domingo, 30 de agosto de 2015

Pequeña reflexión sobre la tragedia actual (y no tan actual) de la inmigración


Lo que está ocurriendo estos días con la inmigración es sin duda aterrador y doloroso, y yo lamento más que nadie lo que está sucediendo, pero pero si se estudia la cuestión de un modo objetivo, surge inmediatamente la cuestión de si se puede realmente hacer algo al respecto. 

Decidir antes de nada, honestamente, si hay de todo lo que todos queremos para todos. Y puestos en que no sea ese el caso (como argumentaba Castrodeza, y también Dawkins al basar su teoría del gen egoísta en este precepto), ¿permite en ese caso nuestra naturaleza quitarle al tuyo para darle al otro?

Yo, personalmente, me veo incapaz de privar de nada a mis hijas para ayudar a los demás. NO PUEDO dejar de comprar a mis niñas un simple pinypon, en lugar de mandar ese dinero a ayudar a necesitados hambrientos (y como yo, todos los que me rodean: lo admitan o no). Lo siento pero es mi naturaleza, es lo que soy, y no puedo evitarlo (y no sé siquiera si quiero evitar ser así).

Y resulta evidente que se puede extrapolar esta naturaleza individual nuestra, al grueso de nuestro comportamiento social. Yo no ayudo (verdaderamente) a nadie (como país) mientras los míos no estén sobrados; pero resulta que no hay de todos para todos (y eso lo vemos claramente aquí en España, donde casi 4 millones de personas no tienen trabajo y dependen de costosas pensiones y ayudas sociales), por lo tanto, un país (o una comunidad) no va a privar de nada a sus ciudadanos para ayudar a los "otros" (del mismo modo en que yo NO PUEDO privar como individuo a mis hijas de un tablet para alimentar con ese dinero a hambrientos o sedientos), así que los inmigrantes sólo son aceptados holgadamente cuando sobra recursos y se necesita de su ayuda (como en épocas de bonanza económica, momento en que se usan de mano de obra barata en trabajos desagradables). En épocas de escasez o crisis, o cuando el volumen de desplazados es perjudicial para los nuestros (los ciudadanos), simplemente NO LOS QUEREMOS (dejémonos de hipocresía de una vez). Porque solemos olvidar que la sociedad (los países) la componen PERSONAS, y las personas son como son: es de perogrullo que ayudamos principalmente a los más cercanos, y que sólo cuando nos sobra mucho damos alguna limosna (a veces a modo de propaganda o marketing para con los demás, otras a modo de sentirnos mejor con nosotros mismos).

Pero todo esto es algo natural (nuestra conducta como individuo y como especie es algo natural, incluso aunque podamos racionalizar nuestras decisiones). Nuestros actos no son buenos ni malos (como no es bueno ni malo que el león cace a la gacela y la devore), simplemente son como son, y hay que aceptarlo así...y recemos por no estar nunca en el lugar de los "otros", porque ellos sin duda actuarán del mismo modo en que lo estamos haciendo ahora nosotros (que no te quepa duda).

Y aún así, muchos me dirán que en el mundo también hay altruismo y lamento hacia el desconocido (hacia el "otro")...¡falso! La mayor parte de la lástima y la pena por el "otro" es en realidad miedo a vernos alguna vez en la situación del otro. Una persona no siente terror, por ejemplo, porque exista un padre teniendo que pagar a una mafia por la salvación de su hija; porque NO es posible sentir pena por esas personas que ni conoce ni puede conocer; en realidad, lo que siente es pánico de verse él mismo (o a los suyos) algún día en una situación similar. Lo mismo con los inmigrantes, de los cuales no conocemos personalmente ni a uno (¿como sentir pena de alguien desconocido si no es por la teoría cognitiva de la mente, que nos hace ponernos en el lugar de ese otro?): cuando alguien "ayuda" un poquito a los demás con lo que le SOBRA, lo hace principalmente por 2 causas: 1) Para aliviar su conciencia de la disonancia cognitiva de saber que otros pasan hambre y dolor mientras ellos viven en la opulencia tan felices, 2) Para aliviar sus temores, suponiendo que el día que a ellos les pueda hacer falta ayuda, otros los ayudarán como ellos están "vendiendo" (a veces el marketing es inconsciente) que hacen ahora (propaganda).

En realidad, nuestra conducta social está determinada biológicamente mucho que nos pese, y parte de esa determinación incluye el que TODOS hagamos siempre lo que nos hace sentir bien: y como la causa de eso que nos hace sentir bien normalmente no la conocemos (causas evolutivas), ATRIBUIMOS arbitrariamente razones (normalmente erróneas) a esos actos. El caso de creer que uno realmente ayuda al "otro" con una misera limosna de lo que le sobra, es un caso de esto: nos hace sentir bien, y ATRIBUIMOS racionalmente a ese acto nuestro generosidad y altruismo; pero lo que se esconde detrás principalmente son causas evolutivas: nos vendemos (autoengaño) como "altruistas" para que los demás, el día que nos pudiésemos ver en el arroyo, vengan en nuestra ayuda y la de los nuestros. Y nuestro lamento por esos desconocidos (sin rostro ni nombre), es miedo y dolor ocasionado por la teoría de la mente: nos ponemos a nosotros en una situación similar en el futuro (le ponemos a esos desconocidos nuestra cara y la de los nuestros), y nos lloramos en realidad a nosotros mismos. Nuestra ayuda y nuestra protesta no es para con los "otros", sino para nosotros supuestos algún día en el lugar del otro (aunque todo esto ocurra de un modo más o menos inconsciente).

Y es que la teoría del gen egoísta es insoslayable: todo gira en torno a nuestra biología, e incluso cuando parece que no lo hace, se trata de una falsa atribución racional y no de otra cosa. Por eso el mundo siempre ha sido igual, porque su base es determinista e inamovible: nuestra naturaleza es la que es, y eso no lo cambia nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario