jueves, 19 de marzo de 2015

¿Existe intencionalidad detrás del origen de la vida?

"Para toda tesis existe una antítesis igualmente válida" (Immanuel Kant)

En mi última entrada vimos que, empíricamente, la vida parece ser un simple fruto de las leyes físicas que determinan el comportamiento de todo en el universo. La física favorece que, dada la oportunidad espacial y material necesaria, la complejidad aparezca en el universo de un modo automático. Las leyes favorecen que pueda ocurrir espontáneamente un proceso de adaptación natural, en donde aquellas estructuras que son más eficientes consumiendo energía prevalezcan. Existe además, una estrecha relación entre complejidad y disipación de calor: a mayor complejidad, más energía se requiere consumir. De hecho, esta relación natural es la causa primera del origen y del posterior desarrollo de eso que conocemos por vida.

Hasta aquí, lo que nuestra observación empírica nos permite deducir: que toda la vida es un proceso que surge de un modo natural en el universo, debido simplemente al modo en que las leyes del mundo determinan la ocurrencia de los fenómenos. La experiencia no muestra ningún fin racional ni intencionalidad alguna detrás de ningún fenómeno, ni siquiera de fenómenos tan complejos como es el ser humano. Todo se puede explicar empíricamente, como hemos visto, a partir de leyes autónomas.

Sin embargo, aún nos queda la fundamental cuestión de comprender qué son estas leyes físicas:

Lo que normalmente nosotros denominamos leyes, no son más que regularidades fenoménicas que permanecen en el tiempo. En eso se basa toda la ciencia física: en anotar estas regularidades, describirlas, agruparlas en teorías, e intentar comprender la relación que pueda existir entre ellas haciendo uso del método hipotético-deductivo, y de diversas herramientas matemáticas ( matemáticas que no son más que un lenguaje humano más, aunque sea un lenguaje inmune a la ambigüedad, y capaz de expresar mucho mediante el uso de pocos símbolos).

Sin embargo, la ciencia en sí no explica el origen de estas regularidades. ¿Por qué el mundo contiene estas regularidades y no otras? ¿Qué causa, para empezar, que el mundo se comporte de esta forma? Estas preguntas no tratan sobre la realidad física, sino sobre la posible realidad meta-física que sustenta esas leyes.

Pero para responder a la fundamental pregunta de si la vida es algo intencionado, no nos debe valer con comprender el proceso físico mediante el cual ésta se origina, y negar la absoluta intencionalidad simplemente porque el proceso observado empíricamente sea autónomo y espontáneo. ¡Aún hay que demostrar que esa física que sustenta ese proceso de un modo automático tampoco esté diseñada intencionadamente!

Nos encontramos, por lo tanto, con el problema de dilucidar si las propiedades físicas de nuestro mundo, junto con sus leyes, han sido en sí mismas diseñadas (o no) con el propósito de que ocurra un fenómeno de adaptación espontánea, que termine finalmente con la aparición de la vida consciente. Y ya que la vida consciente necesita de ciertos requisitos físicos previos, y dado que vemos que nuestro mundo cumple todas esas exigencias, la cuestión puede reducirse a comprender cómo y por qué la física presenta este fino ajuste en nuestro mundo.

Resumen de las hipótesis que agrupan el grueso de posibildades:

Desde la razón, podemos intentar agrupar la infinidad de posibles respuestas a esta cuestión en cuatro grupos disjuntos.

1º grupo de hipótesis.

Es la que suelen tomar los científicos cuando se plantean este problema. Se hace uso del principio antrópico, el cual viene a afirmar que las leyes del mundo permiten la aparición de la conciencia porque, de ser de otro modo, sencillamente no podría haber conciencias capaces de plantearse el problema. Por lo tanto, no sería que las leyes estuvieran finamente ajustadas de modo que la conciencia fuese posible, sino que, dado que una conciencia ha aparecido (la nuestra), el mundo debe presentar los requisitos que nuestra conciencia necesita para ser viable.

Pero este principio no vale por sí sólo, sino que, a partir de él, los físicos proponen ciertas ideas complementarias, como es el caso de la teoría del multiverso. Según esta propuesta habría millones de universos paralelos distintos al nuestro, cada uno con cualidades y leyes particulares. Siendo sólo en aquellos universos cuyas propiedades se ajustaran a los requisitos que una conciencia necesita, los que podrían presentar seres pensantes que se maravillarían por el "fino ajuste" de las leyes físicas que permitieron la aparición de su ser y su conciencia.

Mediante esta hipótesis, nosotros seríamos simplemente un caso más (de entre miles) de seres pensantes que se maravillan del mundo físico que les rodea aunque, en realidad, como hemos visto, no habría lugar para el asombro.

Cabe destacar que existen muchas más propuestas alternativas a la del multiverso, pero todas encajan igualmente en este primer grupo. Tenemos, por ejemplo, la hipótesis de los eternos ciclos (o eónes). Esta hipótesis afirma que existe un eterno ciclo donde, tras un Big bang se llega a un posterior Big crunch, que a su vez da origen a un nuevo Big bang. Cada ciclo o eón, tendría propiedades diferentes, y serían sólo aquellos eónes capaces de permitir la conciencia donde habría seres pensantes maravillados por el "fino ajuste" de su mundo. En el fondo, todas las propuestas que se agrupan en torno a esta primera hipótesis son muy parecidas.

Voy a centrarme a continuación en describir los pros y los contras que personalmente veo a este primer grupo de propuestas:

Pros de la hipótesis: 
  • Podemos explicar el aparente fino ajuste en las propiedades y las leyes que hacen que nuestra conciencia sea posible, sin la necesidad de introducir entes metafísicos, y sin requerir por lo tanto de un diseñador que intencionadamente actúe en modo alguno (lo que complicaría la explicación del problema).

Contras de la hipótesis:
  • No hay evidencia (como era de esperar) de la existencia de tal multiverso (o de los eónes, etc.). La hipótesis parte de la premisa de que todos los universos (o eónes, etc.) son independientes y están incomunicados, y empíricamente nosotros sólo vemos un único universo, y es en el que estamos. Por lo tanto, todo es simple especulación (y lo de la espuma cuántica, y la posible inflación de parte de esa espuma creando nuevos universos, de momento es sólo especular).
  • La hipótesis no explica el origen y causa de ese supuesto multiverso (o de los eternos ciclos, de la espuma cuántica, etc.). ¿Por qué el multiverso (los eónes, etc.) son como son y no de otro modo? ¿Por qué existe el multiverso (los ciclos de eónes, etc.)? ¿Cual es su esencia?
  • Sin una base explicativa que de cuenta de las preguntas del anterior punto, se pierde el principal punto a favor de esta hipótesis porque, quizás nos permita evitar un intencionado diseño trascendente para nuestro afinado universo particular, pero no es capaz de hacer lo mismo para el propio multiverso (o los eónes) como un todo.

2ª hipótesis.

Todo es causalidad. Sólo habría un Universo, y casualmente sus propiedades permitirían la aparición de las estructuras complejas que dan lugar a lo que llamamos vida, y más tarde a la conciencia. Y no habría más.

 Pros de la hipótesis: 
  • Evita introducir conceptos especulativos como ocurre en el grupo anterior. Aquí no es necesario abogar por universos paralelos inobservables ni cosas por el estilo.
  • Se evita asimismo. la necesidad de introducir entes metafísicos, y no se requiere por lo tanto de un diseñador que intencionadamente actúe en modo alguno. De este modo la explicación quedaría cerrada y sería sencilla (sin deidades ni cosas por el estilo).

Contras de la hipótesis:
  • Seguiría aplicando la pregunta de Leibniz: ¿por qué hay algo en lugar de nada? ¿por qué es el universo y sus leyes como son y no de otra forma? ¿Cual es la esencia de las propiedades de nuestro mundo, qué lo origina y cómo aparece?
  • Es lógicamente difícil de creer que, de entre los infinitos modos en que podemos imaginar que pudo ser el mundo, precisamente sea del modo que necesario para que pueda surgir la vida. Habría que aceptar que el fino ajuste que permite la vida es consecuencia del azar. Es como comprar un billete de lotería con mil trillones de combinaciones, ¡y que toque!...es difícil de creer, pero no es imposible que ocurra.

3º grupo de hipótesis.

Existe una realidad trascendente a partir de la cual se origina nuestro mundo. En este grupo entrarían las hipótesis que afirman que el universo ha sido diseñado (intencionadamente) por un ente trascendente a nuestra experiencia. Aquí caben tanto los Dioses de las propuestas religiosas, como cualquier otra alternativa en la que nuestro mundo haya sido creado a partir de una realidad externa al Universo. Tendría cabida, por ejemplo, la Voluntad de Schopenhauer, la filosofía de redención de Mainländer y, por qué no, también el Mosntruo Espagueti Volador del  pastafarismo. Este conjunto de hipótesis es ilimitado. Yo mismo voy a inventarme una posibilidad ahora mismo (que es tan válida como cualquier otra):

El mundo podría haber sido creado por un ente trascendente a modo de herramienta útil con la que consumir energía potencial y obtener todo el calor disipado. Quizás el mundo trascendente contiene un excedente de energía potencial que se necesita transformar en energía cinética (para algún fin trascendente descnocido). Nuestro mundo sería una especie de máquina que les facilitaría la tarea a estos Señores (y la conciencia aparecería ya que es evidente que es el mejor modo de consumir y disipar con la mayor eficiencia imaginable). La vida consciente terminaría colonizando todo el Universo, y la energía potencial sería devorada de un modo exponencial. Nuestra experiencia estaría así limitada a esta máquina trascendente de la que formaríamos parte. De hecho, Isaac Asimov ya escribió un relato con un argumento bastante parecido a este.

 Pros de la hipótesis: 
  • Evita introducir conceptos físicos especulativos como ocurre en el primer grupo. Aquí nos es necesario abogar por universos paralelos inobservables, espumas cuánticas que se expanden formando mundos, ni cosas por el estilo.
  • Se evita dejar al azar el fino ajuste de las propiedades del mundo que permiten la vida y la conciencia (como ocurre con la segunda hipótesis). Aquí sí habría una intencionalidad que sería la que habría ajustado los parámetros de modo que la vida pudiera surgir con algún fin o motivo concreto.

Contras de la hipótesis:
  • Necesita introducir conceptos metafísicos y trascendentes puramente especulativos.
  • Aún se requiere explicación para el origen de ese ente o entes trascendentes y, por ende, de la realidad que lo sustentaría. ¿Por qué existe esa trascendencia y por qué es del modo que es? Estas hipótesis sólo retrasan un paso la pregunta de Leibniz y sus derivadas.
  • Todas las propuestas de este grupo son igualmente válidas y equiprobables. Al basarse en una supuesta realidad que trasciende nuestro mundo, no hay modo de poder comprobar de ninguna manera cuál de la infinidad de posibles hipótesis de este tipo es la Verdadera. Ni siquiera es posible discernir si alguna de ellas es más probable que las demás. Es tan válido y probable el Dios cristiano, como la Voluntad de Schopenhauer, o los Señores de mi ejemplo anterior que fabricaron nuestro mundo porque necesitaban consumir energía potencial. Todo vale, y por lo tanto nada se explica.

4ª hipótesis.

El agnosticismo fuerte. Aceptar con humildad nuestra incapacidad inherente para dar cuenta de cierto tipo de preguntas. Quizás sea que esas preguntas no tengan respuesta, o quizás es que nuestra razón no puede abarcarlas. Podría ser que las preguntas no estén bien formuladas, o que no tengan sentido más allá de nuestra mente.

En cualquier caso, si esta hipótesis es cierta, deberíamos contentarnos con el conocimiento empírico que hemos conseguido, y no pretender ir más allá.

Mediante el estudio de la experiencia, ya sabemos que sólo somos máquinas térmicas eficientes aparecidas tras un gradual proceso evolutivo. Quizás sea todo lo que podamos lograr comprender. Podría ser que la pregunta sobre una posible intencionalidad más allá de la física escape a nuestra capacidad después de todo.




 Pros de la hipótesis: 
  • Se evita cualquier tipo de incongruencia lógica, puesto que se reniega por principio de nuestra propia capacidad lógica. Se propone que estas preguntas concretas que estamos tratando son inherentemente incognoscibles, por lo que lo único que se afirma es la inevitable duda. Esta hipótesis sólo consiste, pues, en una frase que responde a todo lo que no sea contrastable: "no se puede saber". Y de este modo se evita introducir conceptos especulativos como ocurre en los otros grupos. 
  • Este "no se puede saber", sirve de respuesta congruente y coherente a la pregunta de Leibniz y a su derivada del porqué de ese fino ajuste de las propiedades del mundo. Por el motivo que sea, estas preguntas no serían abarcables para nuestra mente y no tendría siquiera sentido plantearlas.
  • Varias corrientes filosóficas muy importantes, encabezadas por pensadores de la talla de David Hume e Inmmanuel Kant, llegaron a la conclusión de la imposibilidad de conocimiento en este terreno puramente racional en el que nos movemos. Se podría decir que apoyaron con sus estudios la hipótesis del agnosticismo.

Contras de la hipótesis:

  • Esta hipótesis es una rendición. Nos ata a la duda, y nos impide avanzar más allá en esa innata inquietud que todos llevamos por conocer la realidad a todos los niveles. Sin embargo, este contra es algo puramente sentimental y no tiene implicaciones a favor o en contra de su posible verdad.

Mi opinión personal sobre la cuestión de si la vida es algo intencionado:

Personalmente no puedo creer en la causalidad de la segunda hipótesis; ni tampoco veo lógico decantarme por una de las infinitas posibles hipótesis del tercer conjunto. Creo igualmente posible la tesis del Dios de las religiones Abrahámicas, la Voluntad de Schopenhauer, los Dioses Celtas o Romanos, la filosofía de la redención de Mainländer, la propuesta de Matrix, todos esos imaginables entes trascendentes que habrían podido crear nuestro mundo con alguna intención desconocida, etc., etc. Y, por lo tanto, veo totalmente absurdo y pretencioso que alguien se atreva a decir: está es la Verdad, por mucho que parta de un librito o de una tradición cultural, y por muy antiguo que este libro o esta tradición sean. Veo como posible todas las hipótesis del tercer grupo, y no observo ninguna evidencia que me permita diferenciar la probabilidad entre ellas: por lo tanto, no me queda más remedio que renunciar a todas estas hipótesis o aceptarlas todas (lo que es absurdo porque se supone que sólo existe una Verdad). Me quedo con la renuncia, porque aún aceptando una opción al azar, aún tendría que comprender qué es lo que sustenta y causa tal trascendencia:. ¿por qué y para qué existe? ¿por qué es como es y no de otro modo? ¿qué la origina a su vez a ella? etc., etc. Lo único que se consigue es retrasar un paso la explicación causal, y a costa de creer ciegamente en una posibilidad de entre una infinitud. Además, una verdadera intencionalidad para nuestra conciencia depende de que la causa origen de todo persiga un fin, y esta hipótesis no puede explicar la causa primera de la propia trascendencia. Esta es una alternativa ridícula de por sí abocada a una regresión especulativa infinita.

El primer grupo de hipótesis es el que los hombres de ciencia suelen tomar. Quepa nombrar aquí a Stephen Hawkins y su famoso libro "El Gran Diseño"; donde no hace más que describir la hipótesis del multiverso como un acompañamiento del principio antrópico. Me parece una postura mucho más aceptable que las del grupo dos y tres, pero tiene el enorme inconveniente (que Hawkins pasa deliberadamente por alto) de no ser más que una explicación parcial. Y es parcial por varios motivos: primero, porque no hay evidencia de tal multiverso (y podría no haberla nunca), y segundo, porque, aún con futuribles evidencias de ese multiverso, no se habría más que retrasado, como en el caso anterior, en un paso la explicación  de causa. Todo lo que esta teoría explica pues, no hace más que saltar en un paso la regresión de causa: y es que aún tendríamos que comprender el porqué de ese multiverso (o de esa espuma cuántica, etc.); por qué existe, y por qué es así y no de otro modo, qué lo sustenta y lo permite.

Es decir, que este primer grupo de hipótesis nos ayuda a salvar la dificultad del fino ajuste que permite la vida en nuestro mundo, pero poco más. No explica esa supuesta realidad que conforma el multiverso, y además añade cantidad de postulados especulativos, algunos de los cuales son a veces incluso irrefutables por definición. Una muy delgada línea separa algunas hipótesis de este primer grupo de las del tercero.

En resumen, que si yo quiero saber si hay una intencionalidad detrás de las leyes físicas de nuestro mundo, las cuales son tal que permiten aparecer la vida consciente, no me vale simplemente con creer que hay otros mundos y en aceptar que en algunos habrá consciencia y en otros no; necesito que se me explique el porqué de ese multiverso: ¿por qué existe ese multiverso en lugar de nada? ¿qué lo sustenta y lo origina? ¿por qué tiene esas propiedades en lugar de cualquier otra? En otras palabras: necesito conocer si hay intencionalidad detrás de ese multiverso? Esa es la cuestión fundamental a la que no dan respuesta estas hipótesis.

Por lo tanto, aunque personalmente acepto que esta combinación de principio antrópico y física (que actualmente es) especulativa podría llegar a dar con el tiempo una respuesta objetiva al fino ajuste que permite la vida consciente (si se encontrase evidencia empírica de esta nueva física propuesta); reconozco que sería una respuesta muy parcial, que no daría para nada cuenta de la fundamental cuestión que nos hacemos sobre la intencionalidad o no de la vida consciente, ya que hemos visto que estas teorías no aclaran si hay o no intención detrás de ellas (de hecho no aclaran nada de lo que hay detrás de ellas).

Nos queda la cuarta hipótesis, y sinceramente creo que es la correcta. Me parece que estamos atrapados en la duda, y que lo estaremos mientras dure nuestro paso como especie por el mundo. Es muy posible que nuestro conocimiento físico del mundo continúe avanzando, y que se explique mucho de lo que por ahora es sólo especular; pero, tarde o temprano llegamos siempre a ese punto en que es necesario explicar y dar cuenta de la propia física en sí. El simple hecho de la existencia de la física, implica una esencia y un sustento para la misma; una meta-física que, por definición, escapa de cualquier intento de contrastación empírica. Este límite al conocimiento parece infranqueable, y probablemente será nuestro compañero de viaje durante toda la existencia del hombre.

¿Existe por lo tanto intencionalidad detrás del origen de la vida?

Muy probablemente, esto sea algo que "no se puede saber".


9 comentarios:

Anónimo dijo...

(repito) Confieso que aún no voy ni por la mitad pero igual te interesaría el libro "Creation - Life and how to make it" (Steve Grand). No habla (por ahora) de azar vs multiversos, pero promete elucidar que la creación de la vida no es tan misterio como parece. Ahí va eso... Saludos. (Ana di Zacco)

Samu dijo...

Muchas gracias por la referencia, Ana.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Samu,

En general estoy de acuerdo con su exposición. Aunque haría algunas puntualizaciones sobre aspectos concretos (siempre hay peros). Empezaré por el final:

¿Existe por lo tanto intencionalidad detrás del origen de la vida? Muy probablemente, esto sea algo que "no se puede saber"”

Eso es. Explicar el origen de la vida desde el modo que describimos la realidad física es posible, aunque aún nos falta mucho para lograrlo. De hecho, la metafísica asociada al principio antrópico da por supuesto que eso es así. Yo no veo imposibilidad de ello, más bien al contrario, creo que es evidente que la vida se estructura desde la realidad material que describimos mediante las leyes físicas. Pero la supuesta existencia de una “intencionalidad inmaterial” para su aparición, no se excluye con eso, como muy bien usted dice. Tomada al pie de la letra y en toda su amplitud, la complejidad de la vida es una “emergencia” originada desde, en, y por toda la realidad que propone el modelo cosmológico más aceptado. De manera que la aparente explicación del origen de la vida como realizada por la una realidad física material, sin tener en cuenta la evolución cosmológica y el modo como describimos y sabemos de esa evolución cosmológica, lo que hace es separar el fenómeno de la vida de una buena e importante parte del resto de la realidad, olvidando que ocurre que el origen de la vida es absolutamente respectivo al TODO cosmológico en que aparece. Es decir, su razón de ser es inseparable de la razón de ser de todo el cosmos. Esto recuerda la explicación del filósofo de la Universidad de Sevilla, Juan Arana, que venía a decir: Un paracaídas que requiere del hombre para abrirse tirando de la anilla es obviamente un objeto diseñado (que es el diseñador de Paley), pero aquel paracaídas que se abre sin necesidad de intervención humana (relojero ciego de Dawkins), ¿Presenta más o menos “intencionalidad”? ¿No es más y mejor RELOJERO el “relojero ciego” de Dawkins, que el “relojero vidente” de Paley?

Lo que normalmente nosotros denominamos leyes, no son más que regularidades fenoménicas que permanecen en el tiempo.

Eso que dice no son las leyes físicas, eso es lo que se intenta describir con ellas, y desde ahí hacer inteligible lo que hay. Las leyes físicas son postulaciones expresadas mediante la matemática, conectan y sistematizan lo real, lo predicen, lo describen, y nos abren a nuevas posibilidades de la realidad desde lo deducible desde ellas. Pero las leyes físicas son más bien “esbozos” o hipótesis de cómo postulamos que la realidad es. Esbozos establecidos de manera que permitan ser constatables desde lo empírico, elaborados pues siempre conforme a la evaluación que pueda mostrar el dato real dado, y por ende, son esbozos falsables en cierta medida, con cierta estructura capaz de predecir datos de futuras observaciones. Pero tener un “buen mapa de la realidad de los fenómenos regulares” no significa que ese mapa sea la realidad. Yo creo, es una creencia personal sin mucha argumentación racional, que la realidad siempre nos saca la lengua y nos dice “soy más” que eso que creeis que soy.

sigo...

Anónimo dijo...

...sigo

matemáticas que no son más que un lenguaje humano más, aunque sea un lenguaje inmune a la ambigüedad, y capaz de expresar mucho mediante el uso de pocos símbolos

Eso es una filosofía de la matemática muy particular que no comparto. Yo creo que la matemática no es sólo lenguaje, es realidad construida como idealización de lo real, realidad que se toma solo en algunos de sus aspectos y se restringe en otros, repito, de manera idealizada. Como decía Heidegger la matemática es un modo de pensar las cosas. Qué cosas y de qué modo es ese pensamientos esa es la cuestión. Sin esa REALIDAD de lo matemático, no existiría el lenguaje que lo expresa. ¿Sería un lenguaje de qué? El “de qué” es la realidad matemática y el problema clave de toda filosofía de la matemática es ese “de qué”, creo yo. Además creo (es una interpretación personal) que eso es precisamente lo que establecen los teoremas de Gödel: la realidad matemática es más que el lenguaje que la expresa.

Sin embargo, la ciencia en sí no explica el origen de estas regularidades.

Exactamente. Lo que requiere “explicación metafísica” es que el universo sea inteligible, que en su seno haya inteligibilidad. Inteligibilidad que además se “transparenta” a nuestra intelección. Eso no puede explicarse o describirse desde leyes, pues las leyes ya presuponen precisamente en sí mismas lo que se intenta explicar: la inteligibilidad del mundo.

¿Por qué el mundo contiene estas regularidades y no otras? ¿Qué causa, para empezar, que el mundo se comporte de esta forma?

Aquí hay que distinguir dos aspectos. Si son preguntas cosmológicas de manera que se tiene un objeto de estudio definido; es decir, si se parte no de “LA realidad”, sino de nuestro universo como una realidad concreta, entonces sí es posible dar cuenta de tales preguntas desde la ciencia; por ejemplo: ¿Por qué la simetría esperada entre materia y antimateria no se da?
Pero que LA REALIDAD sea INTELIGIBLE, presente regularidades… es algo que siempre es contigente, es un prius, es un especie de trasfondo metafísico, que nos muestra directa e intuitivamente que la ciencia que construimos gracias al orden del universo, se sostiene en última instancia en la más absoluta de las contigencias. Es un misterio irresoluble, creo yo.

sigo...

Anónimo dijo...

...sigo

hay que demostrar que esa física que sustenta ese proceso de un modo automático tampoco esté diseñada intencionadamente

Que “no esté diseñada intencionalmente”, es imposible demostrarlo, creo yo. Para demostrar X se requiere que cierto Y esté dado ya como válido. Demostrar, es deducir X desde Y. Pero entonces se requiere saber si Y es “elaborado intencionalmente para X o no”. Es decir, se requiere explicar la no intencionalidad de Y desde Z, y así sucesivamente. La intencionalidad del universo “se oculta” siempre.

Estas preguntas no tratan sobre la realidad física, sino sobre la posible realidad meta-física que sustenta esas leyes. y • Y Respecto al grupo 3º de causas, usted dice que establece que: “existe una realidad Transcendente a partir de la cual” y después da un grupo de realidades de ese tipo, incluso se inventa uno

Exactamente. Pero “la realidad metafísica” es metafísica de la “realidad no metafísica”, no son entidades allendes a esa “realidad no metafísica”. Es decir, no hay que interpretar la “realidad metafísica” como si fueran “entes metafísicos”, creo yo. Lo que hay es intelección metafísica, modos filosóficos de hacer respectivo a nuestro entendimiento la existencia de todo lo real y de nosotros incluidos en ese todo. La metafísica de la realidad (que yo no la llamaría “realidad metafísica”), no puede ser por eso sustento de la realidad física al modo como unas realidades físicas pueden serlo de otras realidades físicas. En el fondo, la metafísica acerca de la ultimidad de lo real, son teorías filosóficas humanas, para entender de diversos modos y desde la realidad dada en nuestro ESTAR en ella; el enigma existencial en el que estamos todos enfangados.
Como el mundo en que estamos se abre a nuestra intelección en un ámbito de transcendencia y de contingencia, nos obliga a esbozar posibilidades que escapan a la metodología de la ciencia, nos remite inevitablemente a intentar explicar aquello que se intuye como rebasando y transciendo el ámbito de lo real. Es eso que Jean-Luc Marion llama, el carácter saturado de experiencia.

Por otro lado, una cosa es dar modos conceptuales desde nuestra realidad de cómo es esa transcendencia; es decir, esbozar humanamente cómo podemos hacer respectiva a nuestro modo de sentir, de estar, de concebir y teorizar la realidad en la que sentimos estar.
Y otra diferente es, esbozar deflaccionariamente desde el hecho que la realidad misma se abre a nuestra intelección de modo transcendente, que hay un “HAY” distinto de nuestros “hays”. Es pues una hipótesis metafísica que dice poco acerca del “origen” de la intencionalidad, sólo muestra la insuficiencia y contingencia del universo: Muestra que es imposible su autosuficiencia (entendiendo autosuficiencia como algo más que un mero encogerse de hombros, claro), y que siempre y en última instancia, la existencia de inteligibilidad en el universo es enigmática. Dicho de otro modo, que es igual de “válido” decir que “esto es lo que hay” y encogernos de hombros; que decir, no puede ser sólo esto lo que “hay” y debe haber un “HAY”. Los primero, el enigma lo asumen (o creen negarlo) dentro del mismo “hay”, los segundos lo sitúan en el “HAY”.
Pero el misterio es el misterio y del misterio no podemos decir nada, por eso es misterio. No podemos decir nada, ni de la insuficiencia del “hay”, ni de la postulada suficiencia del “HAY”. No creo que vayamos a conseguir resolver el misterio, solo hacerlo presente y nuestro, en diversidad de formas y dialécticas. La ciencia no puede decir nada respecto a ese misterio, es decir, no puede establecer si lo existente, reclama o no como posible verdad científica, algo más que lo existente mismo que lo transciende. Aquí se abre el ámbito de la fe.

Un saludo.

Samu dijo...

Enric, gracias por tus comentarios como siempre.

Muchas veces miro a mi alrededor y sinceramente me sorprendo de la existencia. Me asombra mi ser, y la imposibilidad de comprender realmente mi ser. Cada mañana al despertar, durante unos segundos sonrio ante el absurdo que supone nuevamente esa repentina conciencia incapaz de conocer la realidad que se me abre ante los ojos. Y creeme si te digo que, honestamente, no estoy seguro de mucho más a parte de este sentimiento de asombro existencial.

Por desgracia, creo que todos dejaremos el ser entre la duda y el estupor...

Un abrazo, amigo.

Anónimo dijo...

Samu,

Cada mañana al despertar, durante unos segundos sonrio ante el absurdo que supone nuevamente esa repentina conciencia incapaz de conocer la realidad que se me abre ante los ojos

Aunque muestra predilección por Omar Khayyám, le copio un poema de un poeta más cercano a nuestro tiempo y de la península, a mí me gusta más la cursilería de Celaya que la aparente seriedad de Omar Khayyám:

BUENOS DÍAS

Son las diez de la mañana.
He desayunado con jugo de naranja,
me he vestido de blanco
y me he ido a pasear y a no hacer nada,
hablando por hablar,
pensando sin pensar, feliz, salvado.
¡Qué revuelo de alegría!
¡Hola, tamarindo!,
¿qué te traes hoy con la brisa?
¡Hola, jilguerillo!
Buenos días, buenos días.
Anuncia con tu canto qué sencilla es la dicha.
Respiro despacito, muy despacio,
pensando con delicia lo que hago,
sintiéndome vivaz en cada fibra,
en la célula explosiva,
en el extremo del más leve cabello.
¡Buenos días, buenos días!
Lo inmediato se exalta. Yo no soy yo y existo,
y el mundo externo existe,
y es hermoso, y es sencillo.
¡Eh, tú, gusanito! También hablo contigo.
¡Buenos días, buenos días!
También tú eres real. Por real, te glorío.
Saludo la blancura
que ha inventado el gladiolo sin saber lo que hacía.
Saludo la desnuda
vibración de los álamos delgados.
Saludo al gran azul como una explosión quieta.
Saludo; muerto el yo, la vida nueva.
Estoy entre los árboles mirando
la mañana, la dicha, la increíble evidencia.
¿Dónde está su secreto?
¡Totalidad hermosa!
Por los otros, en otros, para todos, vacío,
sonrío suspensivo.
Me avergüenza pensar cuánto he mimado
mis penas personales, mi vida de fantasma,
mi terco corazón sobresaltado,
cuando miro esta gloria breve y pura, presente.
Hoy quiero ser un canto,
un canto levantado más allá de mí mismo.
¡Cómo tiemblan las hojas pequeñitas y nuevas,
las hojitas verdes, las hojitas locas!
De una en una se cuentan
un secreto que luego será amplitud de fronda.
Nadie es nadie: Un murmullo
corre de boca en boca.
Cuando canta un poeta como cantan las hojas,
no es un hombre quien habla.
Cuando canta un poeta no se expresa a sí mismo.
Más que humano es su gozo,
y en él se manifiesta cuanto calla.
Comprended lo que digo si digo buenos días.

Gabriel Celaya

MaGaO dijo...

La respuesta correcta es la que daba Asimov en uno de sus cuentos: Datos insuficientes. ;-)

Samu dijo...

Una buena forma de describir el agnosticismo. Grande como siempre Isaac Asimov :).

Publicar un comentario