"No hay que tomarse nada a pecho -se repite quien se enoja consigo mismo cada vez que sufre y no pierde ninguna ocasión de sufrir." El aciago Demiurgo (Emil Cioran)
viernes, 16 de julio de 2010
PESIMISMO ILUSTRADO
Pesimismo (del latín pessimum, "lo peor"), doctrina filosófica que sostiene (invirtiendo la tesis leibniziana) que vivimos en el peor de los mundos posibles.
Pues bien, me propongo defender aquí que; no se trata sólo de afirmar que nuestro mundo es el peor mundo imaginable, sino que, además, es el único mundo posible para el ser humano.
Tenemos así dos afirmaciones que defender:
(1) Nuestro mundo es peor mundo imaginable.
(2) Es nuestro único mundo posible.
¿NUESTRO MUNDO ES EL PEOR MUNDO IMAGINABLE?
Cuando hablamos de que el mundo es malo nos referimos a metafóricamente malo, por supuesto. Malo desde nuestro punto de vista como seres vivos autoconscientes. Y no moralmente malo, como si existiera una moralidad universal y esencial que discriminase; sino malo como sinónimo de cruel. Un mundo que permite la desgracia y la calamidad, un mundo donde sufren y sufrimos todos sin excepción.
Intenta imaginarte un mundo sustancialmente peor que el nuestro. Es imposible. Y es imposible porque lo peor que podemos imaginar es un mundo donde todos sufran, y además, sean conscientes de que sufren. Quizás podríamos imaginar un mundo donde todos sufran, y sufran más que en el nuestro, pero eso no es una diferencia sustancial. Estaríamos hablando del mismo mundo, sólo que con alguna diferencia cuantitativa; por ejemplo que existiesen menos recursos a nuestra disposición.
Es decir, que el peor mundo imaginable por un ser humano autoconsciente, es un mundo donde todos sufran más o menos pero sin excepción. Y ese es nuestro mundo.
EL SUFRIMIENTO DEL HOMBRE EN EL MUNDO
Sufrimos en todo momento. Y no hay que pensar únicamente en el sufrimiento físico que se traduce en algún tipo de dolor, sino también en el sufrimiento emocional.
Cuando pasa el día y el equilibrio homeostático de nuestro cuerpo peligra, se produce la sensación de sed. Esa alerta física nos produce una alerta emocional de ansiedad que nos obligará a poner solución a la causa de ese estado de ansiedad; es decir, nos obligará a beber.
Existen, pues, una serie de sensaciones emocionales que en caso de no ser satisfechas producen sufrimiento. Un sufrimiento que cada vez se vuelve más intenso conforme la situación que lo generó necesita ser resuelta de manera más imperiosa.
El estrés, el deseo, y la necesidad son las causas de sufrimiento constante de el hombre. El deseo de obtener lo que no se tiene, la necesidad de obtener lo que necesitamos, y el estrés como mecanismo de defensa ante situaciones amenazantes o de demanda incrementada, llevan inevitable y constantemente a la ansiedad y a la frustración, que nos producirá un sufrimiento cada vez mayor hasta que la situación que lo provocó se resuelva.
Tenemos así que el ser humano sufre constantemente, y en cada momento, por la ansiedad que produce la necesidad. Quizás no seamos conscientes de este sufrimiento, pero sólo debemos intentar dejar de beber, comer o respirar, para ser conscientes de ese dolor sutil.
También sufre por el estrés diario de su autoconciencia: sabe que tiene unas necesidades diarias que debe suplir, sabe que sus seres queridos pueden enfermar, sabe que él mismo puede enfermar, sabe que la muerte nos espera a todos, le preocupa el medio ambiente, le preocupa que mañana no tendrá para pagar la hipoteca, y un muy largo etcétera.
Y, además, está el sufrimiento creado por la ansiedad que supone desear recursos que no están a nuestro alcance. Ansiedad que, si no se resuelve, se convierte en frustración.
Incluso el monje budista, que intenta evitar el sufrimiento evitando el deseo; no puede evitar desear alcanzar el nirvana;lo que le provoca ansiedad y quizás frustración, sino que seguirá sufriendo aunque lo alcance debido a que seguirá necesitando recursos para no morir, y a que seguirá deseando seguir vivo. No hay escapatoria, estar vivo es estar padeciendo.
¿Y QUE HAY DE LO BUENO DE LA VIDA?
Lo que normalmente se entiende por bueno, es metafóricamente bueno, en el sentido de tratarse de acciones que nos crean un sentimiento que nos hace sentir bien. Esas pequeñas sensaciones placenteras son la forma que tiene nuestro sistema neuroendocrino de gratificarnos por haber realizado alguna acción que favorece nuestra supervivencia y/o reproducción.
Aunque ese placer podemos tomarlo como la sensación opuesta al sufrimiento, constituye obligatoriamente una mínima parte de nuestras sensaciones diarias. Además, la necesidad y deseo que sentimos por sentir sensaciones placenteras, supone un nuevo tipo de estrés que nos generará más ansiedad y frustración.
Aumentar artificialmente el número de tales sensaciones (mediante cambios químicos en nuestro cerebro, por ejemplo), no es una acción viable, pues supone una relajación y falta de actitud adaptativa, lo que al final, resulta en más sufrimiento para nosotros y los que nos rodean. Basta pensar en los adictos a la heroína, que; aunque al principio todo va bien, ya sabemos como termina el asunto.
Y es que no es adaptativamente estable aumentar el número de sensaciones placenteras, por lo que ese tipo de sentimientos serán siempre un pequeño claro en el bosque. Claro que nos hará soñar y sufrir en la utópica búsqueda de la felicidad.
¿PODEMOS EVITAR EL SUFRIMIENTO?
Para evitar todo sufrimiento en el ser humano, habría que evitar la necesidad de obtener recursos para sobrevivir, evitar todo tipo de estrés: lo que supondría evitar todas las situaciones que le producen miedo e inquietud; evitar que muera, que enferme, etc., y, por último, evitar que tenga deseos materiales o emocionales.
Es evidente la imposibilidad de conseguir semejante hazaña, por mucho que supuestamente se piense que la humanidad progresa en dicha dirección. Evitar la necesidad para todos los humanos es algo imposible debido a los limitados recursos naturales de los que disponemos: no hay de todo para todos, ni jamás lo habrá. Evitar el estrés es; si cabe, un problema mayor, ya que es algo implícito a la fisiología del ser humano. Somos seres autoconscientes que vemos y nos preocupamos por el futuro que nos aguarda. Cómo evitar el sufrimiento, por ejemplo; que supone ser consciente de que vas a morir irremediablemente. Tendríamos que evitar las potencialmente infinitas preocupaciones que nos angustian cada día.
Y, por último, tendríamos que evitar el deseo por lo que no tenemos. ¿Cómo? ¿Dando de todo a todos? Es un absurdo.
LA ILUSIÓN DEL CIELO
Una típica salida al problema del sufrimiento consiste en propuestas irracionales. Por ejemplo, el cielo de las religiones monoteístas. Un mundo imaginario donde no existe el sufrimiento. Se evita el sufrimiento porque en el cielo no hay necesidades que suplir, ni preocupaciones futuras, ni existe el deseo o; si existe, está completamente satisfecho. Se adorna además la cosa, con el sentimiento inefable de estar y convivir junto a una o varias Deidades.
Bien, sobra decir que este cielo no es más que el producto de nuestra imaginación actuando por necesidad. Necesidad de consuelo ante nuestro sufrimiento insoslayable.
Pero es más, incluso de existir, el cielo no sería nuestra salvación ante el sufrimiento. Imagínate viviendo en tales circunstancias: no necesitas hacer nada para seguir sobreviviendo, no tienes ningún deseo o los tienes todos cumplidos, ni tienes nada por qué preocuparte. ¿Qué hacemos durante toda la eternidad? Sin necesidad ni deseo no hay nada por lo que actuar. El aburrimiento y el tedio serían insoportables. Un sufrimiento como hay pocos.
En definitiva, la única opción al sufrimiento particular de cada uno, es dejar de estar vivo. Ese parece ser el verdadero nirvana que a todos nos llega. De ahí viene lo acertado de la típica frase lapidaria: “descanse en paz”.
¿ES EL NUESTRO EL ÚNICO MUNDO POSIBLE?
Es de sobra conocido, y aceptado, que el ser humano, como ser vivo que es, ha sido cincelado y moldeado espontánea y ciegamente durante millones de años por la ley de la evolución. Sólo se puede negar esta realidad, desde la vehemencia, la irracionalidad, o el escepticismo.
El caso es, que ese moldeado, se basa a su vez en leyes físicas más básicas, y éstas, son pilares básicos de la realidad. Sólo son así, y no podemos decir nada más. Las suponemos universales y necesarias.
Pues bien, un ser humano, que ha sido cincelado de acuerdo a unas leyes, debe su esencia a dichas leyes, y no tendrá cabida en otro mundo con leyes diferentes. Sólo somos funcionales en el medio en el que nos hemos formado, y otros mundos son incompatibles. El nuestro, es nuestro único mundo posible donde vivir; a menos que la diferencia entre las leyes de ambos mundos sea despreciable.
Por ejemplo, colocar un hombre en un mundo donde no transcurra el tiempo es un absurdo, así como llevarlo a un lugar donde la gravedad sea una fuerza repulsiva, etc.
Y, muy importante para la argumentación, sólo un mundo completamente distinto al nuestro permitiría evitar el sufrimiento humano. Un mundo en el que no tendríamos cabida. Estamos condenados al sufrimiento.
CONCLUSIÓN
Llegamos así a una postura filosófica pesimista, en la que no sólo vivimos en el peor mundo imaginable, sino que; además, es el único mundo en el que podemos vivir. Una postura filosófica que niega el progreso del hombre hacia un utópico mundo mejor. Que niega incluso una posibilidad teórica real de un mundo mejor para el hombre.
Vemos que incluso un supuesto mundo imaginario ideal (el cielo), necesitaría de un componente sobrenatural (convivir con Dios) para que nos evitara el sufrimiento debido al tedio y el aburrimiento de una eternidad sin hacer nada. Un componente sobrenatural, que sólo viene a confirmar la imposibilidad de imaginar desde la razón un mundo mejor para el hombre.
En el fondo, esa lucha utópica que parece seguir el ser humano hacia un mundo mejor desde el naturalismo se ve claro que no es más que una estrategia evolutiva de autoengaño dirigida a mantener la legitimidad vigente. Nosotros, los poderosos, prometemos que conseguiremos con el tiempo recursos de todo para todos, así que; por favor, no os sublevéis pobres desgraciados. A su vez, los pobres desgraciados desfavorecidos, se agarran a invenciones irracionales para consolarse con un mundo mejor. Invenciones que, en cuanto se profundiza un poco, se vuelven ilógicas e incongruentes.
El ser humano vive en el único mundo en el que puede vivir, el peor de los mundos imaginables; el peor mundo sin duda para ser un ser autoconsciente.
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