Tratemos desde un punto de vista naturalizado la clásica y errónea afirmación sobre la realidad del libre albedrío en el ser humano.
Expongo
mi argumentación a continuación:
(1) La premisa inicial, y totalmente necesaria de mi
planteamiento, es que la teoría de la evolución nos muestra la realidad sobre
la existencia y origen de todos y cada uno de los seres vivos del planeta. A partir de aquí, seguimos:
(1.1) En la actualidad, la teoría de la evolución explica el
origen y estado actual de los seres
vivos, mediante la continua transformación en el espacio y tiempo del conjunto
de genes en el acervo génico de nuestro planeta.
(1.2) Un gen no es más que un conjunto de moléculas -y una
molécula, un conjunto de átomos unidos en este caso mediante enlaces
covalentes-. Y, es importante señalar, que no es nada más que eso: una
secuencia ordenada de moléculas consecuencia de las leyes mecánicas de la
naturaleza actuando en el espacio-tiempo.
(1.3) La expresión de la información contenida en un gen -o
conjunto de genes- da lugar al fenotipo del individuo. Es decir, que la enorme
secuencia de moléculas que conforman el genotipo de un ser vivo cualquiera, es
el único responsable de su fenotipo, y de nuevo, dicho proceso de expresión es
únicamente consecuencia de las leyes mecánicas de la naturaleza.
(1.4) El fenotipo es cualquier característica detectable de
un organismo (estructural, bioquímica, fisiológica o conductual) y viene
determinada por la interacción entre su genotipo y el medio ambiente.
(1.5) El medio ambiente es por definición, todo lo que rodea
al ser vivo. Y todo lo que rodea al ser vivo es naturaleza: materia, energía, y
leyes naturales interactuando en el espacio-tiempo.
(2) Todas las plantas y animales son por definición seres
vivos.
(3) Según (2), (1) ,
(1.3), y (1.4) toda planta y animal consiste y es, simplemente un conjunto
ordenado de moléculas muy específicas, que mediante la mecánica se expresan de
una manera muy determinada dando lugar a un organismo o individuo.
(4) El ser humano, por definición, es un ser vivo y forma
parte del reino animal.
(5) El ser humano; cada hombre, su organismo todo, es; según
(4) y las premisas de (4), simplemente un conjunto de materia unida y ordenada
por un proceso evolutivo, siguiendo exclusivamente las leyes naturales. Según
(1.4) todo su ser viene determinado por su organismo, el cual viene determinado
por la expresión natural de su genotipo junto con el medio ambiente.
(6) Según (5) y (1.5), no es necesario para explicar el
origen del ser humano ningún ente o acto sobrenatural.
(7) Puesto que el hombre es sólo, y exclusivamente,
consecuencia de procesos naturales (6), su conducta no puede requerir o
necesitar de algo sobrenatural. Sería una contradicción, y además, las
evidencias empíricas muestras justo lo contrario: la conducta del hombre viene
preestablecida evolutivamente en su genotipo. Dicha regulación, se sabe además,
se expresa fundamentalmente en el organismo, en el sistema neuroendocrino.
(8) El sistema neuroendocrino, es consecuencia del genotipo
del individuo (1.4), y en resumen, utiliza la química para compensar o castigar
cualquier acto de un individuo. Por ejemplo, para recompensar el enamoramiento
o el orgasmo, libera endorfinas.
(9) Según (7) y (8), el organismo humano al completo,
incluyendo toda su conducta, es consecuencia única y exclusivamente de procesos
naturales: materia actuando en el espacio-tiempo mediante su subordinación a
las leyes mecánicas del mundo.
(10) La motivación, por definición, es el concepto en el que
englobamos las causas que empujan a un organismo a actuar o moverse. Pero,
según (9) vemos que toda conducta o actuación del hombre tiene su base en
procesos naturales, más concretamente, según (7) y (8), la motivación es
consecuencia de la expresión genética del individuo.
(11) Llegamos con (10) a que toda motivación en el hombre
está al servicio de [b]su [/b] genética, y esta, es sólo consecuencia de un
proceso evolutivo natural.
(12) Según (11) y (1.3), vemos que todos nuestros actos, del
más simple o automático, al más complejo, vienen determinados evolutivamente, y
que esta evolución no es más que un proceso natural espontáneo e irracional. No
se persigue ningún fin esencial, más que el propio ser. Esto ya lo vio Schopenhauer,
y por eso su Voluntad es un querer sin saber qué, porque la propia naturaleza y
sus leyes son un querer y un movimiento sin objetivo, y sabemos que él
identificó dichas leyes como una objetivación de la Voluntad.
(13) Por otra parte, el hombre en particular, tiene la
facultad de poder recordar el pasado remoto, ver el estado presente, y
reflexionar sobre su estado futuro. Pero dicha facultad, recordemos, sólo puede
ser consecuencia de un complejo proceso neuronal que ocurra en el cerebro del
individuo. Según (4) y (3), no puede ser de otra forma, ya que aceptamos que todo
el hombre en sí, no es más que naturaleza.
(14) Gracias a (13), el hombre es capaz de decidir
conscientemente qué estima es lo más recomendable hacer en cada instante; puede
decidir qué hacer. Y de aquí proviene la clásica ilusión del libre albedrío: se
toma esta libertad de decisión por una libertad de acción. Pero nosotros sabemos
que eso no es cierto. Schopenhauer también lo vio: el hombre, dijo; puede hacer lo
que quiera, pero no decidir qué es lo que quiere. Y es que esa decisión –“qué es
lo que quiere”- está predeterminada –programada- en su fenotipo, el cual
incluye según aceptamos en (8) el sistema neuroendocrino.
(15) Y según (14) y anteriores, vemos que es el sistema
neuroendocrino el que determina qué quiere el hombre –mediante un proceso
químico de recompensa/castigo-, y ahí es donde nos encontramos el determinismo
natural. Podemos reflexionar y seleccionar la mejor alternativa para conseguir
un fin, pero ese fin, siempre va a estar predeterminado evolutivamente.
Conclusión: El ser humano no es libre de ninguna manera.
Tiene cierta libertad de decisión, pero con una finalidad en su actuación o motivación
bien determinada genéticamente (11). No existe tal libertad; sólo somos lo que
somos, y estamos obligados a serlo. Concluimos además, que nuestra existencia y
nuestros actos no requieren de ningún ente sobrenatural, y es evidente que la
naturaleza actúa de manera espontánea, sin perseguir ningún fin esencial: actúa
de manera ciega e irracional, y como simples consecuencia de ella que somos,
compartimos ese nihilismo.
La naturaleza es un querer insaciable y sinsentido, y eso
explica nuestro ser: individuos atormentados y obligados naturalmente a sufrir
por nada. Nos dejamos llevar por el infranqueable hedonismo al que nos lleva
nuestra naturaleza; luchamos constantemente por sobrevivir y procrear hasta el
día de nuestra muerte, y ni siquiera sabemos por o para qué: es natural, no hay
respuesta para esa pregunta.
Un cordial saludo a todos.
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