural posee un trasfondo pragmático más allá del mero fenómeno. Todo acaba siempre en una suposición infundada, una pura especulación sobre la esencia y el origen de la propia realidad inmanente: en una creencia y un prejuicio subjetivo y personal de cada hombre que vive y piensa. Han habido de hecho en la historia tantas metafísicas distintas como personas han poblado el planeta; y la vida tendrá o no tendrá un sentido objetivo (externo), pero es ese un conocimiento que jamás nadie podrá abarcar fuera de toda duda. 
Y ciertamente no podemos valorar de manera honesta si la vida merece o no objetivamente la pena a menos de que añadamos a nuestro argumento alguna especulación metafísica que nos asegure la "intención" (o la falta de "intención") trascendente a nuestro mundo.

También es evidente que tales especulaciones; dadas nuestras naturales limitaciones para tratar objetivamente tales temas acabarán siempre en la pura creencia subjetiva. Cada uno se imagina la metafísica a su modo, y ciertamente no hubo en la historia dos creencias metafísicas que fuesen exactamente idénticas la una a la otra: cada persona que reflexiona vierte siempre sin poder evitarlo parte de sus prejuicios como sujeto pensante en aquella hipótesis que (psicológicamente) más le conviene. Y esto es algo que hacen todos los que hablan sobre aquello que por definición escapa del alcance empírico: desde el religioso más ferviente, hasta el científico más ateo. Ante la duda, todos finalmente arriman hacia la posición que subjetivamente más les "agrada". 

De hecho, si hay algo que ha perjudicado al estudio metafísico ha sido precisamente la irrefutabilidad de toda tesis de este tipo, junto al hecho de que las personas se aprovechan de esta irrefutabilidad para defender injustificadamente aquel argumento que más le interesa (directa o indirectamente) para fines más mundanos. Pero esto no tiene necesariamente que ser así. Yo personalmente creo que hay posibilidades de que la metafísica estudiada siguiendo una correcta metodología pueda cumplir una función pragmática a pesar de la falta de evidencia directa en favor o en contra de ninguna de sus tesis (de hecho, ya hace tiempo que se viene haciendo algo similar en ciencias tan básicas como la cosmología: con la teoría de la inflación, los multiversos, etc.; y desde la física teórica: con la teoría de cuerdas, por ejemplo). No es por tanto algo tan descabellado dejarse llevar por la lógica y la razón sin apoyo empírico, pero siempre y cuando se proceda metodológicamente.

La metodología metafísica.

De modo que podemos entender que para que la metafísica pueda ser de algún modo útil hay que establecer primero alguna metodología de trabajo que la saque del abismo del prejuicio. Hay que establecer una pauta común a seguir la cual sea aceptada a priori por toda la comunidad (algo similar a lo que desde la ciencia se hace con el método científico desde hace siglos). 

Pero tenemos un problema que salta a la vista: las hipótesis metafísicas no pueden, por definición, ser testadas ni evidenciadas empíricamente de ningún modo. Y es precisamente este hecho el que hace muy difícil que aparezca una comunidad de personas capaces de dejar de lado sus intereses personales para apoyar las conclusiones de un método incapaz de dar pruebas claras en favor o en contra de una tesis cualquiera. Pero de todas formas, y a pesar de que nuestra naturaleza emocional "egoísta" impida (o ponga muy difícil) que se llegue a un buen puerto práctico, todavía podemos imaginar cómo podría ser idealmente tal metodología metafísica. 

En este sentido hay por supuesto varias maneras de montar un método de este tipo (variedad de elección que es quizás otro problema añadido), pero yo apostaría por el siguiente:

1) Observación física: recopilamos hechos acerca de un problema o fenómeno natural que despierta nuestra curiosidad. Por ejemplo, la vida humana y su posible utilidad objetiva.
2) Inducción física: extraemos aquellos principios fundamentales para cada observación o experiencia. Por ejemplo, acordamos qué entendemos por vida, por humanidad, por utilidad, y buscamos la base física (empírica) para tales descripciones abstractas.
3) Hipótesis: elaboramos una lista de posibles explicaciones metafísicas para esas observaciones o experiencias y sus posibles Causas trascendentes. Una vez acordado el problema concreto que se quiere debatir, pasamos a enumerar aquellas explicaciones metafísicas que mejor se adaptan de manera lógica y razonable a los hechos empíricos que ya conocemos. Por ejemplo, una vez acordado qué entendemos por vida, por humanidad y por utilidad; podríamos enumerar aquellas circunstancias metafísicas imaginables y describir las consecuencias que cada trascendencia particular tendría sobre la utilidad objetiva de la vida del hombre.
4) Debatir cada hipótesis según una serie de reglas lógicas preestablecidas y acordadas: por ejemplo; favorecer la creencia en aquellas hipótesis que sean más congruentes con los hechos empíricos observables, favorecer las hipótesis que sean más afines al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam), favorecer aquellas metafísicas más completas (es decir; más explicativas), etc. Es también un gran problema para alcanzar un acuerdo sobre un método metafísico decidir cuales deben ser las reglas lógicas que den más o menos credibilidad a una tesis. Cada cual pretenderá naturalmente favorecer aquellas reglas que más le convengan y desechar aquellas que le sean contraproducentes sobre sus prejuicios personales preestablecidos.
5) Establecer un (revisable y nunca dogmático) listado ordenado de credibilidad para las hipótesis bajo consideración sobre el problema de estudio concreto. Este listado indicaría, dentro por supuesto de la inexorable duda, aquellas hipótesis que parecen razonablemente más creíbles o "probables" bajo el exclusivo estudio previo basado de acuerdo a las reglas lógicas acordadas.
6) Conclusiones: elaboramos un informe que aborde las consecuencias de cada posibilidad metafísica bajo consideración y adjuntamos la "probabilidad" o la credibilidad que el estudio previo le otorgó.  De esta manera, al finalizar el estudio completo terminaremos con una lista de posibles explicaciones metafísicas para un problema dado, ordenadas (sin prejuicios, dentro de nuestras posibilidades) bajo niveles de credibilidad según unas reglas lógicas acordadas, todo junto con las consecuencias que las metafísicas más "probables" acarrearían.

Todo el proceso debería llevarse a cabo ante todo de una manera honesta, no sesgada por nuestros prejuicios cognitivos, y aceptando desde el principio que se está trabajando con la idea de ordenar la "probabilidad" de cada hipótesis metafísica en base a unas reglas lógicas axiomáticas acordadas. E insisto en que si nos dejamos llevar de un modo u otro por el prejuicio, o si no aceptamos las propias reglas lógicas utilizadas; el estudio no tendrá evidentemente validez alguna para las personas que lo traten. Este método propuesto sólo puede tener por lo tanto cierta utilidad pragmática para aquellas personas que logren un acuerdo previo en cuanto a las reglas lógicas a utilizar para la posterior valoración en la fase de debate.

Un ejemplo práctico: ¿es realmente mejor el ser al no-ser?

Y como el movimiento se demuestra andando, voy a expresar con un ejemplo de estudio práctico esta metodología "meta-científica" que acabo de describir arriba. 

Volviendo al caso del diálogo con el que abro esta entrada, es algo normal que las personas se pregunten si el ser merece o no la pena. Es decir; como propuso Albert Camus, recapacitar sobre si la vida es o no digna de ser vivida. En este diálogo en cierto momento la niña pregunta a su madre del siguiente modo:

Lo entiendo mamá, pero esa gratificación de la que hablas viene acompañada también de mucho castigo y frustración, de una amarga lucha diaria simplemente por saciar esa necesidad natural termodinámica que comentas. ¿Realmente merece la pena padecer para "ayudar" en semejante fin completamente indiferente a nuestro destino como individuos? ¿Te parece lógico obedecer sólo porque somos chantajeados con un poco de emoción positiva cada vez que actuamos en favor de este fin, y para evitar la emoción negativa que inmediatamente sentimos en cuantos nos salimos del redil? ¿Debemos rendirnos ante esta tiranía natural?

A lo cual la madre le confiesa que no puede darle respuesta sin conocer qué se puede esconder tras el fenómeno natural que nuestro cerebro representa mediante su procesar mecánico (electro-químico). La madre siente que para dar una respuesta justa a este interrogante debería entender primero si aquello que da sustento a nuestro mundo, se sirve o no del mismo para satisfacer algún fin trascendente determinado; y por supuesto, también necesita poder valorar cuál podría ser tal fin. Valorar si la vida merece o no objetivamente la pena, concluye la madre, es tanto como pretender adivinar si el mundo natural posee un trasfondo pragmático más allá del mero fenómeno. 

Y aunque es evidente que el hombre jamás podrá hallar la certeza ante tales cuestiones, también es cierto que podemos al menos intentar acordar, basándonos en reglas de selección lógicas y razonables, aquellas creencias que puedan parecer más plausibles y congruentes con la realidad inmanente a la que tenemos acceso. Posteriormente ya sólo habría que discutir las consecuencias de aquellas hipótesis más creíbles bajo los axiomas lógicos acordados para acercarnos de ese modo (siempre dentro de lo humanamente posible) a una especie de acuerdo libre de prejuicios sobre el tema tratado. 

Comencemos pues con el ejemplo:

I. La pregunta.

Lo primero por supuesto es definir la pregunta que se desea estudiar de un modo objetivo, y comprobar que su respuesta cae parcial o completamente fuera del ámbito científico. En este caso la pregunta se podría esquematizar del siguiente modo: ¿es objetivamente la vida (humana) digna de ser vivida?

II. Observación e inducción física.

Esta pregunta no puede ser resuelta satisfactoriamente exclusivamente desde el método científico, puesto que si rastreamos nuestro origen como especie y el de nuestra conducta y necesidades personales, todo acaba reducido a nuestro origen natural evolutivo y a la psicología evolucionista; procesos ambos que pueden reducirse a su vez a un nivel físico y mecánico que basa sus premisas en las leyes termodinámicas. Y aunque tales leyes físicas no presenten en principio ningún atisbo de utilidad y todo parezca funcionar de modo autónomo y espontáneo, aún así para poder dar una respuesta objetiva completa habría que entender y reducir el origen y la causa de tales leyes físicas naturales: habría que conocer la Causa trascendente de su ser de ese modo tan particular.

Por ejemplo, cuando se habla de evolución y de selección natural todos se lanzan a decir que tal proceso no persigue ningún fin concreto, y eso es algo cierto, pero sólo a un nivel de abstracción biológico. Porque en cuando reducimos y estudiamos la evolución biológica a nivel físico, descubrimos que sí que se persigue un "fin" muy determinado: lograr que sean aquellas estructuras materiales cuya estructura espacial más energía libre consuman las que permanezcan en el ser dado un momento y circunstancia particular. Existe un objetivo natural en favor de la optimización estructural de la materia (en acelerar el consumo energético), y eso es lo que da origen en último término a la vida. Vemos por tanto que lo que en un nivel de abstracción parece inútil, en otro nivel más reducido ofrece cierta "utilidad".

Por tanto, se hace necesario para completar el estudio sobre la posible utilidad de la vida, comprender qué objetivo podría tener el sustento de las propias leyes físicas naturales. Comprender qué podría ser aquello que originó y permitió la existencia de nuestro Universo (con el Big Bang), y estudiar luego si tal trascendencia tuvo (o pudo tener) o no alguna intención (y/o alternativa) para que nuestra física inmanente sea la que es capaz de dar origen en último término a la vida humana.

El estudio por tanto, una vez rastreado nuestro origen evolutivo natural, se puede reducir a lograr encontrar aquellos conjuntos de hipótesis capaces de dar cuenta explicativa de la siguiente cuestión:

¿Se sirve aquello que da (o dio) origen y sustento a nuestro mundo del propio Universo y sus fenómenos para satisfacer algún fin trascendente determinado? ¿Y qué consecuencias podríamos sacar de tal necesidad trascendente en lo referente a nuestra valoración objetiva sobre la utilidad y el valor de la vida humana?

III. Definición de las reglas lógicas a utilizar para la clasificación de hipótesis.

Para valorar el grado de creencia que podemos otorgar a una hipótesis sobre este tema concreto voy a utilizar en este caso únicamente las siguiente tres reglas axiomáticas:

1) Para empezar propongo favorecer de un modo positivo la creencia en aquellas hipótesis que sean congruentes con los hechos empíricos observables en el Universo, y por contra penalizar aquellas hipótesis que propongan argumentos incongruentes con los hechos observados en el mundo.
2) También creo que es acertado favorecer las hipótesis que sean más afines al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam). Esto significa que en igualdad de condiciones (y en metafísica cualquier tesis se encuentra en principio en este caso), la explicación más sencilla la tomaríamos como la más "probable" y creíble. Esto implica que voy a tratar positivamente la creencia en aquellas hipótesis más simples puesto que voy a suponer que tienen más probabilidades de ser correctas que las más complejas, intrincadas y redundantes.
3) Propongo favorecer por último la creencia en una hipótesis en relación directa a lo completa que sea. Es decir; que cuanto más explique y al mismo tiempo menos preguntas deje abiertas y sin respuestas más creíble será la metafísica propuesta.

IV. Hipótesis a considerar.

Es de sobra conocido que hay tantas metafísicas posibles como tesis de este tipo es capaz nuestro cerebro de imaginar. Existen una infinidad de variantes metafísicas que podríamos defender e inventar, y por desgracia, todas ellas son en principio posibles. Desde la más elaborada hasta la más absurda, es la metafísica un terreno donde no es posible descartar fuera de toda duda ni una sola propuesta.

Así que tenemos por lo tanto dos problemas importantes: la existencia de una infinidad de alternativas posibles, y la imposibilidad de descartar con certeza ninguna de ellas. Estos dos desagradables hechos son en gran medida la que ha producido el rechazo intelectual que actualmente supone dedicarse a filosofar sobre estos temas. El filósofo que se preocupa por asuntos trascendentes es hoy día estigmatizado, y lo más que se permite es que de vez en cuando algún científico de renombre se postule (filosóficamente) de manera velada pretendiendo asegurar que no hay nada que estudiar en este asunto: i.e., que todo es simplemente como es porque sí y que no hay nada más allá del fenómeno observable tan bien descrito por el método científico (léase en este sentido por ejemplo a Stephen Hawking). 

Esta posición no es en absoluto justa. Primero porque esas posturas "científicas" defendidas son evidentemente propuestas metafísicas tan válidas o inválidas como cualquier otra antítesis imaginable; segundo porque normalmente son propuestas muy incompletas que dejan abiertas muchas preguntas que no pueden responder, y tercero porque son normalmente propuestas llenas de prejuicios positivistas.

Yo pienso que la metafísica sí puede ser un campo legítimo de estudio siempre que se siga previamente una metodología acordada y aceptada por todos. Y aunque es complicado, si se lograse algún día alcanzar un acuerdo de este tipo, la metafísica podría llegar a ser una herramienta verdaderamente útil. Y es que, insisto, lo único que impide realmente el progreso en algún tipo de conocimiento metafísico (por parcial que este sea) es precisamente la falta del equivalente de un método científico.

Porque sin duda hay una infinidad de posibles metafísicas imaginables y posibles, pero también es cierto que podemos fácilmente agrupar esa infinidad de alternativas en un conjunto finito de hipótesis similares y que posteriormente podemos otorgar a cada uno de estos grupos una "probabilidad" distinta basándonos en ciertas reglas axiomáticas acordadas previamente. De modo que sí que es posible debatir y estudiar las conclusiones que cada conjunto de hipótesis ofrezca teniendo en cuenta la "probabilidad" asignada a que la Verdad se encuentre dentro de uno de esos subconjuntos. Solamente necesitamos ser honestos y estar abiertos a cualquier posibilidad por desagradable que subjetivamente nos parezca: esto es, conseguir no rechazar ni sesgar la "probabilidad" de ninguna hipótesis por meros intereses o prejuicios personales.

Pues bien. Una vez aceptado esto, hay que tener en cuenta que como ocurre en el método científico tradicional, es la norma que para cada trabajo independiente se consideren aquellas hipótesis de estudio que se consideren oportunas y buenas candidatas para resolver el problema empírico tratado. Yo haré lo mismo para este caso práctico que estamos llevando a cabo. Voy a describir varias hipótesis de trabajo que serán cada una de ellas un subconjunto de metafísicas que yo considero como similares o equivalentes. El listado que tendré en cuenta en este estudio es el siguiente:

- Metafísicas panteístas.
- Metafísicas deístas.
- Metafísicas teístas.
- Metafísicas de la simulación.
- Otras metafísicas.

V. Discusión sobre el conjunto de hipótesis teniendo en cuenta únicamente las reglas axiomáticas acordadas en el punto III.

- Metafísicas panteístas.

Entiendo dentro de este subconjunto de metafísicas aquellas que afirman de una manera u otra que todo lo observable (el fenómeno) es algo autosostenido: que no hay ninguna trascendencia (o esencia) más allá de lo empírico. Nada dio origen y Nada da sustento a la existencia del Universo: i.e.; que el fenómeno es todo lo que hay, y que no hay de ninguna manera nada que no sea natural. En este sentido, el mundo no tendría ningún "Creador" ni sustento independiente, por lo que sería en este sentido en sí mismo de algún modo una Causa incausada. Esto otorga de hecho a la propia Naturaleza (autónoma, espontánea y no racional ni intencionada) el estatus de algo similar a lo que tradicionalmente se entiende como "Dios" (panteísta).

Vamos a estudiar según las reglas axiomáticas este grupo de hipótesis posibles:

1) Congruencia con los hechos empíricos del Universo:

La estrategia más utilizada por las personas que creen en este tipo de hipótesis es la de apostar por la moderna idea del Multiverso; un concepto estadístico levemente basado en postulados cuánticos y de cosmología moderna. Estas ideas en general proponen que nuestro Universo fenoménico es sólo uno más de entre una multitud (muchos hablan de infinitud) de mundos paralelos independientes, cada uno de los cuales posee sus propias características fenoménicas. Estas propuestas, como decimos, se apoyan en la idea de fluctuaciones cuánticas inflacionarias capaces de generar nuevos e ilimitados Universos algunos de los cuales por casualidad poseen las características necesarias para que se de en algún momento la vida inteligente capaz de preguntarse a su vez por el origen y sustento de su propia existencia (principio antrópico fuerte). Hay que decir en favor de estas hipótesis que, aunque por ahora no se posea en absoluto ninguna evidencia empírica directa que las apoye (siendo por tanto todo pura especulación), sí que posee un gran respaldo físico y matemático con respecto al modo en que funciona nuestro mundo cuántico y cosmológico inmanente. Además, no postulan ni necesitan de intencionalidad alguna para que el proceso natural se lleve a cabo, mientras que al mismo tiempo explican perfectamente cómo es posible que la vida inteligente pueda llegar a surgir (solucionando el problema del fino ajuste de las constantes y leyes físicas).

Por lo tanto son en general hipótesis bastante congruentes con los hechos empíricos conocidos.

2) Nivel de afinidad al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam):

Todas estas hipótesis necesitan por supuesto de una Causa incausada, que en este caso es simplemente una especie de "matriz" generadora de Universos. Este Multiverso esencial (la matriz generadora que se puede entender realmente como una extensión Natural empíricamente no abarcable de nuestra propia realidad física), no obstante posee un potencial casi infinito para generar muy diferentes mundos a partir de fluctuaciones de su ser intrínseco. Estos mundos fenoménicos (como el nuestro), no serían así más que combinaciones matemáticas de los posibles modos en que se puede dar la regularidad del fenómeno (las leyes y el comportamiento físico en general): algunas combinaciones dan lugar a físicas parecidas a la nuestra, otras dan lugar a mundos inhóspitos e incapaces de albergar vida, etc. Existen incluso propuestas "científicas" como la teoría de cuerdas que determinan y explican (basadas en una firme propuesta matemática) como sólo utilizando la combinación de dos simples cualidades de un Universo imaginario dado, se pueden explicar luego todas sus características fenoménicas. Estas cualidades discriminatorias serían la longitud de la cuerda propuesta como constituyente básico de la materia, y el número de dimensiones en que estas diminutas cuerdas se muevan. Dos combinaciones de números que ofrecerían toda la riqueza matemática necesaria para recrear Universos de todo tipo (y además todo formalmente propuesto y estudiado de manera congruente con nuestra propia física). Algo realmente impresionante (a pesar de que no exista tampoco hoy día evidencia empírica directa para la teoría de cuerdas).

En resumen: que se postula con una Causa incausada espontánea y no racional que no necesita por tanto -ya que se trataría de un proceso puramente espontáneo- de una explicación sobre la intención, el sentido o la necesidad que la impulsan a crear estos múltiples Universos paralelos (de los cuales uno sería el nuestro). Todo el proceso de "génesis" sería automático y mecánico, y consistiría quizás en ser una representación múltiple y concurrente de diferentes mundos cuya fenomenología vendría determinada por una combinación matemática inicial (el valor) de (en el mejor caso) dos simples cualidades. Cada realidad generada (cada Universo) quedaría así explicado de manera sencilla por este mismo (y único) proceso generador trascendente que sería la causa de todos ellos (la matriz generadora natural). Y sería simplemente por tanto una suerte de principio antrópico el que acabaría explicando también el fino ajuste matemático que presentan las leyes de nuestro mundo para permitir la vida consciente: hay miles de mundos posibles y todos ellos de hecho coexisten de algún modo, pero sólo ciertas combinaciones matemáticas iniciales (para la longitud de la cuerda fundamental -una especie de partícula no puntual- y para el número de dimensiones espacio-temporales) son las que dan lugar a leyes físicas capaces de albergar vida como la nuestra.

Estas hipótesis por lo tanto se puede decir que son por lo general bastante afines al principio de parsimonia. Explican mucho sin necesitar de grandes ni innecesarias conjeturas (principalmente, y a pesar de que inevitablemente se deba postular una Causa incausada, no se requiere que la misma posea "extraños" rasgos Racionales, ni que la creación del Universo persiga ningún fin o tenga que suplir alguna Necesidad trascendental, etc.).

3) Completud de la hipótesis:

Según este tipo de hipótesis nuestro Universo es simplemente parte dentro de una mayor extensión Natural (aunque empíricamente inalcanzable). Y ese conjunto Natural (el Multiverso) sería todo lo que realmente habría: el fenómeno de nuestro mundo se reduciría así a esta única trascendencia Natural espontánea y mecánica. No habría de este modo un porqué ni un para qué de la existencia (todo serían consecuencias autónomas y automáticas -descriptibles matemáticamente- del modo en que este Multiverso es). Por otra parte, el fino ajuste de la física para permitir vida inteligente también quedaría explicada por esa suerte de principio antrópico cosmológico que ya describimos antes, y la explicación ontológica de todo quedaría resumida a que este Multiverso es una eterna Causa incausada responsable de generar (crear) muchos y diversos mundos cada uno con sus propiedades (leyes y constantes) particulares.

¿Queda con este tipo de metafísicas algo que responder? En principio parece que poco. La verdadera existencia Natural se extiende más allá de nuestro limitado alcance empírico, pero es de todas formas una extensión que comparte un origen común muy parecido a lo que vemos en nuestra propia realidad local. Y sería esa gran extensión Natural (esa matriz generadora como algunos la llaman), todo lo que hay y siempre hubo. El Multiverso sería así eterno y no tendría Causa ni origen: sería una esencia autónoma y auto-sostenida (panteísmo) con el potencial de "ampliar" y "mutar" su propio ser de manera que nuevas extensiones aparecen y desaparecen (algo que se puede ver como una especie de "burbujeo" existencial que visto desde el "interior" de cada Universo aparecería como lo que entendemos como Big Bang). Algunas "burbujas" tendrán condiciones que permitan la vida, otras no, algunas durarán millones de años, otras nano-segundos, etc.

¿Y por qué está el Multiverso en lugar de no haber nada? Pues bien: el Multiverso sería eterno e incausado y dada su esencia no podría de hecho no ser; por lo tanto su ser es necesario y no es posible por tanto eso que inefablemente entendemos como la Nada.

Como conclusión podemos decir que son por lo general hipótesis bastante completas.

  • Recomendación bibliográfica:

Para aquellos que quieran profundizar en estas propuestas metafísicas os recomiendo estos dos muy buenos libros (de buenos autores):

El Gran Diseño (Stephen Hawking, Leonard Mlodinow)
La Realidad Oculta (Brian Greene)


- Metafísicas deístas.

Entiendo dentro de este subconjunto de metafísicas aquellas que afirman de una manera u otra que todo lo observable (el fenómeno) ha sido creado y es sustentado por la esencia trascendente de un ser(es) racional(es) pero que no influye(n) ni quizás se preocupa(n) en lo más mínimo por su creación o el modo en que ese mundo generado fluye y se comporta. Esta(s) Causa(s) incausada(s) que se suele(n) denominar Dios(es) es por tanto racional, y su creación es de este modo fruto de un Acto consciente (una Voluntad) dirigida a satisfacer alguna Necesidad trascendente de este (o estos) Entes.

Normalmente las posturas deístas (y teístas) suelen optar por simplicidad (favoreciendo así su argumento) hacia hipótesis donde sólo existe un Dios o Causa incausada racional puesto que el politeísmo (y polideísmo) contienen consecuencias lógicas poco congruentes y que añaden complejidad innecesaria en la argumentación. Por lo tanto se suele optar por creer normalmente en un sólo y eterno Dios racional, y esa postura tomaré en lo siguiente.

Las propuestas deístas, dada su naturaleza, aglutinan una gran variedad de posibles e imaginables alternativas. Puesto que existe un Dios, que es eterno, racional y actúa según Actos voluntarios, pero que luego de crear o generar mundos (por definición de deísmo) se desentiende de ellos y deja que sean leyes inmutables las que determinen por completo el curso de los acontecimientos, es posible preguntarse sobre qué será esa Voluntad que llevó a tal Ser a crear nuestro Universo: ¿para qué lo hizo? ¿Qué intención persigue y que Necesidad suple nuestra realidad para ese Dios (que por otra parte es eterno)?

Vamos a estudiar también en este caso siguiendo las mismas reglas axiomáticas acordadas este grupo de hipótesis imaginables:

1) Congruencia con los hechos empíricos del Universo:

Como ya hemos visto hay gran variedad de propuestas dentro de este conjunto de hipótesis, pero más o menos se puede siempre ad hoc modificar o idear cualquiera de ellas para que sean congruentes con el mundo fenoménico tan concreto en que vivimos. Así pues, puesto que se propone desde el principio por definición que nuestro Universo ha sido creado (diseñado) por una supuesta entidad trascendente Racional y con Voluntad (Dios), es totalmente concebible que tal diseño haya sido el que ha decidido a priori que nuestra física sea la que es, por lo que naturalmente son hipótesis muy congruentes con los hechos empíricos del mundo. En resumen: todo es como es porque Dios así lo quiso. Aunque el porqué y el para qué lo hizo así ya es otro cantar que veremos a continuación.

2) Nivel de afinidad al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam):

Una eterna Causa incausada Racional (o con Voluntad) es una hipótesis sin duda más compleja que la panteísta. Añade artificialmente a la trascendencia creadora (o que sustenta) el mundo una característica difícil de explicar y justificar (la Racionalidad, la Voluntad e incluso la Consciencia) y lo hace además sin que sea para nada necesario o requerido para mantener la congruencia con los hechos empíricos del fenómeno.

De manera que ahora surgen preguntas que en el caso panteísta anterior no teníamos y que son lógicamente incómodas (cuando no literalmente incongruentes) como por ejemplo: ¿cómo  es posible que un ente eterno, incausado y unitario (ya que no hay más ser que su Ser) pueda poseer algún tipo de Razón, Voluntad, Consciencia, y Necesidad de tal manera que pueda realizar algo que se pueda llamar Acto de creación? E incluso dando por supuesta esa extraña racionalidad dentro de una eterna unidad (inmutable): ¿por qué y para qué creo el mundo? ¿qué sentido o fin puede perseguir un ente de estas características? ¿cómo puede Necesitar dentro de la unidad inmutable este eterno Ser algo? ¿cómo puede Pensar un Ser así en esas condiciones? ¿Y por qué iba a Necesitar precisamente crear algo fenoménicamente tan extraño como nuestro mundo (¿por qué no algo más sencillo, algo más justo, menos violento, etc.?)? Más aún, ¿y por qué luego se desentiende de dicha creación (como proponen las tesis Deístas)?(!!).

En fin, estas son sólo algunas de las miles de preguntas que uno se puede hacer al respecto en cuanto se añade el particular atributo de la intención y la razón en lo que se entiende como la Causa incausada que podría constituir el origen y el sustento de nuestro Universo. Todas estas preguntas no tienen cabida dentro de la hipótesis panteísta que vimos antes, por lo que se puede concluir que las metafísicas deístas son todas ellas poco afines al principio de parsimonia, puesto que añaden supuestos que abren muchas y nuevas preguntas que contestar, al mismo tiempo que dichos añadidos no aportan realmente gran cosa sobre hipótesis más simples que son no obstante igualmente capaces de explicar el fenómeno del Universo.

3) Completud de la hipótesis:

Según estas hipótesis existe una unidad eterna incausada y racional (o con voluntad) que diseño nuestro mundo tal y como es porque así lo quiso. Hasta aquí bien pero: ¿por qué lo quiso precisamente así? ¿Y para qué tuvo que crear nada? ¿Qué Necesidad tuvo ese Dios? ¿Y cómo puede de hecho un Dios dentro de su eterna unidad (inmóvil) ser racional y necesitar además cosas? ¿Y por qué se desentiende luego (en el caso deísta) de tal creación? ¿Y por qué no creo algo más sencillo (sin las complicaciones de la mecánica cuántica o la relatividad por ejemplo), o algo más justo, o menos violento, etc.? ¿Es este Dios, como ironiza Richard Dawkins, un Sádico que disfruta viendo a modo de espectáculo como se devoran (y luchan) los fenómenos unos contra otros?

Y es que, puestos a otorgar rasgos extraordinarios a la Causa incausada (como intencionalidad, voluntad, y racionalidad); podríamos ahora preguntarnos qué otros rasgos derivados de la razón podría poseer tal esencia trascendente: ¿será un Dios del amor o del odio? ¿Será acaso un Sádico o un perverso ente maléfico (porque de hecho, según el deísmo Dios se desentiende de su creación, lo que podría apuntar a que dicha creación -nuestro mundo- podría no ser más que un mero divertimento para Él)? ¿Será acaso como proponía Schopenhauer esta esencia un Ser cuyo único fin es el de ser de todas las maneras posibles creando así la multiplicidad fenoménica para poder representarse y experimentarse de mil maneras distintas (devorándose a sí mismo por el camino)?

En fin, que al contrario que en el caso panteísta anterior, ahora nos quedan mil preguntas abiertas por responder, por lo que son estas hipótesis por lo general incompletas.
  • Recomendación bibliográfica:
Me gustaría hacer notar, de todas maneras, que a pesar de la enorme carga extra que supone cualquier hipótesis deísta, hay muchos autores (también de renombre), que se han esforzado en defender tal postura. En este sentido me gustaría especialmente recomendaros dos libros imprescindibles sobre este asunto:



- Metafísicas teístas.

Entiendo dentro de este subconjunto de metafísicas aquellas que afirman de una manera u otra que todo lo observable (el fenómeno) ha sido creado y es sustentado por la esencia trascendente de un ser (es) racional(es) y que influye(n) y de algún modo se preocupa(n) por -o atiende(n) a- su creación. Esta(s) Causa(s) incausa(s), que se suele(n) denominar Dios(es), es por lo tanto racional, y su creación (nuestro mundo) es de este modo fruto de un Acto consciente (una Voluntad) dirigida a satisfacer alguna Necesidad trascendente de este (o estos) Entes.

La diferencia con el deísmo es sutil pero clara: este Dios no se desentiende, sino que se preocupa por lo creado. Por otra parte, y al igual que en el caso deísta, las posturas teístas suelen optar también por simplicidad (favoreciendo así su argumento) hacia hipótesis donde sólo existe un Dios o Causa incausada racional puesto que el politeísmo contiene consecuencias lógicas poco congruentes y que añaden complejidad innecesaria en la argumentación. Por lo tanto se suele optar (hoy día) por creer normalmente en un sólo y eterno Dios racional (monoteísmo).

Hay sin embargo una nueva "complicación" añadida en este tipo de metafísicas: la espiritualidad y la consiguiente dualidad materia/espíritu.  Y es que, aunque no es un requisito obligatorio de las hipótesis teístas, sí que es algo bastante generalizado el hecho de que este tipo de propuestas se asocien con la existencia de otro tipo de cualidad del ser llamado normalmente espíritu, y que persiste y coexiste de algún modo con la materia fenoménica. Como Sigmund Freud postuló, es normalmente una necesidad subjetiva de la persona que decide abrazar una fe, el aceptar aquella que más se adecua a sus necesidades psicológicas (que suele resultar además ser como costumbre aquella fe "heredada" de algún modo por las creencias paternales). En este sentido, aquellas religiones que suelen estar más extendidas en lo que se podría llamar el acervo general memético de ideas, son aquellas "revelaciones" que más y mejor se adaptan en general a las necesidades psicológicas de los individuos de cierta zona en particular: esto es; las ideas que sobreviven en el tiempo dentro de una sociedad y cultura determinada.

Y precisamente las ideas más "aptas" para la satisfacción personal psicológica de los individuos suelen estar relacionadas con la creencia en el "más allá", siendo precisamente este más allá sólo "posible" si se incluye ad hoc la comentada dualidad materia/espíritu (¿para qué se iba a postular un Dios racional y que activamente participa y actúa sobre su creación si no es para buscar un "padre" con el que pretender escapar de nuestros miedos instintivos y postular así una anhelada vida espiritual tras nuestra muerte material?). Se quiere ser algo más que materia y energía en movimiento, y es el inefable concepto de espíritu el que suele venir siempre al rescate.

Es por tanto el concepto de espíritu casi una necesidad extendida por entre todas las propuestas teístas pasadas, presentes y futuras; y tendremos siempre en cuenta este nuevo rasgo en el análisis que haremos a continuación.

Estudiemos pues igualmente este caso siguiendo las mismas reglas axiomáticas utilizadas anteriormente:

1) Congruencia con los hechos empíricos del Universo:

En lo que respecta a la parte material, como en el caso deísta hay bastante congruencia con los hechos empíricos. Todo (el fenómeno) sería como es porque Dios así lo quiso. Aunque es ciertamente desconcertante que dicho Dios eligiera una física tan "rara" (cuántica y relatividad) para su creación. De todas formas, el problema llega cuando se tiene en cuenta el nuevo requisito añadido por este tipo de metafísicas: la espiritualidad (el concepto de alma, etc.). No hay indicio alguno de tal espíritu, y mucho menos hay una manera lógica de entender cómo puede conectarse e interrelacionarse materia y espíritu. Por tanto, en el caso teísta, y al contrario de lo que ocurría con el deísta, la necesidad añadida de esa dualidad materia/espíritu hacen que estas hipótesis sean poco congruentes con los hechos empíricos más básicos.

Y esto sin tener en cuenta otro tipo de rasgos atribuidos también normalmente a la Causa incausada (Dios) en este tipo de propuestas: omnipotencia, omnisciencia,  amoroso, piadoso, etc.; atributos que normalmente no cuadran para nada con los hechos del mundo, como ocurre por ejemplo con el famoso (e irresoluble) problema lógico del mal al que se enfrenta la teología monoteísta casi desde sus inicios.

2) Nivel de afinidad al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam):

Si ya en el caso deísta una eterna Causa incausada Racional (o con Voluntad) era una más compleja que la panteísta puesto que añadía artificialmente a la trascendencia creadora (o que sustenta) el mundo una característica difícil de explicar y justificar (la Racionalidad, Voluntad o incluso Consciencia) y lo hacía además sin que fuese para nada necesario o requerido para mantener la congruencia con los hechos empíricos del fenómeno. Ahora el problema se vuelve mucho peor debido a las nuevas características que vienen a engrosar la "complejidad" de la hipótesis: dualidad materia/espíritu, existencia de almas y vidas futuras, nuevos y especiales atributos para Dios (amoroso, piadoso, omnipotente, etc.).

Y por esta razón, si ya la hipótesis deísta añadía innecesariamente miles de preguntas que contestar (de las cuales listamos arriba algunas de ellas), ahora el teísmo añade debido a sus nuevos requerimientos muchas más: ¿qué es el alma? ¿Cómo se relaciona alma y materia? ¿Cómo puede un Creador todopoderoso y amoroso permitir la existencia de enfermedades y sufrimiento (problema del mal)? ¿Qué deseo pudo tener un Ser todopoderoso para crear nuestro mundo (es decir; qué Necesidad suple este Dios a costa de su Creación)? ¿Y cómo puede tener algo parecido a una necesidad un Ser todopoderoso y eterno para empezar? Y si es todopoderoso y todo lo sabe, ¿qué necesidad tuvo de crear un mundo material donde arrojar las almas para juzgarlas? Se podría haber fácilmente ahorrado este paso seleccionando a priori aquellas almas que Él ya sabía que son "buenas". Por otra parte, ¿qué es esa vida futura prometida? ¿Qué características tiene esa supuesta vida eterna? ¿Y cómo vamos a mantener nuestro Yo (espiritual) en esa vida futura no material (tema del que se preocupa en profundidad por cierto el filosófico de Miguel de Unamuno en su destacada ensayo: "Del sentimiento trágico de la vida")?

Es decir; que si la hipótesis deísta ya era poco afín al principio de economía, el teísmo lo empeora todo a un nivel mucho mayor lo que lo hacen ser propuestas extremadamente poco afines al principio de parsimonia.

3) Completud de la hipótesis:

En este caso ocurre lo mismo que en al anterior. Los nuevos rasgos requeridos y ya mencionados relacionados con la espiritualidad y la omnipotencia y benevolencia de Dios abren nuevas y numeras preguntas sin respuesta. Ya hemos mencionado algunas en el punto anterior (a las que habría que sumar todas las que ya mencionamos en el punto 3) del caso deísta), pero no me voy a molestar en extenderme. Valga mencionar que la frase más utilizada por todos los teólogos del monoteísmo es aquella de: "los caminos de Dios son inescrutables", lo que nos puede dar una idea de hasta qué punto existen en estas hipótesis preguntas para las que no hay ni la más remota idea de cómo responderlas.

En este sentido (en cuanto al número de preguntas para las que no existe respuesta clara), podemos decir con poco margen de error que la gran mayoría de las tesis teístas son por lo general extremadamente incompletas.
  • Recomendación bibliográfica:
Para el estudio en profundidad de este tipo de propuestas vale con buscar en internet cualquiera de los numerosos libros supuestamente "revelados" directa o indirectamente por el mismísimo Dios (Biblia, Corán, etc.), aunque también me gustaría recomendar un libro escrito esta vez por un  mortal (Miguel de Unamuno), pero que demuestra con gran maestría literaria la desesperación y la disonancia cognitiva en la que se ven envuelto gran parte de los creyentes más, digamos, "inteligentes" o críticos (como fue de hecho el autor):

Del sentimiento trágico de la vida (Miguel de Unamuno)
Aquí podéis ver además una reseña que yo mismo realicé en este blog sobre esta magnífica obra


- Metafísicas de la simulación.

Dentro de estas metafísicas se engloban propuestas que hablan sobre que nuestra realidad podría ser una simulación (fruto de una computación o virtualización). Estas propuestas son en realidad muy antiguas, y vienen como poco desde el hipotético genio maligno postulado por Descartes, el cual propone que nuestra realidad podría ser un artificio creado por un diablillo maligno que nos engaña sistemáticamente haciéndonos pensar que nuestra realidad es verdadera cuando no sería realmente el caso, puesto que todo a nuestro alrededor no sería más que fruto de la mente de este Ser trascendente. Hipótesis más modernas de este argumento vienen a decir algo muy similar, aunque usando términos computacionales. Nuestra realidad, pues, podría ser fruto de una computación o cálculo externo a nuestra realidad "virtual" fenoménica.

Hace poco escribí en este blog precisamente sobre estas alternativas en tres artículos: http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2016/09/diseno-inteligente.htmlhttp://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2016/09/diseno-inteligente-y-ii.html, y http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2016/10/diseno-inteligente-iii.html.

En estos artículos indico como hay ciertos "indicios" (entrecomillados) de que esta hipótesis podría ser cierta (e incluso de que podría haber maneras de evidenciar empíricamente en el futuro la propia hipótesis); aunque si hay un ensayo sobre el asunto que ha sumado adeptos es el paper publicado por Nick Bostrom, director del Instituto sobre el Futuro de la Humanidad y  también del Centro Estratégico de Investigación sobre Inteligencia Artificial, ambos adscritos a la Universidad de Oxford. El trabajo en concreto fue publicado en el 2003 y podéis descargarlo desde aquí.

Estudiemos de nuevo este caso usando las mismas reglas axiomáticas de antes:

1) Congruencia con los hechos empíricos del Universo:

Como ocurre en el caso deísta y teísta, puesto que se propone desde el principio por definición que nuestro Universo (virtual) ha sido creado (diseñado) por una supuesta entidad trascendente Racional y con Voluntad (ya sea un Genio maligno o un Programador trabajando sobre un Computador trascendente), es totalmente concebible que haya sido ese mismo diseño el que ha decidido a priori que nuestra física sea la que es; por lo que naturalmente son estas hipótesis muy congruentes con los hechos empíricos del mundo. En resumen: todo el fenómeno (virtual) que observamos es como es (cuántica y relatividad incluidas) porque así lo quiso (o porque así lo requirió por motivos de eficiencia computacional, por ejemplo) el Diseñador. De todas formas, el porqué y el para qué realizó tal diseño es ya otro cantar que estudiaremos luego.

2) Nivel de afinidad al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam):

Las hipótesis que hablan sobre la realidad simulada (https://es.wikipedia.org/wiki/Realidad_simulada) son en realidad bastante congruentes en lo que respecta a nuestro conocimiento del mundo, pero tienen  un gran problema lógico: no son capaces de responder verdaderamente al problema ontológico. Cierto es que nuestro mundo podría tranquilamente ser resultado de un proceso de cómputo (incluso se podría hablar de "pensamiento") externo al propio fenómeno, pero eso no explica en realidad nada sobre la metafísica en la que estamos preocupados. Sencillamente ahora tendríamos que preocuparnos por la metafísica de esa realidad trascendente que resulta ser la causante de nuestra realidad, la cual sería después de todo "virtual". Es decir; que si nuestro mundo es una virtualización generada por ejemplo en un "Computador" dentro un mundo externo (el Real), lo que tenemos ahora que hacer es indagar por la Causa de esa realidad que nos computa y que produce la simulación en que vivimos (debemos estudiar algo así como una meta-meta-física). Podemos por lo tanto decir que la hipótesis de la simulación es muy poco afín al principio de economía puesto que añade innecesariamente complejidad que no supone ningún avance significativo real en cuanto al asunto ontológico por el que estamos preocupados.

Podemos tranquilamente asegurar que somos parte de una simulación trascendental y aún así tendríamos que explicar qué causa y soporta en sí a ese otro mundo real que es el nos procesa; amén de necesitarse ahora explicar de qué manera es capaz ese mundo de generar un Universo tan complejo y extraño como el nuestro: ¿cómo podría simular, por ejemplo, ese supuesto "Computador" trascendental algo tan complejo y enrevesado como el Hamiltoniano necesario en cada momento para mantener la coherencia física de los cientos de miles de billones de partículas de nuestro Universo (hablé más sobre el posiblemente infinito potencial de cálculo necesario para realizar este proceso en el siguiente artículo: http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2017/04/el-universo-y-su-infinito-potencial-de.html)?

3) Completud de la hipótesis:

La hipótesis de la simulación no es para nada completa. En realidad no hace más que dar un paso atrás (o varios pasos si se tiene en cuenta de que podríamos ser parte de una simulación dentro de otra simulación, dentro de otra simulación, etc.); pero es evidente que finalmente acabaremos topando con un mundo real el cual no sería ya simulado y sobre el cual deberíamos verter alguna de las hipótesis ya vistas anteriormente: panteísmo, deísmo, teísmo, etc. En realidad, para terminar así mejor ahorrarnos este paso (a falta de alguna evidencia física directa) y sencillamente postular alguna de las otras alternativas.
  • Recomendación bibliográfica:
ARE YOU LIVING IN A COMPUTER SIMULATION? (Nick Bostrom)
Discurso del método (René Descartes)
2016 Isaac Asimov Memorial Debate: Is the Universe a Simulation? (Neil deGrasse Tyson, Frederick P. Rose Director of the Hayden Planetarium)


- Otras metafísicas.

Aunque es cierto que gran parte de las hipótesis metafísicas imaginables caen dentro de alguno de los cuatro grupos que hemos visto anteriormente, también es cierto que es posible imaginar algunas metafísicas que no llegan a encajar completamente en ningún grupo de los anteriores; principalmente debido a que posiblemente mezclen varias de tales propuestas en una sola (o a que reniegue de todas ellas). De manera general, sin embargo, es ciertamente posible argumentar que cualquier metafísica que mezcle conceptos de varios grupos heredará los problemas de cada clase menos favorable, por lo que será indudablemente más compleja que la hipótesis de la clase más favorable de la que haga uso. En el caso de mezclar panteísmo y deísmo, por ejemplo; tendremos que lidiar con los problemas de la clase menos favorable (la deísta), y por lo tanto será siempre una hipótesis más compleja y menos creíble que la teísta por sí sola. Las hipótesis que reniegan de todo (y abalan por la ilusión) son más interesantes de estudiar, pero las veremos más adelante.

Merece la pena mencionar un par de ejemplos de este tipo de propuestas para dejar claro a lo que nos queremos referir. Voy a comenzar en primer lugar con la cosmovisión que nos relata en su obra "Filosofía de la redención" el sublime filósofo Philipp Mainländer. También hice una reseña de esta gran obra en este mismo blog que quizás deberíais ojear antes de continuar: http://quevidaesta2010.blogspot.com.es/2016/03/la-teleologia-en-la-fisica-moderna-y-su.html

Grosso modo, y en relación al estudio que venimos haciendo aquí, se podría decir que Mainländer realizó una inteligente mezcla entre deísmo y panteísmo: propuso de manera congruente con la física inmanente (fundamentalmente usando postulados termodinámicos) que el nacimiento de lo múltiple y del movimiento (el fenómeno y su dinámica) acontecieron  por obra y gracia de un "Dios" premundano que, hastiado de su eterna existencia como Unidad, acometió su primer y único acto: decidió transformarse en multiplicidad para lograr así mediante el debilitamiento de fuerzas alcanzar el no-Ser de la única manera en que le fue posible (dada su esencia potencial). Por lo tanto "Dios" (la Causa incausada) fue, pero dejó de ser en lo que se puede entender como una especie de "suicidio" trascendental dando origen así a nuestro Universo, que es (somos) ahora todo lo que resta de su esencia.

En palabras de palabras del divulgador Antonio Priante:
"En el principio era Dios, o sea, para decirlo con palabras de Spinoza, la sustancia divina originaria. Esa entidad absoluta, única, inmaterial, no estaba contenida ni en el tiempo ni en el espacio, si es que esto es pensable. Idéntica a sí misma, no siendo otra cosa que ser puro, eterno e indestructible, un buen día – y perdón por el uso, metafórico, del tiempo -, hastiada sin duda de su divina perfección, decidió echarlo todo a rodar y dejar de ser.
¿Pero cómo el Ser puede dejar de ser? ¿Cómo algo que no existe en el tiempo y el espacio, algo absolutamente inmaterial y trascendente puede morir? Y entonces inventó el mundo. Es decir, su sustancia divina segregó un mundo material con su tiempo, su espacio y su multiplicidad de seres inanimados y animados, que son – somos – partículas de aquella unidad originaria, llamadas todas a perecer. El fin del Universo es su muerte, su aniquilamiento, aunque sólo sea por cumplir con el segundo principio de la termodinámica (que Mainländer había aprendido de Clausius, quien la acababa de inventar) y su consiguiente entropía. Y es así cómo Dios cometió suicidio: convirtiéndose en un mundo destinado a morir.
Es decir, y a ver si queda claro, que el Universo no surgió de un deseo de creación sino de un deseo de autodestrucción. El Universo, la “creación” toda, es el largo proceso del suicidio de Dios, cuyo inicio fue una gran explosión que dio origen a la materia, al tiempo y el espacio." 
(https://antoniopriante.wordpress.com/2013/12/30/mainlander-ii-2/

Estudiemos este caso tan particular usando las mismas reglas axiomáticas utilizadas en el resto de este trabajo:

1) Congruencia con los hechos empíricos del Universo:

Mucha. La hipótesis cuadra bastante bien con los hechos físicos inmanentes de nuestro mundo (especialmente con la termodinámica y la cosmología). Además la propuesta incluye una explicación lógica al porqué busca tan desesperadamente el mundo maximizar el aumento de entropía: porque eso supone acelerar en todo lo posible el fin "térmico" de la existencia (la "muerte" del Universo). Y esto es algo que ni siquiera la hipótesis panteísta del Multiverso es capaz de poder justificar (que se limita a la tesis estadística), lo que es un punto a favor de esta cosmovisión sin duda.

2) Nivel de afinidad al principio de economía o principio de parsimonia (navaja de Occam):

Este punto es controvertido porque, aunque la propuesta de Mainländer finalmente termina siendo puro panteísmo (puesto que el fenómeno en que vivimos es todo lo que ya existe y es auto-sostenido), también es cierto que se postula la existencia previa (al Big Bang) de una Unidad premundana que originó tras un único y desesperado acto todo el mundo de la multiplicidad en un intento por acabar con su su eterno y potencial Ser. Este argumento tiene como punto positivo que podemos ahorrarnos la necesidad (panteísta) de abogar por una infinidad de Universos (el Multiverso) para evitar (estadísticamente) el problema del fino ajuste de constantes y leyes que tan bien permiten la existencia de la vida porque; según Mainländer, la vida no es más que un modo más mediante el cual maximizar el consumo de energía libre para acabar cuanto antes con todo rastro del ser, por lo que es natural que toda la física inmanente fuese ajustada por ese "Dios" del modo en que la vemos hoy día (ya que puesto que su potencial esencial le impedía el paso inmediato al no-Ser, tuvo que ingeniarse el modo de acelerar dentro de la multiplicidad el proceso, siendo nuestro mundo el que mejor encajó en sus planes). Pero no nos engañemos, a pesar de ser un argumento más económico en cuanto a que explica lo mismo que el panteísta sin necesitar de una infinidad de mundos alternativos, también es cierto que se ve obligado a añadir en parte al menos un supuesto "Dios" (deísta), que arrastra algunos (no todos) de los problemas que tenemos que explicar cuando se postula con un "Creador" racional e intencionado. En concreto puede preocupar la pregunta que habla sobre cómo  es posible que un ente eterno, incausado y unitario (en donde no existe más ser que su Ser) pueda poseer algún tipo de Razón, Voluntad, Consciencia, o Necesidad, para que pueda diseñar y siquiera realizar un Acto de creación como el propuesto? ¿Cómo puede, en pocas palabras, una eterna unidad (inmóvil) pensar? Y más aún, ¿cómo puede una eterna unidad inmóvil convertirse en multiplicidad? ¿Qué extraño tipo de acto es ese?

Como resumen quizás se pueda decir que este argumento es afín al principio de parsimonia; pero que no es fácil determinar hasta qué punto podemos decir que es más o menos afín que la hipótesis panteísta del Multiverso. ¿Es más problemático explicar el hecho de que exista una eterna matriz generadora de infinitos mundos (teoría de la eterna inflación), o el hecho de que en un momento dado existió una Unidad premundana racional que de algún modo ideo y diseño este mundo para alcanzar el fin de abandonar el Ser tan pronto como le fue posible dado su potencial esencial?

3) Completud de la hipótesis:

La cosmovisión de Mainländer, a pesar de incluir en su base metafísica la existencia de alguna especie de eterna Unidad de algún modo racional, lo hace de modo que tal premisa deja de ser un problema en cuanto se postula que su transformación en la multiplicad del fenómeno supuso su desaparición como tal (no hay que explicar dualismos ni tampoco por qué no vemos en el mundo ningún rastro de algún Dios). Además, su propuesta responde a gran parte de los interrogantes que las metafísicas deístas más tradicionales no suelen responder sobre la causa que llevó a este "Dios" a realizar su creación; y lo hace además de manera congruente con los hechos y leyes físicas del mundo. En realidad se puede decir no deja muchos cabos sueltos, a parte del importante inconveniente de deber explicar cómo narices es posible que una eterna unidad trascendente (inmóvil) sea capaz de llevar a cabo algo similar al hecho de tener pensamientos como para poder sufrir de hastío y desear su paso al no-Ser. No está nada claro como salvar este escollo lógico (compartido por otra parte por la mayoría de hipótesis monoteístas -y monodeístas-).

Por lo tanto esta hipótesis no es que sea demasiado incompleta (de hecho es por el contrario bastante completa), pero deja en el aire una pregunta muy importante que hace temer por la congruencia de toda la argumentación completa.
  • Recomendación bibliográfica:
"Filosofía de la redención" (Philipp Mainländer) [Traducción de MANUEL PEREZ CORNEJO].



Otra hipótesis de ejemplo que no cabe más remedio que encajarse en el cajón de sastre de "otras metafísicas" es la postura que habla sobre que el fenómeno y toda la realidad (y la dinámica del movimiento) es pura ilusión: que realmente no existe eso que llamamos movimiento (sucesión de eventos) ni lo que entendemos como la multiplicidad fenoménica, siendo que todo en el fondo se basa en un aparente espejismo.

No me extenderé demasiado en explicar este punto porque ya lo traté en profundidad hace tiempo en esta otra entrada de mi blog titulada: Parménides de Elea y la física moderna, pero sí haré el mismo estudio que hemos venido haciendo hasta ahora para cada propuesta.

Hemos visto durante el estudio de las propuestas metafísicas anteriores, que el principal problema a la hora de entender el fenómeno es comprender su origen y sustento. Hay que tener en cuenta que incluso la moderna cosmología "científica" se pierde en terrenos fangosos al intentar dar cuenta de tal origen, proponiendo para ello infinitos mundos paralelos hijos de una misma matriz cuántica "burbujeante". Y si esta propuesta del Multiverso (no intencionado) es fangosa, más aún lo son los problemas añadidos derivados de suponer que fue algún tipo de Deidad racional (teísta o deísta) la que diseño y originó la multiplicidad del fenómeno. Pero sin embargo ahí están el fenómeno y el devenir del mismo, cuya existencia es imposible de negar...¿o no?

Si hemos de ser pragmáticos, el mejor punto de partida para poder solucionar el problema del origen del movimiento y de la multiplicidad fenoménica de la manera más económica (según Occam), sería simplemente negar la mayor arguyendo que tal movimiento y tal multiplicidad no son otra cosa más que simples ilusiones de nuestro limitado intelecto animal. De este modo no habría ya que explicar ninguna transformación, creación ni soporte: el movimiento sería un espejismo, y todo lo que realmente existiría sería esa eterna unidad inmóvil (la insoslayable Causa incausada) de la que todas las propuestas por otra parte hablan de un modo u otro (incluso la panteísta).

Esta postura sería además muy congruente con la física de nuestro mundo, en donde las leyes de conservación son la norma, y donde toda cualidad de un sistema (energía, carga, momento, etc.) termina siempre anulándose de algún modo entre sí para resultar en una especie de cambio neto "cero". Y más importante aún, como ya el filósofo presocrático Parménides de Elea (540 a.C - 470 a.C.) postuló: la afirmación de un cambio o devenir (efectivo) implica que, ahora es, algo que antes no era. Y esto supone la aceptación de que es posible pasar del "ser" al "no ser" y viceversa, lo que resulta lógicamente incongruente. Una incongruencia que se mantiene en todas las demás metafísicas (incluida la del Multiverso y su eterna inflación cuántica), mientras que aquí, al negarse por principio el devenir neto (no ilusorio), se evita el problema.

¿Y es una metafísica completa? Tanto como la panteísta, o quizás más. Todo lo que hay y todo lo que siempre ha habido en Realidad, es una eterna e inmóvil Unidad existencial, mientras que todo el fenómeno sería mera ilusión y falsedad nacida dentro de esta propia Unidad. En el fondo no habría movimiento, ni cambio, ni devenir; y todo lo que es siempre habría sido y nunca dejará de ser: una eterna Unidad existencial inmutable e indiferenciable: una Unidad sin rasgo alguno, sin propósito ni razón, sin pensamiento, sin eso que entendemos como extensión o solidez ni ninguna otra característica que podamos imaginar: sólo Ser sin propósito ni sentir. El todo dentro de la nada, y la nada convertida todo, no siendo todo otra cosa más que una ilusión.

Incluso ante la famosa pregunta de Leibniz tendríamos ahora una fácil salida: ¿por qué hay algo en lugar de nada? Porque en realidad no hay nada...y esa nada es en sí todo. Y es que quizás sea éste el argumento metafísico más económico (Occam), lógico, congruente y completo que se pueda uno imaginar.

Y si sientes dificultad en entender qué puede significar vivir en una ilusión como la que propongo; piensa en esas horas de sueño profundo que tuviste la noche anterior: durante esos instantes (puedes pensar también en lo "ocurrido" durante los miles de millones de años anteriores a tu "nacimiento racional") el cese del normal funcionamiento neuronal que da lugar a nuestra consciencia, supuso al mismo tiempo el cese de la propia ilusión de la multiplicidad fenoménica. Y es que durante ese sueño profundo no existe la ilusión del cambio (es decir; que cada noche desconectamos de hecho el proceso del engaño). Valga este simple símil para hacernos una idea de cómo de posible es el hecho de que el movimiento (el paso del tiempo y la sucesión de eventos) no sean en el fondo más que un espejismo fruto de nuestro simiesco intelecto.
  • Recomendación bibliográfica:

VI. Listado ordenado de credibilidad para las hipótesis bajo consideración sobre el problema de estudio concreto. 

Como parte del método meta-científico que venimos defendiendo desde el inicio de este artículo, ahora tendríamos que intentar establecer un listado ordenado de credibilidad para las hipótesis estudiadas bajo las mismas reglas lógicas axiomáticas preestablecidas en el punto tercero.

En este sentido, y bajo el estudio personal (por supuesto debatible y revisable) que he realizado, podríamos considerar el siguiente orden de credibilidad (o probabilidad) para cada una de las hipótesis (de más a menos probables):

1º) Metafísicas de la ilusión: como la propuesta revisada de Parménides de Elea que acabo de mencionar antes.
2º) Metafísicas panteístas: como las propuestas filosóficas de la cosmología moderna.
3º) Metafísicas mezcla de deísmo y de panteísmo: como por ejemplo la propuesta de Mainländer (aunque hay otras, como mezclar la hipótesis de la simulación proponiendo luego un panteísmo natural para la realidad trascendente que nos simula).
4º) Metafísicas deístas (no dualistas) en general.
5º) Metafísicas de la simulación.
6º) Metafísicas teístas (dualistas) en general.

Quiero insistir en que este orden se basa exclusivamente en las reglas axiomáticas acordadas previamente. Bajo otra serie de reglas lógicas el orden tras el estudio podría ser totalmente distinto.

VII. Conclusiones.

Para terminar, y aprovechando todo el estudio que hemos realizado hasta aquí, volvamos al problema filosófico que se pretendía responder con el ejemplo práctico. Es decir; en vista del estudio de las probabilidades metafísicas alcanzadas, ¿qué podemos concluir sobre si el ser merece o no la pena? Es decir; ¿qué podemos concluir sobre si la vida es o no digna de ser vivida (y sobre si deberíamos o no continuar el ciclo con nuevas generaciones lanzadas a la existencia)?

Pues bien, mirando la lista con el orden de credibilidad obtenido arriba, se puede ver a simple vista como son aquellas metafísicas más nihilistas las más probables; y como son aquellas metafísicas más "apetecibles" en lo relativo a la conveniencia humana por otra parte las menos creíbles según el método seguido. Por lo tanto, se podría concluir con un alto nivel de probabilidad que la vida en general (y la vida humana) en particular, no posee ningún soporte metafísico que le otorgue un sentido objetivo (y evidentemente tras Darwin tampoco es posible detectar objetivamente en el mundo físico inmanente ningún sentido u objetivo concreto para la humanidad).

Es decir; que si la madre del diálogo ficticio con el que se abre este trabajo basaba sus esperanzas de hallar sentido objetivo a la existencia en el soporte metafísico del propio fenómeno, ahora ya sabemos que las probabilidades de que finalmente no exista tal soporte que ofrezca apoyo a la idea de que la vida (humana) posee algún tipo de utilidad objetiva (aunque sea trascendente) es casi una certeza.

La única posibilidad "deseable" que podría favorecer nuestros intereses es precisamente la teísta (dualista), donde un Dios (con cualidades humanas positivas: amor, piedad, etc.) se preocupara por nosotros y diese sentido racional a nuestra vida y muerte (con la promesa añadida de una especial y perfecta vida futura), pero ya vimos que es esta posibilidad la menos probable con mucha diferencia.

Por lo tanto, si hay que valorar objetivamente el sentido de la vida y la existencia, más vale aceptar el nihilismo de las otras alternativas e intentar construir a partir de ahí la respuesta. Eso fue precisamente de hecho lo que hizo Albert Camus, y en realidad yo personalmente me adscribo a sus conclusiones al respecto que se pueden resumir en lo siguiente: "no hay destino que no se venza con el desprecio".

La vida es probablemente un absurdo nihilismo falto de objetivo o sentido (en lo relativo al hombre). Y cuanto antes lo admitamos, mejor nos irán las cosas. Es una lucha continua por y para ninguna finalidad concreta (ni inmanente ni trascendente). Simplemente sentimos qué queremos, y luchamos por satisfacer eso que queremos. Y así, día tras día, subimos la pesada piedra de la necesidad. Una necesidad absurda donde no sabemos por qué deseamos lo que deseamos, ni por qué estamos obligados a satisfacer ese deseo (termodinámico) salvo pena de sufrimiento.

Y nuestro destino final (como sujetos pero también como especie) es, si cabe, más absurdo aún: el olvido. Miles de millones de personas ya han pasado su vida subiendo la pesada carga de la necesidad, y de sus vidas no queda ni el más mínimo recuerdo. Con nosotros (y también con el último hombre que pueble el planeta) ocurrirá lo mismo. Más pronto que tarde, todos moriremos, y con nuestra muerte llegará el olvido. En pocas décadas no quedará ni rastro de nuestro paso por este mundo: es, como no podría ser de otra forma, un final absurdo, para una existencia absurda.

Pero, ¡ojo! no es algo malo que así sea. Este nihilismo no tiene necesariamente que ser trágico. Cuando alguien te cuenta un chiste te ríes del absurdo de la situación; te ríes del choque emocional entre lo que esperas que pase y lo que realmente pasa. Con la vida ocurre lo mismo; le buscamos sentido y nos encontramos un completo sinsentido; pero esta situación hay que tomársela como lo que es, como una especie de broma cósmica.

La filosofía de Camus se centra precisamente en esto que estamos hablando: ¿merece la pena vivir una vida tan absurda? Camus llega a la conclusión de que sí, que se puede sobrevivir al absurdo del nihilismo desde el mismo instante en que reconocemos el propio absurdo; porque es precisamente este reconocimiento el que nos hace libres de tener que apreciar cualquier cosa que en nuestro destino pueda acontecer.

No hay destino que no se venza con el desprecio. Y eso es lo que un mundo absurdo merece: desprecio por todo. Pero no hay que dar una connotación negativa a este desprecio, sino positiva. Con ese desprecio sólo nos estamos riendo de este mundo sinsentido; igual que cuando vemos un cómico actuando en el escenario. Nos burlamos de nuestro destino, y nos regocijamos en él, felices y liberados de toda presión: "todo está bien", porque a la vista de nuestro destino final nada puede valorarse lo suficiente como para que sea capaz de perturbar nuestro humor.

Así pues, y para finalizar, ahora ya podemos por fin completar la conversación entre esa hija que le insiste a su madre por el sentido de su (dura) existencia:
- ¡Come, hija mía! estudia, aprende, y crece sana. Consigue un buen trabajo, forma una familia y ¡dame nietos!
Pero, ¿para qué quieres que haga todo eso mamá? 
- Para que logremos así entre las dos satisfacer una necesidad natural esencial básica: intentar contribuir apasionadamente durante nuestra temporal existencia, y con todas nuestras fuerzas en que el consumo y la destrucción de la energía libre disponible en el mundo se acelere en lo posible. Y lo mejor que puedes hacer por "ayudar" a la naturaleza a saciar su acuciante necesidad de consumo es simplemente continuar el ciclo vital de la manera más "provechosa" posible. Así que come, estudia, crece, trabaja, forma una familia y dame nietos. Y de esa manera ambas nos sentiremos felices, puesto que con esta conducta seremos gratificadas por la propia naturaleza.
Lo entiendo mamá, pero esa gratificación de la que hablas viene acompañada también de mucho castigo y frustración, de una amarga lucha diaria simplemente por saciar esa necesidad natural termodinámica que comentas. ¿Realmente merece la pena padecer para "ayudar" en semejante fin completamente indiferente a nuestro destino como individuos? ¿Te parece lógico obedecer sólo porque somos chantajeados con un poco de emoción positiva cada vez que actuamos en favor de este fin, y para evitar la emoción negativa que inmediatamente sentimos en cuantos nos salimos del redil? ¿Debemos rendirnos ante esta tiranía natural?
- Hija mía, eso no lo sé. No sé si debemos rendirnos o no ante esta esencia natural que nos engatusa y nos empuja en lo que parece ser su "interés personal", porque no sé qué se puede esconder detrás del fenómeno natural. No puedo comprender si este papelucho que llamamos vida y que nos vemos obligados a escenificar sirve o no para algún fin trascendente. No puedo estar segura de que dejarse llevar no sea la opción correcta porque no sé si alguien o algo hallará después de todo fruto de toda nuestra lucha. Y del mismo modo tampoco puedo valorar, llegado el caso, sobre si dicha utilidad trascendente puede merecer o no la pena. Nuestro conocimiento sobre la Verdadera esencia del mundo es muy parcial, sensible, sesgada y se encuentra velada tras el modo en que nuestro cerebro evolutivo funciona. Valorar si la vida merece o no objetivamente la pena es tanto como pretender adivinar si el mundo natural posee un trasfondo pragmático más allá del mero fenómeno. Todo acaba siempre en una suposición infundada, una pura especulación sobre la esencia y el origen de la propia realidad inmanente: en una creencia y un prejuicio subjetivo y personal de cada hombre que vive y piensa. Han habido de hecho en la historia tantas metafísicas distintas como personas han poblado el planeta; y la vida tendrá o no tendrá un sentido objetivo (externo), pero es ese un conocimiento que jamás nadie podrá abarcar fuera de toda duda.  
 - Vale, mamá, pero a pesar de que en metafísica todo vale, o como dijo Kant: "que para toda tesis existe una antítesis igualmente válida", es seguro que podremos intentar lógicamente comprender qué posibilidades son más creíbles o probables que otras, con tal de que nos pongamos de acuerdo en el método con el que valorar tales propuestas. Imagina que basamos nuestro nivel de creencia en cierta hipótesis metafísica en lo congruente con el mundo que sea la misma, en lo económica que sea (según la famosa navaja de Occam), y en lo completa que sea (en lo referente a que deje las mínimas preguntas sin respuesta). ¿No será, mamá, según este criterio casi seguro que la metafísica que prevalezca más probablemente sea alguna variación nihilista (y absurda)? 
- Puede que sea así, preciosa. No te lo voy a negar. Y aunque sin duda ese estudio del que me hablas no puede asegurar fuera de toda duda nada sobre la posible Verdad tras el mundo; es cierto que debemos prepararnos lógicamente ante esa evidencia lógica de la que hablas en favor de un nihilismo metafísico. Yo ya pensé de hecho en ello hace mucho, y te puedo decir lo siguiente al respecto de ese posible absurdo existencial: Dentro de muy poco tiempo, todo nuestro ser (el tuyo y el mío) habrán desaparecido: y eso incluye nuestras alegrías y nuestras penas, nuestros triunfos y fracasos, nuestros bienes o deberes, nuestra memoria, y todo lo que nos ocurrió durante esta breve y leve vida, incluidas todas nuestras emociones sentidas en este temporal acontecer. Así que no importa lo que hagamos o no hagamos, no importa lo que valoremos o no valoremos, ni lo que disfrutemos o lo que dejemos de disfrutar. No importa si te cuidas o no, si eres feliz o infeliz, o si sales o entras. No importa si te sientes bien o mal, ni importa nada de lo que vayas a hacer hoy o mañana. Todo da igual, y nada tiene un verdadero valor objetivo. Se trata simplemente de aceptar nuestro destino, de reírse de algún modo de él: porque será ese buen humor el que te liberará y te hará comprender que todo es pasajero; que nada merece afecto, y que sin afecto no hay tragedia ni dolor.
Todo es absurdo, y eso está bien. Sé feliz en la "desdicha", porque no existe eso que llaman dicha. Ríete de la vida, te venga ésta como te venga, porque nuestro destino está marcado, y porque no hay destino que no se venza con el desprecio. Así que ¡come, hija mía! estudia, aprende, y crece sana. Consigue un buen trabajo, forma una familia y dame nietos; obedece al instinto y vive en su plenitud y sin complejos el ciclo de la vida. No tomes al instinto como a un enemigo, sino por el contrario, como a una guía pragmática con la que mejor sobrellevar este pasajero ser nuestro que pronto pasará completamente al olvido (retornando a la nada). Así que simplemente experimenta la existencia con curiosidad, con humor e incluso con interés; y no le des demasiada importancia o valor a nada de lo que te pueda pasar. Te quiero.



Epílogo de este trabajo.

Desde muy pequeño tuve la "desgracia" de ser una persona bastante existencialista. Eso supuso que mi pre-adolescencia, y más aún en mi adolescencia, fuese si cabe más "incómoda" de lo normal para un mi chaval de esa edad. A los 14 años, mi profesor de biología en el instituto me recomendó leer el libro "El Gen Egoísta" de Richard Dawkins, y eso supuso para mí una asombrosa revelación nihilista cuyas consecuencias ni el propio autor del texto parecía comprender, y las cuales sólo leí muchos años después de boca del gran (y ya tristemente fallecido) filósofo Carlos Castrodeza (mediante lo que él denominó la Darwninización del mundo). Y fue precisamente este inesperado nihilismo evolutivo, junto al mecanicismo físico que me enseñaban en otras asignaturas de ciencia (y en todos los libros de divulgación científica que solía devorar), unido a un (instintivo) ateísmo positivista que profesaba desde que tenía uso de razón, lo que me hizo caer en una crisis existencial de la que me llevó años recuperarme. Busqué ayuda en casa, pero desgraciadamente mis padres no entendían ni media palabra de lo que les quería decir; y tampoco mis profesores mostraron el más mínimo interés en mí (tuve la mala suerte de que sólo se preocuparan de cobrar a final de mes y poco más). Incluso tomé la determinación de ir por mi cuenta a buscar ayuda especializada a la consulta de un psicólogo de la seguridad social (sin pedir cita siquiera xDDD): pero tampoco conseguí demasiada ayuda de este trabajador público. Ante mis dudas existenciales se limitó a decirme con la cara blanca de asombro al ver a un niño de apenas 16 años hacerle extrañas preguntas que posiblemente ni él mismo se había llegado nunca a plantear (xD) que: "tenemos que vivir la vida porque sí".

En fin. En aquella época no había internet, y no me habría sido posible encontrar una referencia que hablase del modo en que yo lo he hecho en esta entrada (y en otras partes de mi blog). De haber sido el caso, creo que habrían sido precisamente las palabras que os he transmitido aquí las que me habrían podido ayudar en aquel momento. Una ayuda que a mí no me pudieron prestar, pero que yo espero que pueda llegar a ayudar a alguien que caiga aquí con las mismas inquietudes que durante tanto tiempo a mí me atormentaron. Espero por último que si algún día mis hijas, conforme crecen, sienten ese tipo de dudas (y si yo ya no estoy aquí para guiarlas), que puedan leer al menos estas palabras y que entiendan el modo en que conseguí "escapar" de la trampa en la como no tengas cuidado te atrapa irremediablemente el nihilismo.

Un abrazo, compañeros.

11 comentarios:

  1. Samu, cordial saludo,

    una pregunta a: "lo que me hizo caer en una crisis existencial de la que me llevó años recuperarme" como hiciste para recuperarte ?

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    1. Saludos, Juanca.

      Pues lo explico en el propio artículo, en las conclusiones. Me di cuenta que tenga o no sentido objetivo la vida; ésta es breve, temporal y pasajera, y me propuse simplemente experimentarla sin luchar contra corriente (contra el instinto) sino al contrario, dejándome llevar por él, ya que descubrí que es ese el mejor modo de poder experimentar con humor, curiosidad e incluso interés, este breve destello de consciencia que estamos viviendo. Así que disfruto en lo que puedo (de manera sencilla), intento estudiar y aprender el cómo del mundo con curiosidad, e intento no dramatizar en la medida de lo posible (de la manera más estoica en que puedo) con lo malo del mundo: al fin y al cabo todo pasará y será olvidado.

      Siguiendo estas pautas pasé el bache y logré llevar una vida de lo más normal y corriente: y te confieso que fue así, aceptando las cosas tal y como son, y comprendiendo la futilidad de la vida, como mejor he logrado sobrellevar la existencia. No quiero ni tengo grandes aspiraciones más que la de experimentar mi breve experiencia vital de la manera más mediocre posible: como cualquier hijo de vecino, vaya. Y así me ha ido bastante bien. Soy "feliz".

      Un saludo.

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  2. Bueno como siempre Samu. Para colmo vengo a descubrir que me falta leer unos cuántos artículos.

    Sólo te diré una cosa: Se nota que estáis muy cerca de encontrar la respuesta. Sin duda has escogido -o te ha tocado- un camino muy difícil para hacerlo pero así será de plena y satisfactoria la sensación cuando llegues a la meta.

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  3. Saludos, Dario.

    Muchas gracias por tu comentario, amigo. No estoy muy seguro de que vaya a llegar en algún momento de mi vida a algo que se pueda entender como una meta que me satisfaga ontológicamente por completo, pero si llega ese día te lo haré saber :P.

    Un abrazo!!

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  4. Felicidades por este gran artículo. Por cierto, me ha gustado especialmente tu epílogo con el que me he sentido plenamente identificado.

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  5. Gracias por tu comentario, Encke :).

    Un saludo!!

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  6. Después de todo, todo ha sido nada,
    a pesar de que un día lo fue todo.
    Después de nada, o después de todo
    supe que todo no era más que nada.

    Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
    Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
    Ahora sé que la nada lo era todo,
    y todo era ceniza de la nada.

    No queda nada de lo que fue nada.
    (Era ilusión lo que creía todo
    y que, en definitiva, era la nada.)

    Qué más da que la nada fuera nada
    si más nada será, después de todo,
    después de tanto todo para nada. (Vida, Jose Hierro)

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  7. Samu, que gran artículo, tal vez tomaste algo que te había sugerido con todo respeto y era el tema del devenir y la inmutabilidad, me pareció muy brillante como siempre te felicito.

    Frente al Nihilismo Nietzsche propone un nihilismo activo, dado que el ser humano crea valores, la idea es crear valores para cada quién que haga de su vida una obra de arte. También recuerdo dos frases que van encaminadas (me parece a mi) a barca que somos y el mar en el que andamos, una de es Hermann Hesse en el Sidartha que dice más o menos así "nadie sabe cual es el camino no tiene idea que camino tomar" y otra es de las enseñanzas de Don Juan de Carlos Castaneda " Nadie sabe cual es el camino, pero un camino con corazón es diferente". Me pareció maravilloso tu escrito voy a escribir algo paradójico con el artículo: gracias por existir y darnos a conocer tus reflexiones, saludos, Camilo.

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  8. Gracias a ti por tu comentario, Camilo.

    Un saludo!!

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  9. Buen artículo, da como para un libro y de los buenos porque es una recopilación de lo que ya se ha dicho antes. Eso del instinto como guia pragmatica tal vez funcione pero tambien son buenas las crisis existenciales de vez en cuando.

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