jueves, 26 de mayo de 2016

¿Cuál es nuestro destino?

"Amigo ¿en qué meditas? ¿En tus antepasados?
Polvo en el polvo. ¿En sus méritos?
Sonríe… Toma este cántaro y bebamos
escuchando serenamente el silencio del cosmos." (Omar Jayam)

Me gustaría en esta entrada haceros reflexionar sobre una importante pregunta que apenas tenemos tiempo de hacernos debido a nuestros numerosos y urgentes quehaceres diarios. Es muy probable que usted, querido lector, como miembro medio de la sociedad se preocupe (en general) por el futuro de la humanidad en temas sociales, políticos, económicos, energéticos, climáticos, etc. Pues bien, dígame amigo: ¿cuál cree que es la razón última (la verdadera) de toda esa preocupación social suya por unas generaciones futuras cuyos miembros es seguro que no conocerá? Cuando uno actúa preocupándose por el futuro social, es cierto que en parte lo hace por su comodidad presente y la de los suyos, pero indudablemente se trata de algo más: de mejorar el mundo también para todas las personas que resten por llegar a la vida. Sin embargo, y esta es la clave del asunto: ¿para qué sirve la propia vida humana que tanto deseamos mejorar? ¿cuál es ese destino por el que todos estamos abocados a luchar desde el mismo nacimiento? 

En este sentido, Giacomo Leopardi se preguntaba en pleno siglo XIX en uno de sus poemas: "¿por qué alumbrar, por qué mantener vivo a aquel que, por nacer, es necesario consolar? Si la vida es desventura, ¿por qué continuamos soportándola?". Y por supuesto, tenemos también el revelador poema de Omar Jayam (1048-1131) que nos dice: 

"Admitamos que hayas resuelto el enigma de la creación. ¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas podido despojar a la Verdad de todos sus ropajes. ¿Cuál es tu destino?
Admitamos que hayas vivido cien años feliz 
y que vivas cien años más. ¿Cuál es tu destino?

Admitamos, como dice el poeta persa, que hemos resuelto el problema energético, que la ciencia lo sabe todo, que vivimos cientos de años con salud...¿cuál sería (aún) en tal caso nuestro destino? Como digo, constantemente los problemas diarios nos nublan tanto la mente (los problemas personales junto con los sociales), que casi no nos paramos nunca a reflexionar sobre la propia necesidad que estamos tratando de solucionar con tanto ahínco, y no es, hasta que damos (idealmente) todas nuestras necesidades por saciadas cuando podemos preguntarnos sobre la razón de tanto esfuerzo. Así pues, os repito de nuevo la pregunta: ¿Por qué y para qué tanta vehemencia como especie por continuar creciendo, consumiendo, y devorando recursos y energía a toda costa? ¿para qué continuar con tanto estrés replicando y criando personas; alargando en el tiempo de este modo ese yugo de la vida (la de todos) de continua lucha y necesidad? Es decir; que sí, que luchamos sin duda por el bien social: por mejorar el bienestar propio, el de los nuestros, y el de todos los que vendrán, pero...¡para qué! ¿cuál es el destino de esa larga cadena vital humana? ¿cuál es su finalidad?

Hablar de esta manera puede sonar sin duda pesimista, porque normalmente no pensamos nunca por qué hacemos lo que hacemos; pero eso no implica que no tenga sentido preguntarse de este modo: ¿para qué seguir dando cuerda al sonsonete de la vida ahora que ya sabemos (desde hace bastante más de un siglo) que todo nuestro ser como especie es fruto de un proceso evolutivo natural y sinsentido: el mero resultado mecánico de un acto natural espontáneo y ciego a cualquier fin racional que sea relevante (humanamente hablando)? 

Vayamos más lejos: admitamos que finalmente hemos logrado colonizar otros mundos dejando atrás una Tierra devastada...¿cuál será (aún) en ese caso nuestro destino? Es decir; que tanto afán por llegar a Marte o por encontrar mundos habitables a los que llegar: ¿a qué fin sirve? Pues dadas las similitudes, cuando uno reflexiona sobre este anhelo colonizador, realmente todo apunta a que sólo somos simples microbios venidos a más, salvo que con la excepcional capacidad (o al menos el potencial) para ir saltando de placa de Petri en placa de Petri conforme los recursos de estas placas se agotan... 

Y sin embargo, es seguro que muchos de ustedes aún se enroquen en la dulce musiquilla del sacrificio social, del amor a la progenie, del bien común, y demás cantinela. Leed en ese caso con atención estas palabras del maravilloso Miguel de Unamuno

"Quitad la propia persistencia, y meditad lo que os dicen. ¡Sacrifícate por tus hijos! Y te sacrificarás por ellos, porque son tuyos, parte prolongación de ti, y ellos a su vez se sacrificarán por los suyos, y estos por los de ellos, y así irá, sin término, un sacrificio estéril del que nadie se aprovecha. Vine al mundo a hacer mi yo, y ¿qué será de nuestros yos todos? ¡Vive para la Verdad, el Bien, la Belleza! Ya veremos la suprema vanidad, y la suprema insinceridad de esta posición hipócrita." (fragmento de la obra: Del sentimiento trágico de la vida). 

Todo el asunto del Bien social es pura hipocresía evolutiva (no necesariamente consciente), que nuestro cerebro se saca de la manga para continuar con el verdadero destino (el fin último) que no es por supuesto nada de todo eso. Admitamos lo evidente de una vez: 

Nuestro destino, nuestro sino, es exactamente el mismo que el de cualquier cepa bacteriana. Vale entender a ésta para entendernos a nosotros. Y por lo tanto, ya podemos responder a la pregunta que nos hemos venido haciendo desde el principio: ¿Cuál es el verdadero destino de estas bacterias (y por lo tanto el nuestro)? Muy sencillo: consumir energía mientras se replican, y replicarse para consumir energía...y nada más. 


13 comentarios:

Anónimo dijo...

Entonces debemos entender que el mayor acto de rebeldía ( Siendo la rebeldía lo único que dota de sentido a la existencia, como decía Camus) es no concebir hijos, pues en caso contrario estamos siendo instrumentalizados por la evolución en su voluntad constante de prolongar el sonsonete de la vida hasta la muerte térmica del universo.
En tanto que no podemos evitar el hecho de que nosotros mismos consumamos energía,la única salida del hombre que quiere rebelarse frente a lo establecido es no procrear, de modo que detiene el ciclo de vidas futuras que se daría si así lo hiciera.

Al menos así lo veo yo.
Saludos.

Samu dijo...

Así sería, sin duda; si el hombre fuese realmente libre de actuar de tal modo, pero resulta que nuestra libertad está mucho (muchísimo) más coartada de lo que podamos imaginar. La mayor parte de las decisiones de nuestras vidas no las toma la razón consciente, la cual según muchos estudios es apenas una intérprete de historias, una simple manera de organizar de forma coherente las disposiciones del inconsciente (i.e. de aquellos procesos computacionales -neuronales- transparentes a esta conciencia organizadora).

Yo creo firmemente que tener hijos o no tenerlos no es algo que se pueda decidir: se tienen o no se tienen, y si se tienen, se tienen en el momento que algún heurístico neuronal nos susurra que ha llegado la hora.

No hay rebeldía posible, porque la evolución lleva millones de años asegurándose de que esa opción no sea viable: aunque no lo creamos, hay muchas cosas que no podemos hacer: no podemos dejar de respirar por voluntad propia más que unos segundos, no podemos dejar de comer y beber, no podemos cometer incesto, no podemos comer excrementos, no podemos suicidarnos sin que un problema neuronal nos empuje, no podemos auto-infligirnos daño físico (salvo enfermedad mental), y por supuesto, no podemos decidir si queremos o no queremos tener hijos. No podemos hacer nada que no sea evolutivamente estable, porque de poder hacerlo, los ancestros de los que hemos heredado no habrían llegado a sobrevivir lo suficiente como para que nosotros estuviésemos aquí. Y si poder o no tener hijos fuese una elección, hace mucho que las calamidades que la vida supone nos habrían hecho desistir y desaparecer como especie...y sin embargo, aquí estamos.

Nuestro cerebro, en resumen; no es algo que poseamos, sino algo que nos posee. Y esa pequeña parte del mismo que da lugar a la conciencia y a la razón que nos lleva a reflexionar como hacemos, es esclava de un proceso evolutivo más amplio que la encadenada perfectamente mediante tretas de muchos tipos, siendo entre ellas quizás muy importante la del sesgo optimista (realizar espontáneamente interpretaciones y juicios con tendencias positivas sobre todos los hechos).

Es decir; que no hay tal cosa como una posibilidad de rebeldía social. Si estamos donde estamos, es porque somos buenos en lo que hacemos: procrear y reproducirnos al máximo ritmo posible, al mismo tiempo que consumimos toda la energía que cae en nuestras manos; y poco hay que podamos hacer como especie al respecto: millones de años de evolución se han encargado de dejarlo todo muy bien atado.

La máxima rebeldía que se pueda quizás profesar, sea la de intentar conseguir la indiferencia más absoluta hacia todas las circunstancias que nos puedan acontecer personalmente durante nuestro breve paso por la existencia. Nada tiene sentido, y todo es absurdo, por lo que poca importancia puede tener nada de lo que nos ocurra o hagamos: finalmente todo pasará, y no quedará rastro de nada. No hay que preocuparse, todo está bien: simplemente experimentemos mientra podamos sin preocuparnos por el pasado ni por el futuro.

Un saludo, anónimo.

Anónimo dijo...

Interesante cuestión la que planteas, que se presta a un prolijo análisis en toda su extensión, así que te pregunto: ¿Ha sido esta materia del determinismo evolutivo tratada anteriormente en el blog? Si es así te agradecería que me suministraras un enlace a la entrada correspondiente, pues me interesaría conocer más.
Ha habido a lo largo de la historia muchos ejemplos de personas que han decidido no tener hijos, no como consecuencia de sus propias circunstancias, sino como resultado de un proceso intelectual racional que dio como resultado una serie de razones en contra de este hecho : Mainlander, Cioran, Al-Marri, los cirenaicos griegos... ¿Realmente no sientieron nunca el impulso neuronal de engendrar? ¿No es posible que pensaran que realmente tenía más valor mantenerse firmes a sus propias creencias y razonamientos por encima de lo que les dictaban sus instintos? ¿Fue la propia evolución quien dictaminó que estas personas no debían tener descendencia porque sus genes no eran lo suficientemente válidos? No obstante eran personas con una intelegencia me atrevería a decir que por encima de la media...
Ya a nivel personal, conozco a muchos sujetos- cada vez más, de hecho- que mueren sin tener hijos, (Las estadísticas demográficas están ahí)y esto se debe a los cambios sociales acontecidos en nuestra sociedad, de modo que si en el siglo pasado existía un constructo social por el cual el objetivo de toda vida humana era tener hijos- especialmente si eras mujer- hoy en día eso ha desaparecido, por las razones que sean. Tenemos entonces que el propio desarrollo de la sociedad ha determinado que cada vez se tengan menos hijos, ¿Que ocurre entonces, con la evolución? ¿Ha descuidado está su función? Porque a menos hijos que nacen, menos energía que se consume, y por lo tanto menos eficiente es el sistema... Y también tenemos casos de personas que realizan los comportamientos que mencionas, aun siendo en contra de su popia integridad: Las huelgas de hambre, las conductas heroícas... ¿Que engarce le das respecto a lo de arriba expuesto?
La cuestión subyacente a todo esto es: ¿El mecanismo cerebral de los hombres primitivos es el mismo que tenemos nosotros actualmente? ¿Opera del mismo modo la evolución hoy que cuando surgío el homo sapiens? Podría esgrimirse que no, puesto que en el inicio de toda sociedad está presente un elemento de creencia en la divinidad o lo paranormal, el llamado pensamiento mágico, de modo que era imposible la existencia de una sociedad que no creyerá en nada "trascendente", mientras que hoy en día en nuestras civilizaciones predomina la incredulidad, el ateísmo y el nihilismo, y sin embargo subsisten, por poner solo un ejemplo. De modo que la sociedad y la creación de una cultura moldea a los hombres y hacen que estos puedan, aunque no completamente, no satisfacer sus instintos.
O tal vez todo lo anterior solo sea un vano y huero intento por no aceptar la realidad: Que todo ser humano no solo morirá por entero y para siempre, careciendo de sentido todo lo que haga y sienta, sino que además durante su paso por el mundo no actua libremente en ningún momento, estando regido por complejas reglas pulidas durante millones de años por la evolución, de modo que cualquier acto o pensamiento no es propio, sino determinado por circunstancias que escapan a nuestro conocimiento, y nada podría haber sido de otra manera. El hombre se configura , pues, como un guiñapo en manos del universo.

En ese caso siempre nos quedaría la indiferencia, en ese pequeño reducto que constituye la verdadera esencia de cada uno: Te compro el último párrafo y añado una frase de Cioran: "Se puede soportar cualquier verdad, por muy destructiva que sea, a condición de que sea total, que lleve en sí tanta vitalidad como la esperanza a la que ha sustituido". Y es una idea muy vitalista está, pero también peligrosa, puesto que hace díficil la existencia de una ética, aunque ese ya es otro tema.

Un saludo y gracias por dar la posibilidad de debatir sobre estos temas.

Samu dijo...

Hoy día somos 7000 millones de personas en el mundo, y se estima que en el 2050 seremos 10000 millones, el crecimiento mundial de la población sigue a toda potencia (como siempre), y eso pese a todo el conocimiento científico y racional que ya tenemos. Lo que ocurre es que la evolución "sabe" cuándo tener hijos y cuándo no, qué momento es el más adecuado, y la cantidad de prole adecuada para cada momento y situación: incluso a veces lo mejor para los fines evolutivos es ayudar a tus familiares y los tuyos en la crianza, en lugar de criar por ti mismo, puesto que el objetivo final es el mismo sea tuya la prole o no (lo que importa es la información contenida en el gen no el soma en sí, y cuando ayudas a un familiar a criar, ayudas indirectamente a replicarse a copias de tus propios genes, puesto que compartirás una gran cantidad de ellos con su prole).

Y podrás comprender que con las estimaciones demográficas que se barajan no se puede decir que la evolución haya descuidado su función, más bien al contrario ;). Lo único que ocurre es que en diferentes entornos socio-económicos, la evolución dicta diferentes grados y niveles de procreación, pero lo importante es el resultado final: y como te digo, vamos en busca de los 10 mil millones de habitantes en breve.

Respecto de las huelgas de hambre, las conductas heroicas, los suicidios terroristas, y demás actos paradójicos; sólo repetirte que lo importante NO es un individuo (su soma) en particular, ni su supervivencia y reproducción particular, sino el gen que porta y la información que dichos genes contienen para construir eficientes máquinas de consumir energía. Si la muerte de un individuo favorece de algún modo la supervivencia de una cantidad considerable de otros individuos (y cuanto más cercanos sean genéticamente mejor), la evolución no tiene por qué penalizar tales conductas (de hecho, no puede; e incluso a veces las favorece como ocurre con ciertos insectos sociales que sacrifican su soma personal -e.g. las abejas soldado- sin duda por el bien de la globalidad).

Por otra parte: sí, el mecanismo neuronal y cerebral de los hombres de hoy, no se diferencia apenas del cerebro de los hombres de hace centenares de miles de años, y la evolución actúa exactamente igual ahora que entonces en nosotros. Lo único que ha variado es la cantidad de información cultural transmitida de generación en generación. Si toda esa información desapareciese de un plumazo, volveríamos a la edad de las cavernas al instante y tendríamos que redescubrir el fuego mientras rezamos al Dios Sol (xDD).

Dices: "El hombre se configura , pues, como un guiñapo en manos del universo". Y esto es así: más que nos pese, el hombre es un títere en manos de un fin natural espontáneo: consumir toda la energía disponible en el menor tiempo posible, y nuestra conducta toda viene guiada por dicha finalidad, del mismo modo que los planetas deben moverse alrededor del Sol siguiendo la ruta más derecha posible (geodésicas). No hay diferencia fundamental alguna entre ambos fenómenos: ambos siguen (seguimos) unas reglas físicas pre-establecidas muy determinadas...y nada más.

En este sentido el ser humano es un mero medio más con el que el Universo se "propone" conseguir ese "fin" natural termodinámico.

En fin. Un saludo, amigo. Y gracias a ti también por tus comentarios :).

Miquel dijo...

De nuevo me viene bien la cita de T.S.Eliot que comento en una de mis últimas entradas:
"El género humano no puede soportar un exceso de realidad"

También en la última entrada comento el impulso natural que me tira hacia delante; a pesar de estoy de acuerdo con esta entrada.
Un saludo

Samu dijo...

He leído tu entrada sobre el "Vínculo natural" y me ha parecido bastante buena. Yo también siento algo parecido con mis hijos a lo que tú comentas, y también espero de corazón que si algún día leen todo lo que escribo en este blog, comprendan la limpieza (pureza incluso, como tú dices) con la que lo hago. Que no malinterpreten mis palabras.

Un abrazo y gracias por comentar.

Fritt dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fritt dijo...

Si me permites, me gustaría recomendarte un libro de ficción, "El hacedor de estrellas" (Olaf Stapledon) el cual especula sobre un posible destino para nuestra especie (y todas las que existen o existirán). Enhorabuena por el blog!

Samu dijo...

Gracias por la recomendación. Me lo apunto, Fritt ;).

Un saludo!!

Salvador JMJ dijo...

Pues como microbiologo puede que la premisa tenga razón. Los microorganismos "buscan sobrevivir", no por que sean concientes desde el punto de vista humano, sino que sus redes de genes, proteínas y RNA buscan su existencia, regulación y reproducción. En un principio les tenia miedo (sobre todo a los patógenos) pero ahora les tengo "cierta envidia", ya que dudo que experimenten dolor, y pueden escapar de la muerte al esporular por ejemplo. Y si alguna célula se pierde, no hay problema, todas son iguales, no hay individualidad. Son clones.
Seamos sinceros, la microbiología y el conocer que estos seres llevan en la Tierra desde hace 3000 millones de años cuando menos nos quita de nuestro pedestal antropocéntrico... y me infunde más respeto el pensar que seran ellos los que acaben con mis restos y los reintegren al "Samsara de los ciclos biogeoquímicos".... así les digo a los alumnos del liceo y piensan que soy una mezcla entre Buda y Nietzche.

En humanos a veces pienso que es lo mismo, pero matizado por los valores, la cultura, religión y la búsqueda del placer... creo que si a través de la evolución el acto sexual no generara un placer, los seres humanos estariamos extintos.

Samu dijo...

Gracias por comentar, Salvador.

Salvador JMJ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Salvador JMJ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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