Supongo en el lector conocimientos previos de la obra filosófica de Schopenhauer y, a partir de ahí, voy a intentar acercaros a la idea de naturalizar sus ideas para poder así acercarlas a la realidad empírica que la ciencia moderna nos muestra:
Yo llegué a Schop. atraído por su pesimismo,
y creo que precisamente es esa la base de la filosofía de Schop. que
merece de admiración. Cierto que se perdió un poco en el misticismo
metafísico y el idealismo de su época, pero es admirable cómo supo
interpretar el mundo con esa visión negativa que apenas antes nadie se
atrevió a expresar tan claramente (aunque todos la tenían ante sus
ojos).
Pero Schop. desconocía (inevitablemente, debido a causas
cronológicas) gran parte de las conclusiones científicas actuales, y su
obra debe ser revisada críticamente aunque nos pese: la obra de Schop.
debe evolucionar hacia el naturalismo (junto con el correspondiente
nihilismo negativo al que la conclusiones científicas modernas nos
impulsan). Es la continuación lógica del pesimismo del maestro: la
filosofía naturalizada (y su nihilismo negativo) es la aproximación más
congruente de su filosofía con el conocimiento científico del que
disponemos.
Además no supone tanto esfuerzo como puede parecer en
un primer momento naturalizar la filosofía de Schop. Basta con desechar
todo el misticismo metafísico (y todo intento de conocer algo
metafísico), desechar la propuesta idealista por incongruente e
innecesaria (porque ya no buscamos trampear ese conocimiento
metafísico), y relacionar todo su concepto de Voluntad con lo único que
conocemos: los fenómenos del mundo. Por ejemplo, la supuesta
objetivación de la Voluntad en el hombre se puede relacionar
directamente con la motivación natural fruto del procesamiento
eletro-químico y neuronal del cerebro humano (y desarrollado
naturalmente por una ley material y evolutiva).
Y es que toda
supuesta objetivación de una Voluntad se puede reducir a las meras leyes
naturales actuando en el espacio-tiempo. No es necesario acudir a un
ente metafísico para comprender los fenómenos del mundo. Sin embargo,
nos encontramos que ya no podemos hacer, como digo; la "trampa" que
Schop. propone para justificar un conocimiento metafísico (la Voluntad),
puesto que al naturalizarnos completamente, limitamos nuestra capacidad
de conocimiento a la sóla reflexión sobre el mundo físico. De manera
que ni somos, ni seremos capaces de dar cuenta de la causa u origen de
la propia naturaleza (siendo ella misma la causa última de todo
fenómeno).
Por lo tanto, y creo que eso es lo que os impide
avanzar filosóficamente, naturalizar la obra de Schop. implica rechazar
un conocimiento metafísico (admitiendo humildemente dicha incapacidad).
Precisamente desestimar cualquier conocimiento metafísico es algo que la
ciencia ha hecho desde sus orígenes, y que junto con su capacidad
formal para rechazar propuestas que son refutadas, la han hecho
contribuir exponencialmente al conocimiento teórico de los fenómenos del
mundo (junto con su aplicación práctica), como ninguna otra corriente
intelectual lo pudo antes.
Como conclusión; decir que Schop. supo
ver clara y audazmente (para su época), el sinsentido, la
irracionalidad, y la ausencia de finalidad manifiesta de todos los
fenómenos de los que somos testigos. Se dejo llevar, sin embargo, por un
proceso laborioso (y en parte místico) en su intento de explicar esa
negatividad del mundo. Probablemente su intención (consciente o no) era
la de permitir cierta salida (o un respiro) a tanto pesimismo. De manera
que mediante el ascetismo, las bellas artes y la negación, pretendió
dar algo de “sentido” al sinsentido. Pero la cuestión es que; hoy día,
tal propuesta es claramente incongruente con los hechos empíricos; y la
única solución lógica parece ser naturalizar su filosofía de manera que
podamos mantener su base pesimista: la idea de irracionalidad y
sinsentido que vemos cada instante a nuestro alrededor, aunque evitando
los conflictos empíricos mediante una reducción completa de su filosofía
respecto a simples teorías naturales.
Así todo fenómeno en el
mundo es pura consecuencia natural (incluida la evolución que da origen a
la vida, y por supuesto, nuestra mente, causa de un cerebro material
procesando información mecánicamente). De esta manera vemos que nada
tiene fin o sentido, porque la naturaleza es completamente ciega e
irracional. El mundo fenoménico aparece así como nuestra única base de
conocimiento; conocemos cómo funciona el mundo (sus leyes regulares y
sus características), pero lamentablemente nunca conoceremos su causa o
explicación. Además, es curioso como algunos científicos obstinados, no
se resignan e intentan ir más allá explicando el propio Universo.
Evidentemente, cuando hacen ese intento, terminan haciendo filosofía en
vez de ciencia, y sus resultados dejan muchísimo que desear. Por poner
un ejemplo, hace poco Roger Penrose (famosísimo físico aún vivo) propuso
su teoría de los eones: se trata de intentar enlazar el fin de un
Universo con el Big bang o inicio de otro Universo (de manera que se van
encadenando eones, donde el fin de un eón es el comienzo del
siguiente). Pero lo realmente interesante de esta propuesta es si
increíble esfuerzo por no salirse de la explicación física. Finalmente
lo consigue aunque añade muchas premisas que deben aún ser verificadas.
De todas formas, aún de confirmarse su teoría, aún quedaría por explicar
por la causa del primer eón, la causa de que existan eones en lugar de
nada, etc. Es decir, que debemos aceptar el hecho de que, ni la ciencia
ni ninguna otra corriente intelectual podrán nunca justificar la causa o
explicación de la propia naturaleza.
Abracemos, pues, ese
nihilismo negativo total y absoluto al que nos lleva el naturalismo
moderno. Abracemos estoicamente a ese rotundo pesimismo al que la
ciencia nos ha llevado: Nos reconocemos como consecuencia de una
naturaleza irracional que actúa ciega y ferozmente; y ni siquiera
sabremos por qué ni para qué. Nuestra pequeña racionalidad local luchará
y desaparecerá sin saber para qué tanto dolor. Nos reproduciremos como
autómatas que somos impulsados por una ley evolutiva que programó
nuestra mente, y daremos cuerda sin remedio, como dice Schop., a ese
inútil reloj que es la vida humana.
Bueno, no me enrollo más,
espero de corazón al menos haberos hecho reflexionar sinceramente sobre
el asunto. Si alguien quiere aportar algo sobre esto que digo, será oído
con mucho interés.
Un cordial saludo, amigos.
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