viernes, 17 de octubre de 2014

El remedio contra la depresión de Albert Camus


Hoy he mantenido una larga conversación con un amigo. Lleva un tiempo pasando por un bache sentimental y laboral; y últimamente, cuando hablamos, se lamenta de continuo sobre lo mal que le va la vida.

Hay mucha gente como él. De hecho, la depresión viene a ser llamada la enfermedad del siglo XXI. Y, como los antidepresivos suelen ser poco eficaces, y la psicoterapia profesional es muy cara xD, voy a intentar poner mi granito de arena intentando ayudar a todos aquellos que pasen por un bajón en sus vidas, sea del tipo de que sea:

Mi receta es muy simple, y la propuso Albert Camus el siglo pasado: "no hay destino que no se venza con el desprecio".




La vida es un absurdo. Cuanto antes lo admitamos, mejor nos irán las cosas. Es una lucha continua por y para ninguna finalidad concreta. Simplemente sentimos que queremos, y luchamos por satisfacer eso que queremos. Y así, día tras día, subimos la pesada piedra de la necesidad. Una necesidad absurda (irracional), porque no sabemos por qué deseamos lo que deseamos, ni por qué estamos obligados a satisfacer ese deseo salvo pena de sufrimiento.

Y nuestro destino final es, si cabe, más absurdo aún: el olvido. Miles de millones de personas ya han pasado su vida subiendo la pesada carga de la necesidad, y de sus vidas no queda ni el más mínimo recuerdo. Con nosotros ocurrirá igual. Más pronto que tarde, todos moriremos, y con nuestra muerte llegará el olvido. En pocas décadas, no quedará ni rastro de nuestro paso por este mundo: Es, como no podría ser de otra forma, un final absurdo, para una vida absurda.

Pero, ¡ojo! no es algo malo que así sea. El absurdo no tiene que ser trágico. Cuando alguien te cuenta un chiste, te ríes del absurdo de la situación; del choque emocional entre lo que esperas que pase y lo que realmente pasa. Con la vida pasa lo mismo; esperamos sentido, y nos encontramos un sinsentido; pero esta situación hay que tomársela como lo que es, como una broma supina.

La filosofía de Camus se centra precisamente en esto que estamos hablando: ¿merece la pena vivir una vida tan absurda? Camus llega a la conclusión de que sí, que se puede sobrevivir al absurdo desde el mismo instante en que reconocemos el propio absurdo; porque es este reconocimiento el que nos hace libres de tener que apreciar cualquier cosa que en nuestro destino pueda acontecer.

No hay destino que no se venza con el desprecio. Y eso es lo que un mundo absurdo merece: desprecio por todo. Pero no hay que dar una connotación negativa a este desprecio, sino positiva. Con ese desprecio, sólo nos estamos riendo de este mundo absurdo; igual que cuando vemos un cómico actuando. Nos burlamos de nuestro destino, y nos regocijamos en él, felices y liberados de toda presión: "todo está bien", porque a la vista de nuestro destino final, nada puede valorarse lo suficiente como para que sea capaz de perturbar nuestro humor.


  • Como conclusión, y a modo de resumen:


Si alguno se ha perdido entre tanta metáfora, voy a intentar traducir la filosofía de Camus al nivel más simple que puedo conseguir:

Dentro de muy poco tiempo, todo nuestro ser habrá desaparecido: y eso incluye nuestras alegrías y nuestras penas, nuestros triunfos y fracasos, nuestros bienes o deberes, nuestra memoria, y todo lo que nos pasó en la vida, incluidas nuestras emociones sentidas ante ese acontecer.

No importa lo que hagamos o no hagamos, no importa lo que valoremos o no valoremos, ni lo que disfrutemos o lo que dejemos de disfrutar. No importa si te cuidas o no, si eres feliz o infeliz, o sales o entras. No importa si te sientes bien o mal, ni importa nada de lo que vayas a hacer hoy o mañana. Todo da igual, y nada tiene valor. Se trata simplemente de aceptar nuestro destino, de reírse de él: porque ese buen humor te liberará y te hará comprender que todo es pasajero; que nada merece afecto, y que sin afecto no hay tragedia ni dolor.

Todo es absurdo, y eso está bien. Sé feliz en la "desdicha", porque no existe eso que llaman dicha. Ríete de la vida, te venga ésta como te venga, porque nuestro destino está marcado, y porque no hay destino que no se venza con el desprecio.

Un abrazo a todos....y reíros de la vida ;)


9 comentarios:

Miquel dijo...

Hola Samu.
Tus razonamientos son sólidos, y estoy de acuerdo con ellos, pero no sé si ayudarán a un deprimido, precisamente porque no es la razón lo que mueve la conducta sino la emoción. Venimos a este mundo equipados con la capacidad de tener afectos y miedos. Los más fuertes son los que se tienen con quien tenemos parentesco genético. El amor a los hijos y a la pareja, el miedo al dolor, a la muerte y al sufrimiento guían nuestra conducta y es muy difícil desprenderse de estas emociones, aunque la razón nos indique lo que tú planteas en tu entrada. Precisamente en tu blog encontré una cita que me pareció muy interesante de Schopenhauer: "Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre... La vida del hombre no es más que una lucha por la existencia, con la certidumbre de resultar vencido..."
También en mi blog escribí la última entrada con un intento de ayudar a vencer la depresión mediante la razón. Transcribo una carta que escribía un director de cine a una mujer deprimida y que encontré en el blog de Pitiklinov. Aunque no tengo muy claro hasta que punto será eficaz en sus objetivos.

Un saludo.

Samu dijo...

Miquel, eso que dices es cierto, por supuesto. Pero, sin embargo, yo creo que; aunque mínimo, el desahogo emocional que te puede ofrecer el comprender racionalmente que nada es realmente importante, merece la pena experimentarse. No es que vaya a curar a un depresivo, por desgracia, pero bueno; al falta de pan, buenas son tortas, ¿no? :)

Un abrazo, y gracias por comentar, amigo.

Miquel dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Un saludo

Anónimo dijo...

•“No importa lo que hagamos o no hagamos”
No importa que no importe.

• “no importa lo que valoremos o no valoremos”
Tampoco importa que no importe lo que valoremos o no valoremos. Vamos que las coses no importen no es tampoco algo que valorar.

• “No importa si te cuidas o no, si eres feliz o infeliz, o sales o entras.”
Si prefiero cuidarme y se feliz me importa obviamente. Si lo que quiero lo prefiero y me da infelicidad tal vez prefiera la infelicidad. Si nada hay con que refrendar lo que es mejor o peor cualquier elección es válida en referencia a lo que me dé la gana refrendar y no sé a qué viene tanto consejo desde usted.

• “No importa si te sientes bien o mal, ni importa nada de lo que vayas a hacer hoy o mañana”.
Tal vez no le importará al mundo, o a un supuesto Dios que no existe, o al resto de la gente... pero a mí me puede importar y nada de lo que usted crea importa para lo que a mí me importe.

• “Todo da igual, y nada tiene valor”.
No importa si todo da igual y nada tiene valor.

•“Se trata simplemente de aceptar nuestro destino”,
No importa si tenemos que aceptar o no nuestro destino, ni si queremos aceptarlo, ni si preferimos sufrir en aras de cambiarlo... así que ahórrese los consejos.

• “de reírse de él”
No importa reírse de él, sufrirlo o llorarlo...

•“porque ese buen humor te liberará y te hará comprender que todo es pasajero”
No importa si todo es pasajero o eterno, tampoco me interesa liberarme. Tampoco importa si interesa o no.

•“sin afecto no hay tragedia ni dolor”.
No importa no tener afecto, y vivir sin tragedia ni dolor, así que como no importa hago lo que me dé la gana (que tampoco importa)



•“Todo es absurdo, y eso está bien”.
Vaya hay algo que está bien en medio de tanto nihilismo. Está bien que el mundo sea absurdo, pero eso ¿A quién importa?

•“ Sé feliz en la "desdicha",
¿A quién importa ser feliz?


•“no existe eso que llaman dicha”
¿Y eso importa? ¿Importa buscar lo que no existe?

• “Ríete de la vida, te venga ésta como te venga, porque nuestro destino está marcado, y porque no hay destino que no sé porque venza con el desprecio.”

No quiero reírme de la vida, me aburre y me parece de idiotas. Y aunque no importa ser idiota a mí no me gusta serlo y prefiero lo que me gusta. La risa está sobrevalorada absurdamente.

•“y reíros de la vida”
No me da la gana, prefiero arrodillarme y rezar, es más divertido.

Gracias por sus consejos que no importan.

En fin...

Samu dijo...

En resumen: todos tenemos objetivos en la vida, pero ninguno tenemos una razón objetiva por la que vivir (porque no existe). En el fondo, la causa última de todos esos objetivos subjetivos que a todos nos empujan a diario son pura inercia insustancial para el cosmos: nada de lo que hagamos (ni ninguna señal de nuestro paso por el mundo) va a sobrevivirnos con el tiempo, por lo que nada de lo que hagamos o dejemos de hacer puede merecer una verdadera valoración o aprecio por nuestra parte. En el fondo todo está bien, sean cuales sean nuestras circunstancias personales da igual, todo pasará y nada debería perturbarnos: hay que reírse de todo, porque todo es absurdo.

Yo sinceramente recomiendo a cualquiera con problemas depresivos, que cuando sienta pesar por alguna circunstancia personal determinada piense en lo que Albert Camus nos enseñó y que gracias a eso sonría; y que sonría pase lo que pase: se trata simplemente de aceptar nuestro destino, de reírse de él; este buen humor existencial nos liberará y nos hará comprender que todo es inútil y pasajero, y que nada debe por tanto merecer nuestro aprecio lo suficiente como para hacernos sentir mal (dentro de poco nadie recordará nada de nosotros; ni siquiera nosotros mismos, así que simplemente vive y experimenta en la medida de lo posible lo que te quede de vida).

De todas formas, os remito a leer la obra completa de Albert Camus ("El mito de Sísifo") donde el autor explica con más detalle lo dicho.

Un abrazo.

David dijo...

Creo que no has entendido nada. Yo llevo con depresión tantos años que ni me acuerdo. Tengo ahora 34. Si hay sólo una cosa en este mundo que me ha mantenido siguiendo esa inercia que posee un depresivo: moverse sin saber muy bien por qué motivo, ésa ha sido la razón. Pero la razón no se puede imponer a la emoción que puede sentir una criatura a sus tiernas edades. Primero creces con todo ese bagaje que vas adquiriendo en la infancia, y cuando llega tu momento de partir hacia el mundo real te encuentras con que lo único que puede salvarte el culo es ser cruel con la propia existencia y despreciarla. Porque realmente la vida no vale nada. No hay valor en ella, estamos aquí porque estamos, pero aún nadie tiene muy claro el por qué de nuestra existencia.
Hay que comprender que nada en esta vida tiene sentido. Ni siquiera importaría que ahora cualquier colgado destruyera el mundo hasta reducirlo a un páramo yermo. Todo da igual, realmente igual. Sólo hay que representar el papel. La vida es un teatro donde cada cual asume un rol, el que quiera, pero todos tenemos que seguir con esta pantomima.

La vida es el absurdo en sí. Alguno podría pensar que como ya estamos aquí y tenemos lo que tenemos, podríamos seguir adelante. Y yo digo: claro, pero seguiría siendo un teatro. Éste es el punto que la gente no comprende.

Tras tantos años dándole vueltas al asunto, considero que la gente no comprende nada porque el ser humano es incapaz de liberarse de un defecto que le impide ver la realidad: su afán por el coleccionismo: todo se preserva, se guarda, se almacena, se cataloga, se indexa, se categoriza y se mete dentro de un continente que lo mantiene a salvo. Queremos mantener todo: nuestros amigos, familia, mascotas, nuestra vivienda, nuestro coche, nuestros enseres en general, porque son las cosas que nos gustan, la figurita que te regalaron tus amigos de no sé dónde y que a nadie le gusta, salvo a ti.

Realmente nada importa. El decorado es de cartón piedra, pero aquí seguimos. El problema de la gente es que se niega a dedicar 5..., bueno, 10 minutos a reflexionar.

Creo que si algún día el ser humano es capaz de ver que su especie, en realidad, no vale un mísero céntimo, podría ser éste el punto de partida hacia una sociedad mejor, liberada de tantas trabas como existen hoy en día.

Me llama la atención cómo en tv, prensa, radio... se promueve la idea de que hay que ser feliz en todo momento, sin falta. ¿Acaso es eso posible? No, porque no existe la pena sin la alegría, ni el placer sin el dolor.

En cualquier caso, algo indispensable a la hora de dar el paso hacia la razón es apartar, enterrar y condenar en el olvido a la religión (cualquiera de ellas).

El científico que da la espalda a dios no demuestra soberbia, sino valentía. Ser capaz de abandonar toda esperanza y ceñirte a la realidad, que es algo mucho menor que lo que nos promete cualquier religión. Eso es tener un par.

Unknown dijo...

No he leído a Camus, pero hay amigos que me han contado brevemente la historia del extranjero. Todos coincide en que Mersault le vale todo en la vida, pero con lo que acabas de explicar veo que existe otra interpretación. Y también está emparentada con la filosofía de Heiddegger (no sé si lo escribí bien). El cual dice que todo hombre sabe que su irremediable destino es la muerte, entonces procura proveerse en esta vida de cosas materiales, para sobrellevar ese vacío del cual ya nos haces mención con Camus. Entonces pasa a ser parte de los dormidos -que tiene relación con otro filósofo de la antigúedad, que no recuerdo su nombre-, y quedó plasmado en una película llamada Matrix. La persona que despierta es la persona que está Iluminada, porque de eso se trata el Budismo y algunas otras religiones... del despertar de la conciencia (que supongo es lo que llaman el Ser). Todo al final está relacionado con el hombre y su vida.

Ernesto dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Bendito el que creyó en todo, y una a una derribo por si mismo todas sus creencias. Porque después del inmenso dolor que produce la decepción, encuentra la paz suprema, aquella que trae la seguridad que nada existe, solo el ahora, el único sentido.

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