jueves, 16 de enero de 2014

La metafísica espacio-temporal

Se propone una afirmación basada en la observación constante o habitual de una relación en el mundo, y posteriormente una tendencia innata de nuestro cerebro induce injustificadamente una necesidad en dicha relación. Y ese origen empírico de la afirmación, basada en el hábito, hace que la misma no pueda tomarse por necesaria (como instintivamente nos vemos predispuestos a aceptar), sino que se deba hablar simplemente de probabilidad: a mayor constatación empírica, mayor probabilidad en que lo afirmado se reproduzca.

La cuestión, es que yo creo que para poder admitir que el hombre conoce de algún modo el mundo, es necesario que tenga el potencial de alcanzar un conocimiento certero o necesario sobre el mismo. El hecho de que la inducción sea una falacia lógica, como tú mismo indicas, hace que el conocimiento no sea posible: la certeza en los hechos nos está vedada.

Así pues, y aunque muchos se dan por satisfechos con esa aproximación basada en la probabilidad (algo que ha ocurrido regularmente hasta ahora es probable que siga ocurriendo de la misma manera), lo cierto es que NO parece posible que el hombre pueda acceder a la certeza; a la necesidad y la universalidad.

¿Y para qué podríamos querer esa justificación plena en nuestro saber?

Pues, en primer lugar, para justificar que el “conocimiento” científico es ciertamente conocimiento: que sus leyes y teorías son certeras, necesarias y universales. Que hablan de cómo es realmente el mundo, y no sólo de cómo es probable que sea.  Sin esa justificación, bien es posible que cualquier afirmación científica, por muy contrastada que esté, pueda mañana mismo dejar de ser válida (no hay necesidad en la misma, por poco probable que sea, existe la duda y la posibilidad del error).

En segundo lugar;  esta incapacidad para justificar necesidad en la descripción sobre cómo funciona el mundo, abre la puerta a la duda más absoluta sobre el funcionamiento efectivo del universo, ya que siempre podremos imaginar infinidad de teorías alternativas a las teorías vigentes, por lo que aparece el mismo problema que al tratar asuntos metafísicos tradicionales: donde tan posible es una hipótesis como su adversaria.

Esto puede parecer enrevesado o incluso absurdo, pero déjame explicártelo con un sencillo ejemplo:

La segunda ley de la termodinámica afirma que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo. Esto se ha observado así miles de millones de veces, por lo que muchos se satisfacen con la actitud pragmática de inducir (injustificadamente, y a causa del modo cómo funciona nuestra mente evolutiva) que así seguirá ocurriendo en el futuro: proponen que es una afirmación necesaria y universal sobre el mundo…pero, como sabes, no lo es.

Es TOTALMENTE POSIBLE  que esta regularidad observada deje de ocurrir mañana mismo, el año que viene, o dentro de 15.000 millones de años. Es más, esto demuestra que tan posible o probable es la 2ª ley de la termodinámica, como una ley alternativa que indique lo siguiente:  la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo, durante 14.500 millones de años, para luego invertir ese comportamiento por otro periodo equivalente donde la entropía se minimiza en lugar de maximizarse. Y lo más importante: TAN PROBABLE es que la segunda ley de la termodinámica se siga cumpliendo en el futuro, como la afirmación rival, que indica que dentro de x años, el proceso se revertirá.

Se podría hablar, pues, de una metafísica espacio-temporal; donde el problema no sea la falta total de experiencias (metafísica tradicional), sino la falta de experiencias empíricas sobre el futuro.

Por lo que, con esta falta de justificación en la base científica, toda afirmación es dudosa y contingente; cosa que no ocurriría si pudiésemos justificar ABSOLUTAMENTE la inducción, lo cual contesta a la pregunta de “PARA QUÉ la podríamos querer.

Un cordial saludo, amigo.


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