miércoles, 13 de abril de 2016

Señor juez (Javier Krahe)

"Radiante de salud, en la flor de la edad me va muy bien en todo con la salvedad de un hastío tan persistente. Que vivir para mí es de una insipidez, que me estomaga y me conduce, señor Juez, a salirme por la tangente." (Javier Krahe)
Me gustaría en esta entrada homenajear, en la medida de lo posible, al recientemente fallecido cantautor Javier Krahe. Maestro de la sátira y socialmente comprometido, supo hacernos ver durante toda su carrera el absurdo de la vida de una manera artística a la par que sarcástica: ciertamente la vida no se merece mucho más que ser tomada como una trágica broma (quizás de muy mal gusto), y Javier supo transmitir con su música la ridícula realidad.

Son muchas las obras que merecen ser nombradas pero voy a dejaros con la que es, en mi opinión, uno de sus trabajos más claros en este sentido del que os hablo: "Señor juez", la carta de suicidio más original e ingeniosa que quizás se haya escrito. Una carta en la que un suicida le cuenta al juez las razones de su trágico acto final. Una person a la que le va muy bien en todo pero que ve insípida la vida y sus quehaceres. Finalmente se observa cómo el juez, insensible a lo que la carta le cuenta (quizás inmerso en el aburrimiento de su propia vida) despacha al ujier la misma de manera indiferente y con mal humor cuando detecta en ella una falta de ortografía. El juez (el que juzga, que en la vida diaria somos todos) no ha entendido nada del profundo mensaje del suicida.


Cada vez que escucho esta canción no puedo evitar recordar las palabras que Schopenhauer nos dejó respecto del hastío:
"Lo que ocupa a todos los vivos y los tiene sin aliento, es la necesidad de asegurar la existencia. Una vez hecho esto, ya no se sabe que hacer. Por eso, el segundo esfuerzo de los hombres es aligerar la carga de la vida, hacerla insensible, matar el tiempo; es decir, huir del hastío. Una vez libertados de toda miseria material y moral, una vez que han soltado de la espalda cualquiera otra carga, los vemos convertirse ellos mismos en su propia carga y considerar como una ganancia toda hora que consiguen pasar, aun cuando en el fondo esa hora se reste de una existencia que con tanto celo se esfuerzan en prolongar.[...] La vida del hombre oscila como un péndulo entre el dolor y el hastío. Tales son, en realidad, sus dos últimos elementos."


Señor Juez nada más le quería decir,
que en el día de hoy cansado de vivir
me decido a causar mi baja,
la eterna, la fetén, me excluyo del padrón
y aquí a renglón seguido le expongo la razón,
por la cual rompo la baraja:
No piense en una tragicomedia de amor,
que sufro un cáncer y, no soporto el dolor,
que rechazo ir a un asilo;
que perdí, la razón, la potencia sexual,
que estoy a fin de mes, que si tal que si cual
ni otras cosas por el estilo.

Radiante de salud, en la flor de la edad
me va muy bien en todo con la salvedad
de un hastío tan persistente.
Que vivir para mí es de una insipidez,
que me estomaga y me conduce, señor Juez,
a salirme por la tangente.
Lo que me finiquita el quid de la cuestión,
no es ni más ni menos que la célebre opresión,
entendida en sentido lato.
Ya me comprende usted, qué le voy a explicar,
si aquí en este redil juzgar es sojuzgar
y de eso sabrá usted un rato.

Si yo fuera mujer, minoría racial,
cristiano de base, zurdo, homosexual,
Tercer Mundo, obrero, artista,
me podría sumar a su revolución1,
pero al no ser así, ofrecer mi adhesión
me parece paternalista.
No puedo trastocar mi sexo, ni mi piel,
mi ateísmo, mis manos, mis lunas de miel,
desclasarme o pulsar la lira.
Y aunque pudiera, qué, no sería ya igual,
no sería quien soy, motivo primordial,
por el que un servidor suspira.

Y si no soy quien soy, es una ingenuidad
creer que si me ahorco tengo libertad,
más que para escoger la soga.
¡Mi asesino es usted!, ¿ por qué no lo iba a ser ?,
representa la ley, simboliza el poder,
el poder y quién se lo arroga...".
Aquí ya me indigné y di la carta al ujier,
-Archive esto por ahí- no lo podréis creer,
escribía arroga con h, escribía arroga con h.
Y las faltas así, desde hace ya algún tiempo,
es que no las aguanto me ponen a cien,
estaré atravesando un bache.


Y para todos aquellos a los que la anterior canción les haya llamado la atención, os dejo a continuación otro memorable ejemplo del gran trabajo de Javier Krahe: "El cromosoma". 




Hace tiempo que me importa un comino, 
que el último jalón de mi camino 
caiga lejos de Roma. 
Hace tiempo que no juego al acertijo, 
tan esdrújulo de un padre y un hijo, 
y una blanca paloma. 

Y lo cierto es que no me desespero, 
desde el día en que al célebre madero 
lo comió la carcoma. 
Pero si me preguntan y lo digo 
aparte de algún que otro íntimo amigo 
todos creen que es broma. 

Y como con eso no se bromea, 
esperan que Dios me dé con la tea 
de churruscar Sodoma, 
o que al menos diga yo, reconfortante, 
que me he hecho mahometano o protestante, 
hablamos otro idioma. 

Pues nada más que eso me faltaba 
que tuviera que asirme a la chilaba 
del profeta Mahoma, 
ni a tripa de Lutero ni aún de Buda. 
Prefiero caminar con una duda 
que con un mal axioma. 

Porque dudo que la final de este asunto, 
la cosa no se acabe con un punto 
sino con punto y coma, 
y no espero un cielo o un infierno. 
Lo más confío en que seré algo eterno 
gracias al cromosoma. 

Tranquilo puedo vivirme mi historia 
sabiendo que a las puertas de la gloria, 
mi nariz no se asoma. 
La muerte no me llena de tristeza, 
las flores que saldrán por mi cabeza 
algo darán de aroma.