"No hay que tomarse nada a pecho -se repite quien se enoja consigo mismo cada vez que sufre y no pierde ninguna ocasión de sufrir." El aciago Demiurgo (Emil Cioran)
martes, 24 de noviembre de 2015
Algunos aforismos de Emil Cioran
Algunos aforismos de Emil Cioran (de su obra, El aciago Demiurgo):
Una vida plena no es, en el mejor de los casos, más que un equilibrio de inconvenientes.
Ya se trate del individuo o de la humanidad en su conjunto, no se debe confundir avanzar y progresar, a menos de admitir que ir hacia la muerte sea un progreso.
Todo el mundo vive en y del proyecto, consecuencia del no saber: obnubilación metafísica que alcanza las dimensiones de la especie. Para el que no está obnubilado, el futuro y, con mayor razón aún, todo acto que se inserte en él, no es más que engaño, espejismo generador de asco y de espanto.
El caído es un hombre como todos nosotros, con la diferencia de que no se ha dignado a jugar el juego. Le criticamos y le huimos, le guardamos rencor por haber revelado y expuesto nuestro secreto, le consideramos a justo título como un miserable y un traidor.
En este mismo momento, por todas partes, millares y millares están a punto de expirar, mientras que yo, aferrado a mi estilográfica, busco en vano una palabra para comentar su agonía.
El lugar que uno ocupa en el Universo: ¡un punto, y ni siquiera! ¿Por qué zarandearse cuando visiblemente se es tan poco? Hecha esta constatación se calma uno en seguida: en el futuro, no más preocupaciones, no más alocamientos metafísicos o de otra clase. Y, después, este punto se dilata, se hincha, sustituye al espacio. Y todo vuelve a empezar.
No hay más que un signo que testimonie que se ha comprendido todo: llorar sin motivo.
No hay que tomarse nada a pecho -se repite quien se enoja consigo mismo cada vez que sufre y no pierde ninguna ocasión de sufrir.
Frívolo y disperso, aficionado en todos los campos, no habré conocido a fondo más que el inconveniente de haber nacido.
Habría que decirse y repetirse que todo lo que nos alegra o nos aflige no corresponde a nada, que todo es perfectamente irrisorio y vano. ...Pues bien, me lo digo y me lo repito cada día y no por ello dejo de alegrarme o afligirme.
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