viernes, 19 de abril de 2019

Reflexiones de un realista

I.

Algunos hablan sobre valor de nuestras vidas. ¿Acaso lo efímero puede tener algún valor? ¿Lo que existe brevemente y luego no deja ni rastro qué razón de ser puede tener? Y si además en esa precaria existencia nos vemos obligados evolutivamente a luchar supliendo incontables necesidades objetivamente inútiles pues todavía peor. ¿Cómo podemos estimar los breves destellos fenoménicos que somos cuando estamos equipados con una consciencia que racionalmente nos enseña cada segundo que toda la realidad es un disparate y que estamos además condenados a sufrir, luchar, padecer y finalmente enfermar y morir? Nuestra especie es una amalgama de generaciones de máquinas de consumir gradientes energéticos con fecha de caducidad. Un soma desechable que es usado por la naturaleza ciegamente con este fin termodinámico: sobrevivir y replicar largas moléculas de ADN capaces de construir nuevas máquinas entrópicas.


Realmente no puedo estimar algo así como valioso. Quizás un mundo sin consciencia sería tolerable, o al menos, no sería tan cruel. Pero la autoreflexión natural que se da en nosotros sobre la realidad es simplemente un "error" evolutivo. Algo que nunca debió ocurrir pero ha ocurrido porque las leyes físicas fundamentales así lo permiten. De hecho las ideas neoplatonistas del multiverso tan de moda hoy día entre los científicos garantizan que en el basto (algunos hablan de infinito y eterno) potencial de posibles universos es inevitable que se dé el proceso de la consciencia. Esos universos son sin duda los peores mundos imaginables y nos ha tocado estar en uno de ellos.

Peor aún es la idea del eterno retorno que revolotea sobre la teoría del multiverso sin que ningún físico parezca inquietarse cuando es quizás el corolario más importante y aterrador que se puede sacar de esta propuesta científica.

Pero bueno, sé que este debate es inútil porque es también algo sabido desde la psicología evolucionista que estamos sesgados hacia el optimismo cognitivamente para ver el mundo tras un velo color de rosa, aunque realmente el mundo sea una negra y fría inmensidad de nada.



II.

El otro día me afeaban el tono pesimista del libro "La conspiración contra la especie humana", de Thomas Ligotti. En realidad no niego que es un texto "pesimista" (o quizás habría que decir realista), pero está muy bien escrito literariamente y además argumenta toda su tesis con muy buena mano desde un punto de vista humanista (filosósifo, ético, moral) pero también científico (neurológico, visto desde la psicología evolucionista, la evolución, la física, etc).

Es un libro que no tiene desperdicio y como indica la reseña: "no dejará indiferente a ningún lector".


Además, ¿acaso no es cierto que todos nosotros, todas las personas estamos en nuestro día a día bajo «el chantaje intelectual por el que quieren obligarnos a estar eternamente agradecidos por un “don” que nunca solicitamos: la vida»? En cuanto habla el "pesimista" todos lo miran de reojo como si estuviese desvelando un secreto que todos conocen pero nadie quiere oír de viva voz. ¡Pues lo que hay es lo que hay!


La consciencia no es un don, es una abominación. Un fortuito "error" evolutivo de la naturaleza la cual se vio obligada a acompañar dicha capacidad racional "superior" de distintos métodos cognitivos que sesgan y limitan nuestra visión del mundo de manera que no veamos claramente la realidad. La propia naturaleza se encargó de esclavizarnos de este modo con un instintivo sesgo optimista que hace que todos vivamos nuestras vidas como si no fuera cierto que sólo somos indiferentes «biorobots copiadores de genes que viven a la intemperie en un planeta solitario en un universo físico frío y vacío». Puros somas desechables que viven sus vidas revolcados en la mierda cuales cerdos con el único propósito de sobrevivir y reproducirnos. Nos creemos libres y felices a pesar de nuestro destino, pero en el fondo somos marionetas movidas por hilos evolutivos. El propio mundo, a la vista del incontrolable horror que supuso la consciencia, ató cruelmente a su creación bajo un halo de "esperanza" y deseos absurdos.


Y no será hasta poco antes de morir cuando a la mayoría de nosotros se le caiga el velo de la falsa ilusión y el sesgo cognitivo del instinto. En ese momento, cuando ya no sea necesario mantener la farsa optimista será justo cuando la naturaleza nos permitirá echar un demencial y leve vistazo a la horrenda realidad. Como nos cuenta Thomas Ligotti:


"El secreto que nunca quisiste saber se revela ahora en tu cabeza: que te hicieron como te hicieron y te manipularon para que te comportaras como te comportabas. Y a medida que el secreto se abre paso en tu cabeza, la sonrisa de esa cara del espejo se estira por las comisuras. Lo mismo hace la tuya, haciendo lo que le ordenan. Las dos caras sonríen a la vez con la misma sonrisa. Se ensancha hasta alcanzar proporciones demenciales. Al fin una voz largamente contenida grita: ¡Qué es esta vida! Pero sólo responde el silencio, burlándose de todas las esperanzas absurdas que alguna vez tuviste.


¿Y ahora qué? Ahora sólo queda esa sonrisa que se ensancha de modo antinatural: un gran abismo donde la negrura se funde con la negrura, nada. Luego la sensación de ser tragado. La historia ha terminado, el argumento está completo."



III.

Estos días no pude evitar repasar una de las propuestas más interesantes que he estudiado: el hecho de que muy probablemente poseemos un instintivo sesgo cognitivo hacia el optimismo. Y que ese sesgo nos impide ver el mundo de manera realista tal y como es. Os dejo en este sentido enlace a esta interesante charla TED donde la neurocientífica Tali Sharot nos habla precisamente de cómo estamos evolutivamente sesgados bajo este velo de optimismo. También podéis seguir sus ideas en su libro "The Optimism Bias: A Tour of the Irrationally Positive Brain"Un fragmento de su libro dice así:

"While the capacity for both awareness and prospection has clear survival advantages, conscious foresight also came at an enormous price—an understanding that somewhere in the future, death awaits us. This knowledge—that old age, sickness, decline of mental power, and oblivion are around the corner—is less than optimistic. It causes a great amount of anguish and fear. Ajit Varkil, a biologist at the University of California at San Diego, argues that the awareness of mortality on its own would have led evolution to a dead end. The despair would have interfered with daily function, bringing the activities and cognitive functions needed for survival to a stop. Humans possess this awareness, and yet we survive. How? The only way conscious mental time travel could have been selected for over the course of evolution is if it had emerged at the same time as false beliefs. In other words, an ability to imagine the future had to develop side by side with positive biases. The knowledge of death had to emerge at the same time as its irrational denial. A brain that could consciously voyage through time would be an evolutionary barrier unless it had an optimism bias. It is this coupling—conscious prospection and optimism—that underlies the extraordinary achievements of the human species, from culture and art to medicine and technology. One could not have persisted without the other. Optimism does not exist without at least an elementary ability to consider the future, as optimism is by definition a positive belief about what is yet to come, and without optimism, prospection would be devastating".¡Qué bien cuadra esta teoría con las palabras del ensayo de Thomas Ligotti!


IV.
Algunos tienen una idea equivocada de lo que representa un nihilista moderno. Creen erróneamente que este tipo de personas la conforman miserables y temerosos personajes que lloriquean por las esquinas buscando el momento de morir. Pero nada más lejos de la realidad.

El verdadero ideal neo-nihilista (neo-pesimista, realista, o como se quiera llamar) no es el de vivir con absurdas esperanzas de "salvación" pero tampoco el de vivir de manera depresiva y aislada. La verdadera meta de las personas que filosofan de la manera descrita por ejemplo en el ensayo: "La conspiración contra la especie humana" de Thomas Ligotti, o en el libro de David Benatar: "Better Never to Have Been", por poner dos ejemplos; es la de evitar la natalidad. El antinatalismo como único método viable para acabar de una vez por todas con el abominable dolor intrínseco a toda vida consciente que debe hace frente a la insoportable levedad de su ser y a su fatal destino sin sentido.

Una vez que la biología, la neurología, la física y la ciencia en general nos han abierto los ojos sobre lo que realmente somos: marionetas desechables y bioinspiradas encargadas de replicar largas moléculas de ADN; y que nos ha hablado sobre el destino del Universo: la comunidad científica se debate ya exclusivamente entre dos posibles escenarios, su "muerte" térmica (Big Freeze) o su desgarramiento (Big Rip), descubrimos que en realidad no somos nada a parte de un medio más mediante el cual nuestro universo moribundo se encarga de devorar gradientes energéticos (en este caso el que produce el Sol). Seamos realistas por una vez, ni el destino de este mundo que "vuela" hacia su autodestrucción térmica ni la esencia humana como máquina dispuesta a las órdenes de mandamientos naturales termodinámicos merecen la pena ser continuadas con nuevas generaciones de "personitas" que abran los ojos horrorizadas ante este panorama.

En este sentido, el ideal del hombre realista es sencillamente el de acabar con la natalidad. Convencer al pueblo llano de que sabemos que no hay Dios (o que si lo hay trasciende nuestra realidad y es indiferente hacia ella) y que ya comprendemos racionalmente por fin lo que realmente somos (marionetas a las órdenes termodinámicas que se esconden tras la evolución que nos dio forma y que nos ladra en cada instante qué debemos hacer). Explicarles que también podemos predecir el futuro físico de nuestro universo, y que se asemeja al de una goma de borrar térmica que acabará erosionando y eliminando cualquier logro que el esfuerzo de todo fenómeno que haya existido o esté por existir (consciente o no) vaya a conseguir realizar jamás. 

No es una tarea fácil, quizás sea imposible de base, o imposible al corto-medio plazo; pero la moderna filosofía nihilista es quizás ese pequeño paso que le faltó dar al budismo más milenario. La verdadera "iluminación" la alcanzará no el que descubre que la vida es sufrimiento y medita toda su vida sobre ello temeroso de nuevas reencarnaciones, sino aquel que descubre que no merece traer nuevos individuos a sufrir y padecer estas absurdas necesidades naturales...¡y que consigue vencer al instinto reproductor que llevamos instalado de serie en el cerebro (junto con otros sesgos cognitivos como el del optimismo)!

Pero insisto para que conste que a un verdadero nihilista no lo verás lloriqueando ni abandonado en un cuartucho aislado. Estos realistas renovados de los que cada vez hay más, simplemente viven sus vidas de la manera más natural posible dada cada circunstancia particular, pero con la excepción de que en lo posible se abstendrán de tener progenie, e intentarán fomentar que los demás hagan como él.

Y para aquel que tenga reparos (normalmente instintivos e inefables) ante esta idea antinatalista os dejo una cita de Zapffe que viene al caso:

"¿Así que me pregunta si elegiría no haber nacido? Uno debe haber nacido para poder elegir, y la elección implica destrucción. Pero pregunte a mi hermano en esa silla de ahí. En realidad está vacía; mi hermano no llegó tan lejos. Aun así pregúntele, mientras viaja como el viento bajo el cielo, estrellándose contra la playa, olfateando la hierba, disfrutando de su fuerza mientras persigue su alimento vivo. [...] ¿Alguna vez le ha echado usted en falta? Mire a su alrededor una tarde en un tranvía atestado y pregúntese si permitiría que una lotería seleccionara a uno de los pasajeros agotados como el que usted traería a este mundo. Ellos no prestan atención cuando una persona se apea y dos suben. El tranvía sigue rodando"


Nadie va a echar jamás en falta a un nonato, y tampoco jamás un nonato (en ese "limbo" sin cerebro) va a poder echar en falta en modo alguno la existencia. Sin embargo, el que nace si que viene con boletos (genéticos y circunstanciales) que determinan ya a priori la cantidad de sufrimiento que va a padecer antes de desaparecer desechado por la propia naturaleza, la cual continuará siempre indiferente ante esos pobres desgraciados que van apareciendo y desapareciendo como destellos en la oscuridad.


v.
Grandes palabras de Thomas Ligotti"Rebatir la filosofía de Zapffe, o cualquier filosofía semejante [pesimista o realista], es tan fácil como rebatir la de cualquier otro filósofo cuyos razonamientos no se ajusten a TUS predilecciones. Aunque su análisis de la existencia humana parezca sólido bajo determinada luz, podrá demolerlo sin gran esfuerzo quienquiera que tenga esa motivación.[...]

Ser alguien es muy duro, pero ser nadie está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...]

Respaldados por nuestros progenitores y el mundo, nunca juzgaremos que esta vida es MALIGNAMENTE INÚTIL. Casi nadie declara que una maldición ancestral nos contamina en el útero y envenena nuestra existencia. Los médicos no lloran en las salas de partos, o no suelen. No agachan la cabeza y dicen: «El cronómetro se ha puesto en marcha». El recién nacido puede llorar, si las cosas van bien. Pero el tiempo secará sus ojos; el tiempo se ocupará de ello. El tiempo se ocupará de todos hasta que no quede ninguno de nosotros del que ocuparse. Entonces todo volverá a ser como era antes de que echáramos raíces en un lugar que no es el nuestro.  

Llegará un día para cada uno de nosotros —y luego para todos nosotros— en que el futuro habrá terminado. Hasta entonces, la humanidad se aclimatará a cada nuevo horror que venga a llamar a la puerta, como ha hecho desde el principio. Seguirá adelante y adelante hasta detenerse. Y el horror seguirá adelante, con las generaciones cayendo en el fututo como muertos en tumbas abiertas. El horror que nos transmitieron se transmitirá a otros como un legado escandaloso. 

Estar vivo: décadas de levantarse a la hora, luego recorrer penosamente otra ronda de emociones, sensaciones, pensamientos, deseos —la gama completa de agitaciones—, para desplomarse finalmente en la cama a sudar en el pozo negro del sueño profundo o hervir a fuego lento en las fantasmagorías que importunan nuestras mentes cuando sueñan. ¿Por qué aceptan tantos de nosotros una cadena perpetua en vez del extremo de una soga o la boca de una pistola? ¿Acaso no merecemos morir? Pero no estamos obsesionados por este tipo de preguntas. No nos interesa hacerlas, ni responder a ellas con la mano en el corazón. ¿No podríamos acabar así con la conspiración contra la especie humana? Parece que esta sería la decisión adecuada: la muerte de la tragedia en brazos de la no existencia. Mundos sobrepoblados de nonatos no tendrían que sufrir si deshiciéramos lo que hemos hecho para poder seguir adelante durante todos estos años. Dicho esto, nada que sepamos nos hará dar ese paso. ¿Qué podría ser más impensable? Sólo somos seres humanos. Preguntad a cualquiera."

VI.
Pedir a la gente que no tenga hijos es ingenuo precisamente porque somos marionetas sin libertad para actuar fuera (o en contra) del instinto evolutivo. Son reflexiones que se lanzan al aire con la certidumbre de que no es posible que tengan éxito. Pero esa es la tarea del filósofo. Describir las cosas como son o como deberían ser, aún a pesar de que sepa de antemano que no hay manera de lograr dicho ideal. 

Por desgracia deberemos esperar a que la propia madre naturaleza se deshaga de nosotros accidente mediante (meteorito) o por falta de capacidad adaptativa a futuros cambios ambientales (como le ha ocurrido ya a tantos millones de especies). La pena es la cantidad de generaciones de personas (marionetas) que van a venir a trabajar a este mundo para nada en esta (malignamente) inútil existencia condenada a la nada desde el mismo principio.

De hecho, este es precisamente el corolario (el Argumento) del final del libro "La conspiración contra la especie humana", de Thomas Ligotti. Una de las obras más actuales e inspiradas del neo-pesimismo que va tomando forma en los últimos años.


VII.

Muchos defienden que el ser humano es algo más que "nada" y que ese simple hecho ya es maravilloso.

Y somos un poquito más que "nada", eso es cierto. Pero, ¿exáctamente por qué es eso maravilloso? ¿No sería más maravilloso ser una nada completa? ¿O ser mucho más que "nada"? 

El género homo apareció hace millones de años en medio de un mundo hostil del que no sabe nada y, peor aún, no tiene ni tendrá jamás la capacidad cognitiva necesaria para conocer casi nada de la Verdadera realidad (por mucho que la física moderna aparente que avanzamos a buen ritmo).

Como bien nos enseñó David Hume nos tendremos que contentar con la contemplación inmanente y con nuestras ideas y creencias subjetivas. Con esos instintos evolutivos que nos guían hacia un "fin" termodinámico que bien poco parece que tiene que ver con los somas desechables que cada uno de nosotros conformamos.

Nacemos, sufrimos, luchamos, padecemos, comemos, nos replicamos, criamos, envejecemos y morimos. Nuestro destino es el mismo que el de un gusano, y nuestra capacidad cognitiva no es tan distinta como nuestra arrogancia quiere hacernos pensar.

Sabemos desde Kant que la metafísica, si es que hay algo de eso, escapa y escapará por siempre de nuestro poder de conocimiento: todo empieza y acaba en la pura especulación en este campo. Así que debemos contentarnos con acatar las órdenes evolutivas cuales marionetas tiradas por hilos sin esperar comprender mucho de esta tarea nuestra (todos debemos entonar el "sí, bwana" del esclavo como mandamiento natural). Nuestro cerebro está todo lleno de sesgos e ilusiones cognitivas programadas por eones de evolución que nos obligan a criar y a continuar con el "eterno" ciclo de traer nuevas generaciones de "personitas" a este irracional universo...nadie sabe para qué narices.




1 comentario:

Solozzo dijo...

Hola de nuevo Sanmu,

te dejo aquí una pequeña entrevista a David Benatar por parte del canal Filósofos Malditos, que normalmente hablan sobre antinatalismo, Schopenhauer, Mainländer, Cioran, Caraco, Michelstaedter....

https://www.youtube.com/watch?v=DixigtYuqcI

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