martes, 21 de enero de 2014

La falacia de quitarle al rico para solucionar la vida de todos los pobres

Estos días se ha dado mucho bombo a la siguiente noticia: 85 ricos suman tanto dinero como 3.570 millones de pobres del mundo

A partir de esta noticia tan sensacionalista, es difícil no caer en la tentación de pensar que, si pudiéramos quitarle todo ese dinero a esos pocos ricos, el resto de la población tendríamos la vida resuelta...pero, no. Quitar todo lo que esos 85 ricos tienen, sólo valdría para repartirnos entre el resto unos pocos euros, que poco nos solucionaría ni siquiera a muy corto plazo.

No se puede concluir tan a la ligera que quitar el dinero a los ricos va a solucionar el problema del resto de la población. Por ejemplo; el artículo detalla que los 10 más ricos de Europa acaparan 200.000 millones de euros. Pero, de hecho, si expropiamos a esos 10 afortunados todo su dinero, y nos lo repartimos entre los 739 millones de habitantes de Europa...¡nos saldría a un reparto único de 270€ por persona!

Es decir, pondríamos en riesgo la estabilidad del funcionamiento del mercado, por conseguir 270 euros. Y esto es sólo un ejemplo de como, con un poco de matemática básica, se puede comprobar de primera mano el hecho de que no hay recursos suficientes en el mundo para que todos tengamos de todo.  No es necesario ser economista para entender lo siguiente (vale como digo, con un poco de matemática elemental):

Si cogemos todos los recursos disponibles, y los repartimos entre los miles de millones de humanos (teniendo además en cuenta el crecimiento exponencial de la población)...¡todos seríamos pobres! Resulta que simplemente los recursos a repartir no son suficientes ante un divisor tan descomunal y en crecimiento...

Es decir; que es cierto que en la sociedad hay muchísimas más personas de clase baja que de clase media y alta, pero la cuestión es que, si dividimos todo lo disponible entre toda la población, no obtendremos, como se puede pensar en un principio, una sociedad con todos sus miembros de clase media, sino una sociedad en la que todos seremos pobres.

Y si esta falacia se mantiene, es porque, cuando reflexionamos sobre este tema, no somos conscientes de la proporción entre recursos y población. Sólo vemos que unos pocos tienen mucho, y nos imaginamos injustificadamente que, si todo lo que esos pocos tienen se repartiese, todos tendríamos lo mismo que ellos. La triste realidad, sin embargo, es que no hay recursos suficientes en el mundo para que tantos miles de millones de personas tengan privilegios siquiera de clase media.

Aunque lo peor del tema, es que esta falacia de quitar al rico para que todos tengamos mucho más, es utilizada a menudo para generar odio contra el sistema...cuando nuestro sistema funciona lo mejor que puede hacerlo un sistema con la proporción recursos-habitantes que existe en el planeta actualmente.

Y espero, por favor, que no se tomen estas palabras de simplistas. Estoy hablando sobre una falacia que comenten muchos al pensar que, quitando todo, a los pocos que tienen mucho, conseguiríamos que todos tuviésemos mucho. Eso es falso, y eso es a lo único a lo que me refiero; porque además me parece que ese es el trasfondo al que estas noticias sensacionalistas parecen querer llegar.

Ya luego se puede hablar mucho de repartos más o menos equitativos; pero el hecho es que, por muchas vueltas que se le de al asunto, de donde no hay no se puede sacar. Si tenemos 'x' recursos y hay que dividir entre un divisor enorme, la única manera de aumentar significativamente el reparto unitario es consiguiendo nuevos y mayores recursos a repartir (lo que es complicado, ya que los recursos del planeta son los que son), o disminuyendo mucho el divisor (lo que también es complicado, teniendo en cuenta que la población crece exponencialmente, y que nadie quiere que le limiten la libertad de procrear lo que le plazca). Poco se puede hacer de otra manera: modificar la forma o modo de reparto sólo sirve, en el mejor caso, para desplazar la pobreza de un lugar a otro.

Un saludo.


jueves, 16 de enero de 2014

La metafísica espacio-temporal

Se propone una afirmación basada en la observación constante o habitual de una relación en el mundo, y posteriormente una tendencia innata de nuestro cerebro induce injustificadamente una necesidad en dicha relación. Y ese origen empírico de la afirmación, basada en el hábito, hace que la misma no pueda tomarse por necesaria (como instintivamente nos vemos predispuestos a aceptar), sino que se deba hablar simplemente de probabilidad: a mayor constatación empírica, mayor probabilidad en que lo afirmado se reproduzca.

La cuestión, es que yo creo que para poder admitir que el hombre conoce de algún modo el mundo, es necesario que tenga el potencial de alcanzar un conocimiento certero o necesario sobre el mismo. El hecho de que la inducción sea una falacia lógica, como tú mismo indicas, hace que el conocimiento no sea posible: la certeza en los hechos nos está vedada.

Así pues, y aunque muchos se dan por satisfechos con esa aproximación basada en la probabilidad (algo que ha ocurrido regularmente hasta ahora es probable que siga ocurriendo de la misma manera), lo cierto es que NO parece posible que el hombre pueda acceder a la certeza; a la necesidad y la universalidad.

¿Y para qué podríamos querer esa justificación plena en nuestro saber?

Pues, en primer lugar, para justificar que el “conocimiento” científico es ciertamente conocimiento: que sus leyes y teorías son certeras, necesarias y universales. Que hablan de cómo es realmente el mundo, y no sólo de cómo es probable que sea.  Sin esa justificación, bien es posible que cualquier afirmación científica, por muy contrastada que esté, pueda mañana mismo dejar de ser válida (no hay necesidad en la misma, por poco probable que sea, existe la duda y la posibilidad del error).

En segundo lugar;  esta incapacidad para justificar necesidad en la descripción sobre cómo funciona el mundo, abre la puerta a la duda más absoluta sobre el funcionamiento efectivo del universo, ya que siempre podremos imaginar infinidad de teorías alternativas a las teorías vigentes, por lo que aparece el mismo problema que al tratar asuntos metafísicos tradicionales: donde tan posible es una hipótesis como su adversaria.

Esto puede parecer enrevesado o incluso absurdo, pero déjame explicártelo con un sencillo ejemplo:

La segunda ley de la termodinámica afirma que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo. Esto se ha observado así miles de millones de veces, por lo que muchos se satisfacen con la actitud pragmática de inducir (injustificadamente, y a causa del modo cómo funciona nuestra mente evolutiva) que así seguirá ocurriendo en el futuro: proponen que es una afirmación necesaria y universal sobre el mundo…pero, como sabes, no lo es.

Es TOTALMENTE POSIBLE  que esta regularidad observada deje de ocurrir mañana mismo, el año que viene, o dentro de 15.000 millones de años. Es más, esto demuestra que tan posible o probable es la 2ª ley de la termodinámica, como una ley alternativa que indique lo siguiente:  la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo, durante 14.500 millones de años, para luego invertir ese comportamiento por otro periodo equivalente donde la entropía se minimiza en lugar de maximizarse. Y lo más importante: TAN PROBABLE es que la segunda ley de la termodinámica se siga cumpliendo en el futuro, como la afirmación rival, que indica que dentro de x años, el proceso se revertirá.

Se podría hablar, pues, de una metafísica espacio-temporal; donde el problema no sea la falta total de experiencias (metafísica tradicional), sino la falta de experiencias empíricas sobre el futuro.

Por lo que, con esta falta de justificación en la base científica, toda afirmación es dudosa y contingente; cosa que no ocurriría si pudiésemos justificar ABSOLUTAMENTE la inducción, lo cual contesta a la pregunta de “PARA QUÉ la podríamos querer.

Un cordial saludo, amigo.


lunes, 13 de enero de 2014

Escepticismo moderno

Carl Sagan dijo: "Yo no quiero creer. Yo quiero saber", "Lo bueno es que si algo es cierto lo seguirá siendo mañana, y la verdad aguantará todas las pruebas."

¿Y está tan claro que el hombre tiene el potencial de conocer y no sólo de creer?

Es algo corriente hoy día presuponer esa capacidad de conocimiento al hombre como algo evidente; algo tan evidente que ni siquiera nos hace merecer un momento de reflexión: de hecho, ahí tenemos la ciencia, ¿verdad? ¿Cómo vamos a dudar de su posibilidad?

Y sin embargo, sí que podemos dudar de que cualquier "conocimiento" científico no sea más que una creencia más o menos probable del funcionamiento del mundo. Es factible dicha duda a pesar de la ciencia, y de hecho, es un debate abierto desde hace siglos. Un debate que tomó su máxima expresión con David Hume y que, por mucho que nos pese, y aún después de Kant, todavía sigue abierto.

Si algo es cierto, se dice, lo seguirá siendo mañana...pero el mañana, las experiencias del futuro, no están todas a nuestro alcance...siempre habrá una indeterminación sobre el comportamiento futuro del mundo. Como diría Hume, la seguridad que se le otorga a una afirmación científica, se basa únicamente en el hábito de haberse observado innumerables veces su confirmación experimental...pero eso es todo: creemos en esa afirmación por el enorme grado de probabilidad alcanzado.

El haber observado una relación determinada en el mundo muchas veces, hace que nuestra mente tienda instintiva y espontáneamente a otorgar la certeza a la misma. Nuestra mente funciona así, porque así es como la evolución la ha moldeado; pero esa tendencia natural no es suficiente para legitimar la inducción sobre un conocimiento del mundo: ya sea conocimiento vulgar o científico.

Y es que, por poco intuitivo que suene; el haber observado un trillón de veces cumplirse, por poner un ejemplo, la segunda ley de la termodinámica, no es razón suficiente para asegurar la necesidad ni la universalidad de ese comportamiento natural...mañana mismo podría ocurrir que el mundo comenzara a comportarse de otra manera...

Y seguramente cueste aceptar esto que digo, pero piensa:  ¿cómo me podrías justificar formalmente que cualquier conocimiento que se de por cierto hoy, mañana no dejará de serlo? ¿cómo justificar, pues, que el hombre es capaz de llegar a conocer?

Por cierto que Kant hizo un gran intento de justificación con su propuesta de que poseemos estructuras puras "a priori", independientes de la experiencia, las cuales otorgarían la facultad de dar legitimidad a la necesidad y universalidad a nuestras afirmaciones científicas. Pero para nuestra desgracia, hoy día comprendemos que esas supuestas estructuras "innatas a priori", son sólo a posterioris evolutivo, y por lo tanto también dependientes de la experiencia:

Así que Kant investigó las formas a priori de la experiencia posible pero, si estas formas son necesarias para el conocimiento humano. ¿de dónde proceden? A esta pregunta, que no fue contestada por Kant, responde K. Lorenz en su artículo «Kants Lehre vom apriorischen im Lichte gegenwártiger Biohogie»”: «Cuando se conocen los modos de reacción innatos de los organismos humanos salta a ha vista, con evidencia extraordinaria, ha hipótesis de que lo “apriorístico” se basa en especializaciones hereditarias, ya filogenéticas, del sistema nervioso central, las que han sido adquiridas precisamente en la evolución de las especies y que determinan disposiciones congénitas, que obligan a pensar en formas determinadas. Hay que tener bien presente que esa concepción de lo “apriorístico” como órgano implica la destrucción de su concepto: algo que ha surgido en la adaptación filogenética a las leyes del mundo exterior natural tiene, en cierto sentido, un origen a posteriori, aun cuando este origen haya seguido un camino distinto al de la abstracción o al de la deducción a partir de experiencias pasadas».

Y es que parece que la moderna epistemología evolutiva termina con cualquier esperanza de que seamos capaces de alcanzar el conocimiento. El tiempo parece haber dado la razón a las propuestas empíricas de Hume...lástima que a pocos les importe este hecho y se conformen con dar por buena la injustificada creencia de que el mundo futuro se seguirá comportando como el mundo pasado lo ha hecho.

Porque este es el verdadero escepticismo. Está bien dudar de los conceptos metafísicos tradicionales, pero también debemos replantearnos la seguridad en tus afirmaciones presentes sobre el mundo, porque también son en cierto modo metafísica...metafísica respecto del mañana.

Un cordial saludo.



domingo, 5 de enero de 2014

Giacomo Leopardi: poemas sobre la realidad pésima del mundo

Os dejo algunos de los magníficos poemas de Giacomo Leopardi (1798 – 1837 (http://es.wikipedia.org/wiki/Giacomo_Leopardi):


Estremecedora, y a la vez bella, manera en la que este autor nos recuerda la realidad pésima del mundo. Todos deberíamos reflexionar sobre estas eternas cuestiones en algún momento u otro de nuestra vida.

Espero que os guste:

Leopardi, G. (1829) Canto nocturno de un pastor errante de Asia


¿Qué haces, luna, en el cielo? Di, ¿qué haces,
oh silenciosa luna?
Sales de noche, andas
viendo desiertos, y después te escondes.
¿No estás aún fatigada 5
de recorrer las sempiternas sendas?
¿Aún no sientes hastío ni cansancio
de mirar estos valles?
Se parece a tu vida
la vida del pastor. 10
Sale al alba y conduce
por el campo el ganado, contemplando
rebaños, prados, fuentes;
luego, exhausto, descansa por la noche,
y no espera otra cosa. 15
Dime, luna, ¿qué espera
el pastor en su vida,
y tú en la tuya? Dime, ¿adónde tiende
este mi vagar breve
y tu curso inmortal? 20
Viejo canoso, enfermo,
harapiento, descalzo,
con carga pesadísima en los hombros
por montes y por valles,
por rocas, arenales y malezas, 25
al viento, en la tormenta, cuando abrasa
el aire, y cuando hiela,
corre, corre anhelante,
cruza charcos, torrentes,
cae, se levanta, y más y más se afana, 30
sin tregua ni sosiego,
herido, ensangrentado, hasta que llega
allí donde el camino
y donde tanto afán término encuentran:
inmenso, horrible abismo 35
donde al precipitarse todo olvida.
Así, virgínea luna,
es la vida mortal.
Nace al dolor el hombre
y es peligro de muerte el nacimiento. 40
Prueba tormento y pena
desde que abre los ojos, y sus padres
comienzan a enseñarle
a consolarse por haber nacido.
Luego, cuando creciendo 45
va, uno y otro sostiénenle, y por siempre
con actos y palabras
se afanan en cuidarle
y en consolarle de su humano estado:
que otro oficio más grato 50
no hay para un padre que cuidar sus hijos.
Mas, ¿por qué dar a luz,
por qué mantener vivo
a quien por esto hay que prestar consuelo?
Si infortunio es la vida, 55
¿por qué, pues, dura tanto?
Tal, intocada luna,
es el mortal estado.
Mas tú mortal no eres
y tal vez lo que digo no comprendas. 60
Tú, solitaria, eterna peregrina,
tan pensativa, acaso lo que es sepas
este vivir terreno,
este nuestro penar, esta agonía;
lo que es este morir, esta suprema 65
palidez del semblante,
y faltar de la tierra, y alejarse
de toda usual y amante compañía.
Ciertamente, comprendes
el porqué de las cosas, ves el fruto 70
del día y de la noche,
del callado, infinito andar del tiempo.
Sabes sin duda a qué dulces amores
ríe la primavera,
a qué ayuda el estío, y qué procura 75
con su hielo el invierno.
Mil cosas sabes tú, miles descubres,
que al sencillo pastor le están vedadas.
A veces, al mirarte
tan silenciosa en el desierto llano 80
que en su confín se une con el cielo,
o bien con mi rebaño
seguirme en mi camino; cuando miro
fulgurar en el cielo las estrellas,
pensativo me digo: 85
“¿Para qué tantas luces?
¿Qué hace el aire sin fin, esa profunda
serenidad? ¿Qué significa esta
inmensa soledad? ¿Qué soy yo mismo?”
Conmigo así razono; de ese espacio 90
soberbio e ilimitado,
y de esa familia innumerable,
después de tanto obrar, del movimiento
de las celestes y terrenas cosas,
girando sin reposo 95
para volver allá donde nacieron,
la utilidad, el fruto
adivinar no sé. Mas, ciertamente,
¡oh doncella inmortal!, tú sí lo sabes.
Yo sólo sé y comprendo 100
que en los eternos giros
y que en mi ser tan frágil
algún provecho o goce
otro hallará; mi vida es mal tan sólo.
Rebaño mío que feliz reposas, 105
ignorando, imagino, tu miseria,
¡cuánta envidia te tengo!
No sólo porque de ansias
casi libre te encuentras
y todo sufrimiento, todo daño, 110
todo extremo temor olvidas pronto,
sino porque jamás sientes el tedio.
A la sombra descansas en la yerba,
sosegado y alegre,
y gran parte del año 115
transcurres sin enojo en tal estado.
Yo a la sombra me siento sobre el césped
y el hastío me embarga
la mente, igual que un aguijón agudo,
y más lejano estoy ahora que nunca 120
de encontrar el sosiego.
Pero ya nada ansío
ni motivo de llanto hasta aquí tuve.
Por qué gozas y cuánto
decir no sé; mas sé que eres dichoso. 125
Yo poco goce siento,
mas no me quejo de esto solamente.
Si hablar supieses, yo preguntaría:
“Dime, ¿por qué yaciendo
ocioso y sin cuidado 130
todo animal descansa,
y a mí me asalta el tedio si reposo?”
Tal vez si alas tuviese
para ir hasta las nubes
y contar una a una las estrellas, 135
o como el trueno errar de cumbre en cumbre,
sería más feliz, dulce rebaño,
sería más feliz, cándida luna.
O tal vez desvaría
mi mente cuando piensa en otra suerte: 140
tal vez en toda forma
en todo estado, ya en cubil o cuna,
es funesto a quien nace el nacimiento.



A sí mismo   Canto XXVIII


Reposarás por siempre,
cansado corazón! Murió el engaño 
que eterno imaginé. Murió. Y advierto
que en mí, de lisonjeras ilusiones
con la esperanza, aun el anhelo ha muerto.
Para siempre reposa;
basta de palpitar. No existe cosa 
digna de tus latidos; ni la tierra
un suspiro merece: afán y tedio
es la vida, no más, y fango el mundo. 
Cálmate, y desespera 
la última vez: a nuestra raza el Hado 
sólo otorgó el morir. Por tanto, altivo, 
desdeña tu existencia y la Natura 
y la potencia dura 
que con oculto modo
sobre la ruina universal impera, 
y la infinita vanidad del todo.



Canto XLI   Del griego de Simonedes


Canto XLI   Del griego de Simonedes
Que humana cosa dura poco tiempo
es máxima muy cierta,
dice el viejo de Quíos,
que la misma natura
tiene el hombre y las hojas.
Mas esta voz muy pocos
oyen. A la esperanza inquieta, hija
de juveniles pechos,
todos le dan asilo.
Mientras rojas las flores
de nuestra edad acerba
son, el alma orgullosa
cien dulces pensamientos nutre en vano,
ni muerte espera, ni vejez; ninguna
dolencia al hombre sano preocupa.
Mas tonto es quien no mira
cuán presto juventud emprende el vuelo.
Y cómo de la cuna
cercano está el sepulcro.
 Tú, que el pie pondrás pronto
en el fatal camino
de la sede plutónica,
a los goces presentes
tu breve edad confía.


viernes, 3 de enero de 2014

Más sobre la teoría evolutiva del conocimiento

A partir de lo dicho por Miquel, en el interesante artículo que escribió en su blog respecto de la Teoría evolutiva del conocimiento, me propongo comentar lo siguiente (el enlace del que os hablo es el siguiente: http://memoriasdesoledad.blogspot.com.es/2012/11/teoria-evolutiva-del-conocimiento-ii.html):

Comparto plenamente lo que la teoría evolutiva del conocimiento defiende, y añado lo siguiente: que como consecuencia de entender de esta forma natural nuestra capacidad de conocimiento, debemos resignarnos a no ser capaces de comprender el mundo con certeza. Pienso (al igual que hizo David Hume) que el ser humano no puede conocer el mundo, sino sólo conformarse creencias más o menos probables.

Nuestra capacidad mental es sin duda fruto de una regularidad fenoménica, y la realidad de esa regularidad a escala mesoscópica anterior a nuestra existencia es lo único que podemos aseverar (realismo ontológico): aunque no podemos asegurar que esa regularidad vaya a continuar (por muy probable que nos parezca). No podemos apoyarnos en esta regularidad mesoscópica pasada (y presente), para justificar con certeza que todo vaya continuar igual necesariamente en el futuro.

Es como el ejemplo de la gravedad: observamos una fuerza natural y atractiva, y la llamamos gravedad; y como la regularidad en dicha fuerza es constante, y lo debió de ser por millones de años, ya con eso se induce que es necesaria, pero ¿por qué va a ser esta fuerza atractiva necesaria y universal? ¿¿Con qué derecho justificamos la necesidad en esta fuerza?? Bien podría ser que mañana mismo esa gravedad desaparezca y aparezca otra fuerza semejante pero repulsiva...Es decir, que no conocemos la gravedad en el mundo, sino que sólo poseemos una creencia muy probable sobre el mundo.

Nuestra naturaleza evolutiva, hace que nuestra mente sea puro empirismo. Todo su funcionamiento, toda su actividad, necesita de información empírica para ser veraz. Por lo que no sólo no podemos conocer nada sobre aquello que no es posible observar (metafísica tradicional), sino que tampoco podemos conocer qué ocurrirá en el futuro con el mundo puesto que la observación del futuro tampoco nos es posible: podríamos hablar de una metafísica absoluta y otra metafísica temporal, y ninguna de las dos es cognoscible.


El hombre es prepotente en sus capacidades mentales por naturaleza, y en mi opinión, la teoría evolutiva del conocimiento, no hace más que bajarlo de las nubes. Hay que aceptar que no sólo no conocemos la esencia de las cosas; la pregunta sobre el qué, sobre el origen de los fenómenos, sino que ni siquiera podemos conocer con certeza el cómo del mundo: conocer con necesidad y universalidad los propios fenómenos.

Un saludo, amigos

P.D. Por cierto, que si queréis iniciaros en la epistemología evolutiva es recomendable el siguiente documento PDF: http://revistas.ucm.es/index.php/ASEM/article/download/ASEM9494110197A/17324