domingo, 27 de abril de 2025

Borracho

Llego a casa borracho. Otra noche vacía, intentando perseguir una idea de libertad que ya carece de sentido práctico, que no lleva a ninguna parte. El instinto me empuja a desear a otras mujeres, un mecanismo biológico tan predecible como inútil. La frustración es la consecuencia lógica. Termino en la cama, el alcohol nublando una consciencia que gira sin rumbo, sin objetivo identificable.

Mi tiempo se agota. Pronto regresaré a la nada, a la condición de no-ser de la que fui extraído sin consulta. De mi paso por esta existencia quedará tan poco como queda ya de mi padre: una memoria que se disipa, una aniquilación inevitable. Todos mis tormentos, estas preocupaciones subjetivas y en perspectiva insignificantes, se detendrán. Se restablecerá el estado fundamental: el no-ser. Una condición que nunca pedí abandonar. Nadie pide existir.

Pero si hay algo que realmente perturba cualquier intento de consuelo, es la hipótesis que la ciencia contemporánea parece favorecer: el eterno retorno. La posibilidad aterradora de que este ciclo completo —esta vida, con cada error y sufrimiento— se repita indefinidamente. No me veo capaz de soportar esa perspectiva, pero la posibilidad está ahí, como una ley física indiferente. Volver a experimentar cada instante, cada dolor, la relación con mi padre, todo. Quizás esté ocurriendo ya en otros universos o ciclos temporales, una repetición infinita del mismo guion defectuoso.

El peso de haber nacido, de ser consciente, es una carga objetiva, permanente e ineludible para todos. Una condena inherente al hecho de existir.

Deseo fervientemente que la ciencia esté equivocada. Que exista un final absoluto, un cese definitivo de la consciencia. A mis 45 años, anhelo esa perspectiva de aniquilación final. Llegará el momento en que volveré a no ser. Descansaré, aunque sea con la inquietante sospecha de que solo sea un intervalo, una pausa antes de que las leyes de la realidad me fuercen a repetir este papel en un escenario que nunca elegí.

Descansad esta noche, si es posible, compañeros en esta condición. Aferrémonos a la posibilidad, aunque sea mínima, de que el final sea solo eso: el fin. Que la nada sea permanente.


viernes, 25 de abril de 2025

Sintiendo las primeras chispas del AGI con los últimos modelos de IA de OpenAI

Es increible todo lo que ha avanzado la IA en los últimos 4 años. Este vídeo lo ha generado un script de python que tengo en mi empresa el cual es un bot de Slack capaz de generar imágenes y audio usando los últimos modelos de IA de OpenAI. Le pase en el chat de un canal como input la imagen siguiente con la famosa frase de Ligotti:


La personalidad que le hemos puesto a esta demo interna en nuestra empresa es la de cura gallego y le pedimos junto a la imagen que generase una ilustración y un audio con una reflexión sobre la frase adjunta. El resultado es asombroso como poco. Nadie jamás habría pensado hace cuatro años que la IA llegaría tan pronto a este punto Pre-AGI (el siguiente vídeo en formato mp4 mezclando el audio y la ilustración también lo generó la propia IA):
 

martes, 8 de abril de 2025

Epitafio

Hoy, después de un año de sufrimiento sobrellevando un cáncer cerebral, por fin mi padre descansa en paz. Dedico este epitafio a su memoria ya que refleja en gran parte su forma de pensar y lo que su vida, como la mía, supuso en general:

El auténtico pecado original no es aquel que relatan las escrituras, heredado de un fruto mordido en el Edén; es otro, más hondo, más inquietante y verdadero: el acto despiadadamente egoísta, MALIGNAMENTE inútil, de traer nueva vida a este escenario absurdo y hostil que llamamos mundo, impulsados por una pulsión ciega que nos condena a perpetuar una tragedia que nadie pidió representar. Es un pecado arraigado en nuestro instinto, quizá la metáfora más precisa del universo mismo: una maquinaria irracional que gira eternamente sobre su propia crueldad.


(Descansa tranquilo padre, te lo has ganado 🩶)