sábado, 29 de junio de 2019

Marionetas alegres

Un ámplio conocimiento de la realidad supone comprender que eso que llamamos felicidad o tristeza, alegría, frustración, excitación, placer, dolor, sufrimiento, etc., son simples modulaciones electroquímicas de nuestro cerebro evolutivo. El sistema neuroendocrino dictamina desde el mismo instante de la fecundación y la recombinación génica qué es lo que nos va a "gustar" y lo que "no nos va a gustar" hacer; lo que hará que nuestro cerebro chorree endorfinas y también las conductas que llevarán a que nuestro sistema nervioso nos hagan padecer las emociones y sensaciones más desagradables del mundo. Un ámplio conocimiento de la realidad supone comprender que el ser humano es nada más (y nada menos) que un subproducto evolutivo como otro cualquiera, y que pese a nuestro (idolatrado) raciocinio somos tan presos y esclavos de los instintivos e inconscientes designios evolutivos como cualquier otra especie que puedas ver correteando por la pradera en busca de un cacho de carne que meterse en el cuerpo. 
La realidad es que nuestro "yo" es un constructo cognitivo del sujeto (del cerebro), un simple soma material a la espera de ser naturalmente desechado mientras obedece con obligada disciplina lo que su cerebro le dice qué debe y qué no debe hacer. Un ser coaccionado continuamente a la esclavitud del sistema neuroendocrino que (literalmente) mueve sus acciones y conductas diarias como hace un titiritero moviendo a una infeliz marioneta que, habiendo alcanzado el "desgraciado don" de la consciencia, se creyese ilusamente "libre" y "feliz" porque piensa ser ella la que mueve sus hilos del modo en que le "gusta y apetece". 
Pero la realidad es que esos "deseos" evolucionistas que determinan todo el movimiento biológico en el mundo (no sólo el gradual cambio fisiológico entre especies, sino también toda la conducta y el desplazamiento de lo vivo), es un complejo proceso mecánico físico emergente: fundamentalmente termodinámico. Los "objetivos" evolutivos se reducen a complejos "objetivos" mecánicos espontáneos: a su física subyacente. Un acontecimiento que ocurre de manera innata y consustancial sin que medie razón objetiva alguna, tan sólo la aplicación de las eternas leyes naturales. 
Es decir, que son las leyes físicas del mundo (su esencia, en realidad) las que hacen emerger la mecánica evolutiva de manera natural tan pronto se dan las circunstancias necesarias (un sistema lejos del equilibrio térmico afectado por un fuerte gradiente energético: léase el trabajo del biofísico Jeremy England, entre otros). Y esta mecánica evolutiva da lugar a su vez a la aparición de complejas estructuras materiales capaces de devorar este gradiente de energía tan pronto como sea posible (esa es, de hecho, la base de la lucha evolutiva biológica en la Tierra: una pelea entre "máquinas" replicantes por ver quién es la que permanece por más tiempo en la existencia gracias al mérito de su eficiencia particular como maximizadores locales en su capacidad para disipar energía: aumentar la entropía global). 
El "objetivo" evolutivo de la supervivencia y la reproducción se reducen así al "objetivo" físico de devorar gradientes energéticos al mayor ritmo posible (aumentando de manera indirecta la complejidad estructural de los objetos materiales existentes), y ese mero "objetivo" termodinámico natural, ciego e irracional, es el que dicta en última instancia cómo deben ser las cosas para que puedan permanecer estructuralmente con buena probabilidad en el tiempo (es la verdadera causa última de todo el fenómeno del universo). 
Pero ese "objetivo" físico y evolutivo, no es una meta o finalidad como nosotros lo entendemos desde el punto de vista racional, sino un mero designio sobrenatural o metafísico que escapa (y escapará) de cualquier indagación empírica. El mundo "persigue" ese aumento entrópico (ese devorar gradientes) simplemente porque su esencia así lo ordena al dar origen a este mundo fenoménico tan concreto al que estamos expuestos (guiado por lo lo que entendemos por leyes naturales)...pero en realidad desconocemos el porqué de estas leyes tan particulares en lugar de cualquier otras, o de ninguna en absoluto. Es decir, desconocemos la propia esencia en sí de nuestro mundo físico (del fenómeno y su mecánica). Pero esto es ya otra historia donde es mejor de momento no entrar (aunque el que lo desee tiene el trabajo de David Hume y Kant para entretenerse en ello). 
De todas formas, si nos aferramos y limitamos -no hay alternativa en realidad- a lo único que podemos conocer: la descripción físico-matemática de la experiencia sensible, el hecho natural es que la esencia del mundo hace que fenomenológicamente la materia se ordene siempre para aumentar la entropía al mayor ritmo posible, y como fruto de esa especificación emerge de manera natural una evolución cósmica universal (léase el libro "Evolución Cósmica: El aumento de la complejidad en la naturaleza", de Eric Chaisson), que luego en determinados planetas da lugar a una evolución biológica (orgánica) la cual a veces termina creando seres "inteligentes" y conscientes...conscientes del horror y de su propia miseria racional una vez logran descubrir que son marionetas al servicio de este "fin" último termodinámico (racionalmente) inútil. 
Y este es el punto al que se pretendía llegar: sabiendo todo lo que sabemos; que somos unos indiferentes títeres movidos en cada segundo por naturales hilos físicos que nos empujan objetivamente hacia un "fin" totalmente irrelevante no sólo en cuanto al ser humano en particular; sino respecto a todo el contenido fenomenológico global del universo...¿cómo se puede ser alegre si no es mediante una ignorancia perseguida (cerrar los ojos ante el horror y dejarse llevar por el hedonismo), la incapacidad para comprender (hay quien puede entender la realidad y quien simplemente no es capaz), o una ilusa deshonestidad intelectual (dejándose vencer y saltando esas páginas del libro de la realidad que no nos conviene reconocer)? 
Porque ciertamente es el hedonismo y ese puntual baño de endorfinas, junto con el sesgo natural que la evolución nos marcó a fuego entre nuestras neuronas (léase a Tali Sharot y su libro: "The Optimism Bias: A Tour of the Irrationally Positive Brain"); lo que nos hace sobrellevar la vida con una naturalidad cómica (tragicómica, mejor dicho). Marionetas idiotamente felices porque creen, embobadas, que son ellas las que verdaderamente mueven sus hilos del modo en que desean...mientras van cayendo una tras otra en esa sepultura sin fondo dispuesta para todas ellas a la espera de que vayan terminado su (racionalmente) inútil tarea existencial como disipadoras de energía. Y es así como la vida humana, y el mundo en general, se muestran como un mecanismo autónomo e irracional, una existencia fenoménica no sólo inútil, sino malignamente inútil (puesto que la inutilidad se torna maligna en cuanto en tanto el horror de la conciencia de este trágico absurdo existencial aparece como fenómeno en el mundo: como ocurrió aquí en la Tierra en su día con la evolución del género homo). 
Además, este universo malignamente inútil sabemos que fenoménicamente tiene fecha de caducidad (con un Big Rip o una "muerte" térmica científicamente aseguradas), por lo que todo lo existido, lo existente o lo que reste por existir terminarán de nuevo en la nada (nihil), en el olvido, en la erosión, y en la ausencia. Todo volverá a ser nada...y todo habrá sido para nada. Como dijo Schopenhauer: «Bien puede decirse que la vida es un episodio que viene a perturbar inútilmente la sagrada paz de la nada». 
Pero desgraciadamente no podemos regodearnos mucho tiempo en estos pensamientos, ¿verdad? No podemos convivir con semejante visión de la realidad. Debemos dejar que el velo optimista que tan finamente la evolución tejió para nosotros haga su función: debemos ser felices y ser buenas marionetas. Debemos saltar de un lado para otro en este maligno e inútil mundo, trabajando (devorando gradientes energéticos) como esclavos mientras mendigamos un poco de dopamina al mismo tiempo que exhibimos una turbada y grotesca sonrisa en nuestras caras de muñeco, lo cual sólo pretende esconder ante los demás ese desconsuelo que todos arrastramos en nuestros más oscuros e íntimos pensamientos (esos que no podemos ni queremos dejar pasar al pensamiento consciente). 
Como dice Thomas Ligotti: "Ser alguien es muy duro, pero ser nadie [marionetas] está fuera de la cuestión. Debemos ser felices, DEBEMOS imaginar que Sísifo era feliz, debemos creer porque creer es absurdo. Día tras día, en todos los aspectos, nos va mejor y mejor. Ilusiones positivas para personas positivas.[...] 
Respaldados por nuestros progenitores y el mundo, nunca juzgaremos que esta vida es MALIGNAMENTE INÚTIL. Casi nadie declara que una maldición ancestral nos contamina en el útero y envenena nuestra existencia. Los médicos no lloran en las salas de partos, o no suelen. No agachan la cabeza y dicen: «El cronómetro se ha puesto en marcha». El recién nacido puede llorar, si las cosas van bien. Pero el tiempo secará sus ojos; el tiempo se ocupará de ello. El tiempo se ocupará de todos hasta que no quede ninguno de nosotros del que ocuparse. Entonces todo volverá a ser como era antes de que echáramos raíces en un lugar que no es el nuestro.  
Llegará un día para cada uno de nosotros —y luego para todos nosotros— en que el futuro habrá terminado. Hasta entonces, la humanidad se aclimatará a cada nuevo horror que venga a llamar a la puerta, como ha hecho desde el principio. Seguirá adelante y adelante hasta detenerse. Y el horror seguirá adelante, con las generaciones cayendo en el fututo como muertos en tumbas abiertas. El horror que nos transmitieron se transmitirá a otros como un legado escandaloso. 
Estar vivo: décadas de levantarse a la hora, luego recorrer penosamente otra ronda de emociones, sensaciones, pensamientos, deseos —la gama completa de agitaciones—, para desplomarse finalmente en la cama a sudar en el pozo negro del sueño profundo o hervir a fuego lento en las fantasmagorías que importunan nuestras mentes cuando sueñan. ¿Por qué aceptan tantos de nosotros una cadena perpetua en vez del extremo de una soga o la boca de una pistola? ¿Acaso no merecemos morir? Pero no estamos obsesionados por este tipo de preguntas. No nos interesa hacerlas, ni responder a ellas con la mano en el corazón. ¿No podríamos acabar así con la conspiración contra la especie humana? Parece que esta sería la decisión adecuada: la muerte de la tragedia en brazos de la no existencia. Mundos sobrepoblados de nonatos no tendrían que sufrir si deshiciéramos lo que hemos hecho para poder seguir adelante durante todos estos años. Dicho esto, nada que sepamos nos hará dar ese paso. ¿Qué podría ser más impensable? Sólo somos seres humanos. Preguntad a cualquiera." 

domingo, 9 de junio de 2019

“El último Mesías” (Peter Wessel Zapffe)

“El último Mesías” [The Last Messiah]. Fuente original: Philosophy NowTexto completo en español en el que se presenta el pesimismo del autor noruego Peter Wessel Zapffe (1899-1990)
Traducido del inglés por Carlos Javier González Serrano
(Las anotaciones entre corchetes pertenecen al traductor y pretenden clarificar el tan poético como complejo y metafórico texto de Zapffe, publicado originalmente en noruego en 1933)
I
Una noche en tiempos remotos [long bygone times], el hombre despertó [awoke] y se contempló a sí mismo.
Vio que estaba desnudo bajo el cosmos, sin hogar [homeless] en su propio cuerpo. Todas las cosas se disolvían ante su escrutador pensamiento, y maravilla tras maravilla, horror tras horror se desplegaban en su mente.
Entonces la mujer también despertó y dijo que era hora de partir y salir de caza [go and slay]. Él buscó su arco y su flecha, lazo nupcial entre el espíritu y la mano, y salió fuera bajo las estrellas. Pero a medida que las bestias acudían desde sus hontanares, donde él tenía por costumbre esperarlas, ya no sintió en su sangre el voraz instinto [the tiger’s bound] de asediarlas, sino un gran salmo [que hablaba] sobre la hermandad del sufrimiento de todo lo vivo [brotherhood of suffering everything alive].
Aquel día no volvió con presas, y cuando lo encontraron a la luna siguiente, yacía muerto en el hontanar.
peter-wessel-zapffe
II
¿Qué pudo suceder? Una brecha en la más íntima unidad de la vida, una paradoja biológica, una abominación, una absurdidad, una exageración de desastrosas dimensiones. La vida había sobrepasado su objetivo [overshot its target], destruyéndose a sí misma [blowing itself apart]. Una especie había sido armada muy pesadamente -en espíritu todopoderosa, pero a la vez amenazante para su propio bienestar-. Su arma [weapon] era como una espada sin empuñadura ni revestimiento, una hoja de doble filo que todo lo hiende; pero aquel que ha de blandirla debe agarrar la hoja y dirigir uno de los filos hacia sí mismo.
A pesar de sus nuevos ojos, el hombre seguía anclado a la materia, su alma giraba todavía en ella y subordinada a sus ciegas leyes [blind laws] -aunque sí podía mirar a la materia como a un extraño, compararse con el resto de fenómenos, viendo a su través y distinguiendo sus procesos vitales-. Llega a la naturaleza como un huésped no invitado, extendiendo en vano sus brazos para rogar por la conciliación con su creador [maker]: aunque la naturaleza ya no le consuela, llevó a cabo un milagro con el hombre, pero después  se desentendió de él [later did not know him]. Ha perdido su derecho a residir en el universo, ha comido del Árbol del Conocimiento y ha sido expulsado del Paraíso. Es poderoso en el mundo presente [the near world], pero maldice este su poder [mighty], pues fue comprado a cambio de la armonía de su alma, su inocencia, su paz interior en el abrazo de la vida.
Y ahí está con sus visiones, traicionado por el universo, maravillado y asustado [in wonder and fear]. La bestia también conoció el miedo, a través de la tormenta y la garra del león. Pero el hombre se volvió temeroso de la vida misma -más aún, de su propio ser-. La vida consistía para la bestia en sentir la escena del poder, en el calor y en los juegos, en la lucha y el hambre, aunque al fin hubiera de inclinarse ante la ley del mundo. En la bestia, el sufrimiento está confinado en sí mismo [self-confined, autocontenido], en el hombre horada agujeros que le conducen a un miedo hacia el mundo y a una desesperanza vital. Incluso cuando el niño emerge al río de la vida, los rugidos de la cascada de la muerte se encumbran sobre el valle, cada vez más cerca, y hacen sollozar a su alegría. El hombre contempla la tierra, que respira como un gran pulmón: cada vez que exhala, la deleitosa vida circula por todos sus poros y se extiende hacia el sol, pero cuando inhala, un gemido de ruptura transita a través de la multitud, y los cadáveres azotan el suelo como fragmentos de granizo. Él podía ver no sólo su día [su presente], [sino también] los cementerios que se retuercen ante su mirada, los lamentos de milenios hundidos que se precipitan desde horrendas figuras en descomposición, sueños de madres que regresan a la tierra [earth-turned dreams of mothers, es decir, sueños grandilocuentes que acaban rotos]. La cortina del futuro se descorre a sí misma revelando una pesadilla de eterna repetición, un insensato desperdicio de materia orgánica. El sufrimiento de millones de humanos penetra en él a través de la puerta de la compasión [the gateway of compassion], y es que todo cuanto sucede origina una carcajada que se burla del ruego por la justicia, el más profundo principio del orden. Se ve surgir del vientre de su madre, dirige su mano al aire y ésta aparece con cinco ramas: “¿De dónde proviene este cinco diabólico, y qué relación tiene con mi alma?”. Ha dejado de comprenderse a sí mismo [He is no longer obvious to himself], toca su cuerpo totalmente horrorizado: éste eres tú y hasta aquí llegas, no más lejos. Lleva en su interior un alimento, [que] ayer [el alimento] era una bestia errante: “ahora la absorbo y la convierto en parte de mí, mas ¿dónde comienzo y dónde termino?”. Todas las cosas permanecen encadenadas entre sí por causas y efectos, y todo cuanto él quiere comprender [grasp] acaba disuelto ante su escrutador pensamiento. Pero pronto intuye igualmente esta mecánica en la lejana y querida totalidad [whole], en la sonrisa de su amada: [en ésta] hay también otras sonrisas, [no es más que] una bota estropeada con los dedos de los pies [una ilusión desbaratada]. A veces, los rasgos de las cosas son sólo sus rasgos [los del hombre, himself]. Nada existe sin él, toda línea apunta en su regreso hacia él, el mundo es sin más un eco fantasmal de su voz [a ghostly echo of his voice] -salta y grita de manera estridente y quiere vomitarse a sí mismo sobre la tierra junto con su impuro alimento, siente cómo aparece la locura [the looming of madness] y desea encontrar la muerte antes de perder esta capacidad [la propia locura].
Pero cuando se sitúa frente a la muerte inminente, comprende a la vez su naturaleza y el sentido cósmico [cosmic import] de lo que está por venir. Su creativa imaginación construye nuevas y temerosas perspectivas más allá de la cortina de la muerte, y comprende que incluso allí no existe santuario alguno. Ahora puede entender la [auténtica] hechura de sus esquemas biológico-cósmicos: él es el desamparado cautivo del universo [the universe’s helpless captive], que se mantiene en pie para caer en impensables circunstancias [into nameless possibilities].
A partir de este momento, se encuentra en un estado de irredento pánico [relentless panic].
Esta sensación de pánico cósmico [feeling of cosmic panic] es central en toda mente humana. La raza parece de hecho destinada a perecer en la medida en que toda conservación real y toda continuación de la vida es descartada, tan pronto como los esfuerzos y la energía del individuo se dirigen a resistir, o a atender, la tan catastrófica tensión interna de la vida.
La tragedia de una especie que se convierte en inadecuada para la vida a causa de un superdesarrollo [overevolving] de una capacidad no se ciñe a la humanidad. Así, por ejemplo, se cree que cierta clase de ciervos sucumbió en época paleontológica al adquirir cuernos demasiado pesados. Las mutaciones [evolutivas] han de ser consideradas ciegas [blind], que trabajan y se imponen sin ningún tipo de conexión con su ambiente.
En estados depresivos [depressive states], la mente ha de ser considerada como la imagen de aquella cornamenta que, aun en todo su fantástico esplendor, clava en el suelo a quien la porta.
Portrett av Peter Wessel Zapffe
III
¿Por qué entonces la humanidad no se extinguió hace mucho tiempo, durante las grandes epidemias de locura [madness]? ¿Por qué sucumbe tan sólo un muy reducido número de individuos al no poder resistir la tensión de la vida [strain of living] -[a causa de que] el conocimiento les aporta más de lo que pueden sobrellevar?
La historia de la cultura, así como la observación de nosotros mismos y de los otros, permite [dar] la siguiente respuesta: la mayor parte de la gente aprende a salvarse limitando artificialmente el contenido de su conciencia.
Si, en el momento adecuado, el ciervo gigante [giant deer] hubiera roto las lanzas exteriores de su cornamenta, pudiera haber sobrevivido [resistido] por más tiempo. Y esto incluso con fiebre y un dolor constante en contra de su idea constitutiva [lo que le hace ser lo que es], del meollo de su particularidad, pues la mano de la creación le concedió ser el portador de cuernos [horn bearer] de los animales salvajes. [Pero] Lo que hubiera ganado mediante su persistencia, se hubiera perdido en importancia, en grandeza vital; en otras palabras, [hubiera supuesto] una persistencia sin esperanza, un camino no hasta [up to] su [completa] afirmación, sino un avance en la perenne recreación de sus ruinas [hubiera pervertido su esencia], [se hubiera convertido en] una raza autodestructiva contra la sagrada voluntad de la sangre [sacred will of blood].
La identidad del propósito [inicial] y del acabamiento [identity of purpose and perishment] supone, tanto para el ciervo gigante como para la humanidad, la trágica paradoja de la vida. En su enconanda Bejahung [afirmación de su vida], el último Cervis Giganticus portó el escudo de su linaje hasta el final. [Pero] El ser humano se salva a sí mismo y persevera. Lleva a cabo, para emplear una expresión coloquial, una represión más o menos consciente de su abrumador excedente de consciencia. Tal proceso es virtualmente constante [virtually constant] durante nuestra vigilia y nuestra horas más activas, y es un requisito de adaptación social y de todo aquello que comúnmente se entiende por vida sana y normal.
También la psiquiatría trabaja asumiendo que lo “sano” y viable va de la mano de lo más eminente [the highest] en términos personales. [Por el contrario] La depresión, el “temor a la vida”, la negativa a alimentarse, etc., son [hechos] interpretados como señales de un estado patológico que hay que tratar. A veces, sin embargo, tales fenómenos son signos de un más hondo e inmediato sentir la vida [immediate sense of life], los amargos frutos de una genialidad de pensamiento o de sentimiento [que están] en la base de tendencias antibiológicas [antibiological tendencies]. No es que el alma esté enferma, sino que [existe una] merma en su protección, o bien es rechazada [aquella tendencia presuntamente patológica] porque se experimenta -correctamente- como una traición al más alto potencial del ego [a betrayal of ego’s highest potential].
El todo de la vida [whole of living] que hoy tenemos ante nosotros está enredado, desde lo más patente hasta lo más aparente, en mecanismos represivos [repressional mechanisms] sociales e individuales; éstos pueden ser rastreados hasta en las formas más nimias de la vida cotidiana. Aunque adquieren una vasta y multifacética variedad de formas, parece legítimo identificar al menos cuatro clases principales [de represión], que se dan en cualquier combinación posible: aislamiento, anclaje, distracción y sublimación [isolation, anchoring, distraction and sublimation].
Por aislamiento entiendo una total y arbitraria expulsión [dismissal] de todo pensamiento o sentimiento preocupante o destructivo. (Engström: “No se debe pensar, pues sólo confunde”.) Una perfecta y casi embrutecedora variante la encontramos entre ciertos médicos, quienes para autoprotegerse no ven sino el aspecto técnico de su profesión. Puede también degenerar en el más puro gamberrismo [hooliganism], como [sucede] en matones de tres al cuarto y estudiantes de medicina, entre quienes cualquier sensibilidad hacia al lado trágico de la vida es suprimida por medios violentos (jugar al fútbol con cabezas de cadáveres, etc.).
En la vida cotidiana, el aislamiento se manifiesta en un código generalizado de mutuo silencio: sobre todo en los niños, para que no se asusten [scared] demasiado a causa de la vida que apenas comienzan, conservando sus ilusiones hasta que puedan permitirse perderlas. A cambio, los niños no han de incomodar a los adultos con inoportunos comentarios sobre el sexo, el baño [toilet] o la muerte. Entre los adultos contamos con las reglas del “tacto”, un mecanismo que se muestra a las claras cuando expulsan [is removed, borran, literalmente], con ayuda de la policía, a un hombre que gime en la calle.
El mecanismo de anclaje también resulta útil desde temprana edad; los padres, el hogar o la calle se convierten en asuntos habituales en el niño y le otorgan una sensación de seguridad. Tal esfera de experiencias es la primera y quizás la más feliz protección contra un cosmos al que no sondeamos nunca del todo, un hecho que, sin duda, explica el tan debatido “apego infantil” [infantile bonding]; la cuestión de si [este asunto] alberga una vertiente sexual carece aquí de importancia. Cuando el niño descubre más tarde que tales bases de seguridad son tan “arbitrarias” y “efímeras” como cualquier otra, sufre una crisis de confusión y ansiedad y, rápidamente, busca algún otro anclaje [looks around for another anchoring]. “En otoño, iré al instituto”. Si esta sustitución falla, la crisis puede tomar un rumbo fatal, o bien puede darse lo que denomino espasmo de anclaje [anchoring spasm]: uno se aferra a valores ya muertos, ocultando tanto como sea posible -a uno mismo y a los demás- el hecho de que se es inservible [unworkable], de la propia esterilidad espiritualmente [spiritually insolvent]. El resultado es una constante inseguridad, un “complejo de inferioridad” [feelings of inferiority], sobrecompensación [over-compensation] o desasosiego. Cuando tal estado llega a cierto punto, es susceptible de un tratamiento psicoanalítico, cuyo trabajo consistiría en completar la transición hacia nuevos anclajes.
El anclaje puede caracterizarse como una fijación [fixation, un aferrarse] a puntos internos, o por la construcción de muros en derredor: [en ello consiste] la más pura lucha de la conciencia [liquid fray of consciousness]. Aunque es típicamente inconsciente, también puede ser totalmente consciente (uno “escoge un propósito”). Los anclajes útiles en sociedad son vistos con simpatía; quien “se sacrifica enteramente” por su anclaje (su empresa, su causa) es idolatrado. Pues ha establecido una poderosa base contra la disolución de la vida, y otros, convencidos, se beneficiarán de su fuerza. De una manera muy tosca, y como acción voluntaria, aparece también entre playboys “decadentes” (“debemos casarnos a tiempo, así las ataduras vendrán por sí mismas”). De esta forma, se establece una necesidad para con la vida y se expone a un mal evidente desde el propio punto de vista, pero que calma los nervios, un recipiente fortificado [una corteza o coraza] contra el temor ante la vida, cuya crudeza va siempre en aumento. Ibsen presenta en El pato silvestre dos causas de emergencia [o florecimiento] (“mentiras vivientes” [living lies]); no existe diferencia entre su anclaje [se refiere al de los personajes de Ibsen, Ekdal y Molvik] y el de los pilares de la sociedad excepto la de la improductividad práctico-económica.
Toda cultura es un gran sistema esférico [cerrado] de anclajes, construido sobre un firmamento fundacional, sobre ideas culturales de fondo. La persona de a pie se aferra a estos firmamentos colectivos; su personalidad ya está construida [prefabricada, prehecha] para ella, la persona de carácter culmina así su construcción, apoyándose más o menos en tales firmamentos centrales y colectivos heredados (Dios, la iglesia, el Estado, la moralidad, el destino, la ley de la vida, la gente, el futuro). Cuanto más fácil resulte el acceso a un elemento de estímulo hacia estos firmamentos, más arriesgado será tocarlo [por cuanto puede ser fácilmente convencido]. En este punto, por lo general, se establece una protección directa [de tales creencias heredadas] mediante códigos penales y amenazas de enjuiciamiento (inquisición, censura, perspectiva conservadora hacia la vida).
La capacidad portadora [de convicción, carrying capacity] de cada segmento [o estamento social] depende de que, o bien aún no se haya reconocido su naturaleza irreal [ficticia, fictitious nature], o bien de que, al fin, se reconozca su necesidad. De este hecho surge la educación religiosa en los colegios, que incluso es apoyada por los ateos en tanto que no conocen otra forma [they know no other way] para conducir a los niños hacia comportamientos sociales responsables.
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Cuando la gente cae en la cuenta [realise] de la falsedad o redundancia de tales segmentos [estamentos], se esforzará [enconará, afanará, strive] por sustituirlos por otros nuevos (“la efímera duración de las Verdades” [the limited duration of Truths]) -de donde surgen todos y cada uno de los combates espirituales y culturales que, junto con la contienda económica, componen el contenido dinámico de la historia universal [dynamic content of world history].
El afán por [poseer] bienes materiales (poder [power]) no se explica sin más por los placeres inmediatos [que proporciona] la riqueza, pues nadie puede sentarse en más de una silla a la vez ni seguir comiendo cuando ha quedado saciado [hastiado]. Más bien, el valor de una fortuna consiste en la pluralidad de oportunidades para [atarse al] anclaje, así como en las distracciones que ofrece a su dueño.
Tanto en el caso de los anclajes colectivos [sociales] como en el de los individuales, sucede que, cuando un segmento [estamento] se quiebra [breaks], acontece una crisis que resulta tanto más grave cuanto más cercano esté a uno de aquellos firmamentos fundacionales [main firmaments]. En el seno de los círculos más íntimos, cobijados por murallas exteriores, estas crisis ocurren de manera cotidiana y apenas sin dolor ([en forma de] “desacuerdos” [disappointments]); observamos incluso jueguecillos [a este respecto] con los valores de anclaje (bromitas, jerga, alcohol). Aunque, durante tales jueguecillos, se puede trazar accidentalmente un [túnel de] contacto que lleve de lo eufórico a lo macabro [from euphoric to macabre]. [Entonces] El horror de ser [dread of being] nos mira fijamente a los ojos, y mediante una iluminación mortal percibimos cómo cada alma cuelga de hilos tejidos por ella misma, y que un infierno acecha en lo más hondo [a hell is lurking underneath].
Aquellos firmamentos fundamentales son raramente reemplazados sin [que se den] grandes hecatombes sociales [great social spasms] y sin riesgo de una total disolución (reforma, revolución). Cuando irrumpen tales sucesos, los individuos quedan paulatinamente abandonados a sus propios recursos de anclaje y el número de fracasos [failures] tiende a aumentar. El resultado de ello son depresiones, excesos y suicidios ([por ejemplo,] oficiales alemanes tras el fin de la guerra, estudiantes chinos después de la revolución).
Otra imperfección del sistema la encontramos en el hecho de que en los distintos frentes de peligro son necesarios, por lo general, muy diferentes firmamentos. En tanto que cada uno es construido a través de una superestructura lógica, se siguen conflictos entre formas inconmensurables [incompatibles] de sentir y de pensar. Es entonces cuando la desesperación accede a través de las grietas [despair can enter through the rifts]. En estos casos, alguien puede obsesionarse, con un deleite destructivo [destructive joy], y despreciar [arrojando lejos de sí, dislodging] el completo y artificial aparato del conjunto de su vida para comenzar, presa de un  horror arrebatador [rapturous horror], a hacer desaparecer [limpiar, blanquear, make a clean sweep of it] su propia vida. El horror emana de la pérdida de todos sus valores protectores [sheltering values], del éxtasis [arrebato, rapture] de su ahora despiadada [sin ley, implacable, ruthless] identificación y de la unión con el más profundo secreto de nuestra naturaleza [our nature’s deepest secret], del desquiciamiento biológico [biological unsoundness, de la salida de los goznes naturales], de la continua disposición para la condenación [perdición, doom].
Amamos los anclajes porque nos dan la salvación, pero a la vez los despreciamos porque cercenan nuestro sentido de la libertad [our sense of freedom]. Cuando nos sentimos lo suficientemente fuertes, nos causa placer ir de la mano a sepultar [bury] algún caduco valor [puesto] de moda. Los objetos materiales adquieren entonces un significado simbólico (enfoque [aproximación] Radical a la vida).
Cuando un ser humano ha eliminado los anclajes de los que es consciente, sólo restan aquellos que le son inconscientes [the unconscious ones], y así se proclamará a sí misma [como]  personalidad liberada [liberated personality].
Una forma de protección muy usual es la distracción, [es decir,] cuando se limita la atención hasta niveles mínimos y se la colma continuamente con fascinadoras impresiones [enthralling it with impressions]. Esto se da incluso en la niñez: sin distracciones, el niño resultaría insufrible incluso para sí mismo. “Mamá, ¿qué hago ahora?”. Una niña inglesa que visitaba a sus tías noruegas irrumpió en una habitación diciendo: “¿Y ahora qué?”. Las niñeras respondieron acertadamente: “¡Mira, un perrito! ¡Mira cómo pintan el palacio!”. Este fenómeno resulta tan familiar que no requiere más explicaciones. La distracción es, por ejemplo, la táctica vital de la “alta sociedad” [high society’s]. Puede comparase con una máquina voladora -construida con material pesado, pero que incorpora un principio que, al ser aplicado, la mantiene suspendida-. Debe permanecer siempre en movimiento [always be in motion], pues el aire la sostiene de manera tan sólo fugaz. [Aunque] El piloto [de esta nave] puede adormecerse y acomodarse gracias al hábito [adquirido de dirigir la propia nave], pero el desenlace puede ser fatal tan pronto el motor flaquee.
La táctica es a veces plenamente consciente. La desesperación [despair] amenaza siempre desde cerca y puede arremeter a borbotones [break through in gushes], en [o a través de] sollozos repentinos [sudden sobbing]. Cuando todas las posibilidades de distracción han sido consumidas, surge el esplín [spleen, la desesperación o desamparo], que puede transitar desde una leve indiferencia hasta una fatal depresión. Las mujeres, menos propensas por lo general al ejercicio intelectual, y por ello más seguras sobre su existencia que los hombres, emplean por norma la distracción.
Negar la mayor parte de las opciones de distracción [distractive options] supone un considerable mal de encarcelamiento [enclasutramiento, imprisonment]. Y como las opciones para liberarse [salvarse, deliverance] de otros modos resultan escasas, el encarcelado tiende a permanecer muy próximo a la desesperación [the close vicinity of despair]. Los actos que lleva a cabo para evitar el desenlace final [la muerte] encuentran su justificación en el mismísimo principio de supervivencia [the principle of vitality itself]. En ese momento experimenta su alma en comunión con el universo [his soul within the universe] y no tiene otra motivación que la máxima duración de tal condición.
Son raros los ejemplos claros de pánico existencial [life-panic], ya que los mecanismos de protección son refinados y automáticos y en cierta manera inquebrantables [incesantes, omnímodos, unremitting]. Aunque también sus fenómenos más próximos portan la marca de la muerte [bears the mark of death]; la vida se muestra aquí apenas soportable [a base de] grandes esfuerzos. La muerte siempre se presenta como una vía de escape, [si bien] se desconocen las posibilidades del más allá[;] puesto que la manera de experimentar la muerte depende en parte de sentimientos y perspectivas, podría ser una solución muy aceptable. Si alguien en status mortis [en su lecho de muerte] pudiera defender una pose [una actitud propia, pose] (un poema, un gesto, “morir de pie” [die standing up]), es decir, [si pudiera defender] un anclaje final o una última distracción (muerte de Aases [personaje de Ibsen]), entonces su destino no sería en absoluto el peor. La prensa, amparando una vez más al mecanismo del ocultamiento [concealment mechanism], nunca cesará de encontrar razones para no causar alarma -“se cree que la actual caída en el precio del trigo…”.
Cuando la vida de un ser humano cae en la depresión [takes his life in depression], hablamos de una muerte natural por causas espirituales [natural death of spiritual causes]. La moderna barbarie de “salvar” [de la muerte] al suicida se funda en una espeluznante incomprensión [hairraising misapprehension] sobre la naturaleza de la existencia.
Tan sólo una pequeña parte de la humanidad puede conformarse con simples “cambios”, sean éstos en el trabajo, la vida social o el entretenimiento. La persona culta [cultured person] pide conexiones, líneas, un ascenso progresivo en los cambios [de su vida]. A la larga, nada finito satisface, nos encontramos siempre en camino [a medias, ever proceeding], acumulando conocimiento, haciendo carrera. Este fenómeno se conoce como “anhelo” [yearning] o “tendencia trascendental” [transcendental tendency]. Siempre que se alcanza una meta, el anhelo se agita [moves on]; [y] por lo tanto, su objetivo no es la meta misma, sino el más íntimo logro de ella [i.e.la plena o total satisfacción] -la pendiente [gradient], y no la altura absoluta, representa nuestra vida-. El ascenso de soldado a cabo puede resultar más valiosa que la de coronel a general. Cualquier atisbo de “optimismo progresivo” es eliminado por esta fundamental ley psicológica.
El anhelo humano no está marcado sin más por un “esfuerzo hacia” [striving toward], sino también por un “escapar de” [escape from]. Si empleamos la palabra [anhelo] en un sentido religioso, sólo encaja la [segunda] descripción. Pero sobre este asunto aún nadie ha aclarado qué anhela [what he is longing for], aunque sí aquello de lo que anhela alejarse [longing away from], esto es, el mundo como valle de lágrimas, su insoportable condición [own inendurable condition]. Si tener conciencia de ello supone el estrato más profundo del alma, como ya dijimos antes, entonces también se entenderá por qué el anhelo religioso es acogido y se experimenta como [el más] fundamental. Por contraste, la ilusión de que [tal anhelo] se refiere a un designio divino, que alberga la promesa de su propio cumplimiento, es puesta ahora de manifiesto [a consecuencia de lo dicho] como una luz verdaderamente melancólica [truly melancholy].
El cuarto remedio contra el pánico [vital], la sublimación, es una cuestión más de transformación que de represión. A través de talentos estilísticos o artísticos [stylistic or artistic gifts], el consustancial dolor de la vida puede a veces convertirse en una valiosa experiencia. Tales impulsos positivos atacan el mal y lo enfrentan a sus propios límites, mostrándolo en sus aspectos pictóricos, dramáticos, heroicos, líricos o incluso cómicos.
A menos que el [más temible, el peor, worst] aguijón del sufrimiento esté embotado por otros medios, o [que esté] negado el control por parte de la mente, la utilización [de la sublimación] resulta improbable. (Ejemplo [Image]: el alpinista no puede disfrutar de la vista del abismo en tanto permanezca ahogado por el vértigo; sólo cuando tal sentimiento ha sido más o menos superado, puede disfrutar -anclado [anchored].) Para escribir una tragedia uno debe haberse liberarse hasta cierto punto de -la traición [que encierra]- el propio sentimiento de la tragedia, y observarla como un espectador externo [from an outer], es decir, desde un punto de vista estético. Aquí encontramos, a propósito, una oportunidad para [practicar] la más salvaje y repetitiva [mareante] danza [wildest round-dancing] a través de niveles de ironía cada vez superiores, hasta llegar al más embarazoso círculo vicioso [most embarrassing circulus vitiosus]. En este punto cada uno puede perseguir a su propio ego a través de numerosos medios, disfrutando de la capacidad de las numerosas capas de la conciencia que mutuamente se aclaran.
El presente ensayo es un ejemplo típico de sublimación. El autor no sufre, está llenando páginas para ser publicadas en un periódico.
El “martirio” [martyrdom] de las solteronas [lonely ladies] también muestra un tipo de sublimación –así ganan en importancia-.
A pesar de todo, la sublimación parece ser el menos empleado de los medios protectores aquí mencionados.
peter-wessel-zapffe
IV
¿Resultará posible para las “naturalezas primitivas” renunciar a estos calambres y cabriolas [imposibles equilibrios, cramps and cavorts] y vivir en armonía consigo mismas en la serena beatitud del trabajo y el amor [serene bliss of labour and love]? Mientras puedan ser considerados como humanos, sostengo que la respuesta debe ser negativa. La más convincente argumentación que puede realizarse sobre las denominadas gentes naturales [peoples of nature] es que están algo más cerca del maravilloso ideal biológico [wonderful biological ideal] que nosotros, gente artificial [con un matiz de perversión o desviación, pero también de iluminación, unnatural people]. E incluso cuando hasta ahora hemos sido capaces de salvar a la mayoría en cada tormenta, hemos sido asistidos por facetas de nuestra naturaleza que [permanecen] escasa o moderadamente desarrollados. Este positivo fundamento ([aunque] como simple protección no puede crear vida, [sino tan] sólo obstaculizar su titubeo [faltering]) ha de buscarse en el despliegue naturalmente adaptado [naturally adapted deployment] de la energía del cuerpo, así como en las partes biológicamente útiles del alma [biologically helpful parts of the soul] [ver nota 1 al final], tan sujetas a las dificultades [hardships] como aquellas debidas precisamente a limitaciones sensoriales, a la fragilidad corporal y a la necesidad de trabajar para [obtener, para mantenerse en] la vida y el amor.
Es precisamente en esta efímera tierra de la dicha [finite land of bliss] cuya avanzadilla [la constituyen] una civilización progresista, la tecnología y la estandarización [donde a la vez éstas] adquieren una influencia degradante. Mientras una parte cada vez mayor de las facultades cognitivas se retira del juego contra su entorno [against the environment], se da un creciente desempleo espiritual [spiritual unemployment]. El valor de un progreso técnico para el conjunto de la vida debe ser juzgado por su contribución para facilitar la ocupación humana en menesteres espirituales [spiritual occupation]. Aunque los límites son borrosos, tal vez [el surgimiento de] las primeras herramientas cortantes podría tenerse en cuenta como un caso de invención acompañada de progreso [a positive invention].
Hay inventos de la técnica que tan sólo enriquecen la vida del propio inventor. Tales casos representan un brutal y despiadado [gross and ruthless] robo a la reserva común de las experiencias humanas, y deberían suscitar el más severo castigo si se hacen públicos a pesar del veto de la censura. Uno de estos crímenes, entre muchos otros, consiste en usar máquinas voladoras [flying machines] para explorar tierras ignotas. De un solo y vandálico golpe [pegote, glob], así son destruidas ricas oportunidades de experiencias que podrían beneficiar a muchos, si cada uno, a través del esfuerzo, obtuviera lo que le corresponde [his fair share] [ver nota 2 al final].
El periodo actual de fiebre crónica de la vida está particularmente contaminada por esta circunstancia. La ausencia de actividad espiritual de base natural (biológica) se manifiesta, por ejemplo, en el persistente afán por la distracción (espectáculos, deportes, radio; “el ritmo de los tiempos”). Las condiciones para el anclaje no resultan tan favorables –el juicio crítico cortocircuita todo sistema colectivo y heredado de anclaje, y la ansiedad, el asco, la confusión y la desesperación se cuelan por las grietas [through the rifts] (“cadáveres en el armario” [hace referencia a quien esconde oscuros secretos en algún lugar oculto]). El comunismo y el psicoanálisis, aunque no puedan compararse en otros sentidos (ya que el comunismo encierra también un aspecto espiritual), intentan modificar por igual mediante nuevos medios la vieja vía de escape, aplicando, respectivamente, la violencia y la astucia para hacer a humanos biológicamente más aptos a través de la oclusión de su excedente crítico de cognición [critical surplus of cognition]. La idea, en cualquiera de los casos, es extrañamente lógica. Aunque tampoco puede aportar una solución final. Si bien una degeneración deliberada [conducente] a un nadir más viable podría en verdad salvar a la especie a corto plazo, por su propia naturaleza no podrá encontrar paz en semejante renuncia, o de hecho no encontrar la paz en absoluto.
V
Si proseguimos con estas consideraciones hasta su amargo final, no existirá duda de la conclusión. Mientras la humanidad se mantenga de forma aturdida en el fatal espejismo de estar  biológicamente predestinada al triunfo, nada en lo fundamental cambiará. A medida que la población se incremente y la atmósfera espiritual se espese, las técnicas de protección deberán asumir un carácter cada vez más brutal.
Y los humanos persistirán en su sueño de salvación y en la afirmación de un nuevo Mesías. Cuando numerosos salvadores hayan sido clavados en árboles y lapidados en las plazas de las ciudades, entonces habrá de llegar el último Mesías [the last Messiah shall come].
Entonces aparecerá un hombre que, por primera vez, se atreverá a desnudar su alma y someterla al más extremo pensamiento del linaje [humano], la idea misma de la condenación [the very idea of doom]. Un hombre que ha escrutado la vida y sus dominios cósmicos; y cuyo dolor es el dolor universal de toda la Tierra [Earth’s collective pain]. Con qué iracundos alaridos rogará la muchedumbre de todas las naciones su muerte por un millar de veces, cuando como un trapo su voz envuelva el globo y el extraño mensaje haya resonado por primera y última vez:
“-La vida de los mundos es un río rugiente, pero la de la Tierra es un remanso y estanque.
-El signo de la condenación está escrito en vuestros rostros -¿Por cuánto tiempo seguiréis golpeándoos contra el hiriente filo [against the pin-pricks]?
-Pero hay una conquista y una corona, una redención y una solución.
-Conoceos a vosotros mismos [know yourselves], sed infértiles y dejad que la tierra reste silenciosa tras vosotros.”
Y cuando hubo hablado, se abalanzaron sobre él, dirigidos por los pacifistas y las comadronas, y lo enterrarán en las uñas de sus dedos.
Él es el último Mesías. Como hijo del padre, proviene del arquero junto al hontanar.
[Nota 1 del autor: Distinción para ganar en claridad.]
[Nota 2 del autor: Conviene señalar que no se trata de fantásticas [por irrealizables] propuestas de reforma, sino de una visión psicológica del principio.]

Referencia principal: https://elvuelodelalechuza.com/2016/11/08/el-ultimo-mesias-the-last-messiah-el-desconocido-pesimismo-de-peter-wessel-zapffe/