sábado, 26 de enero de 2019

Gran avance de Google DeepMind hacia una inteligencia artificial general


Nuevo hito logrado por DeepMind en el camino hacia una inteligencia artificial general. En esta ocasión han logrado entrenar una red neuronal capaz de vencer a los mejores jugadores humanos en un juego de compleja estrategia y de información imperfecta: StarCraft 2.
Y que nadie se engañe porque estemos hablando de un "juego": el hecho de que una red neuronal haya sido capaz de idear (literalmente) en tiempo real estrategias en un juego donde existen miles de billones de variantes, y donde además no se sabe qué es lo que el contrincante está planeando contra ti (sus unidades están ocultas gran parte del tiempo), ni se conocen todos los detalles del terreno de juego (donde hay recursos y donde no), indican que la red neuronal de Google DeepMind sencillamente tiene una gran "intuición", grandes dotes "imaginativas", y una capacidad "cognitiva" estratégica que sencillamente es (casi) indistinguible de la humana (sería totalmente indistinguible si no fuera porque, paradójicamente, juega "humanamente" mejor que cualquier humano).
Esta red neuronal es capaz literalmente de generalizar en situaciones donde hay información imperfecta, incompleta (con "ruido"), y tareas complejas y complicadas que hacer; donde hay que prever qué piensa hacer el enemigo, imaginar la mejor forma de jugar midiendo las consecuencias al medio-largo plazo de las acciones actuales, y todo en igualdad de condiciones que el jugador humano. Esto significa que la red neuronal tiene acceso a la misma información visual que el contrincante, y de hecho, está capada para que no pueda realizar más "clicks" (acciones por segundo) de lo que humanamente a nosotros nos permiten nuestros dedos y nuestra mente...y aún así ha logrado vencer a los mejores jugadores del mundo en el 100% de las ocasiones en dos torneos realizados.
Y es importante enfatizar que este hito supone algo mucho mayor que lo que supuso AlphaZero (donde esta red neuronal derrotaba sin fuerza bruta y usando una "intuición" casi humana a los mejores humanos en juegos de información perfecta: Go, ajedrez, etc.), ahora se trata de que hemos logrado "imitar" habilidades humanas que van mucho más allá de esta limitada "intuición" de AlphaZero: ahora se ha logrado generalizar no sólo situaciones donde basta algo de "intuición", sino situaciones donde es necesario "imaginar" qué está pensando hacer el oponente (teoría de la mente), "idear" estrategias complejas a medio-largo plazo, "entender y comprender" cómo manejar planos imprecisos e incompletos y cómo ordenar el uso de cientos de unidades distintas ("piezas") de manera cooperativa para lograr llevar a cabo esas metas previamente "planeadas", lo cual indica que también se ha logrado simular algo así como "memoria" a corto y largo plazo.
Pero lo más importante es que el modo en que se ha logrado entrenar esta complejísima red neuronal es aplicable a una enorme variedad de otras situaciones (que van más allá de los juegos de ordenador); algo que sin embargo no ocurría con AlphaZero debido a que sólo aplicaba a situaciones de información perfecta (las cuales son raras en el mundo real) y que no requería actuar en tiempo real. Con AlphaStar, sin embargo, DeepMind está en posesión de un "ente cognitivo" que puede hacer frente a situaciones muy similares a las de nuestro día a día, y posiblemente pasará a ser conocido históricamente como el verdadero primer paso logrado hacia la deseada inteligencia artificial general (la cual visto lo visto probablemente llegará en dos o tres décadas lo más tardar).

jueves, 24 de enero de 2019

La física de partículas podría haber llegado a su final (II)

Os dejo a continuación una nueva traducción de otro artículo escrito por la física Sabine Hossenfelder nada menos que para el diario The New York Times. Espero os resulte de interés.
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Diez años después, el Gran Colisionador de Hadrones no logró los descubrimientos apasionantes que los científicos prometieron para conseguir financiar su construcción.
Leslye Davis / The New York Times
El Gran Colisionador de Hadrones es el acelerador de partículas más grande del mundo. Es un anillo subterráneo de 16 millas de largo, ubicado en el CERN en Ginebra, en el que los protones chocan a casi la velocidad de la luz. Con un presupuesto inicial de $ 5 mil millones y un costo de operación anual de $ 1 mil millones, el LHC es el instrumento más caro jamás construido, y eso es a pesar de que reutiliza el túnel de un colisionador anterior.
El LHC ha recopilado datos desde septiembre de 2008. El mes pasado, se completó la segunda ejecución experimental (Run 2) y el colisionador se cerrará durante los próximos dos años para nuevas actualizaciones programadas. Ya con el LHC en pausa, los físicos de partículas están haciendo planes para construir un colisionador aún más grande. La semana pasada, el CERN reveló planes para construir un acelerador que sería mucho mayor y más poderoso que el LHC, el cual costaría más de $ 10 mil millones.
Yo solía ​​ser física de partículas. En mi tesis del doctorado hice predicciones para el LHC, y aunque con el tiempo dejé de trabajar en este campo de la física, sigo creyendo que golpear partículas entre sí es la ruta más prometedora para comprender de qué se compone la materia y cómo se mantiene unida. Pero $ 10 mil millones es un presupuesto que me parece demasiado fuerte. Y no estoy segura de que valga la pena.
En 2012, los experimentos en el LHC confirmaron el descubrimiento del bosón de Higgs , una predicción que se remonta a la década de 1960, y que sigue siendo el único descubrimiento realizado en el LHC. Los físicos de partículas se apresuran a enfatizar que han aprendido otras cosas: por ejemplo, ahora tienen un mejor conocimiento sobre la estructura del protón y han visto nuevas partículas compuestas (aunque inestables). Pero seamos honestos: el resultado general de la mil millonaria inversión en el LHC fue decepcionante.
Antes de que LHC comenzara a funcionar, los físicos de partículas tenían predicciones más emocionantes que meramente descubrir el famoso bosón. Pensaron que otras partículas nuevas también aparecerían cerca de la escala de energía a la cual se podría producir el Higgs. También pensaron que el LHC vería evidencia de nuevas dimensiones del espacio. Además, esperaban que este gigantesco colisionador diera pistas sobre la naturaleza de la materia oscura (que los astrofísicos creen que constituye el 85 por ciento de la materia en el universo) o sobre una fuerza unificada.
Las historias sobre nuevas partículas, materia oscura y dimensiones adicionales se repitieron en innumerables medios de comunicación desde antes del lanzamiento del LHC hasta hace unos años . ¿Qué pasó con todas esas predicciones? La respuesta es simple: Todas esas predicciones resultaron erróneas, eso está claro ahora.
El problema es que una "predicción" en la física de partículas es hoy por hoy poco más que conjeturar (especular). En los últimos 30 años, los físicos de partículas han producido miles de teorías cuyas matemáticas pueden utilizarse para "predecir" prácticamente casi cualquier cosa. Por ejemplo, en 2015, cuando una fluctuación estadística en los datos de LHC parecía ser una nueva partícula, los físicos produjeron más de 500 artículos en ocho meses para explicar lo que luego resultó ser simplemente ruido. Lo mismo ha ocurrido muchas otras veces para fluctuaciones similares, demostrando cuán inútiles son esas ilusorias "predicciones" disfrazadas de ecuaciones.
Hasta la fecha, los físicos de partículas no tienen realmente una predicción matemática sólida y confiable que apoye la idea de que debe haber algo nuevo que encontrar hasta nada menos que unos 15 órdenes de magnitud por encima de las energías actualmente accesibles (es decir, que las matemáticas sólo garantizan que hay algo nuevo al alcanzar estos nuevos 15 órdenes de magnitud en la energía de colisión, algo que escapa y escapará de nuestro alcance tecnológico durante siglos o milenios). Desafortunadamente, los físicos de partículas no han sido muy receptivos con esta información. El año pasado, Nigel Lockyer, el director interino de Fermilab, dijo a la BBC : "A partir de un simple cálculo de la masa de Higgs, tiene que haber nueva ciencia". Este "cálculo simple" predice precisamente que el LHC ya debería haber visto nueva ciencia. Pero no ha sido así.
Hace poco encontré un video promocional para el Future Circular Collider que los físicos se han propuesto construir en el CERN. Este video, que se encuentra en el sitio web del CERN, anuncia la máquina planificada como una prueba para la materia oscura y como una sonda para determinar el origen del universo. Es extremadamente engañoso: sí, es posible que un nuevo colisionador encuentre una partícula que forme la materia oscura, pero no hay ninguna razón particular para pensar que lo hará. Y tal máquina no nos dirá nada sobre el origen del universo. Paola Catapano, jefa de producciones audiovisuales del CERN, me informó que este video "obviamente está dirigido a políticos y no a otros físicos, y utiliza los mismos argumentos que los utilizados para promover el LHC en los años 90".
Pero los grandes experimentos científicos de este tipo son inversiones que hipotecan nuestro futuro. Las decisiones sobre qué financiar deberían basarse en hechos, no en publicidades brillantes. Pero para esto, necesitamos saber cuándo una predicción es una predicción y no solo una conjetura. Y si los físicos de partículas solo tienen actualmente suposiciones (especulaciones), tal vez deberíamos esperar hasta que tengan mejores razones con las que justificar que un colisionador más grande pueda encontrar algo nuevo.
Ciertamente algunos desarrollos tecnológicos, como los imanes potentes, se benefician de estos colisionadores de partículas, y también la física de partículas contribuye positivamente a la educación científica en general. Y sin duda estas son inversiones valiosas, pero si es esto en lo que nos queremos gastar dinero, no es necesario cavar un gigantesco túnel para conseguirlo.
Además hay otras vías a seguir. Por ejemplo, las observaciones astrofísicas que apuntan hacia la materia oscura deberían explorarse más a fondo. Comprender mejor esas observaciones nos ayudaría a hacer predicciones más confiables sobre si un colisionador más grande puede producir la partícula de materia oscura, incluso si es una partícula. Habría que estudiar mejor en qué invertir el dinero aquí y ahora antes de lanzarnos como locos a cavar a ciegas.
También hay interesantes experimentos de escala más modesta (presupuestos más pequeños) que se dejan de construir porque los proyectos gigantescos consumen todo el dinero. Un proyecto importante de modesto presupuesto sería, por ejemplo, el que intentar dilucidar la interfaz entre el reino cuántico y la gravedad, algo que ahora es accesible a pruebas experimentales. Otro lugar donde los descubrimientos podrían estar esperando es en los fundamentos de la mecánica cuántica. Estos experimentos más modestos podrían tener además importantes impactos tecnológicos (cosa dudosa en el caso de invertir en un nuevo acelerador).
Ahora que se está actualizando el LHC, y que los experimentos de física de partículas en el detector se están tomando un descanso, es hora quizás de que los físicos de partículas retrocedan y reflexionen sobre el estado actual de este campo de la física. Es hora de que se pregunten por qué ninguna de las emocionantes predicciones que prometieron han acabado finalmente en descubrimientos. Posiblemente el dinero no resolverá este problema de "predicciones" erróneas. Y tampoco lo hará un colisionador de partículas más grande.
Sabine Hossenfelder es investigadora en el "Instituto de Estudios Avanzados de Frankfurt" y autora del libro "Lost in Math: How Beauty Leads Physics Astray".

miércoles, 23 de enero de 2019

La física de partículas podría haber llegado a su final

Os dejo a continuación una traducción del último (y muy interesante) artículo de la física Sabine Hossenfelder. Espero os resulte de interés.
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El comunicado de prensa del CERN sobre los planes para un colisionador de partículas más grande apareció finalmente en los titulares internacionales. Desafortunadamente, la mayoría de los artículos sobre el tema simplemente repiten el comunicado de prensa y no explican cuánto ha cambiado la situación en la física de partículas tras los datos del LHC. 
Desde fines de la década de 1960, cuando los físicos afrontaron el "zoo de partículas" en las energías nucleares, siempre se tuvo una buena razón para construir un colisionador más grande. Y eso era porque las teorías de la materia elemental estaban incompletas. Pero ahora, con el bosón de Higgs encontrado en 2012, la teoría (el "modelo estándar de la física de partículas") está completa. Todo está listo y todo cuadra. No hay nada que falte. Todos los Pokemon fueron "atrapados".
De hecho, el Higgs fue la última buena predicción que tuvieron los físicos de partículas. Esta predicción se remonta a la década de 1960 y se basó en matemáticas sólidas. En contraste con esto, las predicciones actuales para buscar nuevas partículas en un colisionador más grande (por ejemplo las partículas de supersimétricas o la partícula de materia oscura) no se basan en matemáticas sólidas. Estas predicciones se basan en lo que se llama el "argumento de la naturalidad", y estos argumentos son poco más que especulaciones vestidas con ecuaciones matemáticas. 
He explicado por qué esas predicciones no son buenas en gran detalle en mi libro (y también en este pequeño artículo), pero no importa si te crees (o incluso si entiendes) mis argumentos, solo tienes que observar los datos para ver que las predicciones de los físicos de partículas para la física más allá del modelo estándar no han funcionado en absoluto durante más de 30 años de esfuerzos: 
  • - Los físicos de partículas han predicho partículas de materia oscura desde mediados de los años ochenta...y ninguna ha sido vista. 
  • - Los físicos de partículas predijeron grandes teorías unificadas a partir de la década de 1980...y en la medida en que han podido probarse hasta el momento, todas estas hipótesis se han descartado. 
  • - El hecho es que predijeron que las partículas supersimétricas y/o las dimensiones adicionales del espacio deberían ser observables en el LHC (Según esas predicciones, esto ya debería haber ocurrido). Pero en el LHC no se ha observado nada de nada.
Lo importante ahora es comprender que estos métodos utilizados desde la década de los 80 se han visto que no funcionan. Los hechos ya han demostrado que el argumento de la "naturalidad" es defectuoso, y de hecho fue este argumento la única razón que usaron los físicos de partículas para pensar que el LHC iba a descubrir algo nuevo (además de los Higgs). Pero con este mismo método de predicción ("naturalidad") que ahora sabemos que no funciona, en estos momentos no hay razón para pensar que el LHC en sus próximas ejecuciones (Run 3, 4, etc.), o en un próximo colisionador de partículas más grande se verá algo más que refinamientos de la física predicha por las teorías ya conocidas (esto es, el modelo estándar). 
Por supuesto podría pasar. No estoy diciendo que sepa a ciencia cierta que un colisionador más grande no encontrará algo nuevo. Es posible que tengamos suerte. Simplemente estoy diciendo que actualmente no tenemos predicciones firmes y sólidas que indiquen que un colisionador más grande conduciría a algún avance. El modelo estándar bien podría ser todo lo observable en bastantes órdenes de magnitud de energía.
¡Y esta situación no tiene precedentes en la física de partículas! La única predicción realmente confiable (sólida) que tenemos actualmente para la física más allá del modelo estándar es que eventualmente deberíamos ver los efectos de la gravedad cuántica. Pero para eso tendríamos que alcanzar energías 13 órdenes de magnitud más altas de que lo que incluso el siguiente colisionador planeado lograría. Huelga decir que está hazaña escapa (y escapará) del alcance tecnológico de la humanidad durante siglos (o milenios). 
Por tanto, lo único que podemos decir con garantías que observará un próximo colisionador más grande es medir con más precisión las propiedades de las partículas fundamentales ya conocidas. Y el hecho de que finalmente nos diga algo sobre la materia oscura, la energía oscura, o la asimetría materia-antimateria es una esperanza, y no una predicción.
Los físicos de partículas tuvieron una buena excusa para construir el LHC gracias a la firme predicción matemática del bosón de Higgs. Pero con el Higgs ya descubierto, ese futurible colisionador de partículas más grande no tiene en absoluto una buena motivación. Estamos en el 2019, no en 1999.

martes, 22 de enero de 2019

La incongruencia de ser padre

Cada vez que paso una mala noche cuidando a alguno de mis hijos me da por reflexionar en las horas muertas. Precisamente ayer fue noche de fiebres, y entre cabezada y cabezada no pude evitar preguntarme por el sentido de la paternidad. Es decir, que sí, todos queremos a nuestros hijos con toda el "alma" pero, ¿qué sentido tiene todo este sinvivir cuando sabemos que la guerra está perdida de antemano?
Quiera yo o no quiera, es un hecho que mis hijos, lo mismo que todos nosotros, vamos a morir tarde o temprano. Es como se suele decir, ley de vida. ¿Por qué entonces tanto afán y vehemencia por mantener a la prole lo más sana posible el máximo de tiempo posible? ¿Qué tendencia o impulso nos hace, como padres, luchar con tanta pasión en favor de una causa perdida?
Y espero que no se malinterprete la cuestión: es de perogrullo que todos queremos lo mejor para nuestros hijos; salud y vitalidad sin fin, y es evidente que esta necesidad es natural, perseverante e incluso deseable pero: ¿por qué nos vemos imbuidos instintivamente con tanto arrebato y entusiasmo en una tarea que racionalmente sabemos que es imposible lograr? Nada es para siempre y nuestros hijos en unas pocas décadas envejecerán y acabarán muriendo, repitiendo quizás el ciclo de la vida trayendo al mundo una nueva generación de personas.
Pues bien, objetivamente, desde la biología y la psicología evolucionista, la respuesta parece bastante clara: simplemente el instinto evolutivo es más fuerte y dominante que la reflexión racional. Por mucho que sepamos que criar niños es el equivalente a construir, esculpir, y mimar castillos de arena a la orilla de un mar mientras de reojo miramos el reloj sabiendo que la marea acabará por subir y arrasarlo todo...sencillamente no podemos actuar de otro modo. La razón es estéril en este sentido, y el amor hacia los nuestros sale a borbotones por nuestra piel no importa lo que diga el destino. Todo aquel que tenga hijos sabrá sin duda de lo que hablo.
Hace tiempo que en biología se habla sin tapujos del hecho de que todas las personas conformamos algo que se ha venido a denominar como "soma desechable". Nuestra genética (las instrucciones de ADN que indican el modo en que construir nuestro cuerpo o fenotipo) se transmite, mezcla y recombina en cada generación, pero el fenotipo en sí (el cuerpo material concreto que se ha formado con la recombinación de dos copias de este tipo de instrucciones), conforman un mero medio temporal con el que continuar retroactivamente el propio proceso de copia de instrucciones: en este sentido todos nosotros somos un soma (un vehículo material) encomendados evolutivamente con la "noble" (y simple) tarea de continuar con la réplica de estas moléculas de ADN...y luego nada más. Adiós, chao, abur...de vuelta a esa nada existencial de la que efímeramente salimos.
Así pues, a la vista de la propuesta del soma desechable, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que ese ímpetu y esa pasión que mueve y conmueve a cada padre a la hora de la crianza se debe explica desde el instinto evolutivo, y no desde la racionalidad. Porque la razón por supuesto entiende la incongruencia de atender con tanto cuidado a un cuerpo destinado desde el principio a la fatalidad de una pronta vejez y muerte (seis o siete décadas son apenas un pestañeo a escalas naturales); pero es que racionalmente no podemos hacer nada a favor o en contra de este hecho. Nuestra esencia evolutiva es la encargada de que todos nosotros sintamos sin remedio amor y devoción por nuestros retoños.
Como buenas máquinas de replicar genes que somos, es nuestro sino velar por esos castillos de arena (esos somas que literalmente han salido de nuestras entrañas). Y aunque todos sabemos que el tiempo se llevará irremediablemente por delante cada castillo hacia el olvido...el mandamiento instintivo que llevamos marcado a fuego en el cerebro nos expone claramente que eso no importa; que lo único importante es que el castillo aguante lo suficiente en pie como para que replique esas instrucciones que den a luz una nueva generación de constructores de castillos. Y así por los siglos de los siglos, mientras el planeta aguante.

martes, 15 de enero de 2019

El hombre visto como aparato reproductor


Muchos verán en esta noticia una representación de la voluntad (racional) humana por llevar la vida más allá de nuestro planeta, otros; quizás con mejor juicio, verán una clara muestra de cómo la propia vida se aprovecha de su actual mejor baza -el hombre-, para intentar colonizar otros mundos.
Nuestro antropocentrismo esencial nos hace tender a vernos al mando del timonel colonizador; pero en realidad, visto en perspectiva, bien parece que no somos mucho más que un mero medio con el cual la vida en sí misma trata de germinar más allá de la Tierra. La hipótesis de Gaia, que tan bien divulgó la bióloga Margulis, parece tomar fuerza: el hombre, en el fondo, y como parte del todo vital que es, culminará en ser una especie de aparato reproductor.
Y es que es muy probable que ningún ser humano como tal, dada nuestras enormes dependencias biológicas a un entorno terráqueo, colonice personalmente ningún planeta: posiblemente ni pisemos Marte; pero lo que sí lograremos, si la civilización aguanta en pie lo suficiente, es enviar al espacio con éxito pequeñas y resistentes "semillas" (quizás incluso un pequeño paquete de ADN sintético listo para "florecer" en cuanto caiga intencionadamente o por azar en algún planeta "habitable").
Por lo tanto sí, el Homo Sapiens Sapiens es posiblemente el mejor candidato que tiene Gaia para actuar a modo de mecanismo invasor de otros lugares del Universo. Podríamos ser candidatos a orgánulo encargado de desperdigar la vida por el espacio.

domingo, 13 de enero de 2019

Los últimos momentos

-"¡Joder, me estoy muriendo!", fueron los últimos pensamientos generados por la consciencia eléctrica del cerebro de Meursault. Fue un pensamiento vago y borroso, del estilo del que experimenta todo aquel que es anestesiado antes de someterse a una operación. Y lo curioso es que hacía apenas unos instantes su mente bullía con cientos de razonamientos, ideas, propósitos e intenciones. Se peleaba consigo mismo y con el mundo, buscando con vehemencia imaginativas soluciones a problemas y necesidades generadas de manera inmanente por su propia sesera evolutiva.
Sin embargo, fue en el pequeño lapso que transcurrió entre el alboroto cognitivo que había dominado toda su vida, y ese último juicio previo a su definitiva muerte, lo que le sobrecogió el alma. Todos hemos oído eso de que en nuestros últimos momentos vemos pasar rápidamente algo así como un resumen de toda nuestra vida. Y ciertamente así también le ocurrió a él, pero poco se podría haber imaginado este pobre desdichado, que también le daría tiempo a que un discernimiento final acudiera a su agónico intelecto: -"Valiente gilipollez de existencia".
Meursault nunca había sido una persona religiosa. De hecho, lo máximo que se permitía creer era que nuestro Universo formaba parte de un multiverso cuántico donde todo lo que podía ser era; pero donde únicamente en aquellos mundos cuyas condiciones físico-matemáticas eran adecuadas podían surgir seres conscientes maravillados por su casual dicha existencial. A parte de ésto, no tenía fe en mucho más: este multiverso era autoconsistente y autosostenido. No tenía causa en sí, siendo por tanto eterno. Y punto. Así pues, su ideología no le permitía creer en vidas futuras ni pasadas. Con la muerte, todo eso que de manera más bien inefable identificamos como nuestro "yo", desaparecía para siempre.
Esta manera de pensar le había beneficiado psicológicamente durante su vida tanto o más que a los religiosos todos sus dogmas y revelaciones. De hecho, su nihilismo científico le liberaba de preocuparse por la adoración o el sometimiento a trasnochados rituales místicos. Pudo así centrarse en su vida personal, y en lo que muchos denominan el "Bien social". Llevó una vida más o menos ordenada, estudió una carrera, se casó con una mujer a la que siempre sería fiel, tuvo con ella dos hijas...y luchó y trabajó con cada latido del corazón por sacar adelante a su prole al mismo tiempo que intentaba mejorar el mundo dentro de sus posibilidades, de modo que su descendencia, y la descendencia de todos los demás, pudieran vivir en el mundo más justo posible.
Y en esto mismo estaba inmerso justo antes de que todo sucediera. Su cabeza llena con reflexiones políticas, con preocupaciones económicas, trotando con pasión e ira de problema en problema. Como siempre, buscando soluciones a contratiempos generados por su propio entendimiento. No cabía duda de que su cerebro era una imparable máquina propuesta siempre a detectar y prever dificultades y necesidades en el mundo sensible, para disponerse luego a encontrarles satisfacción, salvo pena de sentir una frustración autoinfligida bioquímicamente.
Pero en el momento en que sintió que su final como individuo estaba tan cerca, Meursault reflexionó, apenas sin tiempo, sobre algo que quizás habría merecido algo más de atención durante su vida: -"¿Por qué y para qué mi cerebro me obligó a comportarme de esta vehemente manera durante tantos años?". Aquello de criar niños y luchar por el bien de la humanidad tiene sentido mientras uno se encuentra sano y fuerte; pero en circunstancias previas a la desaparición del soma desechable que todos constituimos, la cosa no está tan clara. Así que, frente a su aniquilación personal, Meursault se cuestionó aterrado por el sentido del ciclo vital en el que había participado.
Dada su formación académica, sabía que su conducta venía restringida por su sistema neuroendocrino, y que su sistema nervioso completo, de hecho, había sido desarrollado evolutivamente de manera gradual durante millones de años. Así pues, comprendía que cada uno de sus pensamientos, fruto de un cerebro de simio venido a más, debía responder a tal diseño evolutivo. Lo contrario no tenía sentido, puesto que cualquier conducta "contraria" al proceso evolutivo como tal habría sido erradicada casi inmediatamente. Por tanto, todo su comportamiento y sus hábitos obedecían a este imperativo evolutivo: si había contraído matrimonio, si había tenido hijos, si había luchado por ellos, si había combatido en favor de tal o cual ideología política o social, debía ser como acto reflejo de esa impregnación evolutiva. ¡Incluso todo aquello que como ocio le gratificaba estaba determinado!
¿Pero cuál era entonces esa esencia evolutiva que todo lo abarcaba? Es más, ¿busca algo en sí este proceso evolutivo cuyo devenir aquí en la Tierra arrastra ya cerca de 4.000 millones de años? ¿Para qué le sirve al mundo el propio ciclo de la vida? El nihilismo de Meursault, fruto de su confianza en las explicaciones científicas, no tenía más que una respuesta para estas preguntas: -"Ni el mundo busca objetivamente nada, ni el ciclo vital sirve para nada en lo relativo al ser humano como sujeto". La evolución, pensaba Meursault pese a su pronto tránsito hacia el no ser; es un proceso mecánico espontáneo, un hecho que no busca ni persigue nada, sino que emerge naturalmente conforme la materia se limita a obedecer las leyes físicas naturales: especialmente la segunda ley de la termodinámica aplicada a sistemas lejos del equilibrio térmico.
Así pues, la vida surgió hace casi 4.000 millones de años gracias al gradiente energético que conforman el Sol, la Tierra y el frío espacio interestelar; y conformó automáticamente un ciclo de lucha de replicantes donde aquellas instrucciones (ADN) capaces de generar la estructura material (fenotipo) más apta a la hora de acaparar y devorar la energía proveniente del Sol fue naturalmente seleccionada (simplemente gracias a poder permanecer más tiempo dado su intrínseco éxito acaparando los recursos energéticos disponibles). Esta selección natural la determina pues en última instancia la propia termodinámica y el comportamiento mecánico molecular del mundo. Todo es autónomo, no hay metas ni fines, sólo leyes y materia(energía) actuando bajo la acción de las mismas.
Finalmente, siguiendo este mismo e ininterrumpido ciclo natural de recursiva selección natural, hace aproximadamente dos millones de años aparece una especie homínida muy especial: el Homo Sapiens. Su característica principal era un enorme cerebro -que permitía una capacidad cognitiva superior-, manos prensiles, y la capacidad para andar erguido. Por lo demás no era en esencia distinta de cualquier otra especie animal. El hombre obedecía, y obedece, a la naturaleza como cualquier otro ser vivo, reduciéndose tal afirmación al hecho de que todos nosotros somos meras extensiones del comportamiento espontáneo cuya mecánica va determinada a maximizar el consumo de toda la energía de alta calidad disponible, y transformarla en calor (energía de baja calidad que escapa al espacio exterior).
Y de aquí provino el sentimiento de "gilipollez" que sintió, Meursault. Sus hijas, sus nietos, sus compatriotas, y la humanidad como un todo también desaparecerán en el tiempo irremediablemente. E incluso si nos las ingeniáramos para colonizar otros planetas, ¿qué? Todo seguiría siendo el mismo sonsonete de acaparar energía y desechar calor, y así por los siglos de los siglos hasta que no quedase en nuestro Universo en expansión exponencial nueva energía libre que acaparar (la entropía siempre aumenta, por lo cual la energía de calidad irremediablemente va en continuo descenso desde el mismísimo Big Bang). Así pues: ¿qué sinsentido es éste? ¿En qué clase de absurdo existencial nos vemos envueltos desde el nacimiento?
Meursault finalmente muere, no sin antes desear haber vivido de una manera menos apasionada. Y es que vivir tuvo que vivir, ya que así lo llevaba inscrito en su cerebro; no había elección en ese sentido. También estaba obligado a comportarse socialmente tal y como sus genes determinaban a priori justo tras la recombinación génica que lo convirtió en cigoto. Pero en ese instante final comprendió que a pesar de todo este designio genético, la razón otorga al hombre la oportunidad de obedecer los deberes evolutivos de una manera un tanto especial (rebelde). No se trata de ir en contra del interés natural, lo cual es imposible, sino de obedecerlo desde la indiferencia: utilizado el desprecio que el reconocimiento del absurdo existencial permite. De esta manera, el infortunio se resuelve con la risa, la ira con el humor, el agravio y la afrenta con la burla; y nuestro encadenamiento a la vida con la falta de aprecio hacia este destino absurdo que nos coacciona a actuar como marionetas dentro de un escenario objetivamente irracional.
Meursault, de volver a nacer, se habría propuesto tomarse las cosas menos en serio. Quizás después de todo su vida habría sido bastante similar a ésta que vivió, pero sin duda la sonrisa habría cautivado su cara ante cada momento de adversidad, desdicha o calamidad: -"¡Qué más da!", habría respondido siempre riendo para sí mismo: -"Al final todo está bien, puesto que todo es para nada".