"No hay que tomarse nada a pecho -se repite quien se enoja consigo mismo cada vez que sufre y no pierde ninguna ocasión de sufrir." El aciago Demiurgo (Emil Cioran)
viernes, 1 de diciembre de 2023
Shadows of the Dying Sun (Insomnium)
lunes, 6 de noviembre de 2023
Diálogo Sobre la Ilusión Existencial: Un Encuentro Socrático
"[...] or perhaps our existence is little more than a quantum dream against a backdrop of unending nothingness" (@HistoryoftheUniverse)
Proemio: El Encuentro
Protágoras: El Problema de la Existencia
Dianoia: La Exploración Lógica
Apóreima: La Confusión
Análisis: La Investigación Matemática de la Realidad
Diánoia: La Iluminación Matemática de la Existencia
Epílogo: La Síntesis de la Nada
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domingo, 28 de mayo de 2023
El mundo no existe
Introducción.
De un modo u otro, todas las personas tienen algún tipo de credo en lo referente a la realidad existencial. Algunas personas; teólogos, filósofos, y científicos en general, le dan más vueltas al asunto, y otras lo dejan todo en un nebuloso "no sé qué es lo que hay pero algo habrá". Yo, desde que era un chaval de 13 años, tengo grandes inquietudes existenciales. Pero nunca me di el lujo de creer abiertamente nada en el terreno metafísico. Durante años estudié e investigué, y busqué una propuesta ontológica que pudiera tragarme. Y hasta hace bien poco no lo había logrado. En esta entrada, os voy a exponer brevemente el que, en estos momentos, me parece la respuesta racional más plausible sobre la esencia ontológica del mundo que nos rodea.
Prefacio.
1) Empecemos por el principio; por lo evidente: mi propuesta es un discurso racional esputado por el cerebro de una especie de "simio" venido a más. Es el resultado de un proceso electroquímico que ha reaccionado espontáneamente de acuerdo a unos estímulos externos (sensaciones objetivas) tras realizar un proceso mecánico natural (proceso cognitivo) dando como resultado unas ideas internas que finalmente han sido expresadas de nuevo hacia el exterior en una comunicación mediada por un lenguaje que a su vez vosotros, también "simios" con un gran cerebro, sois capaces de decodificar e interpretar (mediante procesos cognitivos internos iguales a los míos). ¿Qué quiero decir con ésto? Pues que toda mi tesis está restringida a lo que soy como sujeto, y que no puede ir más allá de eso. Es por tanto un razonamiento lógico y racional en el sentido antrópico. Hablo como "mono" para "monos", y la limitación de lo que somos es insoslayable, lo mismo que el modo en que desarrollo el discurso: afianzado en la razón y la lógica humana; en lo que nuestro cerebro evolutivo está preparado para entender y discutir, pero sin garantías de que esa razón sea capaz de abarcar la Verdad, siquiera de acercarse a ella. Y por supuesto no podemos conocer nuestros límites cognoscibles, pero podemos sospechar que el origen evolutivo de nuestro razonar contiene grandes sesgos y acotaciones importantes.
Mi credo presupone así que hay un sentido racional y lógico (en el sentido humano) a la existencia del mundo, y que somos capaces de entender o atisbar el mismo usando nuestro cerebro de "chimpancé vitaminado". Porque si abandonamos esta premisa, debemos quedarnos sin escapatoria en el escepticismo, el agnosticismo o en lo inefable, que es otro modo de decir: "no tengo ni idea ni la puedo siquiera tener". Y ciertamente mi postura fue desde niño la del agnosticismo; y aunque tuviese una instintiva tendencia nihilista y atea, sabía que estas posturas no eran congruentes ni completas en un sentido racional. Pero nunca me rendí, y seguí buscando una propuesta capaz de llenarme, de convencerme; de encontrar un discurso que pudiera creer de verdad.
2) Como segundo punto a destacar, reconocer que mi credo se basa en un axioma que defiende la veracidad de la inferencia causal. Es decir, rechazar sin pruebas (porque no las hay, por mucho que se ofuscara Kant), el insoslayable discurso de David Hume cuando nos dice que no hay ningún tipo de inferencia que nos permita sostener la verdad en disertaciones causales: que cualquier descripción y juicio que hagamos sobre el mundo sensible, su funcionamiento y su existencia es pura confusión injustificada, a la que nos lleva tan sólo el hábito (la costumbre de la repetición sensible) y no la razón per se. Yo creo que Hume se equivoca, pero no puedo probarlo. Así pues, mi credo se basa en sostener como acto de fe, que la regularidad fenoménica que llega a mis sentidos sí que permiten deducir verdades racionales y lógicas basadas en la razón; sobre el mundo, sus leyes, y su existencia.
Sobre la física.
Pues bien, ahora que ya hemos establecido que todo lo que pueda decir sobre mi credo navega débilmente sobre estos dos andamios que tomo arbitrariamente por axiomas. A saber: 1) que aunque sólo soy un "monito" con un cerebro grande (un animal más sin especiales dotes esenciales) puedo no obstante abarcar y entender, aunque sea parcialmente, el sentido del ser y del existir del mundo; y 2) que doy, sin pruebas, por buenas y legítimas las deducciones causales basadas en la repetición de fenómenos sensibles (impresiones) y al conglomerado de ideas que aparecen en mi consciencia.
La creencia en estos dos puntos llevan antes de nada a la posibilidad de tomar a la física como una ciencia fiable; y también a intentar vislumbrar aunque sea someramente el origen ontológico de la realidad que nos rodea. Es decir, que si otorgamos todo ese injustificado valor del que ya hemos hablado a nuestra razón animal y a la inferencia causal, podemos creer con firmeza en que lo que deducimos de la experiencia es ley, y también podremos creer que la conjunción de estas leyes en lo que denominamos teorías científicas contienen el estatus de verdad (aunque sean aproximaciones temporales). En resumen: podemos creer en la ciencia física, y partir de ella para intentar husmear en la posible realidad esencial u ontológica que la sustenta.
El apoyo de la física moderna a mi tesis.
Mi tesis personal sobre la esencia existencial del mundo, esa que después de 30 años ha conseguido llenarme y convencerme, se basa pues en la creencia a priori de tres grandes pilares: que como mero animal evolutivo tengo aún así capacidad suficiente como para decir algo consistente sobre el asunto, que la repetición de eventos sensibles es suficiente para dar por legítima las verdades deducidas racionalmente sobre el mundo (leyes y teorías), y que la ciencia física es y debe ser la base sobre la que construir cualquier tesis metafísica digna de ser tenida en cuenta.
Es más, si no estás de acuerdo con alguno de los tres puntos que acabo de mencionar puedes ahorrarte continuar leyendo. Mi tesis no te va a convencer de nada ;).
Puntos importantes a destacar de la física moderna
No es este el lugar ni el momento de explicar en profundidad lo que la física moderna nos dice sobre el mundo fenoménico (hay tutoriales y cursos por miles en internet), así que voy a limitarme a puntualizar aquellos detalles que más destacan y que más han marcado el pensamiento humano con el paso de los años. Posteriormente, veremos como esta enumeración de enunciados nos ayudará a acotar las hipótesis metafísicas más verosímiles de acuerdo a su congruencia con estas leyes físicas (que estarán sacadas de contexto, siendo el lector interesando responsable de profundizar en el asunto si así lo desea).
Así pues, comencemos a enumerar las afirmaciones más destacadas realizadas por esta ciencia:
- Ningún objeto (ente fenoménico) puede moverse en el espacio-tiempo a una velocidad mayor que la velocidad de la luz c (299.792.458 m/s). Es decir, hay en el mundo una velocidad máxima que no puede ser rebasada.
- La materia y la energía del mundo se reducen a perturbaciones locales de ondas de probabilidad en los diferentes campos cuánticos. Es decir, que la sustancia en el mundo se reduce en última instancia a la mera matemática. Todo lo existente, por muy sustancial que nos parezca a simple vista, no son más que perturbaciones y colisiones entre ondas matemáticas de probabilidad dentro de insustanciales campos cuánticos acoplados.
- Todo el fenómeno en el Universo se comporta siempre de acuerdo a restrictivas normas de simetría y conservación. Es decir, que la cantidad cuantitativa de cierta cualidad X, normalmente debe permanecer invariante cuando se toma en su conjunto. Así, si se mide el momento lineal (velocidad multiplicada por la masa) de un conjunto de partículas aparecidas a partir de un evento anterior, la suma debe ser tal que el valor obtenido restado del valor inicial reste cero. Esto indica claramente que en el mundo el cambio no es posible a menos de que se respete la máxima de la simetría y las leyes de conservación: esto es, que lo que tengas de manera neta tras el cambio o movimiento sea equivalente a lo que tenías al inicio, de modo que el cambio total neto sea nulo (cero). Así tenemos por ejemplo la conservación de la carga eléctrica, del momento, de la energía, etc. El valor de todos estros atributos deben permanecer invariantes: inalterados, a pesar de que en el mundo las cosas parecen cambiar; de manera esencial no lo hacen: la cantidad cuantitativa neta siempre es la misma y resta cero cuando se compara un sistema aislado dado en dos momentos de tiempo cualesquiera.
- La mecánica cuántica deriva en principios drásticos y contraintuitivos como son: el principio de incertidumbre, el entrelazamiento cuántico, y el principio de superposición.
La materia se reduce pues a la mera probabilidad matemática ondulatoria, es decir; a un concepto o idea indeterminada e insustancial. Y en este sentido no es justo tomar a la materia como algo real en el sentido abstracto de la palabra. Las partículas no son reales en sí, sino simplemente entes aparentes de existencia para nuestro cerebro. Para más detalles podéis ver el siguiente vídeo adjunto: "Quantum Field Theory: What is a particle?"
Requerimientos lógicos
Si tengo que tragarme una propuesta racional sobre la ontología del mundo, yo personalmente necesito que sea totalmente congruente con estos resultados de la física, y además, debe ser una explicación metafísica completa. Y este punto es muy importante: ¡la tesis que conforme mi doctrina debe dar siempre una respuesta racional, completa, no ambigua, y cerrada a todos los interrogantes que se le puedan hacer!
Y en este punto es donde la todas las propuestas que conocía habían tropezado sin lograr mi fe hasta el momento. Ninguna tesis teísta, deísta, o científica en general logran frenar la recursion causal infinita, dar respuesta a la causa del fino ajuste de las constantes cosmológicas que hacen posible la vida, o responder a la pregunta fundamental de la filosofía: ¿por qué hay algo en lugar de nada? Todas suponen siempre e irremediablemente una causa incausada, un punto de partida inefable. Y eso le ocurre tanto a los dioses religiosos como a las propuestas panteístas o a las cosmológicas: principalmente basadas en la idea del multiverso y la eterna inflación (o también en la moderna idea de que somos simulaciones dentro de un "computador" trascendente).
La búsqueda de una tesis metafísica que sea completa y cerrada ha sido un tema de gran debate entre filósofos a lo largo de la historia. A continuación os presento un somero esquema con las alternativas más comunes para explicar la existencia; seguido de una explicación de por qué cada una de ellas es una propuesta incompleta y deja preguntas abiertas.
- Teísmo: la teoría teísta sostiene que Dios es la causa y el sustento de todo lo que existe. Sin embargo, esta propuesta deja abierta la pregunta de cómo surgió Dios y qué lo sustenta a Él. Además, tampoco explica por qué existe este Dios en lugar de no haber nada o las necesidades que tuvo Dios para crear algo distinto de sí mismo.
- Deísmo: la teoría deísta sostiene que el universo fue creado por un Dios (o Dioses) que después se retiró y dejó que el universo evolucionara por sí mismo. Esta propuesta deja abierta igualmente la pregunta de cómo surgió dicho Dios y qué lo sustenta a Él. Tampoco ofrece ninguna explicación de cómo surgió el universo a partir de este Dios, ni qué o cómo se sustenta su existencia ahora. Además, como en el caso anterior, tampoco se explica por qué existe este Dios en lugar de no haber nada; ni que necesidad, motivación y procedimiento se esconden detrás de Dios y su creación del mundo.
- Panteísmo: la teoría panteísta sostiene que Dios es el universo y el universo es Dios. Sin embargo, esta propuesta no ofrece ninguna explicación sobre cómo surgió este universo(-Dios) en primer lugar, ni sobre qué o cómo se sustenta su existencia. Igualmente deja abierta la respuesta a la pregunta sobre por qué existe este universo-Dios en lugar de no haber nada.
- Ciencia: la ciencia ofrece explicaciones detalladas y rigurosamente probadas sobre cómo evolucionó el universo desde sus primeros segundos, hasta su estado actual. Sin embargo, la ciencia no puede dar una explicación completa y cerrada sobre la existencia en sí, ya que sus teorías se basan en la observación y el experimento, y no pueden tratar directamente con preguntas metafísicas fundamentales. Ninguna de sus propuestas ofrecen una explicación sobre cómo surgió el universo en primer lugar, ni sobre qué sustenta su existencia y sus leyes. Todas acaban siempre cayendo en la trampa de la recursión infinita, siendo claro ejemplo la tesis cosmológica más aceptada actualmente, la del multiverso causado por la eterna inflación: todos sus postulados cuadran con los datos disponibles, pero se obvia que NO ofrece respuesta para la pregunta sobre la causa y el sustento del primigenio campo del inflatón, ni para las leyes físicas que lo acompañan, sustento sobre el que se generan los universos burbuja en dicha tesis. Amén de que deja abierta la respuesta a la pregunta sobre por qué existe este campo del inflatón en lugar de no haber nada. Lo mismo ocurre con la idea de que nuestro Universo es un mundo computado (o simulado) por una inteligencia transcendental: deja sin explicación el origen o causa y el sustento de esa computadora o inteligencia trascendente. Desplazando simplemente las dudas ontológicas del hombre un peldaño más lejos, nada más. Por eso la realidad o no de esta trascendencia (o transcendencias) intermedias no son apetecibles ni sirven para nada filosóficamente hablando a parte de complicar aún más todo el asunto existencial
En resumen, ninguna de las tesis metafísicas tradicionales pueden considerarse como una propuesta completa y cerrada, ya que todas dejan abiertas preguntas fundamentales sobre la existencia, el sustento, y el origen del universo.
La única salida posible
Una vez llegados a este punto, es necesario conceder que la única propuesta o tesis racional y congruente imaginable que cumple con los requisitos lógicos que nos hemos propuestos de ser totalmente completa y cerrada, es aquella que que niega por completo la existencia; afirmando como supuesto principal que en realidad Nada existe, siendo todo esto que entendemos por mundo una mera ilusión; pura apariencia.
Esta propuesta evita ciertamente la mencionada recursión causal infinita, ya que al negarse a priori la existencia en sí de cualquier cosa, obviamente no hay que buscar causa o explicación para nada, ya que no hay realmente nada que explicar. Además, como veremos más adelante se ajusta a la lógica y a la evidencia matemática y fenoménica disponible, y ofrece una explicación coherente y satisfactoria para muchas de las preguntas que nos hemos planteado a lo largo de los años.
De hecho, la propuesta de que todo es una ilusión o pura apariencia es una idea que ha sido defendida por filósofos y científicos a lo largo de la historia. El caso más clásico y prematuro de dicha corriente del pensamiento proviene nada menos que de Parménides, cuando aproximadamente en el año 530 a.C., escribió su famosa afirmación:
“Nada puede surgir de la nada”
La lógica de esta afirmación es aplastante: de la nada más absoluta no puede lógicamente surgir existencia alguna. Por lo tanto hay dos escapatorias posibles si queremos explicar el cambio, el movimiento y la creación y emergencia de existencias distintas a la de la nada (como es el caso de la supuesta creación existencial de nuestro mundo):
1) O se afirma que hay algo diferente de la nada más absoluta que existe junto a ella (o en lugar de ella) desde siempre (algún Dios, el ápeiron de Anaximandro de Mileto, el famoso campo cuántico del inflatón, etc., etc.).
2) O se afirma que la existencia es imposible, y que por lo tanto jamás ha surgido o existido realmente cosa alguna distinta de esta inalterable y absoluta nada.
Pero ya hemos visto que la opción 1) no nos vale porque deja siempre preguntas abiertas y sin respuestas racionales claras: ¿cómo llegó a la existencia este ente primigenio distinto de la nada? ¿Cómo se sustenta? ¿Cuál es su sustancia? ¿Por qué es como es y no de otro modo? ¿Por qué (y cómo) es posible que surja luego nueva (y diferente) existencia a partir de este ente? Es decir; ¿cómo este ente eterno puede luego a su vez crear y sostener otra existencia cambiante y distinta (en esencia) a él mismo (problema del cambio que ya detectó Parménides)? Y finalmente, ¿por qué y cómo existe dicho eterno ente esencial en lugar de no haber otra cosa más que nada?
Sin embargo, si nos quedamos con la opción 2), todas estas preguntas se responden de manera inmediata: no existe ningún ente primigenio distinto de la nada cuya existencia explicar, puesto que afirmamos que no hay en esencia nada que exista realmente; por otra parte no es necesario nada que sustente a la nada, la nada no requiere de sustancia, la nada no puede ser más que nada (no puede ser de otro modo u otra cosa por definición), no tenemos la necesidad de explicar cómo y por qué surgen variables existencias distintas a la nada porque negamos tal posibilidad a priori, y finalmente resolvemos la paradoja de Leibniz al convertirse su famosa pregunta en ilegítima: ¿por qué existe alguna cosa en vez de nada? ¡y es que en realidad NO existe cosa alguna, sólo la nada!
Pero claro, ¿entonces qué es todo esto que vemos a nuestro alrededor, esto que entendemos como mundo y que no se parece a la nada en absoluto? Grosso modo, en su forma más simple, esta teoría se sostiene afirmando que el universo que percibimos a nuestro alrededor no es más que una ilusión creada por nuestra subjetiva mente consciente. Una ilusión que es una manifestación de nuestras experiencias, pensamientos y emociones, y que no tienen un sustento real o una causa concreta. Y aunque sea ésta una visión contraintuitiva, la propuesta se ajusta bastante bien a la evidencia matemática disponible, ya que la física moderna ha demostrado que las partículas subatómicas que componen nuestro mundo no se conforman por ningún tipo de sustancia o sustento real, reduciendo las teorías más modernas la materia a intangibles constructos ideales y no observables. Esto significa que las moléculas que componen nuestros cerebros, y por tanto nuestra mente consciente, también se reducen a estos constructos inmateriales, indeterminados e insustanciales.
En resumen, la propuesta de que todo es una ilusión es una teoría coherente y satisfactoria que se ajusta a la lógica y a la evidencia disponible. Esta teoría nos permite evitar la recursión ontológica infinita y ofrece la única explicación (racional) plausible y satisfactoria para todas las preguntas lógicas que nos hemos planteado a lo largo de los años: es decir, que aunque el sentido común se resista a creerlo, quizás el mundo realmente no existe.
Sólo si partimos pues de la premisa de que nada existe realmente, podremos librarnos de las preguntas abiertas, de las respuestas inefables, y alcanzar una tesis ontológica racional lógicamente congruente y plenamente completa. Lo que no existe no necesita explicación, y si nada existe, entonces no hay nada que explicar. No hay alternativa lógica posible: debemos aceptar como hipótesis principal que nada existe en realidad, y que todo lo que nos parece real es pura apariencia o ilusión.
Sueños, drogas e ilusiones ópticas
El mundo antes de nuestro nacimiento
- La hipótesis que afirma la realidad existencial objetiva es compleja de defender y tiene muchísimos problemas lógicos a la hora de explicar el mundo en sí, como apreciamos en apartados anteriores.
- La hipótesis que afirma la inexistencia de cualquier tipo de ente real; que todo fue, es, y será en esencia una nada absoluta (que se disfraza temporal, parcial, local, y exclusivamente entre sujetos tomando apariencia existencial), tiene apoyo inmanente (por débil que sea) cuando reflexionamos en nuestro interior sobre cuestiones tales como la distorsión de la representación del mundo que a veces sufrimos (ilusiones y alucinaciones), amén de que al imaginar el pasado y el futuro de nuestro ser como sujetos no "vemos" más que una eterna negrura o vacío existencial: la nada. Además, ya vimos que esta tesis es la única ontológicamene completa: no deja ninguna pregunta abierta, ni es necesario responder a nada de manera inefable o irracional.
El idealismo subjetivo
El modelo estándar de partículas
¿Qué son las matemáticas?
El origen de las matemáticas
El lector más avispado puede todavía argumentar o argüir que estas propias matemáticas, es decir; ese lenguaje críptico mediante el cual nos transmitimos entre sujetos las regularidades y patrones observadas en el fenómeno, necesitan de algún tipo de sustento o de explicación. Pero no es el caso y voy a explicar a continuación el modo en que podemos salir de esta aparente contradicción:
La pregunta sobre el origen de las propias matemáticas se basa en la equivocada idea de proponer que éstas existen. Pero no es el caso, como hemos propuesto anteriormente. Las matemáticas no son nada en sí, en esencia no existen; tratándose simplemente de un insustancial lenguaje encriptado mediante arbitrarios símbolos ordenados y estructurados lógicamente mediante el cual nos comunicamos los sujetos unos con otros, expresando lo que observamos y percibimos sobre un supuesto mundo objetivo externo a nosotros mismos; un mundo sobre el cual todos los individuos concordamos y que, al parecer, compartimos. Es como la pretendida realidad del rojo. El color rojo no existe en sí, sino que emerge como un concepto ideal entre sujetos con similares cerebros al interpretar éstos (de manera inconsciente) los valores matemáticos medios (cuánticos) de la longitud de onda de los fotones (que ya vimos que se reducen a un conjunto de etiquetas y números indeterminados sin base material, y sin sustrato ni sustancia).
Pero claro, aunque las matemáticas en sí sean ideas imaginarias insustanciales, inextensas, intangibles e inexistentes en el sentido físico del término; aún quedaría por ver dos puntos: 1) Estudiar si tales ideas necesitan de un sustento (el cerebro en nuestro caso) que deba ser algo existente y material, y 2) estudiar si esa regularidad que nos transmitimos los sujetos, matemáticas mediante, es necesariamente algo físico y real.
Antes de responder vamos a proponer esta imagen para que el lector pueda visualizar el discurso que realizaremos a continuación:
Hemos visto que los sujetos pensantes capaces de preguntarse por la explicación ontológica del mundo basan toda su capacidad intelectual, incluida la consciencia, en un supuesto sustento físico al que llamamos cerebro (4). Este complejo cerebro ha evolucionado en la Tierra durante millones de años mediante un proceso mecánico guiado por la termodinámica en sistemas lejos del equilibrio térmico. Este proceso, en resumen, lo que ha hecho es unir y ordenar intrincadas estructuras de proteínas (1 -> 2) y otros compuestos orgánicos conformando primero células (2 -> 3), luego seres multicelulares simples, y finalmente organismos con distintos órganos cooperando. Tras aproximadamente 4000 millones de años aparece un órgano (3 -> 4) lo suficientemente complejo y especializado (el mencionado cerebro) capaz de alcanzar la consciencia, la lógica y la capacidad para transmitir información críptica (matemáticas) a individuos que poseen un órgano similar (4 -> 5).
Posteriormente este avanzado órgano llamado cerebro se pone a estudiar y a generar ideas y teorías sobre el mundo, las cuales transmiten a otros sujetos mediante el lenguaje matemático. Tras varios siglos de ciencia (la cual incluye como paso fundamental la corroboración empírica experimental), este cerebro es capaz de explicar su propio origen del modo en que acabamos de comentar (5 -> 1' -> 2 -> 3 -> 4 -> 5). Parte primero de las regularidades fenoménicas experimentales, y formaliza en lenguaje matemático usando unas extrañas (y poco intuitivas) ecuaciones matemáticas, el funcionamiento del mundo subatómico de las partículas. A esa descripción de bajo nivel la llama modelo estándar; pero el andamiaje sobre el cual este modelo se constituye es completamente insustancial e indeterminado. El realismo hace aguas y el fenómeno físico pierde en el mundo de las partículas las características mínimas que se exigen para determinar que algo existe y es real. De hecho, en la teoría de campos (1) en que se basa el modelo estándar de partículas, éstos constituyentes mínimos del ser dejan de constituir entes independientes, determinados, sustanciales y observables; reduciéndose los mismos a un listado de meras funciones, números, y etiquetas.
Sea como fuere, si obviamos la extrañeza de estas leyes matemáticas subyacentes a la partícula, podemos cerrar el círculo explicando perfectamente el paso de partículas a átomos, de éstos a moléculas, luego a macromoléculas (como las proteínas), orgánulos y células (termodinámica mediante), y finalmente órganos y organismos con cerebros los cuales pueden entender y transmitir el ciclo completo que ha llevado a su propia aparición en el mundo.
Ahora sí, ya estamos en condiciones de poder responder a las dos preguntas que nos hicimos antes:
1) Estudiar si las ideas mentales (generadas en nuestro caso por el cerebro) necesitan de un sustento físico que deba ser algo existente y material.
La respuesta paradójicamente es que NO, y se puede ver gráficamente si recorremos el camino inverso desde el punto (4) en la gráfica hacia el punto (1). El cerebro basa su funcionamiento en la coordinación de estímulos eléctricos por entre células neuronales haciendo uso de moléculas llamadas neurotransmisores. Pero tanto los potenciales eléctricos como las moléculas que conforman las neuronas y los neurotransmisores (y demás constituyentes del cerebro) se reducen como vemos a la bioquímica primero, y a la física atómica. Finalmente, la física que estudia los átomos es reducida a la teoría que describe el mundo de las partículas: el modelo estándar y sus etéreos campos cuánticos.
Y aquí tenemos la clave: el modelo estándar describe un mundo en el que las partículas no son materiales en el sentido de poseer sustancia y extensión; no son "cosas" tangibles, determinadas, y directamente observables, no poseen siquiera la propiedad de la indivisibilidad ni la individualidad (el concepto de campo cuántico así lo determina); todo se reduce a un conglomerado nubloso de infinitud insustancial, invisible e indivisible, de probabilidad e indeterminación; en resumen, acabamos con puras ideas mentales que no parecen describir nada físico o real en sentido estricto. Estas ideas mentales las formalizamos matemáticamente (funciones de onda, probabilidad, etc.), pero eso no debe hacernos olvidar que no hay modo de "interpretar" dichas matemáticas de manera que podamos dotar de realidad física a la partícula en sí.
Una partícula, lo que se entendía como la unidad mínima de materia, ha resultado quedar reducida a perturbaciones ondulatorias no observables dentro de un insustancial, interminable, inextenso, indeterminado e indetectable éter de probabilidad (campos cuánticos). Pero esta idea de partícula generada por nuestro cerebro no puede entenderse como algo físicamente real por mucho que lo pretendamos.
Por lo tanto no, las ideas mentales de nuestro cerebro no necesitan de un sustento físico real, siendo las mismas fruto de un proceso que se reduce finalmente a conceptos mentales sin existencia física; inefables partículas que sólo confieren la capacidad de pensar de manera local, parcial y subjetiva. Es decir; que el pensamiento aparece de la nada cuando ese infinito "mar" de indecible e insustancial éter de funciones de onda se organizan localmente de tal manera que surge la ilusión del círculo de la gráfica anterior.
Sin el cerebro subjetivo (4), la propia idea de existencia física, de espacio y de tiempo, no tendría sentido; y todo quedaría reducido pues a lo insustancial, a lo interminable, lo inextenso, lo atemporal, lo indivisible, lo intangible; es decir, a la nada existencial más absoluta.
Por lo tanto no es sólo que el cerebro no necesite de un sustento físico real para poder idear e imaginar, es que es sólo gracias a este cerebro subjetivo (reunión parcial y local fortuita de esas nubes de indeterminación probabilista) que el mismo concepto de realidad física adquiere su significado parcial en el sujeto. Un concepto ideal, aparente y engañoso; una ilusión que aparece desde la nada existencial y que no necesita explicación alguna una vez que se detecta lo ilegítimo de otorgar realidad física a este constructo mental con el que todos alucinamos: el mundo.
2) También debíamos estudiar si esta regularidad que nos transmitimos los sujetos, matemáticas mediante, es necesariamente algo físico y real.
A estas alturas debe ser obvia la respuesta: no. Todo lo que los sujetos se transmiten los unos a los otros, se reduce a la misma nada esencial en que resulta acabar el estudio de la física de partículas. De hecho, no podemos siquiera decir con propiedad que hay separación o individualidad real entre unos objetos y otros, ni siquiera entre unos sujetos y otros. Todo el mundo en su conjunto; tanto los sujetos que alucinan en masa, como los objetos físicos en apariencia externos a nuestro pensar, somos la misma cosa: un infinito e indivisible "mar" de negrura insustancial (1). Un eterno no existir que localmente delira con la apariencia y el cambio cuando esta nada sueña con una parte su todo (cuando ocurre el círculo completo de la gráfica de arriba 1->5).
En este punto tengo que incluir este pequeño fragmento de una serie de televisión muy interesante que viene a expresar en parte lo descrito hasta el momento:
Transcribo el texto del vídeo a continuación:
"Myself. My self. That's the problem. That's the whole problem with the whole thing. That word: self. That's not the word. That's not right, that isn't ... That isn't. How did I forget that? When did I forget that?
The body stops a cell at a time but the brain keeps firing those neurons, little lightning bolts like fireworks inside and I thought I'd despair, or feel afraid, but I don't feel any of that, none of it because I'm too busy. I'm too busy in this moment, remembering.
Of course. I remember that every atom in my body was forged in a star. This matter, this body is mostly just empty space after all and solid matter? It's just energy vibrating very slowly and there is no Me. There never was. The electrons of my body mingle and dance with the electrons of the ground below me and the air I'm no longer breathing, and I remember there is no point where any of that ends and I begin. I remember I am energy, not memory, not self. My name, my personality, my choices all came after me. I was before them and I will be after and everything else is pictures picked up along the way. Fleeting little dreamlets printed on the tissue of my dying brain, and I am the lightning that jumps between. I am the energy firing the neurons and I am returning. Just by remembering, I'm returning home. It's like a drop of water falling back into the ocean of which it has always been a part. All things a part. All of us a part. You, me, my mother and my father, everyone who has ever been, every plant, every animal, every atom, every star, every galaxy. All of it. More galaxies in the universe than grains of sand on the beach and that's what we're talking about when we say God. The One. The Cosmos and its infinite dreams. We are the cosmos dreaming of itself. It's simply a dream that I think is my life, every time. But I'll forget this. I always do. I always forget my dreams.
But now, in this split second, in the moment I remember, the instant I remember I comprehend everything at once: there is no time, there is no death, life is a dream. It's a wish made again and again and again and again and again and again and on into eternity. And I am all of it. I am everything, I am all.
I am that I am."
Otro vídeo, menos poético y más científico, donde se viene a expresar algo muy similar es la sencilla divulgación de la teoría cuántica de campos que realiza el físico Arvin Ash en el siguiente vídeo (de especial interés lo comentado en el minuto 11:48 del mismo):
¿Y por qué estas matemáticas y no otras?
Aún aceptando, visto lo anterior, la no necesidad o lo ilegitimo de exigir una explicación para las matemáticas en sí, el lector todavía puede argumentar que nuestra tesis deja sin responder por qué son tan concretas las matemáticas que derivamos desde la observación física del mundo microscópico y macroscópico. ¿Cuál es el origen del fino ajuste de las constantes cosmológicas y de las leyes matemáticas que usamos para describir la regularidad del fenómeno en nuestro mundo? ¿Por qué derivamos estas matemáticas (esta concreta estructura lógica de símbolos) y no otras cuando éstas abarcan un conjunto infinito de posibilidades?
La clave para esta pregunta es que, aunque el conjunto de reglas matemáticas (el conjunto de símbolos y de estructuras lógicas que los relacionan) es infinito, ideal, inextenso, intangible, insustancial, inexistente en el sentido físico, y además atemporal; aún así, no todos los subconjuntos de estas reglas permiten que surja la "alucinación" subjetiva del ser, del cambio y del movimiento. Es decir, que son sólo unos determinados subconjuntos del conjunto infinito de reglas matemáticas los que permiten la ilusión de la existencia temporal que nosotros como sujetos proyectamos ilusoriamente como algo real y físico (no cualquier conjunto de regularidades permiten el ciclo completo que vimos en al apartado anterior, pasando de la pura e inexistente regularidad matemática (1) hasta dar lugar a cerebros (5) que localmente perciben la ilusión del cambio (1')).
Es la nuestra una propuesta similar a la del multiverso matemático de Nick Bostrom, aunque con la diferencia de que nosotros no afirmamos la existencia de múltiples universos con distintas leyes matemáticas, porque hemos dicho que no existe nada real, sino únicamente la existencia de múltiples subconjuntos de regularidades capaces de hacer emerger el "engaño" subjetivo de una existencia física. La propuesta de Nick tiende más hacia el platonismo e intenta dotar de existencia y realidad a esos mundos con matemáticas diferentes; mientras que nosotros defendemos que no existe nada en realidad: ¡mucho menos infinitos universos físicos que pretender explicar!
Nuestra propuesta puede entenderse como una especie particular o más general del principio antrópico: sugerimos que las características de cualquier conjunto de regularidades capaces de ser percibidas de manera ilusoria como una realidad física existente al proyectarse subjetivamente una pequeña parte del Todo (que es la nada absoluta); parecerán siempre estar "afinadas" precisamente porque son sólo los subconjuntos de este tipo los que permiten la aparición de "consciencias" capaces de preguntarse por la causa de su "realidad" y "existencia", sin embargo; en esencia vemos que no hay tal realidad ni tal existencia, y que todo es pura y llanamente una proyección ilusoria de ser y de cambio físico facilitada por un subconjunto particular, local, y parcial de regularidades insustanciales e inexistentes en el sentido físico (las cuales nosotros describimos mediante un lenguaje matemático que nos parece finamente ajustado).
En este punto cabe recalcar de nuevo que ese conjunto infinito de intangibles y simultáneas regularidades posibles (ese Todo) conforma en esencia lo que podemos denominar como una nada absoluta, en donde nunca nada realmente existe ni nada jamás deja de existir. Donde todo se cancela. Se trata simplemente de una infinidad de concurrentes reglas insustanciales, inextensas, atemporales, impotentes, inexistentes; en donde los conceptos de causa, efecto, movimiento y cambio no tienen cabida. Una nada que en esencia nunca deja de ser nada, aunque en la práctica un subconjunto parcial de sus reglas sí permite "desvariar" con la fantasía subjetiva de una existencia física.
Recalquemos de nuevo: todas estas reglas o regularidades insustanciales coexisten de manera eterna y atemporal, y en esencia cancelan sus propiedades como un Todo de modo que nada resta esencialmente: nada existe, nada queda, nada que explicar; ni sustancia ni tiempo ni extensión ni causa ni movimiento: sólo la esencial e indivisible nada absoluta.
Las partículas virtuales del modelo estándar
Vamos a realizar a continuación un pequeño receso para describir un fenómeno físico que la física moderna nos cuenta sobre nuestro mundo. Recordemos que tras el descubrimiento de la mecánica cuántica todo el fenómeno en el mundo se reduce a la mera probabilidad. No hay un estado de existencia definido, sino un estado matemático de probabilidad de existir de una u otra manera determinada. Nada en el mundo cuántico es y está en un estado definitivo y determinado; sino que todo vagabundea a lo largo de una función de onda que dictamina en qué porcentaje un ente tiene una determinada cualidad y en que porcentaje tiene tal otra. Todo es difuso e ilusorio y ninguna existencia física parece posible: el principio de incertidumbre se encarga de ello.
No es esta incertidumbre matemática el único rasgo sorprendente de la cuántica, pero sí el más relevante; y más aún cuando se aplica a las variables no complementarias de tiempo y energía (en lugar de a las de posición y cantidad de movimiento). Recordemos que grosso modo energía y masa son cualidades equivalentes, por lo que cuando aplicamos este principio sobre el concepto de energía descubrimos que es posible que algo (lo que entendemos como partícula, masiva o no) aparezca literalmente como una pequeña fluctuación o perturbación sobre el vacío de un campo cuántico determinado; con la única condición de que la relación entre el tiempo que dicha perturbación permanezca como fenómeno en el mundo y la cantidad de energía (~masa) que tal ente posea obedezcan la inecuación que constituye el principio de indeterminación. Esto supone que cuanta más masa posea este ente (perturbación o fluctuación) aparecido desde el vacío cuántico, antes debe tal ente desaparecer de nuevo en la nada.
Pero remarquemos de nuevo que lo que entendemos por partícula no es más que una perturbación o fluctuación matemática dentro de un campo cuántico; en concreto, lo que anteriormente denominamos como masa (~energía) se traduce en cuál es la frecuencia y la amplitud de la onda de probabilidad ocurrida en dicho campo cuántico. Esta onda de probabilidad o perturbación en el campo cuántico (i.e., la partícula) posteriormente se mueve y cambia según el otro andamiaje fundamental del mundo cuántico: la ecuación de Schrödinger. Esta ecuación simplemente va a determinar el cambio en la amplitud, frecuencia, y el modo de vibración en general que va a sufrir esa función de onda en el tiempo.
Y ocurre una cosa sorprendente al unir los dos conceptos cuánticos arriba descritos: la apariencia de partículas virtuales. Estas partículas, base del andamiaje principal del modelo estándar, vienen a ser partículas normales y corrientes (es decir, perturbaciones u ondulaciones matemáticas) pero que tienen una peculiaridad especial: aparecen sin causa previa y se desintegran y desaparecen de nuevo en la nada muy rápidamente.Matemáticamente esta regla queda (en nuestro universo, y usando nuestra estructura arbitraria de símbolos) tal que así:
Aplicando este mismo concepto al Universo como un todo
Nuestro universo emerge, según el modelo cosmológico más aceptado, como una perturbación matemática incausada sobre un campo cuántico primigenio (el inflatón) que posteriormente derivó en subsecuentes procesos de creación y desintegración de otras partículas. Este proceso se parece en gran medida a lo que sucede en el modelo estándar, donde una partícula "virtual" puede desintegrarse posteriormente en otras partículas "virtuales" o "reales" siempre y cuando se respeten las leyes matemáticas de conservación y el principio de indeterminación.
Por lo tanto el universo percibido por nosotros como sujetos podría entenderse en esencia como un proceso virtual en paridad a lo que ocurre en el modelo estándar con las partículas virtuales. Una energética perturbación (un ente matemático de probabilidad sin estado físico definido) emergió del vació de un campo cuántico primigenio (el inflatón) de manera incausada (i.e., que nada exterior o externo a tal perturbación actuó sobre este evento espontáneo). Y por lo tanto, según el principio de indeterminación, dicha perturbación primigenia (la energía necesaria tomada de la Nada en dicho evento) debe devolverse (es decir, desaparecer) de manera que tal perturbación (y el resto de ondulaciones derivadas que han ido ocurriendo durante millones de años) deben terminar (y terminarán) de acuerdo a la inecuación del principio de indeterminación del que ya hemos hablado: esto es, tan "rápido" que, a efectos prácticos, sea como si en realidad (en esencia) nada físico hubiese ocurrido.
Podemos concluir así que eso que todos entendemos como Universo físico no es en realidad (en esencia) Nada tangible o definido, que no hay, pese a que nuestra percepción cognitiva ilusoria nos pretenda "engañar", más que un caduco proceso matemático "fantasma" o virtual con apariencia de existencia.
Es mas, ya existen tibios avances en la divulgación científica que hacen apuntar a que los físicos están empezando a reconsiderar toda la tesis que venimos defendiendo hasta el momento. Valga como ejemplo este vídeo del famoso canal de YouTube PBS Space Time:
Generalizando
Hemos llegado a la conclusión de que ciertamente es posible que un subconjunto del conjunto infinito de reglas y regularidades posibles consigan hacer emerger la apariencia de ser; y tenemos como muestra experimental directa de tal hecho el uso de las partículas "virtuales" que hace la física moderna. Además, podemos extender los principios que dictan estas partículas virtuales y, dando un paso atrás, aplicar estas mismas reglas a la aparición (y desaparición) de nuestro Universo completo como un ente matemático igual de ficticio que esas partículas virtuales de la que nos habla la teoría cuántica de campos.
Y como todos los campos cuánticos, incluido el inflatón, y el resto de leyes y principios cuánticos reducen todo el fenómeno a la mera matemática insustancial, indeterminada e incausada; no es descabellado generalizar y hablar de que en realidad toda existencia es pura apariencia subjetiva y local. Y no sólo en nuestro universo, sino en cualquier tipo de mundo en el que las matemáticas reinantes permitan este tipo de alucinación física a la par que dejen la esencia de la nada inalterada.
Pero recordemos una vez más que todo este andamiaje físico se reduce a una determinada codificación y transmisión entre sujetos de números y símbolos arbitrarios conformando ese lenguaje que llamamos matemáticas. Lo símbolos y la estructura lógica en que se ordenan fueron seleccionados históricamente de manera aleatoria y, de hecho, el caso de que usemos una numeración en base decimal viene determinada porque ¡como especie tenemos diez dedos en las manos!
Por lo tanto lo importante no es el número, ni la ecuación, ni la fórmula; sino lo que éstos nos dicen una vez decodificamos su significado en lenguaje natural. Y es en este proceso de interpretación sobre la regularidad matemática donde encontramos grandes problemas cuando se parte de la creencia de que esos patrones realmente describen una existencia física real y objetiva. Se presupone a priori la existencia del fenómeno descrito y de ahí surgen todos los malentendidos una vez que se pretende entender el mundo. Pero la realidad es mucho más simple: no existen realmente ondas de probabilidad pululando y colapsando misteriosamente en un supuesto espacio-tiempo absoluto y definido; ni las partículas existen realmente como sustanciales entes objetivos definidos y determinados, ni siquiera el sujeto que piensa existe en realidad puesto que su pensamiento se reduce al cerebro, el cual a su vez reduce su aparente existencia al mismo inextenso e inmaterial concepto de partícula.
Ya vimos que el círculo que explica el mundo empieza y acaba en infinitas reglas o regularidades insustanciales (sin sustrato) que coexisten de manera eterna y atemporal y que, en esencia, cancelan sus propiedades como un Todo de modo que nada resta esencialmente: nada físico ni real existe. Y esto es lo que las matemáticas vienen a decirnos cuando nos atrevemos a interpretarlas desde el punto de vista más sensato.
Los universos "virtuales" del sujeto
En este punto, podemos por fin avanzar un poco más y concretar que subconjunto de las matemáticas (de las infinitas e inextensas regularidades y reglas posibles y eternamente coexistentes) son capaces de generar el equivalente a lo que nosotros podríamos entender como un universo físico. En general, estos subconjuntos deben cumplir a la vista del sujeto siempre dos condiciones primordiales:
1) Que sean tales que permitan la alucinación subjetiva, parcial y local de una apariencia física de existencia, movimiento y cambio.
2) Que sean tales que ese "engaño" de existir deje toda esencia inalterada, puesto que de la nada infinita, insustancial, impotente, atemporal e inextensa; de esa nada absoluta que es la única Verdad en sí, no puede emerger algo que contradiga su Naturaleza de plena nulidad existencial. Así pues, la apariencia de existencia emergente debe ser de modo que las reglas y regularidades fenoménicas implicadas aseguren que, tomadas en su conjunto, sea como si nada existió realmente. Es decir, que todo se reduzca a meros destellos puntuales y focalizados; distorsiones surgidas al "observar" el sujeto localmente una parte del Todo.
Las leyes y principios matemáticos de nuestro mundo cumplen con estas dos condiciones, motivo por el cual no debe sorprendernos el fino "ajuste" de las características del mismo para que podamos tú y yo estar ahora aquí debatiendo sobre el asunto.
De la alucinación subjetiva (y colectiva), local y distorsionada de una existencia física real, donde el movimiento y el cambio tienen lugar; se encargan las leyes termodinámicas y la relatividad. Ya hemos comentado que la relatividad lleva implícito el hecho de que pasado presente y futuro están escritos y fijos en un continuo espacio-tiempo (un bloque estático de cuatro dimensiones matemáticas). Y la flecha del tiempo, necesaria para dar sentido al concepto de cambio y movimiento, es pues una "alucinación" local de nuestro cerebro cuando éste proyecta slides (rebanadas) de este bloque del continuo matemático del espacio-tiempo siguiendo el camino marcado por la termodinámica: algo similar a como una película ya grabada puede ser proyectada desde cualquier instante local determinado. Podemos avanzar la película, retroceder, ir 10 minutos hacia delante, etc., pero el contenido de la película nunca cambiará. Lo mismo sucede con la "apariencia" de la existencia física. Es relativa y local al "observador" (al sujeto que alucina).
Y para la película ya grabada y terminada que constituye nuestro mundo, fue la termodinámica la directora y encargada de dirigir a los actores de principio a fin. Se encargó de hacer cumplir el principio de indeterminación del que hablamos antes, y también facilitó que localmente aparecieran cerebros gracias al empuje constante del aumento de la entropía total, lo cual permitió que en sistemas lejos del equilibrio térmico este aumento entrópico fuese maximizado gracias a un gigantesco aumento local en el orden de la materia; lo que acabó facilitando el proceso biológico evolutivo en la Tierra y finalmente dando lugar a nuestra configuración neurológica: que es la encargada de "alucinar" localmente con la ilusión del fenómeno físico como ente real.
Por tanto, cuando decodificamos las matemáticas de estas dos teorías, lo que descubrimos son regularidades y reglas que aseguran la causalidad local del fenómeno y el movimiento y el cambio parcial hacia estados desordenados pero que localmente pueden ser muy complejos. Un infinito, atemporal e inalterable bloque estático de cuatro dimensiones ya filmado donde todo es, fue y será de modo tal que tomando trozos parciales y locales del mismo aparecen en cierto punto sujetos que alucinan en masa y se transmiten la misma emergencia ilusoria de una existencia física; donde el cambio y el movimiento parecen entes objetivos reales. Un delirio existencial inevitable y proyectado punto por punto una y otra vez durante toda la eternidad de manera simultánea.
Por otra parte, del punto (2) se encargan las leyes matemáticas de la conservación. Es decir, las reglas y regularidades que se encargan de que, tomado como un Todo, ningún cambio neto esencial tiene jamás lugar. Así pues, las matemáticas (regularidades) que se encargan de la conservación de la energía, del momento lineal, del momento angular, de la carga, etc. son tales que, ¡al tomar el conjunto de un sistema (y no una parte del mismo) el cambio neto efectivo total es nulo! Es decir, que las matemáticas que describen la regularidad del fenómeno aseguran que el cambio neto es, y siempre será, inexistente (nulo). Esto efectivamente asegura que en esencia el cambio y el movimiento sean imposibles, lo cual desvela claramente el engaño al que nos lleva nuestro cerebro al proyectar sólo una parte del todo y tomando dicha proyección como algo existente y real. No es así, puesto que tomando al todo y no a la parte, es obvio que no hay cambio, no hay movimiento, no hay existencia; en esencia globalmente el Todo es nada: siempre lo ha sido y siempre lo será.
Podemos resumir lo anterior si reflexionamos sobre el hecho de que el mundo que ilusamente observamos como ente real y físico, es sólo posible gracias al conjunto concreto de reglas matemáticas que lo conforman. Estas reglas permiten la aparición en cierta porción del eterno e insustancial bloque matemático cuatridimensional (el espacio-tiempo) de un complejo conglomerado de partículas capaces de "percibir" pequeñas rebanadas parciales, locales, causales y relativas (limitadas por el cono de la velocidad máxima de la luz) de todo el bloque en su conjunto. Pero estos conglomerados, a los que llamamos cerebros, se reducen igualmente a las insustanciales matemáticas subyacentes de sus partículas constituyentes; y del mismo modo, los impulsos sensibles (impresiones o fenómenos) que reciben de esa rebanada local proyectada (esa pequeña parte del todo) son igualmente constructos matemáticos ideales que demuestran la cancelación de las partes. De este modo, vemos como las matemáticas adecuadas (las regularidades y reglas adecuadas) permiten la ilusión subjetiva de existencia física, de movimiento y de cambio; pero en el fondo todo se reduce a la pura Nada alucinando con una existencia física que es imposible y que, de hecho, no es.
Esto es en esencia el mundo; y no solo nuestro mundo, sino cualquier otro mundo que pueda ser percibido por un sujeto cualquiera: la Nada más absoluta; incausada, infinita, atemporal, inexistente e impotente; soñando y fantaseando con el cambio y el ser, a cambio simplemente de que dicha alucinación no suponga alterar en modo alguno a la Nada como un todo esencial. Sin un cambio neto real y esencial, la Nada se permite "soñar" infinitamente, indefinidamente, y simultáneamente con lo aparente.
Así pues, cerramos nuestra tesis tomada como la única posibilidad lógica y racionalmente completa a la hora de explicar la realidad ontológica tras nuestro concepto del universo. La única metafísica capaz de frenar la recursión infinita de la causalidad a la vez que no deja preguntas abiertas y sin respuestas; principalmente la pregunta fundamental: ¿por qué existe algo en lugar de más bien nada? y: ¿qué causa, sustenta, y origina a ese supuesto ente primigenio propuesto del que todo lo existente surge o sobre lo que todo se sustenta?
Sólo la tesis racional que defiende que la esencia ontológica fundamental es la Nada más absoluta puede escapar de manera congruente y completa de estas preguntas. Y, apoyados por la física moderna, hemos desarrollado esta tesis hasta llegar a completar la misma dándole un sentido amplio y coherente con nuestras observaciones y conocimientos actuales sobre la regularidad que nos enseña el fenómeno.
De hecho, como comentamos anteriormente, ya se mueve en la comunidad científica propuestas, todavía vagas y difusas, en el sentido de lo aquí expuesto. Valga de ejemplo este vídeo de divulgación de uno de los canales de Youtube más seguidos en lo referente a la física @HistoryoftheUniverse:
Resumen final de la tesis
El mundo no existe. Esta sencilla frase resume por completo nuestra propuesta. No hay otra alternativa lógica y racional capaz de explicar sin dejar preguntas abierta la (aparente) existencia del mundo. Y da igual las vueltas que le demos, no hay más remedio que aceptar este hecho o abrazar el agnosticismo, o una tesis inconsistente o incompleta. Yo jamás pude dejarme llevar completamente por una de tales propuestas parciales; y he sido un hombre sin fe hasta ahora. Ahora creo al fin; ya tengo un credo al que aferrarme y que me llena y me satisface: un credo completo, sin preguntas pendientes de respuestas, sin respuestas inefables, ni respuestas irracionales; ¡y un credo que además es congruente con la física moderna! Por fin, tengo una fe absoluta a la que aferrarme: Todo...es Nada.
Es posible en resumen que; dado que toda la comunicación de información se limite forzosamente a transmitirse entre sujetos similares en (y sobre) una porción parcial y cercana de un bloque espacio-temporal, dichos sujetos simplemente estén otorgando, como acto de fe, existencia real a un conjunto de fenómenos y regularidades que todos perciben pero que serían sólo una proyección fragmentada e incompleta del conjunto.
Explicación metafórica
Y como todo credo necesita de una explicación metafórica del génesis, aquí va mi aportación:
I
En el principio...y en el final, fue la Nada. Y nada nunca surgió realmente de la eterna, inmutable, incausada, absoluta e insustancial Nada. Para dejarlo claro: de esta esencia única; la atemporal Nada, nunca emergerá ente alguno real y que sea distinto en esencia a esta ilimitada e inextensa Nulidad. Los límites quedan claros.
Sin embargo, había dentro de estos límites lógicos lugar para la ilusión. Nada real con alguna diferencia esencial podía emerger en dicha Nada, pero sí era lógicamente congruente la representación de casi cualquier cosa con tal de que, en esencia, dicha proyección no pudiese tomarse como una existencia netamente real. Si la ficción de un determinado existir era de modo tal que en esencia nada realmente era creado o modificado, no había impedimento para que dicha alucinación no tuviera lugar.
Y así fue como un gran número de tales irreales representaciones tuvieron lugar dentro de este conjunto de proyecciones posibles: esto es; aquellas que, pese a ser proyectadas, realmente dejaban en esencia el estado natural de la Nada inalterado.
Como decimos, a pesar de la eterna unidad esencial de la Nada, innumerables ilusiones de existir sucedían y coexistían sin cesar. Una infinidad de ellas, de hecho. Simplemente debían cumplir la mencionada norma: dejar inalterada la esencia real del absoluto vacío existencial.
II
Y es así como la ilusión de nuestro Universo se gestó y nutrió: sus leyes y propiedades fueron tales que, en esencia, no se puede considerar al fenómeno inmanente a él como real. Puntualizando:
Imagina que, a la eterna unidad de la Nada, al real y esencial vacío existencial, al verdadero (No)Ser; le añades una regla arbitraria básica que dice que es posible la emergencia de "algo" nuevo y distinto a Ella, pero que no modificará en esencia su estado de unidad inmutable, puesto que ese "algo" va a desaparecer de nuevo antes de que sea capaz de llevar a cabo de manera efectiva cambio alguno: es decir, que este "algo" va a aparecer y destruirse de manera tal que la naturaleza del absoluto vacío existencial no se podrá decir que se ha visto realmente afectada.
Este "algo" es por tanto un ente "virtual" e ilusorio. Y al carecer de sustancia y extensión, simplemente podrá constituir una ilusoria y falsa sensación de ser "algo" distinto a la Nada.
Esta regla, o mejor dicho, este conjunto de reglas arbitrarias, pueden ser, además, muy variadas; y simplemente deben conseguir que cualquier cosa que generen sea una representación ficticia sin efecto neto real sobre la invariante e inextensa Nada.
III
Una de estas reglas permitidas puede decir así: "es posible la apariencia de 'algo' diferente a la Nada, siempre y cuando ese 'algo' tenga propiedades tales que netamente nada realmente sea necesario para su creación, y que además su ser sea tan efímero que no se pueda decir que algo realmente existió".
Este tipo de regla la podemos ver, de hecho, en acción en nuestro Universo en las llamadas partículas "virtuales" de las que habla el modelo estándar de partículas, las cuales aparecen y desaparecen con la condición de que realmente no se pueda decir que 'algo' fue creado: de ahí su apodo como "virtuales". Esta regla toma forma matemática bajo el principio de incertidumbre y viene a decir que cuanta más energía posea ese 'algo' "virtual" que emerge menos tiempo puede durar antes de desaparecer de modo que netamente nada real de ellas pueda (por principio) ser medido o notado. El vacío cuántico permite así la emergencia de estas partículas de la nada cuántica con tal de que sean devueltas a la nada en proporción directa a su condición de ilusión o virtualidad.
Pues lo que se propone en estas líneas es dar un paso más y establecer que una regla similar podría aplicar a nuestro propio Universo como un todo. Podría aparecer y desaparecer de la Nada absoluta de modo y cuenta que posea una condición de "virtualidad" similar a la de las partículas virtuales del modelo estándar.
IV
De este modo la regla anterior permite la aparición de, literalmente, una infinidad de estados "virtuales" y ficticios que no llegan a ser, puesto que no modifican en esencia a la invariante Nada.
A cada uno de estos distintos estados "virtuales" los podemos denominar si queremos Universo; y al conjunto completo de todos estos ilusorios y simultáneos Universos posibles podríamos denominarlo multiverso.
Pero hay que dejar claro que estos Universos "virtuales" no poseen ni ocupan espacio, ni tienen propiedades reales de extensión, posición, duración, etc. Por poner una analogía, son similares a nuestros sueños: parecen reales y parecen poseer atributos reales, pero al despertar todo lo soñado desaparece como meras alucionaciones que eran. Podemos decir que es como si la eterna, inmutable y absoluta Nada "soñara" con estos estados "virtuales" diferentes a su propio (No)Ser.
V
Finalmente uno de tales Universos "virtuales" toma la forma de una especie de gran cubo (cuatridimensional). Tres lados espaciales y uno temporal. Y se expande y rellena él mismo con ondas regulares de probabilidad a cuyas excitaciones llamamos partícula elemental. Todo en éste mundo se conserva y resta cero una vez tenida en cuenta todo el ficticio contenido de su ilusoria extensión cuatridimensional (todo se dispone de modo tal que se cancelan siempre los opuestos). Por último, sucede además que en cierta región de este espacio-tiempo grandes agrupaciones locales de partículas alcanzan la capacidad para auto-observarse y percibirse a sí misma. Eso somos nosotros: los que se perciben a sí mismos dentro de un sueño. Pura ilusión cognitiva. Lo "virtual" se sintió en parte real, y buscó explicaciones para su extraña existencia. No había tal explicación, puesto que en realidad no existe nada que explicar.