jueves, 27 de diciembre de 2018

Hipótesis de la simulación (realidad simulada computacionalmente)


"The belief that there is a significant chance that we will one day become posthumans who run ancestor-simulations is false, unless we are currently living in a simulation." (Nick Bostrom)

El argumento de que nuestra realidad podría ser una simulación trascendental de la cual los entes simulados (entre ellos nosotros) no podemos ser conscientes viene de lejos (nada menos que del filósofo René Descartes), pero fue realmente en el año 2003, tras este magnífico paper (debes leerlo) de Nick Bostrom, cuando la hipótesis llamó realmente la atención de la comunidad especializada (muchos físicos de renombre, por ejemplo; aceptan hoy día su posibilidad sin ambages). De hecho, el razonamiento de Nick se está viendo reforzado en los últimos años gracias al enorme avance vivido en el campo de la computación cuántica.
Vamos a ver de qué trata el asunto:
Grosso modo, la propuesta es la siguiente (más detalles en el paper). Se parte de la premisa de que una de las tres proposiciones siguientes es cierta:
  1. La fracción de civilizaciones inteligentes que alcanzan un estado posthumano es muy cercana a cero (~0%); ó
  2. La fracción de civilizaciones posthumanas interesadas en ejecutar simulaciones de su propio mundo es muy cercana a cero (~0%); ó
  3. La fracción de todos los seres inteligentes (en estado posthumano o no) que viven y experimentan, lo hacen dentro de una simulación con una probabilidad muy cercana a uno (~99.9999...%).
Nota: Se entiende como estado posthumano, a aquel en el cual una entidad inteligente (humana o no, eso no importa) es capaz de construir un computador capaz de ejecutar simulaciones de su propia realidad con una alta fidelidad.
Si (1.) es verdadera, entonces es casi seguro que nos extinguiremos como entes (junto con el resto de posibles civilizaciones, presentes y futuras, esparcidas por el Universo) antes de alcanzar el estado posthumano. Si (2.) es cierta, entonces debe existir una fuerte convergencia en el comportamiento entre civilizaciones (una especie de esencia común que determine por completo el comportamiento de todos los miembros de cientos de civilizaciones -en gran parte incomunicadas dadas las distancias que las separan-). De este modo, en ninguna de estas civilizaciones avanzadas llegarían a aparecer nunca individuos con la libertad y/o la capacidad para ejecutar simulaciones de su mundo (a pesar de poseer la tecnología necesaria para ello). Por último, si (3.) es verdadera, entonces es casi seguro que vivimos en una simulación: es decir, que tiende a cero la probabilidad de que estemos por casualidad en el "primer mundo" donde (1.) y (2.) son falsas (es decir, que el estado posthumano sea posible y abundante, y donde todos estén además deseando recrear computacionalmente su propio mundo, pero que sin embargo no formemos parte de una simulación previa a pesar de la recursividad del proceso).
Finalmente, y a modo de corolario de lo anteriormente expuesto, Nick Bostrom propone que: "a menos de que ahora mismo estemos viviendo en una simulación, es casi una certeza que nuestros descendientes nunca llegarán a ejecutar una simulación de nuestro mundo". Es decir, que o bien el estado posthumano es inviable, o bien hay "algo" en nuestra esencia natural (compartida con el resto de posibles entes inteligentes que pueblan o poblarán el Universo) que impide que nunca jamás un individuo con los recursos suficientes llegue a simular computacionalmente la realidad -de manera que (1.) ó (2.) serían ciertas-.

La computación cuántica.

Cuando en el 2003 se propuso esta hipótesis, el campo de la computación cuántica estaba en pañales. Pero eso ha cambiado recientemente. Cada año se bate un nuevo récord en el número de qubits que los científicos son capaces de manejar de manera eficiente (con cada vez más bajos niveles de error), y muy pronto se espera que empezarán a aparecer las primeras computadoras cuánticas capaces de superar en poder de cálculo a los supercomputadores clásicos. De hecho, si el número de qubits continúa creciendo al mismo ritmo de los últimos años, ¡llegará en cuestión de décadas el momento en que será posible simular computacionalmente el estado de los miles de billones de partículas que pueblan nuestro Universo (dentro del horizonte cosmológico)!
Y esto es así precisamente gracias al fundamento cuántico de nuestra realidad. El estado de superposición de los qubits (los cuales no "almacenan" como valor un 0 ó 1, sino o y 1 al mismo tiempo; ponderados y normalizados por dos parámetros alpha y beta) hacen que la capacidad de cómputo aumente siguiendo una progresión exponencial con cada qubit que se añade al proceso, lo cual implica que únicamente con unos pocos cientos de qubits trabajando juntos -500, por ejemplo- , es posible procesar en paralelo nada menos que 2500 estados...¡un número mucho mayor que el de partículas que pueblan nuestro Universo (visible)!
Valga notar que actualmente Google va en busca de la supremacía en la computación cuántica con un futurible procesador de 49 qubits, lo cual da una idea de lo "poco" que falta para que ese estado posthumano del que hablamos antes sea viable.

En resumen.

Que si las promesas teóricas del computador cuántico se hacen realidad (y todo apunta en ese sentido), y si en el Universo existen (o existirán) suficientes civilizaciones inteligentes capaces de alcanzar dicha tecnología (la cual al ser humano parece que le llevará algo así como 10.000 años -momento en que se asentaron nuestros inicios culturales como civilización-), entonces la premisa (1.) de Bostrom casi la podemos descartar. Dado lo vasto del Universo es complicado que seamos la única civilización existente, y dada la "facilidad" con la que hemos dominado la tecnología cuántica es difícil creer que otros entes inteligentes no harán lo propio en un periodo de tiempo similar al nuestro. El estado posthumano parece en este sentido que es bastante viable y abundante (es decir, que lo es ya en el presente por entre las galaxias, o que lo será en el futuro, dependiendo de cómo de "rápido" haya actuado -cognitivamente- la evolución en la Tierra en relación a la "evolución" en otros planetas habitables).
Por otra parte, la premisa (2.) es, siguiendo un razonamiento antrópico, bastante poco plausible. De hecho, una de las primeras cosas que hizo el ser humano en cuanto adquirimos el poder de procesar la información (clásicamente) tras la segunda guerra mundial fue crear pequeñas "simulaciones" de nuestro mundo (valga de ejemplo el mítico juego del Pong). Más aún, cada nueva generación de videoconsolas (y procesadores gráficos GPU) no tienen más aliciente que el de permitir mejorar la fidelidad con la que podemos recrear simulaciones del mundo. Así pues parece que nuestra esencia natural tiende más bien en sentido contrario de lo que dice (2.): instintivamente parece que estamos ávidos de mejorar nuestra capacidad de procesar información para generar cada vez realidades más complejas y fieles a la nuestra. Por tanto, es bastante plausible rechazar también esta segunda premisa. De esta manera, una vez rechazados los puntos (1.) y (2.) gracias al aceptable soporte empírico del que disponemos (nuestro cercano dominio de la computación cuántica generalizada y nuestro instintivo comportamiento en favor de simular la realidad), nos queda elegir entre aceptar (3.): vivimos en una realidad simulada computacionalmente dentro de un proceso recursivo, o aceptar que da la astronómica casualidad de que vivimos en el "origen" o "primer mundo"; aquel en donde (1.) y (2.) son falsos, pero donde (3.) tampoco se cumple.
En concreto, de ser cierto el último caso, nuestro mundo sería entonces algo así como la "raíz" de un proceso computacional iterativo que algún ente (humano o no) de nuestro Universo echará a andar tarde o temprano: una primera generación de computadores cuánticos simularán con una fidelidad asombrosa una copia idéntica de nuestra realidad, y los seres simulados dentro de esa primera generación harán lo propio, puesto que su "mundo", aunque simulado, también poseerá el fundamento cuántico capaz de permitir una segunda generación simulada. Y de este modo el proceso continuará siguiendo un curso recursivo en principio sin fin.
Sin embargo, cuesta creer que por pura casualidad vayamos a estar en la cúspide o en el "origen" de la gigantesca pirámide que conforma posiblemente esta anidación de simulaciones cuánticas, por lo que sí; posiblemente (3.) sea cierto y nos encontremos casi con toda certeza (~99.9999...%) formando parte de una realidad simulada externamente (esto es, de manera trascendente).
Y es cierto que todo esto suena a ciencia ficción, pero es que la cercana realidad de la computación cuántica, junto con nuestro comportamiento instintivo natural parecen que no dejan mucho espacio para no aceptar esta posibilidad como cierta (o probablemente cierta). De hecho, pensad en lo siguiente: el día en que alcancemos la capacidad de cómputo necesaria, ¿cuál será la mejor manera que tendremos a mano para justificar la viabilidad de la realidad simulada? ¡Exacto! ¡Generando experimentalmente una!

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