domingo, 2 de julio de 2017

Reflexiones

"La cuna se balancea sobre un abismo, y el sentido común nos dice que nuestra existencia no es más que una breve rendija de luz entre dos eternidades de tinieblas. Aunque ambas son gemelas idénticas, el hombre, por lo general, contempla el abismo prenatal con más calma que aquél otro hacia el que se dirige (a unas cuatro mil quinientas pulsaciones por hora)"  (Vladimir Nabokov)




I.

Objetivamente la vida humana (individual y como especie) no persigue ningún fin u objetivo racional concreto. Se vive por vivir y punto. Así que no es sólo que a nivel cósmico seamos una desechable mota de polvo, es que además nuestro objetivo existencial es nulo: ¿para qué hace el hombre lo que hace a parte de para asegurarse la persistencia (lo mismo que una simple bacteria)? Miguel de Unamuno lo expreso con mucho arte literario así:

"Quitad la propia persistencia, y meditad lo que os dicen. ¡Sacrifícate por tus hijos! Y te sacrificarás por ellos, porque son tuyos, parte prolongación de ti, y ellos a su vez se sacrificarán por los suyos, y estos por los de ellos, y así irá, sin término, un sacrificio estéril del que nadie se aprovecha. Vine al mundo a hacer mi yo, y ¿qué será de nuestros yos todos? ¡Vive para la Verdad, el Bien, la Belleza! Ya veremos la suprema vanidad, y la suprema insinceridad de esta posición hipócrita."


Cuando el último hombre de su aliento, ¿qué será de nuestros "yos" todos? ¿De qué y para qué habrá servido toda nuestra vehemente lucha como humanos? Para nada. El mundo seguirá su mecánico curso inmortal y de nosotros finalmente no quedará ni rastro. En algún momento futuro nadie recordará ya nuestra especie y mucho menos nuestras vidas particulares. Así pues: ¿qué valor objetivo puede tener esta situación existencial nuestra? Evidentemente ninguno. Y cualquiera que valore esta situación de otra manera siento decir que no es más que un necio o un instintivo optimista desesperado ante la disonancia cognitiva.



II.

¿Qué significado o importancia concreta puede tener una ridícula especie animal perdida en una esquina del Universo condenada posiblemente a desaparecer (como tantas otras millones de especies ya lo hicieron) y que además desde su origen no hace otra cosa más que luchar por consumir recursos naturales a toda costa al más puro estilo de una cepa de bacterias en una placa de Petri?


III.

El sistema monetario para nuestra sociedad es clara representación de nuestra energía potencial del mismo modo y al mismo nivel en que lo es, por ejemplo la cantidad de moléculas de ATP para un organismo individual. Ambos conceptos simbolizan la cantidad de trabajo que cierta estructura a cierto nivel de abstracción es capaz de realizar.


IV.

El cáncer no es más que el reflejo de lo que somos en realidad: un conjunto de células individuales cooperando temporalmente por un bien común. El problema es cuando esa cooperación se rompe y la multiplicidad (la ilusión de unidad) de eso que llamamos cuerpo se hace evidente: literalmente el cáncer supone la aparición de dos o más organismos independientes luchando por su cuenta donde antes sólo había uno.


V.

Qué gran "misterio" ese del funcionamiento de la moderna inteligencia artificial...salvo que todo el mundo (del gremio) sabe explicar por qué cualquier IA hace lo que hace: simplemente se trata de combinaciones lineales actuando sobre datos numéricos de entrada (normalmente valores reales) que producen como resultado unos datos de salida ya tratados por estos "operadores" lineales. Pero de caja negra todo esto tiene en realidad tiene bien poco: sólo se trata de tensores (matrices multidimensionales) de números reales realizando modificaciones numéricas sucesivas (multi-capa y a veces de manera recurrente) al actuar linealmente sobre los datos originales (sensibles) de entrada. Es evidente que este proceso no tiene misterio alguno, mucho menos cuando hace mucho que se sabe que nuestro cerebro funciona de una manera muy "similar" a nivel teórico (neuronal). Para el actual desarrollo de Google: AlphaGo, por ejemplo; se conocen incluso exactamente los números (uno a uno) que hay que introducir en los tensores para lograr la enorme capacidad intuitiva e imaginativa mostrada: es decir; que se conocen los millones de números reales que cuando se meten en su lugar concreto dentro de los tensores del modelo ideado ("la caja negra") van a producir siempre a partir de unos datos de entrada (el estado del tablero) un muy optimizado resultado de salida indicando qué posición jugar.

NO hay magia, NO hay misterio, no hay "extrañas cajas": todo son simples (y sencillas) operaciones algebraicas (como ocurre de hecho en nuestro cerebro con los potenciales químicos en las sinapsis de nuestras neuronas).

VI.

Someterse al trabajo, al acto y al movimiento. Ese es nuestro mayor mandamiento natural, la esencia de nuestro ser y de nuestro persistir. Como el gran Emil Cioran ya dijo:

"La teología, la moral, la historia y la experiencia de cada día nos enseñan que para alcanzar el equilibrio no hay una infinidad de secretos; no hay más que uno: someterse. «Aceptad un yugo, nos repiten, y seréis felices; sed algo y os libraréis de vuestras penas.» En efecto, en este mundo todo es oficio: profesionales del tiempo, funcionarios de la respiración, dignatarios de la esperanza, un puesto nos espera desde antes de nacer: nuestras carreras se fraguan en las entrañas de nuestras madres. Miembros de un universo oficial, debemos ocupar una plaza en él por el mecanismo de un destino rígido, que no se relaja más que a favor de los locos; éstos, al menos, no se ven constreñidos a tener una creencia, a afiliarse a una institución, a sostener una idea, a pretender una empresa. Desde que la sociedad se constituyó, los que pretendieron sustraerse a ella fueron perseguidos o escarnecidos. Se os perdona todo, con tal de que tengáis un oficio, un subtítulo bajo vuestro nombre, un sello sobre vuestra nada. Nadie tiene la audacia de gritar: «¡No quiero hacer nada!»; se es más indulgente con un asesino que con un espíritu liberado de los actos. Multiplicando las posibilidades de someterse, abdicando de su libertad, matando en sí mismo el vagabundo, así es como el hombre ha refinado su esclavitud y se ha enfeudado a los fantasmas. Incluso sus desprecios y rebeliones, no los ha cultivado más que para ser dominado por ellos, siervo que es de sus actitudes, de sus gestos y de sus humores. Salido de las cavernas, guarda de ellas la superstición; era su prisionero, se ha convertido en su arquitecto. Perpetúa su condición primitiva con mayor invención y sutileza; pero en el fondo, aumentando o disminuyendo su caricatura, se plagia desvergonzadamente. Charlatán movido por hilos, sus contorsiones, sus muecas, aún engañan..." 



VII.

No sólo no podemos elegir lo que queremos, sino que tampoco sabemos por qué queremos lo que queremos ni para qué hacemos lo que queremos. Si miramos a nuestro alrededor vemos un bullicio de gente haciendo cosas, deseando cosas, obcecadas y luchando con vehemencia a diario como si el mundo les fuese en ello...y ni una sola de esas personas se replantean para qué narices hacen todo lo que hacen. Al final de cada vida resulta que después de todo no se ha hecho algo muy distinto de lo que hace un simple gusano: nacer, crecer, reproducirse y morir...y si acaso ayudar a que este ciclo continúe de manera más eficiente en sucesivas generaciones. Todo acaba como comienza, siempre en el mismo ciclo existencial al que nadie sabe darle sentido objetivo.


VIII.

¿Es plausible una propuesta de base que hable sobre la posibilidad de que una superinteligencia artificial desbanque al homo sapiens como fenómeno dominante en el planeta? Bueno. Sabemos que el hombre de por si es en realidad una especie de maximizador evolutivamente moldeado: un eficaz consumidor energético. Nuestro dominio sobre el resto del reino animal y vegetal es precisamente esta enorme eficiencia nuestra para devorar energía con la que realizar trabajo. Una gran "suerte" evolutiva la de nuestro cerebro que no significa no obstante que seamos un óptimo global en este sentido. Muy probablemente de hecho la naturaleza se ayude de nosotros para conformar (catalizar) algo nuevo que la propia evolución no ha podido lograr por mera selección natural orgánica (sobre una base de carbono): podría ser ésta una estructura aún más eficiente que la propia humanidad a la hora de maximizar el aumento de entropía global en el Universo, y en este sentido; y dada la tendencia natural del Universo a "favorecer" la persistencia de aquellas estructuras materiales que más y mejor optimizan el aumento de entropía (tendencia que denominamos como proceso evolutivo), la hipótesis de una superinteligencia artificial ("catalizada" en algún laboratorio público o privado) que desbanque a nuestra especie tiene mucho más sentido del que se puede presuponer.



11 comentarios:

Unknown dijo...

El punto VII me gusta, es puro Schopenhaer :) No hay nada tras el mero querer porque somos en esencia voluntad.

Sobre la IA: creo que amenudo se sobreestima la inteligencia. Cuando se debaten estos temas siempre suelen salir las emociones como contrapartida, pero las emociones no son más que una forma concreta de expresión de la voluntad mediante la consciencia. Voluntad y consciencia son las dos verdaderas claves para entender por qué la IA nunca podrá ser algo parecido al ser humano ni por asomo. Lo que es por sí mismo (el ser humano) es ontológicamente radicalmente diferente de lo que es es producto de una inteligencia (la IA)

Samu dijo...

Saludos de nuevo, Marco.

Tu postura sobre la IA me parece que no se mantiene en pie hoy día. Es una propuesta que hace un par de siglos podía ser aceptable pero que lamentablemente tras los avances acontecidos con la teoría de la evolución, los avances neurológicos y fundamentalmente los avances en el propio terreno de la IA, ya no son congruentes.

Cada vez está más claro el modo en que la conciencia emerge como resultado de un proceso mecánico electro-químico de nuestro cerebro material, cada vez está más claro que este cerebro fue moldeado por la evolución durante millones de años, y cada vez está más claro el modo en que conseguir imitar y simular nuestras habilidades mentales (imitando precisamente a las redes neuronales biológicas); lo cual llevará más pronto que tarde a la aparición de una conciencia artificial indistinguible de la nuestra.

También es la postura que comentas retrógrada en el sentido de que bebe de ideas anteriores de los avances en astrofísica y cosmología, cuando no se sabía aún que hay miles de millones de otras galaxias y planetas con posibilidad de albergar vida consciente e inteligente de muy diversa naturaleza material. Es muy posible que existan otros muchos seres inteligentes por el Universo y que algunos de ellos quizás sean más parecidos a avanzados "organismos" no basados en el carbono con forma quizás metálica y parecidas a lo que entendemos como "robots", y que aún así sean tan conscientes como nosotros.

Por último, la epistemología evolucionista garantiza que incluso antes de la aparición de la conciencia (hace miles de millones de años), es requisito que existiera aún así el propio fenómeno que observamos hoy día, y que dicho fenómeno fuese muy similar (si no igual) al que nuestros sentidos captan en estos momentos de modo que el proceso evolutivo material que nos ha dado origen pudiera acontecer.

Un saludo, amigo.

Unknown dijo...

Sin embargo, se mantiene, porque ningún argumento, ninguna prueba empírica lo rebate. Lo que está cada vez más claro es que la conciencia tiene relación con la materia cerebral. Esto es perfectamente compatible con el idealismo trascendental. Que esta relación sea causal es lo que no está nada claro, y es partir del materialismo (una idea cuestionable) como concepción del mundo. La causalidad es algo que puede seguirse y comprenderse, debido a que es una ley del conocimiento, no de las cosas en sí. Si conociésemos todos los estados y propiedades de todas las partículas del cerebro, podríamos en teoría y por complejo que sea, determinar un estado subsiguiente, de la misma manera que un programa informático puede seguirse con la razón y la lógica hasta predecir su resultado. Sin embargo, toda cadena causal material se queda en lo material. Que no pueda llegarse a comprender la conciencia mediante la materia no es una cuestión de complejidad ni de que aún no tenemos el conocimiento suficiente, sino de que son planos completamente distintos de la realidad: el sujeto y el objeto. Todo objeto lo es en tanto existe el sujeto cognoscente.

En cuanto a la posibilidad de la existencia de otros seres inteligente, tampoco es incompatible con lo que expongo. Mi crítica es hacia la idea de que un producto humano (la IA) pueda llegar a ser lo mismo que lo que surge por sí mismo del seno de la naturaleza. Y no puede serlo porque la esencia de lo que somos no es nuestro fenómeno material (nuestra composición en forma de átomos, moléculas y células) sino lo que se sitúa más allá de toda experiencia posible. La composición de átomos y células es sólo la forma objetivada, dada al conocimiento, una mera representación de lo que somos, no lo que somos en sí.

Sobre lo último, creo que el error es suponer que existe algún fenómeno antes de la conciencia. De hecho, la palabra fenómeno requiere por definición de un sujeto que representa, es una percepción y no tiene, por tanto, sentido fuera de la conciencia. El caso es: todo es lo mismo en esencia, haya o no haya conciencia. Pero con la conciencia, la realidad se hace fenómeno, representación, es decir, toma una forma concreta, condicionada por el conocimiento.

Un saludo

Samu dijo...

Yo es que eso de que la conciencia tiene relación directa con la materia, pero que esa relación no es causal lo veo como una salida a la desesperada. No entiendo ni comparto ese argumento.

Un saludo, amigo.

Unknown dijo...

Hola Samu, se entiende cuando se investigan los límites y la naturaleza de la causalidad y se reconoce, no como una ley del mundo en sí, sino solo como ley a priori del conocimiento y solo aplicable al mundo objetivo o fenoménico, es decir, el mundo que pasa por el filtro del conocimiento. Si has leído a Kant y Schopenhauer, te recomiendo volver a hacerlo.

Sin embargo, que exista una relación entre conciencia y materia es comprensible, pues ambos son partes complementarias de la realidad (objeto y sujeto), y el sujeto puede conocer y hacer visible la realidad como inserta en la materia, incluyendo el órgano mediante el cual es posible la conciencia. El idealismo trascendental es: "Mi cabeza está en el espacio, pero el espacio está en mi cabeza".

Un saludo

Samu dijo...

"Mi cabeza está en el espacio, pero el espacio está en mi cabeza" me suena a grave incongruencia lógica :P. De veras, Marco; no es por ser cortante pero honestamente esa filosofía me parece que hoy día se encuentra totalmente desfasada.

Un abrazo.

Unknown dijo...

¿Dónde está la incongruencia lógica? Solo puede haber incongruencia si se parte de un concepto realista del tiempo y del espacio, es decir, como entes reales que están ahí con sus propiedades independientes del conocimiento. Pero eso no sería más que la contradicción con una visión determinada de la realidad, no una incongruencia lógica en sí misma. Partiendo de la idealidad del tiempo y del espacio, como meras formas puras del conocimiento con las que se construye la experiencia, es perfectamente compatible que mi cabeza esté en el espacio (porque eso sería el fenómeno para un ser cognoscente), con que el espacio esté en mi cabeza, y en la de todos, como una herramienta a priori con la que el conocimiento da forma al mundo.


Puede ser tu parecer, pero no es verdad que el idealismo trascendental esté superado. Que yo sepa, no se ha logrado refutar la estética trascendental de la Crítica de la razón pura de Kant, y en los intentos de criticarla a menudo hay fallos de razonamiento y falta de comprensión de la filosofía kantiana. El genio de Königsberg sigue siendo duro como una roca.

un saludo

Samu dijo...

Hace tiempo escribí un artículo al respecto en este mismo blog: blogspot.com.es/2014/09/kant-se-equivoco.html

Te recomiendo leerlo pero a modo de resumen decirte que el apriori Kantiano es quizás a priori de nuestra percepción, pero tiene un indudable origen a posteriori, son a posteriori de la evolución. Y el proceso evolutivo es un proceso experimental, y en cierto modo empírico.

Unknown dijo...

Interesante artículo, Samu, pero es bastante fácil rebatirlo y mostrar el error en el que cae. Voy a empezar por el final:

“Este a posteriori biológico no está legitimado en absoluto para justificar la necesidad y universalidad de ningún juicio humano mediante su aplicación al entendimiento, sino que, al igual que proponía Hume, sólo nos permite hablar de probabilidad y nunca de necesidad o certeza.”

Sin embargo, el conocimiento apodíctico, seguramente cierto, existe. 1+1 no es 2 para un tipo de conocimiento, y 3 para otro. Su seguridad viene de la intuición del espacio y del tiempo: solo basta imaginar 2 cuadrados, unirlos y comprender intuitivamente el resultado, sin necesidad de la experiencia, o basta con pensar en la sucesión temporal: 1,1, para formar el 2. De la misma forma, tampoco es necesario recurrir a la experiencia para saber que por dos puntos en el espacio solo puede pasar una recta. Nos basta con la intuición pura (es decir, no empírica) del espacio.

El conocimiento que ofrece la experiencia es inductivo, y eso no otorga necesidad y certeza absoluta. Partir de las consecuencias para llegar a la razón de ellas tiene el problema de que la misma consecuencia puede deberse a diferentes razones, y aunque muchas consecuencias apunten a una razón, nunca se pueden tener todos los casos posibles. A pesar de que tenemos la experiencia de que la Tierra de vueltas al Sol, mañana podría ser que la Tierra se parase porque en realidad había un Dios que hace y deshace a su antojo. Pero en ese momento, y por toda la eternidad, 1+1 seguirían siendo 2, porque su certeza nace del conocimiento a priori, es decir, independiente y anterior a la experiencia.

Que la percepción, el conocimiento, tenga un asiento biológico, material, no invalida la posibilidad de la intuición pura y la certeza o la universalidad de un juicio. Por supuesto, lo apriori y lo a posteriori se refiere en Kant (y en Schopenhauer), al conocimiento, a la percepción y el intelecto de un ser congnoscente. Por eso ponerlo en duda hablando del modo de funcionar por “ensayo-error” “experimental” de la evolución no es en realidad una crítica acertada, porque sería una especie de personalización de la naturaleza, o bien la suposición de un diseño inteligente.

Samu dijo...

No lo has entendido bien, Marco. Ese concepto de 1 + 1, el concepto de espacio, el de tiempo y todo lo demás no es una intuición pura en absoluto, sino una mera aproximación neuronal que ajusta a partir de la detección de patrones, y siguiendo un complejo procesamiento de información, datos de entrada y datos de salida (i.e.; la conducta y las ideas mentales). Todo lo que el hombre siente y experimenta es causa material de un proceso mecánico natural que la evolución ha generado como método efectivo para que el poseedor del cerebro pueda sobrevivir en el tiempo. Nada más.

Nada a priori, ningún conocimiento puro, todo es evolutivamente a posteriori: cualquier emoción, sensación, habilidad conductual, todo es fruto del proceso evolutivo que mediante ensayo y error ha ido moldeando durante millones de años nuestras redes neuronales para ajustar su funcionamiento a lo deseable para la permanencia de nuestra especie. Pero toda esa capacidad cognitiva (insisto) en que es aproximada (dada a errores e ilusiones), y para nada pura y mucho menos una base con la que justificar ningún conocimiento: todas nuestras ideas son meras aproximaciones; útiles para la superivencia, pero aproximaciones al fin y al cabo.

Por eso te repito que la filosofía de Kant (y sus discípulos) era válida para la época anterior a Darwin pero que hoy día es incongruente con los hechos científicos.

Unknown dijo...

Sin embargo, Samu, no refutas los argumentos que he dado. 1+1=2 no es ninguna aproximación. No puede ser 3, o 2,1, y no puede ser otra cosa para otro ser viviente. Es un conocimiento seguramente cierto. ¿Cómo es posible el conocimiento completamente seguro y universal? Solo si no se basa en la experiencia, porque el conocimiento que viene de la experiencia es inductivo, y por tanto carece de necesidad y universalidad.

Vuelvo a decir, ¿qué tiene que ver que la estructura biológica, fisiológica, del cerebro, esté sometida al proceso evolutivo de las especies con que sea o no posible lo apriori? Es más, en el artículo al menos reconocías “el a priori Kantiano es quizás a priori de nuestra percepción”, ahora niegas todo lo apriori. Evidentemente, de la percepción es de lo que hablamos, de las estructuras mentales que son la forma o el molde con la que se construye la experiencia de un mundo externo. Es al individuo a lo que se refiere lo a priori, no al proceso evolutivo. La evolución no es ningún conocimiento, ninguna inteligencia. Decir que evolutivamente el pensamiento, las sensaciones, emociones, son producto de “pruebas empíricas” no es más que una licencia de personalización, un modo de hablar, un sentido figurado, nada riguroso científicamente. Y aún así, no quita la posibilidad de lo a priori: nuestro conocimiento puede ser fruto de adaptación evolutiva y funcionar a priori.

Quizá confunde el concepto de a priori y el de relatividad. Lo a priori solo significa lo que es anterior a la experiencia, no necesariamente lo que es absoluto. Una abeja puede ver los colores de manera distinta, pero tanto en ella como en ti, el color es posible por la estructura a priori de la percepción, que hará posible la sensación empírica “rojo” a partir de datos del exterior. Ahora bien, el núcleo común a todo conocimiento es la intuición del espacio y del tiempo. Por eso hasta la forma de vida animal más simple reconoce un espacio exterior, distinto de él mismo, y por eso puede moverse para buscar alimento. Por eso también, no es posible que 1+1 sea 2,1.

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