Hoy, después de un año de sufrimiento sobrellevando un cáncer cerebral, por fin mi padre descansa en paz. Dedico este epitafio a su memoria ya que refleja en gran parte su forma de pensar y lo que su vida, como la mía, supuso en general:
El auténtico pecado original no es aquel que relatan las escrituras, heredado de un fruto mordido en el Edén; es otro, más hondo, más inquietante y verdadero: el acto despiadadamente egoísta, MALIGNAMENTE inútil, de traer nueva vida a este escenario absurdo y hostil que llamamos mundo, impulsados por una pulsión ciega que nos condena a perpetuar una tragedia que nadie pidió representar. Es un pecado arraigado en nuestro instinto, quizá la metáfora más precisa del universo mismo: una maquinaria irracional que gira eternamente sobre su propia crueldad.
(Descansa tranquilo padre, te lo has ganado 🩶)