miércoles, 2 de septiembre de 2015

La metafísica de la vida

"En algún lugar, algo increíble está esperando ser descubierto" (Carl Sagan)

Introducción.

En esta entrada anterior, donde tratamos el asunto de la vida desde un punto de vista físico, vimos como la segunda ley de la termodinámica es de las pocas leyes ontológicas de la Física, en tanto que distingue, de manera general, aquellos procesos y estados físicos que son posibles de aquellos que no lo son. Y que al incluir sistemas lejos del equilibrio térmico y alimentados por una fuente externa de energía, vemos que dicha tendencia ontológica no sólo se conserva, sino que se acelera con la aparición necesaria del fenómeno de la vida (y su eficiente replicación exponencial): el fin, la esencia, o la razón de ser natural del Universo, parece ser la de terminar cuanto antes con toda la energía útil, en otras palabras; conseguir la máxima potencia disipativa (o, en otras palabras; producir el máximo de entropía en el menor tiempo posible).

Y hasta aquí, dijimos, lo que los hechos empíricos nos muestran.

Especulación metafísica sobre la vida.

Fuera de la experiencia sensible, ya sólo nos queda filosofar un poco sobre la posible causa de esta tendencia u ontológica del Universo físico. Si no eres del tipo de persona al que le gusta especular con lo que pueda o no estar más allá de la realidad empírica, entonces no merece la pena que sigas leyendo. En caso contrario...continuemos ;).

Hace tiempo que se comprende que, para cada tesis metafísica que se haga, será siempre igual de posible su anti-tesis, por lo que no pretendo demostrar ni convencer en esta entrada a nadie de nada. Simplemente voy a dar, brevemente, lo que es mi creencia personal (en estos momentos) sobre el asunto:

Sinceramente, creo que la vida (lo que hemos descrito arriba físicamente como vida), es un fenómeno intencionado. Pero, ¡ojo!, no pienso que sea el hombre en concreto la intención, ni la vida aquí en la Tierra en particular, sino que tengo la intuición de que el hecho de que las leyes y las constantes físicas del Universo tengan la forma ideal para albergar vida, es porque precisamente han sido seleccionadas para tal fin.

Y no es que reniegue (o malinterprete) el principio antrópico tan esgrimido por los físicos para rechazar la intencionalidad del mundo, sino que creo que este principio es un rasgo del modo en que una supuesta intencionalidad "racional" ha podido conseguir ajustar tan finamente las constantes físicas y las reglas del mundo. Cierto es que vemos el mundo como es, porque si fuese de otro modo no sería viable la aparición de seres como nosotros, capaces de reflexionar sobre el mismo, pero también es cierto que el hecho de que el mundo sea tal que permita la existencia de seres pensantes, podría (en condicional) deberse a que se ha buscado la presencia de tales seres a conciencia, mediante el fino ajuste intencionado de las reglas físicas (es decir; que podemos darle la vuelta a la propuesta del principio antrópico, y desplazar la intención a un plano metafísico). Y es la propuesta "científica" del multiverso (apoyo tradicional usado por la cosmología junto al principio antrópico) la que nos sirve (paradójicamente, ya que en cosmología esta combinación de principios se usa normalmente para "negar" toda intencionalidad sobre el mundo), como soporte al modo en que una pretendida intencionalidad trascendental podría haber buscado un mundo como el nuestro.

Y es que no hay mejor modo de conseguir encontrar el ajuste necesario para lograr un fin complejo, cuando existe un conjunto enorme de posibilidades, como el proceso evolutivo. Y os lo digo desde la experiencia como ingeniero, acostumbrado a usar la computación evolutiva para solucionar problemas que de otro modo serían impracticables por la cantidad de combinaciones posibles (en mi blog sobre computación evolutiva podéis ver varios ejemplos).

Así que os propongo el siguiente modo práctico (únicamente para ilustrar a modo de ejemplo) sobre cómo pudo hipotéticamente haber sido nuestro Universo creado (a partir de la tesis anterior):

Imaginemos un mundo trascendente al nuestro; un mundo, de hecho, sobre el que aceptamos que se construye el nuestro. Si yo fuese un ser o ente de dicho mundo trascendente, y tuviese que generar (o crear) un mundo que maximizara la cantidad de movimiento neto producido por sus constituyentes físicos; actuar de un modo arbitrario intentando configurar manualmente las reglas y constantes de dicha creación por ensayo y error, sería impracticable dadas las inmensas y astronómicas combinaciones posibles.

Por lo tanto, dicho ente trascendente podría haber optado ante la dificultad por una aproximación evolutiva, actuando sobre un multiverso similar al postulado en cosmología:

Pseudocódigo de un proceso evolutivo

Es decir, que se podría haber procedido del siguiente modo:

1) Se habría generado primero N mundos (multiverso) con constantes y leyes aleatorias.
2) Se habría evaluado la capacidad o potencia para consumir energía de cada uno de los N mundos,
3) De los N mundos, se descartarían los N/2 (por ejemplo) menos eficientes, y se duplicarían los restantes N/2 (los más eficientes) permitiendose a su vez ligeras variaciones aleatorias en las constantes y las reglas físicas.
4) Al duplicar los N/2 mundos más eficientes volvemos a tener N mundos (los N/2 originales, y los N/2 mundos clones con pequeñas variaciones).
5) Volvemos al paso 2), y repetimos la secuencia hasta que se consiga encontrar una secuencia que satisfaga nuestras expectativas (condición de parada).

Cada iteración de 5) a 2), va a constituir una mejora en la eficiencia de los N mundos de la población actual, y se van a descartar exponencialmente al mismo tiempo aquellas configuraciones ( y sus derivadas) que no son viables. Finalmente, según sea la finalidad o las expectativas, se detendrá el proceso una vez alcanzada una configuración que satisfaga las expectativas.

Una vez finalizado, tendremos N mundos con sus constantes físicas finamente ajustadas para lograr una eficiente tarea de consumo energético, y generación de movimiento efectivo (habremos logrado encontrar las constantes físicas que maximizan la generación de entropía).

De hecho, algo similar podemos realizar nosotros mismos mediante simulaciones físicas por computador. Puedes ver esta entrada de mi blog donde trato este asunto de un modo práctico. En dicha entrada, actuando evolutivamente de un modo similar al que he detallado antes, he conseguido demostrar como, por ejemplo, alta complejidad espacial y eficiente disipación (consumo energético) correlacionan en un sistema gobernado por un potencial Lennard-Jones.

¿Y cuales podrían ser las expectativas o intenciones de esa supuesta trascendencia diseñadora?

Pues esto ya es especular sobre especulaciones, pero voy a dar igualmente mi opinión o creencia: sinceramente, creo que nuestro Universo ofrece algún servicio a un supuesto mundo trascendente que le da soporte. Es posible (aunque no tenga pruebas ni evidencias a favor o en contra), que nuestro Universo tenga algún sentido instrumental a nivel trascendente para algún fin concreto. ¿Para qué fin? Pues ni idea: pero me inclino a pensar que quizás formemos parte de una especie de gran máquina térmica, una especie de estufa enorme de la que otros seres trascendentes podrían obtener algún beneficio.

Sin embargo, también me gustaría hacer notar, que el hecho de que una supuesta necesidad trascendente haya construido (o creado) nuestro Universo con fines instrumentales (seleccionando, por ejemplo, dentro de un multiverso), descarta la mayoría de entes metafísicos (Dioses) de las religiones tradicionales: mi hipótesis requiere de una necesidad que suplir, y es lógicamente incongruente que un ser perfecto y eterno, u omnipotente, posea necesidades que satisfacer con la creación de nuestro mundo.

Por lo tanto, y para recapitular estas elucubraciones metafísicas sin fundamento, decir al que haya llegado a leer hasta aquí, que creo que nuestro mundo (con todo lo que hay en él, incluida la vida consciente) podría servir como un fin instrumental para una realidad trascendente; pero que dicha realidad externa, puesto que intencionadamente habría construido nuestro mundo para resolver una necesidad específica, debería poseer unas características mínimas comunes con nuestro mundo; características que den lugar a la posibilidad de la propia necesidad que intentan solventar: probablemente, de ser todo esto de lo que hablo cierto, la realidad que nos utiliza a modo de gigantesca máquina deberá tener, como mínimo, un espacio-tiempo material en el que dicha necesidad se haga patente (aunque dicho espacio-tiempo y dicha materia no tengan luego nada que ver con el modo en que funciona nuestro mundo).

Fue Carl Sagan quien dijo: "En algún lugar, algo increíble está esperando ser descubierto". Esa afirmación se puede extrapolar sin duda al terreno metafísico, pero quizás lo que allí se encuentre no sean tan increíble como desagradable. Nuestro mundo parece seguir una clara tendencia ontológica que da lugar, entre otras cosas, a la vida. Pero si dicha ontología resulta ser intencionada (aunque podría no serlo), entonces no cabe duda de que el resultado es poco halagüeño: nuestro Universo (y toda la vida que pueda existir dentro de él), no serían más que una simple máquina al servicio de otros seres (entes, o como se les quiera llamar).

Una segunda alternativa.

Sin embargo, existe otra gran alternativa para las expectativas que podrían seguir los entes trascendentes. Quizás buscan (y seleccionan) mundos con alta eficiencia térmica, porque comprenden que es el único modo en que puede aparecer lo que entendemos como vida en un entorno físico. En tal caso, la intención de ese supuesto ser trascendente podría ser conseguir crear vida (e incluso pretender la vida consciente). ¿Para qué? Pues como en el caso de antes, para resolver alguna necesidad local a su realidad externa. Tampoco aquí caben seres metafísicos perfectos ni omnipotentes, porque toda intención requiere necesidad y movimiento, lo que requiere de espacio y tiempo. Para esta alternativa, quizás no seamos más que un experimento dentro de un computador (o su equivalente) trascendente. Podríamos ser la versión avanzada de un juego tipo "Los Sims", o quizás parte de algún tipo computación trascendental tipo Matrix. También podríamos ser fruto de la necesidad "sentimental" de algún ente trascendente, que nos crearía a modo de satisfacción emocional, etc.

Realmente, y sea cual sea la posible intención "racional" que haya podido crear y afinar nuestro Universo, no creo que se preocupe mucho de su creación (quizás ni pueda), y ni siquiera creo que la tenga en cuenta. Es más, ya sea nuestro mundo un producto natural espontáneo, o una creación intencionada e instrumental, aborrezco el hecho de la inutilidad (para nosotros como especie) de tanto dolor, sufrimiento y lucha. Porque, tanto el vernos obligados a luchar para nada (nihilismo trascendental espontáneo), como estar determinados a luchar para un fin no humano y externo (instrumentalismo trascendental), me parecen ambas perspectivas igualmente descorazonadoras, y sin más alternativas. Nuestro dolor es absurdo se mire como se mire.

5 comentarios:

Justo Coll Villanueva dijo...

Nadie puede alcanzar más que a una pequeña parte del conocimiento humano. La necesidad de especializarse cada día más es sin duda la mayor limitación con que el humano va a encontrarse en el futuro. No va a ser posible asimilar tal tasa de crecimiento exponencial del conocimiento. En su análisis de lo que se nos puede avecinar Hawking incide en un factor poco valorado por el mundo científico pero que a mí me parece especialmente relevante: los instintos agresivos que todavía conservamos, aunque evolucionados, de nuestros antepasados prehistóricos: la subyugación de unos hacia otros, el asesinato, la apropiación de bienes ajenos siquiera por la supervivencia, ha permanecido desde entonces hasta nuestros días, aunque quizá con distinta apariencia externa. Lo peor es que el humano está en estos momentos en condiciones de destruir no solo a sus semejantes, sino a las demás formas de vida en la Tierra, y cita como ejemplo la latencia de una eventual guerra nuclear, el tratamiento genético de los virus biológicos, o “el efecto invernadero”. He aquí una gran paradoja: se sobrevalora la vida del individuo, la de la persona en particular o incluso la de un árbol o la de un animal irracional, pero no hay grandes preocupaciones por lo que pueda suceder al planeta en su globalidad. Hasta hace poco los gobiernos apenas prestaban atención a las cuestiones ecológicas y aún en estos momentos sus acciones no pasan de los meros compromisos electorales, careciendo de una concienciación profunda y trascendental del problema.
¿Entraña el género humano la culminación del proceso evolutivo o será la humanidad sustituida en el futuro por otra especie más capacitada, mejor dotada? Para Hawking “Ya no hay más tiempo para esperar que la evolución darwiniana nos haga más inteligentes y mejor dotados”(12). Es más que probable que así sea pero en el momento que escribo ya se ha desentrañado el genoma humano, ya tenemos una especie de mapa de toda la secuencia de nuestro ADN y el insigne físico auguraba hace unos años que “En cuanto hayamos leído el libro de la vida, empezaremos a escribir las correcciones”(12). La fase de evolución autodiseñada ya ha comenzado, la capacidad de cambiar y mejorar nuestro ADN es ya una realidad. En esta incipiente etapa la superación de las llamadas enfermedades genéticas o hereditarias ocupará la práctica totalidad de las investigaciones, pero el reto lo representará la mejora de ciertas características humanas que han sido criticas para que el humano descollara de entre todos los mamíferos, poniéndose a la cabeza en la dominación sobre el planeta: el tamaño de la memoria, la inteligencia o la lucha por la longevidad. Estos caracteres estarán probablemente controlados por una combinación más compleja de genes y puede resultar a los investigadores mucho más difícil encontrarlos y estudiar las relaciones entre ellos, pero Hawking no duda que durante el primer siglo del tercer milenio se descubrirá cómo modificar la inteligencia e incluso instintos nocivos como la agresión.

Justo Coll Villanueva dijo...

Los poderes fácticos y los gobiernos se opondrán, se han opuesto ya de hecho, a la experimentación genética con humanos y se ocuparán en convencer a la “opinión pública” de la torticera actitud de quienes lo intenten. Esto ha venido sucediendo de forma perenne desde la antigüedad, ya hemos dejado constancia en este mismo documento de cómo Sócrates fue ajusticiado, auto envenenándose con cicuta, por negarse a reconocer a los dioses griegos y por “corromper a la juventud” (v. nota 24). Galileo fue víctima del poder gobernante de su época por defender le teoría heliocéntrica copernicana. Y así un incontable número de históricos ejemplos pero, al igual que en todos ellos, el tiempo y las sucesivas generaciones se ocuparán de establecer la lógica y la razón. Hawking apuesta porque a pesar de ello el proceso de mejoramiento de las capacidades, cualidades y facultades del humano será imparable y más pronto o más tarde “aparecerá este superhumano” lo que creará sin dudarlo nuevos problemas éticos con aquellos humanos no mejorados que probablemente se extingan o dejen de ser importantes y acabarán siendo sustituidos por “una raza de seres autodiseñados que se mejorarán a sí mismos en una progresión siempre ascendente”.
Yo apuesto por una opción más acorde con el propio proceso evolutivo. He afirmado con plena convicción personal que es la vida la que nos utiliza como herramienta para prosperar en el empeño por dominar el medio. Si eso que yo he denominado “esencia vital” ha sido capaz de evolucionar hasta la consecución de un ser vivo que va a relevarle de sus funciones de amejoramiento, transformando de forma intencionada, a la par que inteligente, la información contenida en el ADN, es indudable que esta mejora producirá, y en ello coincido con Hawking, un humano más capacitado, mejor dotado, más longevo, más libre de enfermedades y de otras afecciones incluso quizá las víricas, no necesariamente más inteligente, sino que alcanzará un mejor grado de utilización de todas las capacidades intelectivas que se hallan sin explorar, quizá el máximo grado posible, pero también un humano en el que habrán desaparecido los instintos agresivos, tanto hacia su propia especie como hacia el resto de la biosfera, esto formará parte inexcusable del concepto de una mejor inteligencia, ya que en otro caso todo estaría abocado a un total fracaso.

Justo Coll Villanueva dijo...

Estas técnicas se aplicarán a los más jóvenes, sin duda, así como a los neonatos o quizá a las madres gestantes, pero sin que este proceso quede en ningún caso reservado al privilegiado círculo del “superhumano”. Es muy probable que a los más mayores sin opciones ya para la reproducción no les alcancen algunas de estas prebendas genéticas, y que paulatinamente vayan desapareciendo de forma totalmente natural en un mayor o menor periodo transitorio, pero me resisto empecinadamente a creer que convivan las dos especies humanas de superdotados y no mejorados de manera simultánea y discriminada. Cabe decir que a ese grado de conciencia social ya se ha llegado en este siglo por parte de las esferas influyentes en la opinión pública y esta conciencia tiene una clara tendencia a propagarse y a ampliar, de forma decidida, su ámbito de influencia. Estos humanos “transgénicos” se diseñarán para reducir o eliminar el riesgo de autodestrucción y necesariamente habrán de ser capaces de solventar el actual y acuciante problema de un planeta sostenible, entre otras razones porque de no ser así el riesgo de desaparición – no de la vida, pero sí de la especie humana – no va a depender del colapso solar de dentro de quince mil millones de años. Esta deberá ser necesariamente la primer meta a alcanzar, conseguida la cual el crecimiento será imparable y la necesidad de colonizar otros planetas ineludible. Pero el tiempo de vida de los seres basados en el ADN, que hoy conocemos, es corto comparado con el tiempo de los viajes interestelares. La teoría de la relatividad impone la circunstancia de que nada puede viajar más rápido que la luz. Viajar al centro de nuestra Galaxia supone un trayecto, a la velocidad de la luz, de unos cien mil años. Solo si la ingeniería genética, que progresará también de forma geométrica, consigue que la vida basada en ADN perdure lo suficiente será posible la conquista de otros mundos donde proseguir el avance de la “esencia vital”.

Samu dijo...

Muchas gracias por tu extenso comentario, Justo.

Estoy totalmente de acuerdo con tus palabras, aunque yo personalmente no soy demasiado optimista respecto a la posibilidad real del transhumanismo genético.

Por cierto, que he visto en tu perfil que escribes en un blog. Me gusta tu forma de expresarte, te has ganado un seguidor ;). Voy añadirte a la sección de "blogs de interés".

Un saludo, y gracias de nuevo.

Justo Coll Villanueva dijo...

Gracias Samu, yo también te he descubierto recientemente. A partir de ahora te sigo en twitter y en el blog.
Estaremos "conectados".

En cuanto a lo del transhumanismo genético, evidentemente hoy es muy prematuro considerarlo con cierta seriedad, pero lo cierto es que desde que yo era un jóven estudiante universitario, (en los años sesenta del pasado siglo) hasta el presente (que me he convertido en un "senex" modestamente ilustrado), he sido testigo de tantos cambios en la sociedad, en la ciencia y sobre todo en la tecnología que no me parece demasiado utópico alcanzar esos niveles de "desarrollo". Muchas veces pienso que, por imprescindibles y necesarios, serán posibles.
Saludos.

Publicar un comentario